lunes, 30 de junio de 2025

SEGÚN SAN AGUSTÍN - VIÑETA 570

 
VIÑETA 570
 
Según San Agustín
Jorge Arturo Díaz Reyes 30 VI 2025 
Como hace 1.608 años, día más día menos, cuando el santo de Hipona, invocando a Roma, cortó la discusión bizantina con los pelagianos por aquello del pecado original. En tauromaquia, también decimos ahora, Madrid locuta, causa finita.
 
Sí, Madrid siglo XXI no es Roma siglo V. Bueno, pero como si lo fuera. Para bien o para mal da y quita. Y lo hace con la razón o sin ella desde su catedralicia plaza de Las Ventas, en asamblea máxima, reunida, durante las últimas ocho décadas, en la feria de San Isidro. El mes ecuménico del toro cada año.
 
Momento y sitio en que más afición y crítica se concentran por metro cuadrado en el mundo. Frente al toro capital y los toreros considerados más aptos para oficiar el rito. En frecuencia y carteles proporcionales a su jerarquía digamos. Obviemos el “sota, caballo y rey”, que ha sido de siempre. Para qué llover sobre mojado.
 
¿Cómo está la Fiesta? Como está Madrid. ¿Cómo está Madrid? Quizá buscando síntesis podríamos remitirnos en este 2025 solo a dos hechos. Uno, la insólita Puerta grande a Talavante en la primera corrida, y su aún más insólita unción como triunfador de la feria, por la empresa, de la cual es parte su apoderado. Segundo, el masivo acto de idolatría por Morante de la Puebla, sin duda protagonista principal de la feria, que siguió a la corrida final, de Beneficencia (8 de junio), el cual desbordó los cánones, la plaza, las calles y aún más los medios, incluida la televisión urbi et orbi.
 
Principio y fin con estrambote. Prólogo y epílogo delirantes que patentizarían “el nuevo sentir de la fiesta”, cual reza un slogan de moda. Y podríamos quedarnos así no más, con esos dos arrebatos. Corporativo el uno, y tan juvenil, tan de concierto rockero el otro, que arrastró las demás edades con ėl, empezando por el provecto palco. Podríamos concluir ahí repito, a sabiendas de como se direccionan hoy los negocios, el espectáculo, el sentir y el consumo de las masas.
 
Pero no, hay más. Entre los dos extremos pasaron cosas también importantes (allí todo lo es), que trazaron líneas maestras a lo largo de las otras 25 corridas del abono conciliar. Cierto, pasadas tres semanas, ya las han desglosado mejor muchos enterados. Extensamente, doctamente, y algunos pontificiamente, (quemando “herejes”). Por lo tanto, una opinión más de un viejo feligrés, que no da misa, podría perdonarse, aunque redunde. Veamos:
 
Las grandes concurrencias, con menor promedio de edad, gritan en un mundo decadente, que la Fiesta goza de crédito, salud económica y futuro... ¿Pero cuál Fiesta?
 
Contra el pesimismo no diría que una de menos toro. Sobre la tendencia secular al monoencaste “artístico”, menudeó el cinqueño, el cuajo, la romana sobre los 550 kilos, y hasta casi 700 según tipo, el trapío (ovacionado y premiado), las dignas armas. Menos toros caídos, menos toros devueltos. El toro de Madrid, con su por suerte todavía natural e imprevisible talante.
 
Evidente vulnerabilidad y baja del rigor en el público (suma de todos los sectores) y su hoy en día amanuense presidencia, en la valoración del toro, la lidia y las recompensas. Los cascos de Madrid se aligeran, en ocasiones de manera impúdica. Venden cada vez más a la clientela y hasta se exigen y argumentan sesudamente, la bobería y las carencias de imponencia, ofensividad, tamaño, poder, fiereza, indocilidad..., y viceversa. En general, se pica distal, se banderillea de oficio, se lidia mal o no se lidia, se mata peor…, y se premia.
 
