martes, 10 de marzo de 2020

EL PESO DE LA PÚRPURA - VIÑETA 344

Viñeta 344

El peso de la púrpura
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, marzo 3 de 2020

4º toro última corrida feria de Cali 2019. Foto: Loperita
Antier terminó la temporada colombiana. Tres plazas de primera, diecinueve festejos, incluyendo novilladas (3) y festivales (2). Contracción. Números rojos. A ojo de buen cubero Bogotá, la primera plaza del país, y Cali, la de más albergue, perdieron dinero ¿Cuánto? No se, desconozco balances oficiales.

Manizales, caso aparte, ganó. Pero no tanto como para compensar el total nacional. Pierde la fiesta y su mañana ensombrece. ¿Porqué? Simple, no hubo suficiente concurrencia, las entradas no cubrieron los costos, nunca salió el cartel de “No hay billetes”. Los toreros de mayor precio no llenaron. Fue así de sencillo, así de duro.

En esto, el tirón de las figuras es el quid. Siempre lo ha sido. ¿Podemos olvidar acaso, aquí, las muchas décadas de abono vendido a totalidad diez meses antes, las largas y ansiosas colas, la reventa carísima y escasa, las plazas a tope?

Multitudes ávidas de toreo, congregadas al conjuro de nombres cabalísticos. En los sesenta: Ordóñez, Cordobés, Camino, Viti, Puerta, Cáceres, Cavazos… En los setenta: Palomo, Capea, Paquirri, Dámaso, Teruel, Girón, Ramos, El Puno… En los ochenta: Rincón, Espartaco, Robles, Manzanares, Ojeda, El Soro, El Cali, Armillita… En los noventa: Rincón, Ortega Cano, Méndez, Ponce, Joselito, Jesulín… Y en la primera década del siglo: Rincón,Tomás, El Juli, Fandi, Castella, Padilla, Ferrera, El Cid, Bolívar, Perlaza... No, no podemos ignorarlo, fue real, feliz y reciente.  

Tan reciente, que algunos de aquellos íconos aún están activos. Aunque ahora y aquí al menos, parecen haber perdido su ascendiente sobre las masas. No es una suposición iconoclasta, es la cruel aritmética.

Cierto, hay otros factores: Desatinos empresariales, asedio antitaurino, cambios culturales, carestía, elitización, debilitamiento de afición, domesticación del toro, facilísmo, impostación, desleimiento, enfriamiento del fervor… Todos estos y otros han contribuído a la deserción de la feligresía, la merma, taquillera, el desmedro económico y la incertidumbre del futuro.

Sí. ¿Pero, qué tanto han incidido también sobre ellos los primados, los que han llegado a permitirse torear lo que quieren, donde quieren, cuando quieren, con quien quieren, por cuanto quieren? Tristemente mucho. Porque si bien es cierto que han pagado esa principalía con valor, arte y sangre, no lo es menos qué los privilegios del rango conllevan la obligación de mantener la fe, la pasión, el rito y la congregación. Con hechos, verdades, fundamento, antes que con publicidad, retórica y coreografía.

Hoy cómo ayer, la devoción de los fieles, la superviviencia del toro, el futuro del culto está en manos de sus pontífices (figuras) y sus válidos, claro. Es el peso de la púrpura que decían los romanos. Un peso que debe hacerse sentir día tras día en el ruedo, pero igual en la taquilla, para sostener el caché, o sino, no.

martes, 25 de febrero de 2020

UNA REVERENCIA MÁS - VIÑETA 343

Viñeta 343

Una reverencia más
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, febrero 25 de 2020

Domingo en Texcoco. El tercero de Ayala, se revolvió, le corneó entre los muslos y lo tiró. No aceptó ayuda, trabajosamente se incorporó, sin decir nada y salió sangrante del ruedo por su propio pie para ir a morirse once días después, febril, delirando toros y jaleando suertes. Tenía setenta y tres años. Era febrero de 1886. Mandaban en la torería Lagartijo y Frascuelo, y en México Porfirio Díaz.

Nacido en Puerto Real, Cádiz. Aprendió a lidiar en el matadero y en cuadrillas de toreros modestos: “Lorencillo”, Bartolomé Ximénez, Benítez Sayol… A los 17 tomó un barco a Montevideo, “Desperdicios” le dio alternativa. Después otro a La Habana, y desde allí, a los 23, ya con cartel, arribó a México, donde toreó los últimos 50 años de su vida. 725 corridas documentadas.

