martes, 23 de febrero de 2016

VISITAS ILUSTRES - VIÑETA 142

Viñeta 142

Visitas ilustres
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 23 de febrero 2016
Pasaron las figuras por Colombia. Casi todas. Exigieron, como corresponde a su alto rango. Torearon lo que eligieron, donde, cuando, con quien y por cuanto quisieron. No siempre llenaron plazas ni expectativas. Pero se fueron aplaudidas, pagadas, premiadas, aduladas, dejando tras de sí veneración y recuerdos, porque las figuras figuran y a todo lo que hacen se le da importancia, eco, publicidad.

Qué si alcanzaron todo su esplendor. Qué si no. Qué si aquella faena. Qué si aquel detalle. Qué si aquel brindis. Pero sobre todo dejaron gratitud. Pues la fiesta está en crisis y la presencia de los primados es indispensable. Qué tal que no hubiesen venido. Qué habrían dicho de nosotros. Lo menos, que ya estábamos liquidados, que  Colombia da una temporada de tercera, que aquí la fiesta ya no es fiesta. Y además ¿Quien hubiese movido el torno?

Tenemos que aceptarlo, en los tiempos que corren, la importancia no la da el toro, la dan los nombres en el cartel. Así estos componentes mantengan una inversa proporción. A más nombre, menos toro. Asimetría que si bien amarga a los aficionados anacrónicos (pocos) para quienes la amargura es el estado natural, no aleja el grueso público. Al contrario. El show business y la cultura taurina no hablan el mismo idioma.

Sí. Pasaron las figuras pero entre la plácida estela que dejaron destemplan algunos quejidos empresariales. Voces materialistas, que no saben de amores, insensibles a la idolatría. Voces pragmáticas que todo lo reducen al vil metal, y reclaman con indelicadeza no haberse ni acercado a lo comido por lo servido. No se conocen aún balances contables oficiales. Ya vendrán. Es apenas el runrún. Mas cuando el río suena…

Me vienen a la memoria, la frase de José Antonio Martínez Uranga --La fiesta está en quiebra pero las figuras ganan más que nunca— (ABC, Octubre 15 de 2014), y un recuerdo de mis lejanos días como médico rural en la necesitada costa chocoana; la rara visita de un político ilustre con su numeroso séquito, recibida por los buenos nativos como luz de esperanza.

--Por fin se acordaron de nosotros ¡Estamos hechos!— decían, e ilusionados ofrendaron en generosos banquetes, casi todos los cerdos y aves que tenían. Cuando tras días de celebraciones opíparas y discursos conmovedores el ahíto cortejo abandonó la región, comenzó una hambruna larga. Solo eso cambió.

miércoles, 17 de febrero de 2016

QUÉ PASÓ AYER - VIÑETA 141

Viñeta 141

Qué pasó ayer
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 16 de febrero 2016

Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
El domingo, tras el cortejo que cargaba a Juan de Castilla, la Macarena cerró su puerta y la temporada nacional. Pasó la fiesta. Queda la resaca, el día después, el cómo quedó la casa, el despertar preguntándose y respondiéndose…

¿Vinieron todos los invitados?
Casi todos los famosos, incluso uno que no podía participar trajo personalmente su excusa, Manzanares. Los otros pocos ausentes ni mú... el imprevisible Morante, el incapacitado Perera y el anecdótico Tomás que no aparece nunca. Del común, la misma concurrencia, quizá un poco más de gente por Cali, Manizales y Puente Piedra, un poco menos por Medellín, Cartagena, Duitama, y lo mismo por las plazas provincianas. Es que no salía barato asistir.

¿Y el principal?
¿El toro? Poco, disparejo. Haciéndose notar mucho el enano presumido con su dudosa tablilla 440, y dando pesar con asco más de una cabeza festivalera. Los hubo, como siempre, que parecían menores de edad colados, pero nadie les pidió los documentos. En honor a la verdad, Paispamba y Gutiérrez en Cali, Santa Bárbara y Achury en Medellín, Mondoñedo y Guachicono en Puente Piedra se presentaron dignamente.

¿La casta?
La fiereza se considera de mal gusto, ya no se lleva. El poder tampoco. Para qué, con el monopuyazo tienen y sobra. Aunque la verdad sea dicha, en algún caso de trapío el barrenamiento prolongado a caballo cruzado que vale por seis varas no faltó.