Junto a la necesidad y el arrojo de muchos, campea la “profesionalidad” desapasionada de otros. El “otro día en la oficina”, en vez del “morir a Madrid”. Hay que ver. Para citar un ejemplo, cómo dejaron ir olímpicamente tres puntudos toros de triunfo de El Parralejo el uno de junio. Como si nada, y hubo aplausos de gratitud a la salida. ¡Qué nobleza!
 
Omitiendo la fundamental unidad ético-estética del toreo, faenas pintureras inconclusas, y estocadas soberanas sin faenas idem, fuero celebradas con locura. Mientras una total de Uceda Leal a “Rabioso” de La Quinta, que llevó la conjunción de los dos factores esenciales al más alto nivel de clasicismo, fue recibida apenas con fría complacencia. Y sin menciones actuariales posteriores.
 
Sobre el general remiendo y disparidad de los encierros, uno completo de La Quinta (Santa Coloma), brilló por su simetría, tipo, lámina y casta. Ya en lo individual sobre la lógica variedad, hubo al menos nueve o diez toros que pudieron haber sido distinguidos a gusto del consumidor, cada cual, como “mejor de la feria”:  Brigadier de Pedraza de Yeltes, Chivita de Arauz de Robles, Calentito de José Escolar, Frenoso de Victoriano del Río, Amargado de Fuente Ymbro, Rabioso de La Quinta, Zafio de Jandilla, Comisario de Fuente Ymbro, y extendiéndonos una semana por su impacto, Milhijas de Victorino Martín, en la corrida In memoriam del 15.
 
No se puede hablar de Las Ventas sin mirar al tendido siete y afines, que independientemente de su rótulo, conforman un sector de la afición sin límites locativos exactos en la plaza, pero el más homogéneo en su arrogada propiedad y defensa del reglamento y los cánones. Guardianes del Arca y la categoría. Ahí siguen por fortuna, errando y acertando a buena fe, apasionados, irreverentes, aunque a menos y puntuales en su devolucionismo, intervenciónes en la lidia, confrontación del triunfalismo y protesta de fallos presidenciales. Su líder, el altisonante “Rosco”, ha bajado la voz y ahora escribe. Sintomático.
 
La administración, a cargo de especialistas en turismo, se abre el rito sacrificial, simultáneamente al ocio y la francachela. Qué tambien es rentable. En fin, Madrid entra en lo que le ha venido reclamando largamente el esnobismo; la banalidad de los tiempos que corren. Sí, Madrid entra, y tras de sí lleva el toreo y todo lo demás. Causa finita.

lunes, 23 de junio de 2025

TRES TOROS - VIÑETA 569

 
VIÑETA 569
 
Tres toros
Jorge Arturo Díaz Reyes 23 VI 2025 

Brigadier” de Pedraza de Yeltes, cinqueño, 667 kilos. Foto: Las Ventas
Entre los más de 170 toros (incluyendo sobreros) que salieron al ruedo de Las Ventas en la pasada feria de San Isidro. Todos, por A o por B, dignos de consideración y reseña, el solo hecho de haber llegado hasta allí lo amerita. Los vi. Pero tres, por su trapío, bravura y dignidad hasta la muerte, más que los otros, me llenaron los ojos, el corazón y el recuerdo.
 
Respetando claro, que cada observador, aficionado, profesional (ganadero, torero, veterinario, apoderado, empresario, periodista, publicista, influencer…) tiene su particular opinión de tales caracteres, y disculpándome por supuesto, con quienes consideran la suya única, universal, y de obligado acatamiento.
 
Confieso que antes, durante y después de racionalizar la presencia y lidia que dieron, mi principal medida fue la elemental, la biológica. Esa reacción fisiológica, hormonal, con que la evolución nos ha dotado, antes de la razón, a los humanos. La adrenalína, que no miente. La “emoción” en   tauromaquia, y en el arte general. --Si un cuadro (en lugar de emoción) necesitara explicación dejaría de ser un cuadro –resumía Gauguin.  
 
Pero volvamos a los tres toros. ¿Por qué tres? porque sí. En orden de aparición: Brigadier, Chivita y Calentito. Todos cinqueños, cuajados, muy bien armados, todos ovacionados de salida y arrastre, y al primero con vuelta al ruedo. Con su notable romana, dieron peleas de gran fondo y ninguno se cayó ni renunció.
 