En 1840 lo describe: alto, fornido, listo, hábil, hermoso, aunque “algo pesado”, la inglesa Fanny marquesa de Calderón en una crónica epistolar de la corrida que lidió en la capital el 5 de enero a su honor y el de su esposo, enviados de la Reina Isabel II. Vestido de azul y plata. Ocho toros. Tauromaquia clásica. Pases regular, natural y de pecho, pocos, los justo para igualar y matar. A volapié o recibiendo. Aunque al uso local, dicen, también con algún metisaca por ahí.

Entronizó a Hispanoamérica la liturgia, ornamentos y técnica de la corrida española dieciochezca; la de Romero, Pepe Hillo y Costillares. La de hoy. Tozudo, alcanzó con ella triunfos, vitola de figura, idolatría, dinero, rango social, y maestrazgo.

Recién llegado se había horrorizado viendo a Guadalupe Díaz “El Caudillo”, caporal de Atenco, torear usando su propio hijo (Ponciano), como engaño. Luego se hizo mentor del niño y padrino de alternativa. Este acabó superándolo en la suerte suprema pues la ejecutaba de rodillas, y tras la confirmación por Frascuelo en Madrid, le sucedió en la primacía nacional.

Andaluz jovial, disfrutaba cante, baile y jarana. Al final envejecido, quebrado y reacio al retiro, toreaba por treinta pesos. Tal fue la vida de Bernardo Gaviño Rueda. Su larga carrera expatriada no alcanzó por eso mismo eco ni lugar destacado en la historiografía española. Pero la mexicana, el tiempo y el mito han engrandecido su trascendencia continental.

Todo esto es de dominio público, archisabido, reeditarlo redunda. Sin embargo, cumpliéndose ahora 134 años de su muerte, la obligación de una reverencia más quizá disculpe.

miércoles, 19 de febrero de 2020

EL ASUNTO PRESIDENCIA - VIÑETA 342


Viñeta 342

El asunto presidencia
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, febrero 18 de 2020

La crítica de la autoridad es un derecho democrático básico. Pero su ejercicio, en política, sobre todo, puede ser peligroso, tanto como el toreo. No es necesario citar ejemplos. 
Bolivar mira al presidente en Bogotá. Foto: Camilo Díaz
En la corrida, que con su jerarquización alegoriza la sociedad no pasa igual. Con frecuencia, en medio de una bronca, el alto palco se transforma en picota, y en reo el befado presidente, sin capacidad represiva. Como en Colombia donde por ley, su señoría ya no es ni siquiera funcionario estatal delegado, sino particular nombrado por la misma empresa. Inerme, no le queda más que tragar o doblegarse.

Las decisiones de Usía, pueden, con razón o sin ella, disgustar a espectadores, apoderados, toreros, ganaderos, periodistas, publicistas, claques, etc., detonando cargas y olas expansivas diversas a según la sintonía de los ofendidos con los medios de difusión.

Qué si el encierro bajo mínimos desaprobado, qué si el toro a devolver, qué si la segunda vara, qué el cambio de tercio, qué si la música o no, qué si el indulto, la oreja, el rabo, la puerta grande, la chica… Imponer la norma y el canon, deber de presidente, se ha vuelto asunto de opinión pública.

Sin embargo, pese a que los antitaurinos no lo reconozcan, las broncas en plaza, por enconadas que parezcan, jamás pasan de ahí, de broncas. Contrario a lo que sucede en estadios y otros escenarios temibles.

El domingo pasado en la Santamaría viví la última. Larga y furibunda, por una oreja del quinto. ¿Quién tenía razón? La nueva presidencia, traída de donde no hay toros, trató con perceptible inequidad a Luis Bolívar, toda la tarde, y desdeñó la mayoría abrumadora que le pedía el trofeo. Seguramente, de haber manejado la corrida toda con ese mismo rigor, la protesta hubiese sido menor, o no hubiese sido. Pero la disparidad indignó.

Aunque soy de los que creen que reglamentariamente quien otorga o niega orejas es el presidente y no la clientela, y de los que tratándose de premiar prefieren el defecto al exceso. Comparando, no encontré simetría ni justificación en este caso. Ni para la generosidad, ni para la cicatería. Las explicaciones que gentilmente me dieron, presidente y asesor después de la corrida, en el bar del hotel Ibis, poco antes de ser increpados muy duro por un torero no actuante aquella tarde, me parecieron subjetivas y vanales.