¿Se toreó?
Hombre torear, torear, lo que se dice torear, no. Pero es que eso casi nunca ocurre. El arte del toreo es joya preciosa, exótica, que no se halla sino muy rara vez. Pero se toreó, sí, cada cual a su modo y a su toro. Los toreros valga decir pusieron lo suyo todos. Con alguna rajada notable y sorpresiva que no señalaré, pero que todo el mundo vio. Con algunas revelaciones. Con varios revalidamientos de pergaminos. Con plausibles refrescamientos de cartel.

¿Los nacionales?
Diego González en reaparición estupenda, Bolívar, Libardo y Castrillón por arriba, y el surgimiento de un banderillero emocionante, Carlos Garrido.

¿Qué más?
Mucho más, pero la fiesta se acabó, a la ducha, hay que ir a trabajar.

sábado, 13 de febrero de 2016

UN KILO DE MARIHUANA - VIÑETA 140

Viñeta 140

Un kilo de marihuana
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 9 de febrero 2016

Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
En Medellín cruzar la calle San Juan hacia la plaza un sábado a las tres y media es toda una faena. Semáforos lejanos, ocho vías de alta velocidad en doble sentido. Camiones aviones, camionetas saetas, buses obuses, automóviles mísiles, motos, tricimotos, cuatrimotos rugientes y en medio, saltando por su vida como salmones a contracorriente, los peatones en busca de la orilla.

Seres de diversas edades; jóvenes que lo toman como deporte extremo, señoritas sexis al sesgo, hombres con bota y poncho al cuarteo, mayores, ancianos, minusválidos y hasta alguna señora con niño en brazos toreando de frente por detrás bólidos de 2.000 kilos o más a 80 kilómetro por hora… y no uno, decenas al tiempo.

Si los zascandiles que pusieron a Paquirri en la picota por jugar en casa propia con una vaquilla, cargando su hija, vieran esto quizá se retractarían avergonzados.

Y es que no hay opción, La Macarena, isla-rotonda entre autopistas solo se une al mundo por un puente peatonal elevado, pero hay que atravesar primero la avenida para llegar al pie de su grada, donde como segundo fielato una turba con pancartas, gestos, mal olor, y vociferante jetabulario antitaurino aguarda los sobreviventes de la travesía.

Cada vez pienso que quienes logramos llegar al tendido, tenemos la misma o mayor autoridad moral que los corredores de los encierros pamploneses para exigir a los toreros que se arrimen. Al fin y al cabo arriesgamos como ellos pero en vez de cobrar pagamos.

Bueno, el sábado pasado, ya en lo alto de la pasarela, jadeantes por las emociones y la dura trepada, nos creímos a salvo. Error, aún faltaba otro desafío. Cinco metros abajo, desde el andén, apartados del grupo, cuatro chisgarabís con traza carnavalesca nos agitaban sendos letreros: “Pedófilos, Machistas, Neonazis, Taurinos” y cada uno con la misma burla bajo el rótulo: “somos minoría exigimos derechos”.

Delante de mí, un aficionado gordo, serio, con sombrero se paró a mirarlos hastiado y calculó en voz alta --entre estos cuatro debe haber al menos un kilo de marihuana.

jueves, 4 de febrero de 2016

MEDELLÍN CUENTA ATRÁS - VIÑETA 139

Viñeta 139

Medellín cuenta atrás
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 2 de febrero 2016

Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
La Macarena agota los días para el despegue de su temporada 2016. La XXV nueva era. Temporada crucial, a más de la efeméride, por que se juega su vida y la de toda la fiesta brava en la capital paisa. Ciudad taurina desde la misma fundación.

La obtusa oposición de políticos transhumantes, la ferocidad de las mesnadas antitaurinas, la no siempre afortunada dirección empresaria, la heterodoxia en el rito, la transexualización de la querida vieja plaza (la de Manolete), el costo de las entradas, la oposición suicida de los puristas, el fatalismo contagiado a la clientela y los cambios culturales en la nueva generación se han coaligado contra ella. La fiesta vive en la cabeza y en el corazón de los aficionados, pero más en sus bolsillos. La fiesta es la taquilla.

