lunes, 26 de julio de 2021

LA TAURINA COMEDIA - VIÑETA 416

 VIÑETA 416

 
La taurina comedia
Jorge Arturo Díaz Reyes, VII 26 2021
Dante. Óleo atribuido a Doménico Peterlini, 1860. Wikipedia
La Comedia de Dante no era “Divina". Cuando la muerte interrumpió su escritura, él autor ni sospechaba que así la llamarían. Ese titulo se lo añadió, de una vez y para siempre, doscientos veintinueve años después, un editor veneciano. Quizá con fines comerciales, como imagina el poeta y erudito catalán José María Micó.
 
Por supuesto Dante tampoco inventó el infierno, el purgatorio ni el paraíso y pese a que la imagen actual de ellos sea la suya, esta solo es una escenografía fantástica creada para ir ubicando allí, a gusto, personajes de su vida real. Un monumental ajuste de cuentas, digámonos la verdad.
 
Tan universal, que en él cabríamos todos. Los que murieron, los que no y los que han de nacer. Ascendiendo al ritmo del poema quizá iríamos quedando muchos distribuidos por los nueve círculos del primer espacio; el infierno. Humanos somos. Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra y escape. O pida perdón.
 
Están reservados así: el primero para los no bautizados. Del segundo al quinto para los desaforados. El sexto y séptimo para los violentos. El octavo para los tramposos. Y el noveno para los traidores.
 
En una versión taurina, seguramente la entrada, el limbo, sería para los no iniciados, los no aficionados, antitaurinos incluidos. Pero estos últimos también podrían subir de nivel en la medida de su ira, violencia, codicia, mentiras o engaños.
 
Aunque siendo justos, desde los estamentos de la fiesta, espectadores, toreros, ganaderos, empresarios, críticos, publicistas, beneficiarios indirectos… también podemos aportar candidatos igualmente meritorios. Baste recordar la frase de don Manolo Chopera: “En el mundo de los toros siempre alguien anda tras el dinero de alguien”.
 
Sin embargo, el último círculo infernal en la Divina comedia se guarda para los peores, los que traicionan la familia, la patria, los anfitriones, y en particular a sus benefactores. Estos se consideran los más repugnantes. La última escena del averno es el diablo con tres bocas devorando por un lado a Bruto, por el otro a Casio, los amigos asesinos de Julio César, y la del centro, a Judas Iscariote.
 
Conozco algunos (políticos) que cuando el toreo dejó de rentarles cambiaron olímpicamente de bando y se convirtieron en sus feroces detractores. Cabrían allí. ¿No?

lunes, 19 de julio de 2021

ELOGIO DE LA DIFICULTAD - VIÑETA 415

 VIÑETA 415

 
Elogio de la dificultad
Jorge Arturo Díaz Reyes, VII 19 2021
Céret, Róbleño con el primer Raso Portillo. Foto: Mikel Fortes, Burladero TV
Ceret cerró ayer una miniferia que no por haber carecido de figuras y alharaca torerista pueda soslayarse. La cosa era el toro, su estirpe… “Arqueología taurina” rotuló desde antes Paco Aguado para la agencia EFE.
 
Justa metáfora. Sí, es eso lo que ha hecho la centenaria plaza de los Pirineos franceses, excavar y mostrar a quien pudiera interesar los vestigios de dos castas fundacionales de la cabaña brava española; Navarra y Raso Portillo. Sepultadas bajo las arenas del consumismo que se adueñó del mundo y el negocio taurino desde hace más de un siglo.
 
La una, que al menos desde 1690 ya corría en las fiestas de Pamplona. La otra, que desde los tiempos de Isabel la Católica tenia, por antigua, el privilegio de abrir las corridas reales con divisa blanca. Sangres que prosperaron hasta cuando se consolidó la revolución belmontina y luego, bajo el inri de indocilidad, se las fue despreciando, desplazando, no comprando.
 
Sus caracteres comunes, que aprobaban Cúchares, los viejos aficionados, y destacara Filiberto Mira: “veletos, menudos, nerviosos, de codiciosa y ágil bravura”, no facilitaban el nuevo estilismo y marcaron su caída en el mercado del bravo.
 