Uno, Brigadier, de Pedraza de Yeltes, procedencia Domecq, colorado, de 667 kilos, lidiado en sexto lugar por Isaac Fonseca quien le cortó una oreja en la quinta corrida de la feria el día 14 de mayo. Sus dos primeros tercios fueron de lujo. Tomó tres varas de Borja Lorente, la tercera desde el platillo a galope. Obligando también las ovaciones para los banderilleros: Juan Carlos Rey y “Tito”. Y en el último, se batió con largura y reclamo, muriendo bravío de un pinchazo en sitio y estocada. Se le dio vuelta al ruedo.  
 
Dos, Chivita, de Araúz de Robles, procedencia Gamero Cívico y Saltillo, negro bragado, de 612 kilos, lidiado en quinto lugar por Fortes, quién dio vuelta al ruedo en la corrida once de la feria el día 21 de mayo. Tras faena de gran contenido estético y de fuste, que impuso poso a las codiciosas y exigentes embestidas. Obra que se vio privada de mayor premio por dos pinchazos y una estocada descentrada.
 
Tres, Calentito, de José Escolar, procedencia Santa Coloma, cárdeno capirote, de 656 kilos, lidiado en quinto lugar por Gómez del Pilar, quien le cortó una oreja en la corrida veintidós de la feria el día 3 de junio. Impresionante toro fiero, ovacionado de salida y arrastre, que tomó tres varas desde los medios haciendo ovacionar al picador José Manuel Sangüesa y al banderillero Víctor del Pozo y obligando una lidia de gran autenticidad y exposición, rematada con estocada en sitio, honda fulminante.
 
Hubo más. Pero primero estos tres que hicieron brillar la épica, sustento vertebral de la fiesta. Los tres rasparon la pátina de bisutería y abalorio qué, el flujo del toreo moderno (posbelmontino), ha ido depositando sobre la corrida durante más de un siglo.
 
Los tres y sus lidiadores refutaron en el ruedo la retórica de los evangelistas del toro menos, minicorne y amaestrado genéticamente. Los tres protagonizaron los momentos más bizarros del San Isidro 2025. Honrando el prestigio del “toro de Madrid”, y grabando la memoria de quienes los vivieron, y que consciente o inconscientemente concuerdan con Fernando Claramunt: Si del toreo suprimimos la dimensión poética no queda nada.

lunes, 16 de junio de 2025

RETORNO - VIÑETA 568

 
VIÑETA 568
 
Retorno
Jorge Arturo Díaz Reyes 16 VI 2025

Foto: Las Ventas 
Confieso. Durante las tres décadas anteriores fui en Madrid un “isidro”. Rótulo despectivo para los que solo aparecemos por la gran feria, pero que, por cierto, hacemos la mayoría del aforo anual en la plaza. Lo fui, hasta que deserté, siete años ah. Pandemia, agonía y muerte de mi madre, molicie de la televisión en directo me impedían cruzar el mar.
 
Entonces volví, a esta, 2025. Toro tras toro, suerte tras suerte, faena tras faena, público tras público, corrida tras corrida…, veintisiete. Reencuentro tan asombroso como la primera lejana vez.
 
Pese a que hallé constantes las constantes vitales. La inamovible monumental con sus banderas al viento, el trasiego febril por sus pasillos antes del paseíllo, el run-run, las caras de siempre, la multitud, el calor, la birra, el gin tonic, las empinadas gradas (me cuestan ya), los mosaicos históricos, la buena banda, el palco Real solitario, los clamorosos graderíos, el omnímodo siete, el toro (de Madrid), el ágora máxima bajo esos soles y ese cielo azul con luna.
 
Todo igual, sí, pero a la vez distinto. Nunca somos los mismos. El regreso de una larga ausencia da perspectiva sobre la nueva realidad. Ulises volvió de Troya y la odisea, su hogar, Penélope y Telémaco, eran otros. La casa usurpada por los pretendientes, la núbil esposa ya madura sitiada, y el niño, un hombre, intentando en vano detenerlos.
 
