lunes, 4 de agosto de 2025

EL PRECIO DEL ARTE - VIÑETA 573

 
VIÑETA 573
 
El precio del arte
Jorge Arturo Díaz Reyes 4 VIII 2025 
 Cartel (fragmento). Diego Ramos, Arles 2021
Diez grandes galerías de Londres son estafadas simultáneamente vendiéndoles, “a muy buen precio”, falsificaciones de cuadros con firmas cotizadas. Medio millón de libras esterlinas. Los falsificadores, pintores marginados, más que lucrarse, han querido ridiculizar el mercado y los mercaderes de arte.
 
Charles Lampeth, propietario de una de las galerías víctimas, reflexiona después con su gerente Willow.
 
— Ahora, el público piensa que somos unos farsantes, incapaces de distinguir una obra maestra de una tarjeta postal… Han demostrado que los grandes precios pagados por las obras de arte reflejan, no apreciación artística sino esnobismo.
—Eso ya lo sabíamos —contesta el experto Willow cínicamente.
 
Es “El escándalo Modigliani”, del galés Ken Follet. Novelista traducido a 33 idiomas, con más de 170 millones de libros vendidos en al menos 80 países… “La novela es la historia privada de las naciones” (Balzac).
 
El hecho artístico, en esencia comunión creador-creación-sujeto, experiencia psicoemocional íntima de los implicados, cada cual con sus condicionamientos y circunstancias, es una cosa. El precio de la obra (objeto), hecho económico, es otra cosa, externa, resultado de variables colectivas, sociales, culturales, transaccionales. Oferta y demanda. Quién da más. Cualquier caballo vale un millón, más las ganas, decía mi padre (agrónomo). Lo que se paga es el deseo, la posesión; la utilidad, el prestigio, el poder y el placer que comporta.
 
¿En el arte de torear, cual es la obra? No la suerte, la tanda, el tercio. No, la faena completa, unidad estética. Como el cuadro, la escultura, el poema…, pero que a diferencia y siendo interpretativa, es fugaz. Tan pronto es, no es. Pese a que otras artes; música, pintura, poesía, cine…, intenten perpetuar la original.
 
Imposible subastar una faena, comprarla, guardarla, coleccionarla y esgrimir su propiedad. Se vende antes de su existencia, en cartel, a futuro. Su inpermanencia, ni antes ni después, no la hace inmune el utilitarismo, la codicia, al fetichismo.
 
La de Lagartijo a “Hortelano”, la de Joselito a “Cantinero”, la de Belmonte a “Barbero”, la de Manolete a “Ratón”…, igual que todas, fueron únicas, jamás volverán. No las vimos. Nos las han contado. ¿Fueron así? ¿Obras maestras? ¿Cómo probarlo? No se pueden tener. Sin embargo, su intangible e improbable espíritu, está en el mercado. Tácita, legendariamente. Las venden y pagan, todos los días sin sentirlo, indirectamente, empresarios, ganaderos, toreros, periodistas, espectadores, aficionados… La fiesta vive de ellas, la sustentan.
 
¿De qué están hechas? De lo mismo que todo precio en el arte…, “de lo que están hechos los sueños”. Como dice Humphrey Bogart al final de la película “El Halcón Maltés”, sosteniendo la codiciada y trágica estatuilla.

lunes, 28 de julio de 2025

VIGENCIA - VIÑETA 572

 
VIÑETA 572
 
Vigencia
Jorge Arturo Díaz Reyes 28 VII 2025 
Marco Pérez, niño torero. Foto: Diario de Ávila
A Joselito “El Gallo” y a Manolete les bastaron siete años de alternativa, para ser inmortales antes de morir. A Manolo Granero apenas dos, y a Rodolfo Gaona ocho para ingresar en la historia universal...
 
Hoy, temporada 2025 adentro, los dos primeros renglones del “escalafón” (número de corridas cumplidas) los ocupan toreros con 28 y 19 años de alternativa respectivamente. El tercero tiene 18, el cuarto 11, el quinto 10, el sexto 21, el séptimo 25, el octavo 22, el noveno más de 10. Promedio, 18.2 años en este grupo que capitaliza la contratación. Solo asoma, en el décimo puesto, un torero con menos de una década como matador de toros, Tomás Rufo. Bueno, qué vamos a decir si Enrique Ponce se retiró este año con 35 de alternativa…
 
¿Es un sanedrín la cúpula del mercado torero? ¿Por qué? La selección es potestad de las empresas, que arriesgando su dinero se supone apuestan por las preferencias de la clientela (taquilla). Oferta y demanda, sagrada ley económica. ¿Esa es la demanda? ¿Tan inducida y vulnerable como la del resto del consumo en el mundo? Show-business, automóvil, electrodomésticos, arte, política, imagen, cosmética, comida, bebida, etc… ¿Cuánto manda la publicidad?
 