Sin embargo, sorpresivamente con llenos, han reaparecido este fin de semana. Las lidiaron, Sánchez Vara, Chacón y Pacheco, el sábado. “Resucita la tauromaquia del siglo XIX con dura corrida de Reta (Navarra)”, reseñó la COPE.
 
Al otro día, Robleño, Gómez del Pilar y Solerá, torearon los Raso Portillo. “La terna se va de vació ante un serio encierro que tuvo posibilidades en Ceret” escribió A. Boticario para Aplausos.
 
Entre las dos, corrió una novillada matinal con rancios hierros: Concha y Sierra, Saltillo, Barcial, Dolores Aguirre, Yonnet, Los Maños para un solo espada, Francisco Montero; “Encerrona de máximo pundonor y entrega” reconoció Mundotoro.
 
Dos días, dieciocho faenas, valor, compromiso, vieja torería y ningún trofeo. Seguramente la inmensa cofradía de la oreja, la que ha derogado para sí aquello de que cada toro tiene su lidia, se sintió refrendada y abundó en el ¡ya lo sabíamos!
 
Bueno, yo no vi ninguno de los tres festejos, confieso, ni siquiera en video. Pero a la antigua, leyendo crónicas me remonté sin poder evitarlo al discurso: “Elogio de la dificultad” del filósofo Estanislao Zuleta, cuando hace treinta y un años recibió en Cali su título honoris causa de la Universidad Del Valle.
 
…La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte...
 
Sí, esa adicción a lo fácil, propia de nuestra época distópica, escapista, esclava del confort, que ya no entiende ni tolera los recios valores del toreo y reclama su reconversión total a lo “ligh”, al toro que “se deje”, a la industrialización del triunfo y al culto a una clientela que a la salida de las plazas diga como una vez Graham Greene: “fui tan feliz, pero me aburrí tanto”.

lunes, 12 de julio de 2021

LA GREY TAURINA - VIÑETA 414

 
VIÑETA 414
 
La grey taurina
Jorge Arturo Díaz Reyes, VII 12 2021
Tendido 7 de Las Ventas. (Foto: @ATorodeMadrid)
Culto, rito, tradición, espectáculo, negocio, industria... Sí, el toreo es todo eso y más. Pero la corrida su ceremonial, su liturgia, levantada sobre la lidia y sacrificio del animal sagrado, simboliza en esencia la comunión original de la especie humana con la naturaleza, retrotrae a ella. Una vez dentro, nadie puede abstraerse a esa carga que yace en el fondo genético.
 
Cavernario bisonteo,
tenebroso rito mágico,
introito del culto trágico
que culmina en el toreo..:
 
Así lo definió don Miguel de Unamuno en su poema “La cueva de Altamira”. ¿Vamos a contradecir? Bueno, yo no, aunque cada quien es libre de entender y verter en el toreo sus personales percepciones, sentimientos, conceptos, pulsiones, filias, fobias. Con devoción, asombro, curiosidad, compasión, interés, ambición, morbo, tolerancia, intolerancia… Igual a como cada quien puede hacerlo en o fuera de cualquier otra expresión cultural propia o ajena.
 
El público de la corrida, nunca todo aficionado, ni siquiera mayoritariamente, agrupa cada vez vivencias múltiples de ella. Tantas como individuos, los cuales reaccionan tocados en sus particulares afectos, instintos, gustos, preferencias, prejuicios. Pero al final responden colectivamente, como masa (incluidos los críticos), en una gama y una intensidad emocional muy amplia. El silencio, el ole, las palmas, la ovación, la bronca, la procesión en andas…
 
Los hay, (muchos), que se decantan por el tipo de toro, la personalidad de un torero, la norma, la importancia de cada tercio, las diferentes formas de lidiar, la valoración estética, técnica o funcional. Y no pueden sufrir las opuestas. Toristas, toreristas, reglamentaristas, enterados, ignorantes, villamelones, chalados, puristas, fundamentalistas, frívolos… se llaman unos a otros.
 
Me ha divertido ver algunas veces al “Rosco” de pie en su tendido siete de Las Ventas, contando burlonamente con el índice a quienes aplauden un evento inadmisible para él; unas banderillas a toro pasado, una tanda con el pico, un pase trompicado, el arrastre de un dócil.
 