Desde mi lugar opino, con todo respeto por los honorables dignatarios y sus coincidentes, que Bogotá, capital de la república, la ciudad de más honda tradición taurina en el país, posee cantidad de aficionados y profesionales, veteranos, idóneos, con muchas corridas al año, con sabiduría, sensibilidad y comprensión probadas, para escoger quién presida su plaza.

La empresa (que designa), es debutante, cierto, y bien intencionada, por supuesto, pero visto lo visto luce sí no ilógico, al menos desconsiderado que haya ido a buscar autoridad allende las fronteras del toro. No es por criticar.

martes, 11 de febrero de 2020

HISPANISTAS GRINGOS - VIÑETA 341

Viñeta 341

Hispanistas gringos
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, enero 11 de 2020

Sorprendido el viajero en el recodo de un valle sombrío por un bramido ronco y espantosos, levanta la cabeza y en una frondosa quebrada del monte descubre una manada de fieros toros andaluces destinados a los combates del circo. Nada más imponente.

Foto: https://es.wikipedia.org/wiki/Washington_Irving
Así describió Washington Irving su primer contacto visual con el toro bravo español. Había salido a caballo desde Sevilla hacia Granada, viaje azaroso entonces. Era mayo de 1829. Año en que su patria los Estados Unidos de América cumplieran cuarenta y dos como república; en el Amazonas, las independizadas Colombia y Perú libraran su primera guerra de límites, y en España “Morenillo” y Lucas Blanco inauguraran la plaza de Albacete lidiando diez toros.

La curiosidad cultural de los estadounidenses por lo hispano, más allá de su voraz interés político, territorial y económico, ha devenido en arte aparte; Hispanismo. El neoyorkino quizá no fue el primer hispanista, como dicen, pero quizá sí el más popular, perdurable y profundo entre una larga lista de connacionales, que siguiendo el rastro agregaron sus individuales visiones a la construcción colectiva: Lisdell, Ticknor, Prescott, Longfellow, Wilcox, Hemingway, Michener, Welles, Brown… e infinidad de viajeros, turistas, narradores, poetas, periodistas, artistas, cineastas, estudiosos, académicos.

—Así nos ven. ¿Pero somos así? —Preguntan, unos complacidos, otros apenados por el retrato collage. Más ahora, sumidos en la dilución globalizante de las culturas que impone renuncias y adopciones, autodesprecios e impostaciones, despersonalizaciones y enajenaciones. La recurrencia de rasgos fisonómicos tan propios como el toreo (bullfigh), reflejados en la mirada del otro, provoca que se rechacen como estigmas o se asuman como legado según la particular conciencia de sí mismos.

Como sea, donde las corridas perviven, cualquiera, gracias a ellas, puede hacer la ruta y revivir aún, el asombro de Irving ante una manada de fieros toros errantes por su suelo nativo con todas las fuerzas que les da la naturaleza. Y hasta de pronto pensar como él: Nada más imponente, o lo contrario, según el caso.

Los hispanistas gringos tal vez no hayan podido develar con exactitud eso de la hispanidad, pero sí han dejado patente su existencia. Para pesadumbre de muchos hispanos atascados en la cuestión de ser o no ser.

LA SANTAMARÍA EN EL OJO - VIÑETA 340

VIÑETA 340

La Santamaría en el ojo
Jorge Arturo Díaz Reyes. Manizales, febrero 1 de 2020

La plaza primada de Colombia inaugura su temporada 2020 con los ojos y las intenciones de muchos apostados en ella. Propios y extraños, amigos y enemigos, aficionados y contras, a que sí, a que no.  
Muro de la Santamaría. Foto: Camilo Díaz
Una hostil temporada antitaurina, simultánea e in situ ha sido anunciada y autorizada por la alcaldía. Cada día y hora de corrida, su acto central será una convocatoria en la calle 27 con carrera 5ª. Esquina de la plaza y sitio exacto donde hace tres años (el 19 de febrero de 2017), a la hora del apartado, una explosión terrorista mató un joven servidor público e hirió de diversa gravedad a más de una veintena de inocentes y desprevenidas personas.

Cuesta pensar que se trata solo de una coincidencia de ocasión y lugar, no de una sórdida celebración. Con los antecedentes de asonadas anteriores, la medida de permitir a los hostiles alcanzar a los espectadores que ingresan, parece insensata y no acorde con la promesa municipal de garantizar tanto la seguridad de las corridas como la libertad de protesta.