Y acá, en Las Ventas, hay que ver. Los jóvenes han tomado los tendidos. El maduro palco asediado, cediendo, y el antes niño, ahora hombre y duro aficionado, tampoco logra contenerlos. Ni siquiera invocando el infinito tejido de los cánones. Se desmándan por todas partes, no solo en el culto. También tras el rito sacrificial aturden sacrílegamente los pasillos del templo con su juerga desaforada, toda la noche.
 
Orgiástico, como hace tres milenios en las dionisíacas tras matar el toro sagrado. Mientras, bajo el tendido uno, en la sala de prensa, los viejos cronistas sobrevivientes y los nuevos, encerrados, luchan por concentrarse y urdir sus relatos, tratando de omitir el estruendo que no atajan ni siquiera las dobles gruesas puertas. Todo igual, todo distinto.
 
Qué el toro es débil, tonto, inerme…, no importa, acallemos los protestones. Qué no se pica y cuando se hace o simula, siempre trasero, no pasa nada, todo es toro. Qué se hace la noria, con el pico, ole y ole. Qué se mata chapuceramente, vengan las orejas o aquí pasa algo. Qué una faena perfecta y una estocada clásica (Uceda, la única total), fría indiferencia…, ¿Cómo va el partido?
 
Al tiempo que los interesados, con sus pregonadas claques, aran cosechan y pelechan en esa tierra inculta y propicia. Sembrando idolatría, fetichismo, liviandad…, y otros frutos prohibidos. En rigor, muchas de las orejas y ninguna, ninguna digo, de las dos Puertas grandes han debido darse. La primera plaza del mundo ve reforzados sus sectores ligh, y diluida su exigencia en el refrescamiento, y aumento del volumen.
 
Inevitable. Es el cambio generacional de la fiesta, explican. Nadie nace aprendido. Bueno, me remonto a mis quince. Los dorados sesentas. ¿No era yo igual? Y cómo gozaba. Bella juventud aun cuando no te bañes. Cada generación exige sus propias experiencias, sus propios errores, sus propios caminos. Ya irán por ellos viviendo, tropezando y aprendiendo. El toreo enseña.
 
Sorprende sí, cómo contra la feroz campaña de políticos, medios y antis, las mesnadas continúan llegando, cada vez más, a imponer su ley o su no ley, a vivir la fiesta, como la sienten, espontánea, desprevenida, evasiva y alegremente.
 
Bueno, lo uno por lo otro, celebran los contadores. Televisión. Más de 93% de ocupación. Los más de los festejos con cartel de “No hay billetes”. No se sabe cuánto en aportes directos e indirectos…
 
De vuelta, hoy, a mis ochenta, recién cumplidos (ayer), me digo: los nuevos isidros han asaltado el capitolio para quedarse. Es su turno, la fiesta es suya. Siempre fue así. Poco a poco entenderán y luego vendrán otros que los reemplazarán. El eterno retorno. La historia.

lunes, 5 de mayo de 2025

ESTÉTICA ESENCIAL - VIÑETA 567

 
VIÑETA 567
 
Estética esencial
Jorge Arturo Díaz Reyes 5 V 2025 
Estocada de Morante a “Bodeguero”. Foto: Arjona, Pagés
 
Hoy va la temporada sevillana 2025 por su décimo festejo. La he seguido día tras día en las diversas crónicas, y he visto por la televisión dos corridas; la sexta y la octava, ambas a plaza llena. Y creo que los dos momentos de mayor conmoción han ocurrido en estas, que por coincidencia transmitió Canal Sur.
 
Uno, con la faena de Morante al cuatreño “Bodeguero”, cuarto de Domingo Hernández en la sexta, y el otro, con la de Manuel Escribano a “Mosquetón” el cinqueño quinto de Victorino Martín en la octava. Cómo pusieron ambos la plaza. Las cosas del público son del público. No vamos a juzgar aquí su acierto, su justicia, su gusto, que ya incluso han sido descalificados por algunas críticas preciosistas. Podemos mejor suponer el porqué de tan similar explosión colectiva.
 