¿No juegan otros factores? Sagacidad oficinesca de los validos, relaciones, medios, intereses cruzados, monopolio (empresario-ganadero-apoderado), trato diferencial de las presidencias, desatención a las novilladas, los novilleros y los nuevos (aquellos de presentación y despedida).
 
¿Acaso sigue siendo factor principal y máximo juez el toro? ¿Cuál toro? El de “garantía”, responden a cada entrevista las muy ocupadas figuras. O según la sabiduría popular: a torero modesto, toro grande y billete chico.
 
Pero, en fin, los que están ahí es porque se lo han ganado ¿no? Sí, se lo ganaron, cierto, cómo negarlo, pero ese no es el asunto. El asunto es si se lo siguen ganando, sin afectar la igualdad de oportunidades para que otros también puedan ganárselo. Libre competencia, otra ley de la economía.
 
Por supuesto, ver a maestros en una espléndida madurez activa, es un privilegio de cada época. Qué los hubo siempre. aunque seguro no en tal proporción y omnipresencia:
 
A Bernardo Gaviño lo mató un toro a los 73 años. Antoñete alcanzó su mayor gloria a los 53. Curro Romero se retiró como santón de la fiesta a los 66... Casos excepcionales, claro, y quizás alguno de los nueve punteros actuales también lo sea. El toreo auténtico, hágalo quien lo haga, no tiene caducidad ni edad, es intemporal. Por ejemplo, El Cid, quien a sus 51 años es muy poco contratado (puesto 95 del escalafón, una corrida), fue, le cortó las dos orejas a un victorino hace tres días en Santander y se ganó una sustitución para el día siguiente, refrendándose sin acaparar. Vigencia meritoria. Además, para los veteranos están los festivales, evocadores y educadores de las nuevas generaciones.
 
Sin embargo, no se pueden omitir tampoco las quejas del fracaso o la no valoración de los pocos chances reales que se ofrecen a emergentes y retadores. La heróica encerrona del niño torero Marco Perez en el pasado San Isidro, digamos. Seguida, días después, por la apoteósis callejera desde la misma plaza de Morante. Proclama de que las viejas coronas no tambalean (al menos esta).
 
Pues a juzgar por las populosas, jóvenes y al parecer conservadoras concurrencias, la “revolución”, o siquiera la reformista renovación de la marquesina torera no parecen por hoy una necesidad ni una exigencia del público, que pone la plata. Sí, pero pueden llegar a serlo, más pronto que tarde. Ahí está la cosa, en la fatiga del metal. Y entonces…?
 

lunes, 21 de julio de 2025

HISPANOS - VIÑETA 571

 
VIÑETA 571
 
Hispanos 
Jorge Arturo Díaz Reyes 21 VII 2025 
Mariano Ceballos rejoneando en Madrid. Grabado de Goya. Foto: Wikipedia
Desde mucho antes que los romanos denominaran “Hispania” la península, los toros bravos campeaban en ella. Rafael Alberti evoca en su “Ora Marítima” (1953) el mito griego de Gerión, gigante marismeño “mayoral de toros bravos” y Heracles que se los arrebata en cumplimiento del décimo trabajo que le impusiera Euristeo:
 
Gritos de Heracles El Fuerte
resuenan en la bahía
¡He que se llevan los toros
los bravos toros de lidia!
 
Milenios después, cuando Hispania era ya España, y además ultramarina, se los trajo a sus nuevos territorios americanos, de La Patagonia hasta el tercio sur de los actuales Estados Unidos (incluido). Vastedad, qué pese a la fragmentación geopolítica sobrevenida, se sigue llamando hispana, y más al norte, con cierto tono, “spanish".
 
Lo ironiza Borges en su Historia universal de la infamia…, cuando el “Asesino desinteresado Bill Harrigan” entra a esa nocturna cantina, perdida en los infinitos llanos de “New México…, hay quienes hablan un idioma con muchas eses, que ha de ser español, puesto que quienes lo hablan son despreciados”.
 
Frontera hirsuta de la mestiza identidad, que como hablaba era, y como era toreaba. Confín del culto del toro y sus toreros míticos, que llevaron a contra vía su heredada tauromaquia y la hicieron valer allá mismo de donde había venido. “El Indio” Mariano Ceballos (peruano), que copó los ruedos españoles del siglo XVIII, por ejemplo. El mexicano Ponciano Díaz, que citaba la muerte de rodillas a fines del XIX. Luego, en el XX, los también mexicanos Gaona, Armillita y Arruza; los venezolanos Girón, y el colombiano Rincón…, que a su vez impusieron primacías de arrojo y torería.
 