Hay que separarlas. ¿Pero se hará? El portal www.tendido7.com.co el miércoles informó el jueves 30 (foto incluida), como la señora “Claudia López, alcaldesa… de TODOS los bogotanos y no de un solo sector) optó por ponerse la camiseta del antitaurinismo y muy maja y oronda encabezó en la explanada de la Santamaría la manifestación antitaurina…" Primera de este año.

Por otro lado, el empresario mexicano Pablo Moreno ha desafiado a los aficionados en general a “salir del armario”. En medio de tal ambiente la plaza primada de Colombia se abre al 2020 doblando el número de corridas del 2019 y con carteles de distinto calado.

Los encierros de cinco hierros, dos repetirán con media corrida cada uno, conjuntan encastes diversos: Domecq tres, Santacoloma-Murube uno y Santacoloma puro dos. Ernesto Gutiérrez, con su fusión propia y única, preferida de las figuras. Vistahermosa, heredera de Mondoñedo que ha manteniendo la sangre original condesa por vía Buendía. El Manzanal, filial genética de la anterior cuyo propietario es a la vez empresario de la temporada. Juan Bernardo Caicedo, con su vocación de trapío, bravura y nobleza que lo ha hecho habitual en la capital. Armerías ganadería bogotana, emparentada con lo de Rincón y Pimentel, llega impulsada por su enrazada y seria presentación un mes atrás en Manizales.

Enfrentaran esta torada, diecisiete espadas, tres de ellos novilleros. Cuatro españoles, nueve colombianos, un mexicano, un francés, un peruano y un venezolano: Morante de la Puebla, abrirá el ciclo con su única corrida en el país. Enrique Ponce, ad portas de sus 30 años de alternativa. Antonio Ferrera, que ha cumplido en Europa un grandioso 2019 y acaba de abrir la puerta grande de La México. El valiente y espectacular torero banderillero Manuel EscribanoAndrés Roca Rey, amo y señor de las taquillas. Sebastián Castella, figura máxima de Francia. El venezolano emotivo en todos los tercios Jesús Enrique Colombo. Y el fino novillero mexicano Arturo Gilio.

Son esos los extranjeros que alternarán con la legión nacional integrada por los caleños: Luis Bolívar primer espada nacional triunfador en las pasadas ferias de Cali y Manizales con sendas puertas grandes y David Martínez en su única corrida de toros en la temporada grande. El acreditado veterano Sebastián Vargas. Los paisas: Luis Miguel Castrillón, que completará el encopetado cartel de apertura y Juan de Castilla triunfador en esta plaza el año pasado. El manizaleño José Arcila, quien deslumbró en el reciente festival de su tierra. Y los novilleros: el bullidor bogotano Gitanillo de América (II) y el paisano Manolo Castañeda de formación mexicana.

La Santamaría, estrenando la conducción de Casa Toreros Consorcio Colombia navegará con mar de leva en una temporada crucial para su existencia como plaza de toros. Los aficionados y las autoridades distritales tienen la palabra. 

martes, 28 de enero de 2020

CHUCHO Y REMEDIOS - VIÑETA 339


Viñeta 339

Chucho y Remedios
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 28 de 2020
Chucho y Remedios. Fotos: Vanexa Romero y Área Metropolitana Medellín.
Paradójicamente, son dos osos colombianos los que han puesto el martirizado país a pensar en serio sobre si los derechos pertenecen a los humanos o no.

Ambos machos. De más de veinte años el uno, de dos el otro. No aptos para sobrevivir en el monte. Huéspedes mimados de zoológicos en Barranquilla y Medellín respectivamente, fueron, de manera inconsulta (con ellos), objetos de alegatos de liberación (¿desahucio?), por el abogado Luis Gómez quien se presentó como “defensor de sus intereses”, invocando el habeas corpus.

Los procesos, iniciados con Chucho, el mayor, hace casi tres años llegaron hasta las altas Cortes, Constitucional y Suprema de Justicia. Las cuales, tras hondos estudios, debates y votaciones dictaron sentencias congruentes, considerando que “el hábeas corpus es un instrumento que sólo puede usarse para defender a personas, no a los animales”. Pues los animales no son sujetos de derecho, así lo sean de protección. De inmediato, citas y opiniones diversas aparecieron en los medio hablados y escritos:

Por ejemplo, la de Carlos Fernández Sessarego, catedrático, escritor y exministro de justicia peruano en su estudio ¿Qué es ser persona para el derecho?: “Solo el ser humano, es sujeto de derecho. Es decir, individual o colectivamente considerado. Ningún otro ente de la naturaleza es sujeto de derecho.”