Para empezar, eran dos toros de talante antagónico. El domingohernández, un soso remolón. El victorinomartín, un fiero indómito. Si algo tenían en común era el alto grado de dificultad para conseguir con ellos ese clímax, ese delirio a que llevaron la plaza. Siendo además que ninguna de las dos lidias (auténticas) fue un dechado de pinturería ni estilismo. No podían serlo. De ahí se agarraron los censores para dar por hecho que “no merecían las dos orejas”.
 
Dos maestros muy veteranos. Morante, a sus cuarenta y seis años, veintiocho de alternativa, y víctima de una depresión incapacitante que lo apartó del ruedo por meses, volvía cargado de responsabilidad, tras una intrascendente reaparición en Resurrección, a una plaza que lo venera como artista, para enfrentar los toros y su propia circunstancia. Escribano, por otro lado, cinco años menor, torero de corridas duras en la plenitud física y mental de su carrera (21 años), exigido siempre a refrendar el alto cartel ganado con proezas anteriores en ese mismo ruedo.
 
Dos gestas. Dos tauromaquias contrarias, dos bregas poderosas, que superaron a muerte toros tan distintos, los amoldaron, y los pusieron a su merced. Pero, sobre todo, dos dramas reales, en los que más allá de la destreza, la inteligencia y el sentimiento se jugaron el honor y la vida.
 
Porque si a “Mosquetón” se le dio la vuelta al ruedo, fue por la fiereza que mantuvo a Manuel en el filo de la navaja, no por su docilidad. Y a “Bodeguero” no se la dieron por su falta de emoción y fijeza, no de peligro, que obligaron a Morante a entregarse por encima de sí mismo, hasta esa estocada encunada entre los pitones, de la que como dijo al final, “Maté con ortodoxia, como he querido poder hacerlo tantas veces...”
 
Qué está máxima respuesta emocional y premiación del público sevillano fuese motivada por la estética trágica, esencia original del toreo (la épica), no por su remedo coreográfico, y que haya sido en la Maestranza, “crisol de arte” (cliché), meridiano de la historia (Filiberto Mira), muestra su vigencia en la afición de nuestros días.
 
Estética esencial, aún resistente al espíritu de la época, que la empuja cada vez más con la virtualidad, los abalorios y la vacía espectacularidad del “show business”.

lunes, 28 de abril de 2025

AFICIÓN Y MANÍA - VIÑETA 566

 
VIÑETA 566
 
Afición y manía
Jorge Arturo Díaz Reyes 28 IV 2025 
El Papa Francisco enarbola la camiseta de su San Lorenzo de Almagro. Foto: El Economista
Manido, aunque imposible de probar ya, el viejo relato de Pepe Camará viene otra vez a cuento. Una vez en Córdoba, tras un festival, El Guerra saludó a Gallito:
 
— “José, qué gran tarde de toros has dado. Eres hasta mejor torero que yo, por eso no comprendo que te esté durando tanto ese “mamarracho” de Triana (Belmonte) que a mí me hubiera durado diez minutos.”
 
Mire usted, maestro, con ese mamarracho como dice, toreo yo ochenta tardes por temporada, y en setenta y cinco acabo con él (…), en las otras cinco, él tiene un minuto que acaba conmigo, con usted y con la mamá de Lagartijo… porque le hace al toro unas cosas que ni yo, ni usted, ni la mamá de Lagartijo pensamos que se le podían hacer.”
 
Diálogo verosímil, pues El Guerra, torero histórico, y ya retirado, mayor autoridad taurina de su tiempo adoró a Joselito. Dejó pruebas considerándole no el mejor sino el único. Al punto que cuando este murió en Talavera declaró lapidariamente: “Ha muerto el último torero”. Excluyendo todos los activos entonces y los que vendrían por los siglos de los siglos. Y hay que ver.
 
Décadas después, Filiberto Mira sintetizaría el consenso histórico: “Con José culminó la tauromaquia y con Juan nació lo que hoy entendemos por toreo.” ¿Lo que ahora entendemos por toreo no es tauromaquia?
 
Consenso que abonado por gallistas purasangre como Corrochano (testigo), e historiadores del crédito de Cossío, Luján o Abad Ojuel, ha llegado hasta nuestros días oficializado cuál dogma.
 