La empresa Cormacarena, dirigida por Santiago Tobón Echeverri, quien como general retirado (el año pasado) ha sido sacado de la reserva y puesto de nuevo en el frente, logró montar un formato que le permite aparcar las pérdidas acumuladas, lanzar cinco carteles de conmemoración y buscar con ellos una luz al futuro.

Esto, en medio de la incertidumbre con que terminó la temporada anterior, ha sido posible por el apoyo del Hospital San Vicente de Paúl, propietario de la plaza, ganaderos y toreros. La pregunta que deberá contestar la afición es si prestará también el suyo tomando los tendidos. La sobrevivencia de la fiesta en la segunda ciudad de Colombia (en la primera, yace ya en estado vegetativo), será decidida por quienes dicen amarla votando en las taquillas.

El viernes a las 7:30 de la noche comenzará el escrutinio. Ante toros de Rincon Santo, Santa Bárabara, Achury Viejo, Ernesto Gutiérrez, Vistahermosa y El Paraíso; El Cid (único doblete), Escribano, Luque, Fandiño, Roca Rey, Maravillas, el jinete Ventura, los nacionales “Guerrita”, Libardo, Ritter, Castrillón, junto a la esperanza de la tierra Juan de Castilla quien rematará con encerrona, hacen un fuerte llamado a gradas.
 
Pero la verdad es que los creyentes no van a misa por el cura que la oficia sino por la misa en sí. Los aficionados de verdad también, sobre todo cuando en ello va la existencia de su credo.

VIAJE A PUENTE PIEDRA - VIÑETA 138

Viñeta 138

Viaje a Puente Piedra
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 26 de enero del 2016

Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
Ya en Bogotá, la ruta es bajar por la calle 80 rumbo occidente, hacer media rotonda, tomar la carretera a Honda, seguir seis kilómetros más allá del peaje y desviar 600 metros a la derecha por la vía de Subachoque. Ahí, a la izquierda, entre prados y pinares yace “Marruecos”, pequeña, blanca, techada (con lucetas). Menos de cuatro mil localidades. Picadero de caballos, plaza de toros, catacumba de ceremonias y sectas perseguidas.

Son unos cuarenta y cinco minutos con tráfico normal, pero en las congestionadas tardes de sábado más de una hora, dependiendo qué tanto más de si se tiene o no un amigo como Juan Pablo Avilán, ducho en conducir con un ojo y una mano mientras con el otro y la otra controla el GPS de su teléfono al tiempo que habla de toros. --A trecientos metros, trancón –advierte, sin aminorar velocidad, zigzagueando en busca de atajos.

 
Llegados, la zona de parqueo es muy amplia, pero tiene cuello de botella. Para no perder el vuelo de regreso lo mejor es ubicarse temprano junto a la vía y salir no más doblar el último toro.
 
Pie a tierra, lo primero que se extraña son las zarrapastrosas agresiones antitaurinas. Por allá no van, el bus cuesta 3.800 pesos, (poco más de un euro) pero ni lo repitamos que no hay palabra ociosa.
 
Lo segundo a echar en falta, el aislamiento entre la multitud propio de otras plazas. Es como una fiesta campestre familiar, conocidos y no conocidos, amigos. Antesala con refrigerios, música y conversación torrencial. Toreros, ganaderos, aficionados, periodistas, notables, menos notables... y un aire de de cofradía, de reencuentro, de comunión.
 
Podría creerse por todo eso que la cosa tiene complicidad festivalera. !Qué va! Salen una tarde los Mondoñedo, otra los Guachicono y dicen sin decirlo que se pisa la plaza más seria del país. Hay que viajar a Puente Piedra, allende el reino de los exiguos 440 kilitos, para verlo. Es otra dimensión.

miércoles, 20 de enero de 2016

EL BUENO - VIÑETA 137

Viñeta 137

El bueno
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 17 de enero del 2016

Lo vi por última vez en los corrales de Cañaveralejo el miércoles 30 de diciembre, haciendo parte del corrillo alrededor del sorteo, bajo el palo de mango. Era la séptima corrida de la temporada. Nos dimos la mano sonriendo –Buenos días don José Joaquín –Buenos días doctor --y no dijimos más porque anunciaban los lotes.