Identificación del otro, rechazo, aceptación, exclusión, inclusión, afecto, desafecto. Comportamiento propio de
nuestra condición animal gregaria, la cual también es desnuda en un ritual tan hondo como la corrida. Nadie escapa. 

lunes, 5 de julio de 2021

TENÍA QUE SER MADRID - VIÑETA 413

 
VIÑETA 413
 
Tenía que ser Madrid
Jorge Arturo Díaz Reyes, VII 5 2021
 
Es un lugar común. Esa plaza desnuda. Se sabe. De ella nadie sale impune, ni puede alegar después ignorancia como atenuante. Ayer aún menos. Era la segunda corrida en casi dos años. La “de la cultura”. Encierro cinqueño de formidable trapío. Mano a mano de toreros probados. Lleno en lo permitido, un incontable público televidente global y encima sol.
 
Quién podría imaginar que Antonio Ferrera no lo supiera cuando hizo lo que hizo. Despilfarrar el lujo de sus tres encastados y la señalada ocasión para dar muchas vueltas de tuerca más a la iconoclastia, forzando su coreografía goyesca, que tanto crédito le ha ganado, más allá de las leyes de la gravedad torera. Priorizando lo innecesario, negándose a la lógica, sacrificando la esencial en favor de lo llamativo. Sobreactuando.
 
Esos redundantes faroleos antes de los cites, esas distancias exageradas en la suerte suprema, ese voletear al revés la suerte de varas, no a contra querencia sino a favor, desvirtuando la prueba de bravura. Barroquismos que otras veces le han sido tan aplaudidos por estar incrustados en lo fundamental; parar, templar, mandar, cargar la suerte y ligar. Pero ahora no. Madrid no se lo perdonó.
 
Romper paradigmas es tarea de revolucionarios, pero no todas las revoluciones triunfan, la mayoría se disipan en retóricas y no logran validar sus nuevos dogmas. Que lo diga el coronel Aureliano Buendía quien inició treinta y todas las perdió.
 
Por el contrario. Era un duelo. Emilio de Justo. Clavado como estaca en su verdad. Se quedó quieto, aguantó, trajo y llevó, las embestidas (aquellas poderosas embestidas), a tiro de chacho (aquellos pavorosos cachos), con la muleta por el suelo, el valor por las nubes y esa sorda estética de lo irrefutable. La que nos hace decir cada vez que repasamos el teorema de Pitágoras ¡Qué bello!
 
Llevando el discurso al sumun, ante la brava nobleza de “Duende”. Cómo llegaban hasta aquí, al otro lado del mar, esos rugientes, unísonos, hondos oles de Madrid. Que una vez más aclamaban sin pensarlo, apuro instinto, el axioma vertebral de que el toro es más importante que el toreo pues a él esta supeditado.    

lunes, 28 de junio de 2021

EL ETERNO RETORNO - VIÑETA 412

 
Viñeta 412
 
El eterno retorno
Jorge Arturo Díaz Reyes, VI 28 2021
Ferrera iguala al cuarto ayer en Alicante. Fotograma: Plaza Toros
Ayer en Alicante, última corrida de la feria Manzanares. Antonio Ferrera tras antañona faena recibió las dos orejas del cuarto y salió a hombros. Mientras a un también evocador Morante se las negaron del quinto. Nada memorable pasó antes ni después.
 
La confrontación de dos tauromaquias vigentes y distintas, rindiendo culto al pasado. Esa fue la cuestión de la corrida. Eso fue lo que quedó al final.
 
El uno, que había llegado herido, (el día anterior) en Castellón. “Tenía que estar aquí, en el homenaje a mi querido maestro” explicó luego. El otro, Morante, con sus atavíos decimonónicos, que había traído a la plaza la ofrenda de un busto del amigo recordado. Vieja torería en ambos.
 