Bueno, dogma interpretado por cada quién a discreción. Hoy, toreros que se proclaman gallitos redivivos torean como Belmonte, y viceversa. Mientras los adoradores, de unos y otros comulgan, loan cada uno al suyo, y se discriminan mutuamente.
 
Es enfermedad de la afición al toreo (arte universal), aquella de quien alguien prevenía, puede conducir al manicomio antes del cementerio. La monomanía; somos los primeros, los únicos, los iluminados, los puros, los demás no.
 
¿Somos? A ver, cinco preguntas: ¿Le irrita y befa lo que no prefiere? ¿Vale más su torero qué el toreo? ¿Valora con el afecto antes que con los hechos? ¿Hace de las apariencias realidades? ¿Ama su verdad sobre la verdad misma? Si responde afirmativamente al menos una, está listo. Considérese “puro”.
 
Reflexionaba sobre mi caso particular, cuando apareció en la pantalla del computador el mensaje de un chat taurino en el que participo:
 —!Hay que canonizarlos! —Era Toño, uno de mis más viejos y queridos amigos (exmagistrado), respondiendo a una foto de Enrique Ponce y El Juli, colgada segundos antes por otro chatero.
¡Toreros modernos! —Le replicó Darío de inmediato despectivamente.
 
Entre tanto, en la televisión recordaban que el fallecido Papa Francisco se preciaba hincha del equipo de fútbol San Lorenzo de Almagro, y luego salía Trump sonriente luciendo su gorra roja: “America first”. Sucede todo el tiempo, en todas partes, con todo tipo de cosas. Está en la cultura, en la red, en el espíritu. Esa tendencia que quizá terminará justificando la futilidad recién advertida por Bill Gates: En una década los humanos serán innecesarios.
 
Aunque nunca innecesarios para torear, me digo.
—¡Bueno, claro, para torear de la única manera que se puede torear ¡como torea mi torero! — Imagino me responderían de inmediato muchos otros.

lunes, 21 de abril de 2025

ARANCELES - VIÑETA 565

 
VIÑETA 565
 
Aranceles
Jorge Arturo Díaz Reyes 21 IV 2025 
Coliseo de Arles. Fotograma: OneToro
Sobra decir que los aranceles no se los inventó Trump. De hecho, la independencia de los Estados Unidos empezó por el rechazo a los impuestos por el Imperio Británico a la importación del té. Pero sí debemos reconocer que Donald los ha vuelto a poner más de moda que nunca. Hoy, todos en el mundo hablamos de ellos como expertos. Y alegamos, qué porqué a este no y a este sí, que porqué acá no y allá sí, qué porqué hoy sí mañana no, qué porqué si éramos tan a amigos, qué porqué bla, bla, bla… Bueno, pues porque poder es poder, y el arancel es una de sus expresiones.
 
Sin embargo, entre tanta experticia arancelaria no creo haber oído a nadie revindicar que la Fiesta de los toros, la más antigua, la más culta, la que lo contiene todo (alegóricamente hablando), fuera primera en ellos y los haya transportado desde antes del diluvio hasta su versión actualizada, la corrida moderna, que según datos abarca ya unos cuatro siglos, XVIII a XXI.
 
Y no me refiero solo al cobro de más en sus intercambios económicos; impuestos gubernamentales, alquiler de plazas, precio de los toros, honorarios y derechos de los toreros, costo de las localidades, etc…
 
Me refiero a los intangibles que se cargan al valor del toreo en sí. A la dificultad, el riesgo, la destreza, el acierto, la integridad, la ética, la estética, la vida y la muerte…, por parte de quien se designa para ello; el presidente de la corrida. Quien interpretando a libre albedrío el reglamento y el deseo de los contribuyentes, impone o no sobreprecios a las faenas.
 
Estos colegas de Trump, (presidentes todos, guardadas proporciones) le han precedido incluso en su célebre estilo; a capricho y sin explicaciones.
 