Me quedé pensando en los estragos de la enfermedad que acusaba su rostro emaciado, admirando su valor al pie del cañón en esas condiciones (era miembro antiguo de la junta técnica de la plaza), y aparté presagios fatales.

Ayer sábado, llegando a Puente Piedra, recibí la llamada de José Antonio Almanza viejo aficionado, paisano suyo y amigo común --Murió. No me sorprendió pero dolió. Poco después el paseíllo se detuvo y todos callaron un minuto por él.

Envejecemos, y nuestro mundo particular se va difuminando. Van desapareciendo los escenarios, el decorado, los personajes. Cada vez quedamos más fuera de lugar, más incongruentes e incompletos.
En mi archivo mental tenía la imagen de José Joaquín Quintero en varias carpetas: La de las justas personas, la de las afables, la de los caballistas, la de los buenos aficionados, la de los ganaderos de bravo, pero sobre todo en la de los amigos leales, y esto último no tanto por mí como por testimonios irrefutables. El póstumo de Pepe Cáceres, por ejemplo, quien apreciaba tanto su lealtad que, agonizando por la cornada de “Monín”, lo eligió entre todas la personas que amaba como el depositario de sus cenizas.

Era físicamente bajo, algo rechoncho, usaba una gorra común de aficionado, sereno de ademanes y carácter, sabio en sus cosas, prudente, poco hablador, y todo eso enmarcando sus dos rasgos más propios; la discreción y la modestia.
Jamás le conocí un alarde, una infidencia, un desplante. Con el se van; una época, la suya, y para siempre muchas historias que por fidelidad a sus amigos jamás quiso contar y ya jamás conoceremos.

martes, 12 de enero de 2016

!440! - VIÑETA 136

Viñeta 136

¡440!
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 12 de enero del 2016

Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
 
La ley taurina colombiana establece como peso mínimo reglamentario para toros adultos a lidiar en plazas de primera categoría 440 kilos. Es el margen inferior de la legalidad. Por debajo, nada. Ni un miligramo. Ni un suspiro. Ni una gota de sudor. Ni un grano de concentrado. Ni un estornudo. Sería delito, y la tablilla lo debe advertir.

No es mucho. Es poco. 20 kilos menos de lo exigido por la ley española. Que un macho de lidia no supere tan bajo nivel puede indicar diferentes anomalías. Que no ha terminado su crecimiento. Que no es adulto. Que es enano. Que está mal nutrido. Que está enfermo. Que no es apto para las exigencias de una lidia honorable... o todas las anteriores.

Curiosamente, durante las recién terminadas ferias de Cali y Manizales. El peso más común anunciado fue 440, clavados,  rayados, precisos. ¡Qué coincidencia! Ni un pelo más ni un pelo menos.

De 74 toros lidiados, (44 en Cali, 30 en Manizales), 12 tenían ese peso exacto, el 16.3%, o al menos eso decían. Aunque la mayoría no lo aparentaban (a ojo de este modesto aficionado que lleva 65 años viendo corridas en dos continentes). ¿Habrán sido tan exactos los pesajes? ¿No se equivocaron por un pelito? Supongo que no, pero cuesta creerlo.

Es más, 36 toros, el 49%, la mitad, se anunciaron entre los 440 y los 460 kilos. En España, que es el parámetro taurino, resulta raro ver salir al ruedo un toro en plazas de primera con menos de 500 kilos. Sesenta más de lo acostumbrado aquí.

Dicen los profetas, creyentes y beneficiarios del minitoro: “El peso importa solo a los carniceros”. Falso. El peso es un indicativo vital, de la edad, el desarrollo y la salud de los toros y en general de los seres vivos. Lo digo como médico, aunque no se necesita serlo para saber tal obviedad.

Nota: Adivinen qué. El encierro de Santa Bárbara, premiado como el mejor en la feria en Manizales, tenía solo 443 kilos promedio, y su toro indultado y premiado “Incógnito”, N° 779, lidiado 6°, por Roca Rey, el 5 de enero, pesaba 440 kilos justos, según la tablilla: Debió terminar la lidia con 435 cuando mucho. Imagino. ¡El mejor!

Cita: El veterinario (25 años de Las Ventas) Ramón Barca, en su libro “El toro de lidia” recuerda como, en los años de preguerra (civil) en España el peso mínimo exigido era 550 kilos.