Tratante”, no era un torazo, ni una fiera, ni siquiera un bravo a ley. Pero sí fue y vino franco, humillado y resistente como corredor de fondo. Así tomó el capote bregador, las cuatro chicuelinas galleadas (mirando al tendido), la revolera, el buen puyazo, las alicantinas del quite, las saludadas banderillas y la prolongada lidia, ecléctica, heterodoxa, retro, en la que ni toro ni torero desmayaron. El cierre, a tenor. Igualando con casi medio ruedo de por medio, y el embroque a topacarnero, pinchando arriba y repitiendo todo, sin solución de continuidad para una estocada honda. La escena, hubiese cabido bien en un grabado de Goya.
 
Lo de Morante, y el quinto fue otra versión de lo antiguo. Mejor, de lo reminiscente, porque si bien los toreros del siglo XIX para atrás, vestían como él ahora, no toreaban así. Toreaban más como Ferrera. La postura, la lentitud, la armonía, la composición, la exquisitez son del posbelmontismo. Dicen que Joselito fue el último torero del romanticismo y Belmonte primero del modernismo. Lo del de La Puebla parece ser un sincretismo de las dos épocas.
 
Pero volviendo a su faena. Fue una sucesión de pinturas. Si Ruano Llopis viviera y la hubiese visto o televisto, cómo habría gozado. Las verónicas, las largas, las belmontinas, los ayudados, los naturales de frente, la postura, la estampa, la conjunción, la cadencia. Pero Ruano se fue hace mucho, y ya no se pinta así, hoy es la fotografía, un arte menor. El pinchazo y la media espada cimera, pese al clamor del público solo recibieron una oreja. Tal vez no hubo equidad. La nueva Puerta Manzanares solo se abrió al primero. Pero qué importa eso.
 
Lo que importa es qué en pleno posmodernismo, cuando tantos claman por “cambiar la tauromaquia, convertirla en otra cosa dizque para salvarla”, dos toreros de gran predicamento salgan y muestren desde sus concepciones propias que lo que la fiesta está pidiendo no es reinventarse, sino reciclarse. Volver a los orígenes en busca de la esencia perdida. No solo en las formas, en el contenido.
 
Mirándolos desde lejos fantaseaba con este mano a mano en Sevilla, Madrid o Ronda… y con miuras para más verás. Pues como decía Nietzche solo podrán aspirar al eterno retorno los que de verdad han vencido el miedo.

lunes, 21 de junio de 2021

EVOCACIÓN DE MANZANARES - VIÑETA 411

 

Viñeta 411
 
Evocación de Manzanares
Jorge Arturo Díaz Reyes, VI 21 2021

Anuncio: Simon Casas Production
Pasado mañana conmemoran tus cincuenta años de alternativa. Vuelvo a tu debut en Cali, mi pueblo. Apenas habían transcurrido seis meses de que Palomo Linares y Eloy Cavazos te confirmaran en Madrid. Y año y medio de que le cortaras las dos orejas y el rabo al atanasio cuando
Luis Miguel Dominguín y El Viti te hicieron torero en Alicante, tu pueblo.
 
Fue un miércoles, por cierto, ese 27 de diciembre de 1972. Segunda corrida de la feria; santacolomas de Vistahermosa, con Vásquez II y Eloy Cavazos. Fiesta, sol y plaza llena, eran de rigor. Qué tiempos aquellos.
 
Estábamos jóvenes entonces. Más tú, ocho años menos. Aun te llamaban promesa. En verdad, no pasó mayor cosa ese día. Solo detalles, como dicen. De no haber sucedido todo lo que sucedió en las cinco décadas siguientes no estaría yo ahora recordando ese apagado comienzo de nuestra relación torero-aficionado, larga, difícil, y, cuestión de principios, distante.
 
Qué íbamos a imaginarlo. Cincuenta y dos faenas en Cañaveralejo (las presencié todas) y no sé cuántas en otras plazas de este país y otros, viendo con incredulidad como la tinta corría, se desgastaban los adjetivos, tu prestigio crecía y crecía y yo no lograba convencerme. No podía.
 
Los clichés hacían carrera: torero de aficionados, torero de toreros, espejo de figuras… Mis amigos más admirados por su buen criterio (varios ya muertos) terminaban siendo manzanaristas acérrimos e impermeables a mis blasfemas críticas; displicencia, comodidad, indolencia, irregularidad, sobrevaloración…, solo las dejaban escurrir porque según ellos la ignorancia, la desinteligencia y carencia de sensibilidad implícitas me castigaban lo suficiente. Para Germán Wolff, por ejemplo, representabas la cumbre del arte y quien se atreviese a negarlo era un soberano hijo de puta.
 