Por ejemplo, ayer en Arles (vía TV), la corrida de Jandilla para lo que se llamó “el cartel estrella de la feria” salió codiciosa, exigente, brava, en el decir general. Algo blanda, algo dura. Algo noble, algo innoble. Algo a más, algo a menos. Pero de verdad, libre de abyecciones artísticas. Además, ráfagas de viento azotaban el bimilenario ruedo flameando capotes y muletas. Todo eso cotizaba el quehacer de los matadores, su estar en jurisdicción de cacho, su brega, su miedo, su apuesta.
 
Al final, con las dos orejas, del primero, el tercero y el quinto, los tres toreros se fueron a hombros. Y la gente, mucha, contenta tras ellos. No hubo conflicto entre palco y tendido. Valga decir, hubo complicidad. Incluso en cosas como eximir de aranceles un espadazo trasero y sangrante, minutos después de haber aplicado al menos el 245% a la estocada de la tarde que coronó una faena veraz al toro más renuente. Pero bueno, en democracia, y la Fiesta lo es más que ninguna, a los presidentes los eligen para eso. Gústenos a uno más a otros menos.

lunes, 14 de abril de 2025

A BRAZO PARTIDO - VIÑETA 564

 
VIÑETA 564
 
A brazo partido
Jorge Arturo Díaz Reyes 14 IV 2025 
Sevilla 2024. Fotograma: OneToro
Así se bate por su vida la tauromaquia en estos tiempos de nuevas autocracias electivas. Cuando por doquier, el poder se ejerce a capricho, con ibnsolencia, libre de apariencias democráticas, humanitarias o siquiera higiénicas.
 
“Me están besando el culo”, proclamó la semana pasada, el presidente de la primera potencia de la tierra refiriéndose a los otros gobiernos. Es el eterno retorno, repetiría Nietzche abrazado al pobre caballo apaleado.  
 
Pero sobre la espuma del vertiginoso “progreso” que ahora delega la inteligencia en las máquinas, aun flota el culto inmemorial taurino, qué como todas las viejas verdades, ha sobrevivido a la historia, los despotismos, la impostura, manteniendo su esencia de celebración y sacrificio (hacer sagrado), de fiesta y tragedia, de alegría y pena, de vida y muerte, de honor y purga de la fatalidad biológica…
 
Acosado y acusado de anacronía en todas partes. El viernes, en Zahara de los Atunes, cuando el matador Cayetano intentaba montar la plaza portátil para un festejo in memoriam de su padre Francisco Rivera “Paquirri”, ciudadano ilustre del pueblo, quizá el más. El antitaurino alcalde se interpuso físicamente entre la maquinaria y la obra para impedirla.
 
Mientras al otro lado del mar, en México, la feligresía peleaba en los juzgados por la libertad contra la persecución del partido de gobierno (una de cuyas más connotadas figuras ha sido próspero empresario taurino). Que la “morigeración” impuesta es “una prohibición encubierta” denuncian.
 
Más al sur, en Colombia, donde los toros han sido prohibidos por el congreso (casi unánime votación) y el presidente de la república, los aficionados se refugian en la última barrera de justicia, la Corte Constitucional. Denunciando defectos de forma y fondo en la ley aniquiladora.
 
Simultáneamente, como para no perder tiempo, el Ministerio del trabajo ha llamado a la desmovilización y reconversión laboral de los trabajadores y empresarios del sector taurino (mismo trato ofrecido ya, con pálidos resultados, a insurgentes y bandas criminales), dándoles ultimátum para que se presenten a descargos (por las buenas) hasta el próximo jueves 24 de abril.
 
Volviendo a Europa, que en este lustro postpandemia ha mostrado recuperación demográfica y económica de sus temporadas, la de este año se crece tras la Semana santa con las galas del Domingo de resurrección y las enlazadas ferias máximas de Sevilla, Madrid y Nimes.
 
Devoción, expectativa, largas colas. Entre tanto, en Pamplona políticos nacionalistas plantean un milenario San Fermín sin toros, y en Madrid el congreso español acoge otro proyecto prohibicionista, esta vez el de los supremacistas “No es mi cultura”. Pero sí es mí cultura, la más antigua de mis verdades, tendrán que defender del autoritarismo también allí los creyentes. A brazo partido.