Y en este XXI del ser o no ser, cuando la barbarie tecnológica borra las culturas y la política pretende exterminar al toro, acorralado en solo cinco países, aun siguen atravesando el mar de revés jóvenes lidiadores tras peligrosas ilusiones
 
Hoy, transitadas ya las tres cuartas partes de la temporada española 2025, por sus grandes ferias; Valencia, Sevilla, Madrid, Pamplona…, que se inició con el peruano Roca Rey al mando, y en uso de las ganadas prerrogativas y soledades del rango; se le ha visto seguido por un pequeño contingente paisano. El venezolano Colombo, el colombiano Juan De Castilla, y los mexicanos Joselito Adame, Isaac Fonseca, Diego San Román y Bruno Aloi (novillero)…, Estos, aunque con menos oportunidades, han cargado también por esas mismas plazas la representación, enfrentando y pudiendo a los toros más duros; miuras, pedrazas, escolares, adolfos…
 
El triunfo, las gestas y las bravas batallas sobre todo en el largo mayo de Las Ventas, han sido incontestables. Regionalismos aparte, habría que aceptar la entrega, el valor y el honor, con que han reivindicado el perseguido culto y la historia torera de su tierra. Campaña quizá no muy numerosa, pero sí épica la de los hispanos en Hispania este año.
 

lunes, 30 de junio de 2025

SEGÚN SAN AGUSTÍN - VIÑETA 570

 
VIÑETA 570
 
Según San Agustín
Jorge Arturo Díaz Reyes 30 VI 2025 
Como hace 1.608 años, día más día menos, cuando el santo de Hipona, invocando a Roma, cortó la discusión bizantina con los pelagianos por aquello del pecado original. En tauromaquia, también decimos ahora, Madrid locuta, causa finita.
 
Sí, Madrid siglo XXI no es Roma siglo V. Bueno, pero como si lo fuera. Para bien o para mal da y quita. Y lo hace con la razón o sin ella desde su catedralicia plaza de Las Ventas, en asamblea máxima, reunida, durante las últimas ocho décadas, en la feria de San Isidro. El mes ecuménico del toro cada año.
 
Momento y sitio en que más afición y crítica se concentran por metro cuadrado en el mundo. Frente al toro capital y los toreros considerados más aptos para oficiar el rito. En frecuencia y carteles proporcionales a su jerarquía digamos. Obviemos el “sota, caballo y rey”, que ha sido de siempre. Para qué llover sobre mojado.
 
¿Cómo está la Fiesta? Como está Madrid. ¿Cómo está Madrid? Quizá buscando síntesis podríamos remitirnos en este 2025 solo a dos hechos. Uno, la insólita Puerta grande a Talavante en la primera corrida, y su aún más insólita unción como triunfador de la feria, por la empresa, de la cual es parte su apoderado. Segundo, el masivo acto de idolatría por Morante de la Puebla, sin duda protagonista principal de la feria, que siguió a la corrida final, de Beneficencia (8 de junio), el cual desbordó los cánones, la plaza, las calles y aún más los medios, incluida la televisión urbi et orbi.
 
Principio y fin con estrambote. Prólogo y epílogo delirantes que patentizarían “el nuevo sentir de la fiesta”, cual reza un slogan de moda. Y podríamos quedarnos así no más, con esos dos arrebatos. Corporativo el uno, y tan juvenil, tan de concierto rockero el otro, que arrastró las demás edades con ėl, empezando por el provecto palco. Podríamos concluir ahí repito, a sabiendas de como se direccionan hoy los negocios, el espectáculo, el sentir y el consumo de las masas.
 
Pero no, hay más. Entre los dos extremos pasaron cosas también importantes (allí todo lo es), que trazaron líneas maestras a lo largo de las otras 25 corridas del abono conciliar. Cierto, pasadas tres semanas, ya las han desglosado mejor muchos enterados. Extensamente, doctamente, y algunos pontificiamente, (quemando “herejes”). Por lo tanto, una opinión más de un viejo feligrés, que no da misa, podría perdonarse, aunque redunde. Veamos:
 
Las grandes concurrencias, con menor promedio de edad, gritan en un mundo decadente, que la Fiesta goza de crédito, salud económica y futuro... ¿Pero cuál Fiesta?
 