Antonio Caballero, en su libro de pretensiones evangélicas: “Los siete pilares del toreo”, te pone como uno de ellos, y, para sustentarlo, te va parangonando sucesivamente con: Mozart, Verleine, Mendeleiev, Rubén Darío, Velásquez, Goya, Debussy, Chopin y hasta Beethoven…
 
Para él torear es como respirar… cuando lo hace es el toreo quien torea, no el torero”, dice. Y con deleite cita el emocionado reproche de un ganadero sevillano, en el hotel, tras una de tus “maravillosas” faenas --“!José Mari! ¡¿Por qué no eres de Sevilla?!
 
Yo por mi parte, tardé más en caer, o mejor ascender. Lo confesé ya en la nota que hice para este portal el triste día en que acabaste, solo, lejos del clamor de las plazas, aparte de todos. Ocurrió aquella vez en Manizales, enero del 2008, última corrida tuya en Colombia, cuando amable, discreto aceptaste despedir a César Rincón en esa ciudad cordillerana.
 
Mano a mano, se iba tu tarde sin brillo, sin ruido, sin hacer sombra, lidiabas el quinto. De repente, cinco muletazos a media altura, solo eso, pero de tal sublimidad que parecieron contenerlo todo, y sin poder evitarlo, como Borges bajo la escalera del oscuro sótano en la casa de Carlos Argentino Daneri, creí ver el Aleph. Había transcurrido casi una vida. Seguro era culpa mía.

lunes, 14 de junio de 2021

SUCEDIÓ EN NIMES - VIÑETA 410

 
Viñeta 410
 
Sucedió en Nimes
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali junio 14 de 2021
 
Pasíllo en Nimes. Fotograma: Plaza Toros
Simón Casas despertó de su larga hibernación pandémica y rugió. Para empezar, dio tres corridas este fin de semana en Nimes (la primera camarguesa), y luego anunció dos más en Madrid. Estas, aceptando el aforo máximo permitido del 25%. La mitad de lo que durante tantos meses impuso como mínimo indispensable para abrir la plaza. Bueno, es la ley de la vida, hasta los más fuertes terminan adaptándose al hábitat so pena de extinción.
 
Bien por él, bien por los toros, bien por los toreros, pero más bien aún por el toreo. Que valga la verdad, sin su poderoso concurso multicosos, nunca se detuvo. Pues a hombros de otros empresarios aguerridos ha estado sobreviviendo al muy largo y apestado invierno. Lidiando aquí, bregando allá, manteniendo la llama cómo y donde podían, donde los dejaban, o donde no los alcanzaban las congelantes conminaciones de su propia agremiación ANOET. El regreso a las trincheras de su presidente y más influyente promotor del mundo taurino, si no puede cambiar el curso de la guerra si puede ser un signo de que ya ellos lo estaban cambiando.       
 
Pero volviendo a Nimes, lo qué pasó allí no fue solo este crucial retorno, sino el reflote del bimilenario buque insignia de Francia, y con una celebración que tuvo visos de revolución francesa.
 
Por la histórica Puerta de los Cónsules, los jóvenes franceses triunfadores: El Rafi y Juan Leal, a hombros de la multitud, parecieron proclamar durante dos días seguidos ¡La fiesta es nuestra! ¡El futuro es nuestro! Y al final, tras el arrastre del último toro de la feria, el reaparecido empresario sin fronteras, también francés, (perdón por la redundancia, es así), se sumó a la euforia con una corta pero encendida arenga en español frente a las cámaras:
 
—Estoy feliz. Amamos la tauromaquia, que es una escuela de valores, yo le he dedicado mi vida, pero los héroes son los toreros que vienen a jugarse todo, no por el dinero sino por la gloria, en plazas con cuatro mil espectadores. Volvemos, con prudencia, poco a poco, y daremos corridas en Madrid el 29 de junio y el 4 de julio (no dijo después qué) y esperamos darlas en nuestras otras plazas: Alicante, Valencia, Málaga… —¡Vive la France! Bienvenido Simón.