“¿Vamos a prohibir el consumo de proteína animal? Si el punto de partida es que todo animal tiene dignidad y es sujeto de derechos, pues entonces ya no se puede usar la biodiversidad” cuestiona un ambientalista no identificado por El Espectador de Bogotá.

En el mismo diario, la bióloga, exdirectora del Instituto Alexander von Humboldt, Brigitte Baptiste, estima que hablar de los derechos de los animales como individuos es una frontera insuperable. “No se puede considerar que los animales tengan estatuto de personas, eso es una aspiración que desconoce las cualidades de las distintas sociedades y de las condiciones culturales en las que se desenvuelven los organismos”.

“El maltrato a los animales nunca está justificado... Pero ello no implica humanizarlos y otorgarles estatuto de personas. Por el contrario, eso está creando dilemas éticos muy delicados, cuando nos preocupamos más por las mascotas que por el bienestar de otras personas”, agrega.

Y leyendo todo eso resulta inevitable no vislumbrar entre líneas a los políticos antitaurinos extremos que se afanan mucho más en perseguir el culto al toro y las corridas, cuyo fin dicho sea de paso extinguiría la raza de sus presuntos “defendidos”, que en abogar por los harto e inveteradamente violados derechos de sus congéneres.

A estas y otras aplazadas reflexiones han obligado sin saberlo Chucho y Remedios, en buena hora protegidos de su “defensor” por las Cortes. Protegidos, no humanizados.

BOGOTÁ Y SUS TOROS - VIÑETA 338

Viñeta 338

Bogotá y sus toros
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 21 de 2020

La Santamaría de Bogotá. Foto: Camilo Díaz
Lima, Ciudad de México y Bogotá, son las tres capitales nacionales ibero-americanas (21) que conservan cultura taurina. Baldón, para unos, valor, para otros, cada cual, en su opinión, su derecho y su libertad.

La primera, concluyó su Feria Señor de los Milagros, la segunda cursa su temporada grande y la tercera se dispone a la propia. En secuencia, el ayer, el hoy y el mañana, inmediatos del rito en el continente.

Su ahora y aquí diríamos, en un contexto global pautado por políticos que han descubierto el antitaurinismo como una rica veta electoral. Acometer contra este culto, paga. Condenarlo como herético, impío, bárbaro, clamando su exterminio, rinde. Abrogarse para ello la vocería (inconsulta) de los toros, alegando el despojo de sus “derechos” por el toreo (solo por él), premia. Sin importar que la cruzada lleve a extinguir la raza de sus “representados”, en fin, ellos no podrán demandarles.

Bueno, las interpretaciones contradictorias de la tauromaquia son tan viejas como ella misma. Igual que las de muchas expresiones morales, teológicas, estéticas, ideológicas, incluso científicas. Lo nuevo no es esa diferente lectura, lo nuevo es la escalada de intolerancia, similar a las persecuciones étnicas y religiosas.

La Santamaría de Bogotá, ha sido blanco preferente de tales campañas. Administrada durante los últimos lustros por alcaldes de conversa y enconada militancia antitaurina; Petro, Peñalosa, y ahora López, ha resistido cierres, boicoteos y agresiones de todo tipo, incluyendo asonadas y terrorismo. Con tan firme convicción, que reabre con un febrero largo de seis corridas, el doble del año anterior.

Hace poco más de un mes, la empresa Colombo-mexicana Casa Toreros Consorcio Colombia, recibió el coso en arrendamiento. Y el dos de enero pasado, recién posesionada, la nueva alcaldesa visó el contrato con la protesta expresa de que lo aceptaba solo porque ya estaba firmado y la ley (916 de 2004) le obligaba. Pero advirtiendo que durante su período de cuatro años "no habrá un solo peso para corridas de toros".

Bien por ella. Y tranquila, que las corridas no le pedirán dinero, al contrario, se lo darán y mucho, como han hecho siempre con la ciudad. Mas para continuar haciéndolo es indispensable que les garanticen su libertad constitucional y el orden público, mediante la debida protección y el mantenimiento de las manifestaciones hostiles a distancia prudente de la plaza, como dicta el sentido común.