Contra el pesimismo no diría que una de menos toro. Sobre la tendencia secular al monoencaste “artístico”, menudeó el cinqueño, el cuajo, la romana sobre los 550 kilos, y hasta casi 700 según tipo, el trapío (ovacionado y premiado), las dignas armas. Menos toros caídos, menos toros devueltos. El toro de Madrid, con su por suerte todavía natural e imprevisible talante.
 
Evidente vulnerabilidad y baja del rigor en el público (suma de todos los sectores) y su hoy en día amanuense presidencia, en la valoración del toro, la lidia y las recompensas. Los cascos de Madrid se aligeran, en ocasiones de manera impúdica. Venden cada vez más a la clientela y hasta se exigen y argumentan sesudamente, la bobería y las carencias de imponencia, ofensividad, tamaño, poder, fiereza, indocilidad..., y viceversa. En general, se pica distal, se banderillea de oficio, se lidia mal o no se lidia, se mata peor…, y se premia.
 
Junto a la necesidad y el arrojo de muchos, campea la “profesionalidad” desapasionada de otros. El “otro día en la oficina”, en vez del “morir a Madrid”. Hay que ver. Para citar un ejemplo, cómo dejaron ir olímpicamente tres puntudos toros de triunfo de El Parralejo el uno de junio. Como si nada, y hubo aplausos de gratitud a la salida. ¡Qué nobleza!
 
Omitiendo la fundamental unidad ético-estética del toreo, faenas pintureras inconclusas, y estocadas soberanas sin faenas idem, fuero celebradas con locura. Mientras una total de Uceda Leal a “Rabioso” de La Quinta, que llevó la conjunción de los dos factores esenciales al más alto nivel de clasicismo, fue recibida apenas con fría complacencia. Y sin menciones actuariales posteriores.
 
Sobre el general remiendo y disparidad de los encierros, uno completo de La Quinta (Santa Coloma), brilló por su simetría, tipo, lámina y casta. Ya en lo individual sobre la lógica variedad, hubo al menos nueve o diez toros que pudieron haber sido distinguidos a gusto del consumidor, cada cual, como “mejor de la feria”:  Brigadier de Pedraza de Yeltes, Chivita de Arauz de Robles, Calentito de José Escolar, Frenoso de Victoriano del Río, Amargado de Fuente Ymbro, Rabioso de La Quinta, Zafio de Jandilla, Comisario de Fuente Ymbro, y extendiéndonos una semana por su impacto, Milhijas de Victorino Martín, en la corrida In memoriam del 15.
 
No se puede hablar de Las Ventas sin mirar al tendido siete y afines, que independientemente de su rótulo, conforman un sector de la afición sin límites locativos exactos en la plaza, pero el más homogéneo en su arrogada propiedad y defensa del reglamento y los cánones. Guardianes del Arca y la categoría. Ahí siguen por fortuna, errando y acertando a buena fe, apasionados, irreverentes, aunque a menos y puntuales en su devolucionismo, intervenciónes en la lidia, confrontación del triunfalismo y protesta de fallos presidenciales. Su líder, el altisonante “Rosco”, ha bajado la voz y ahora escribe. Sintomático.
 
La administración, a cargo de especialistas en turismo, se abre el rito sacrificial, simultáneamente al ocio y la francachela. Qué tambien es rentable. En fin, Madrid entra en lo que le ha venido reclamando largamente el esnobismo; la banalidad de los tiempos que corren. Sí, Madrid entra, y tras de sí lleva el toreo y todo lo demás. Causa finita.

lunes, 23 de junio de 2025

TRES TOROS - VIÑETA 569

 
VIÑETA 569
 
Tres toros
Jorge Arturo Díaz Reyes 23 VI 2025 

Brigadier” de Pedraza de Yeltes, cinqueño, 667 kilos. Foto: Las Ventas
Entre los más de 170 toros (incluyendo sobreros) que salieron al ruedo de Las Ventas en la pasada feria de San Isidro. Todos, por A o por B, dignos de consideración y reseña, el solo hecho de haber llegado hasta allí lo amerita. Los vi. Pero tres, por su trapío, bravura y dignidad hasta la muerte, más que los otros, me llenaron los ojos, el corazón y el recuerdo.
 
Respetando claro, que cada observador, aficionado, profesional (ganadero, torero, veterinario, apoderado, empresario, periodista, publicista, influencer…) tiene su particular opinión de tales caracteres, y disculpándome por supuesto, con quienes consideran la suya única, universal, y de obligado acatamiento.
 
Confieso que antes, durante y después de racionalizar la presencia y lidia que dieron, mi principal medida fue la elemental, la biológica. Esa reacción fisiológica, hormonal, con que la evolución nos ha dotado, antes de la razón, a los humanos. La adrenalína, que no miente. La “emoción” en   tauromaquia, y en el arte general. --Si un cuadro (en lugar de emoción) necesitara explicación dejaría de ser un cuadro –resumía Gauguin.  
 
Pero volvamos a los tres toros. ¿Por qué tres? porque sí. En orden de aparición: Brigadier, Chivita y Calentito. Todos cinqueños, cuajados, muy bien armados, todos ovacionados de salida y arrastre, y al primero con vuelta al ruedo. Con su notable romana, dieron peleas de gran fondo y ninguno se cayó ni renunció.
 
Uno, Brigadier, de Pedraza de Yeltes, procedencia Domecq, colorado, de 667 kilos, lidiado en sexto lugar por Isaac Fonseca quien le cortó una oreja en la quinta corrida de la feria el día 14 de mayo. Sus dos primeros tercios fueron de lujo. Tomó tres varas de Borja Lorente, la tercera desde el platillo a galope. Obligando también las ovaciones para los banderilleros: Juan Carlos Rey y “Tito”. Y en el último, se batió con largura y reclamo, muriendo bravío de un pinchazo en sitio y estocada. Se le dio vuelta al ruedo.  
 
Dos, Chivita, de Araúz de Robles, procedencia Gamero Cívico y Saltillo, negro bragado, de 612 kilos, lidiado en quinto lugar por Fortes, quién dio vuelta al ruedo en la corrida once de la feria el día 21 de mayo. Tras faena de gran contenido estético y de fuste, que impuso poso a las codiciosas y exigentes embestidas. Obra que se vio privada de mayor premio por dos pinchazos y una estocada descentrada.
 
Tres, Calentito, de José Escolar, procedencia Santa Coloma, cárdeno capirote, de 656 kilos, lidiado en quinto lugar por Gómez del Pilar, quien le cortó una oreja en la corrida veintidós de la feria el día 3 de junio. Impresionante toro fiero, ovacionado de salida y arrastre, que tomó tres varas desde los medios haciendo ovacionar al picador José Manuel Sangüesa y al banderillero Víctor del Pozo y obligando una lidia de gran autenticidad y exposición, rematada con estocada en sitio, honda fulminante.
 
Hubo más. Pero primero estos tres que hicieron brillar la épica, sustento vertebral de la fiesta. Los tres rasparon la pátina de bisutería y abalorio qué, el flujo del toreo moderno (posbelmontino), ha ido depositando sobre la corrida durante más de un siglo.
 
Los tres y sus lidiadores refutaron en el ruedo la retórica de los evangelistas del toro menos, minicorne y amaestrado genéticamente. Los tres protagonizaron los momentos más bizarros del San Isidro 2025. Honrando el prestigio del “toro de Madrid”, y grabando la memoria de quienes los vivieron, y que consciente o inconscientemente concuerdan con Fernando Claramunt: Si del toreo suprimimos la dimensión poética no queda nada.

lunes, 16 de junio de 2025

RETORNO - VIÑETA 568

 
VIÑETA 568
 
Retorno
Jorge Arturo Díaz Reyes 16 VI 2025

Foto: Las Ventas 
Confieso. Durante las tres décadas anteriores fui en Madrid un “isidro”. Rótulo despectivo para los que solo aparecemos por la gran feria, pero que, por cierto, hacemos la mayoría del aforo anual en la plaza. Lo fui, hasta que deserté, siete años ah. Pandemia, agonía y muerte de mi madre, molicie de la televisión en directo me impedían cruzar el mar.
 
Entonces volví, a esta, 2025. Toro tras toro, suerte tras suerte, faena tras faena, público tras público, corrida tras corrida…, veintisiete. Reencuentro tan asombroso como la primera lejana vez.
 
Pese a que hallé constantes las constantes vitales. La inamovible monumental con sus banderas al viento, el trasiego febril por sus pasillos antes del paseíllo, el run-run, las caras de siempre, la multitud, el calor, la birra, el gin tonic, las empinadas gradas (me cuestan ya), los mosaicos históricos, la buena banda, el palco Real solitario, los clamorosos graderíos, el omnímodo siete, el toro (de Madrid), el ágora máxima bajo esos soles y ese cielo azul con luna.
 
Todo igual, sí, pero a la vez distinto. Nunca somos los mismos. El regreso de una larga ausencia da perspectiva sobre la nueva realidad. Ulises volvió de Troya y la odisea, su hogar, Penélope y Telémaco, eran otros. La casa usurpada por los pretendientes, la núbil esposa ya madura sitiada, y el niño, un hombre, intentando en vano detenerlos.
 
Y acá, en Las Ventas, hay que ver. Los jóvenes han tomado los tendidos. El maduro palco asediado, cediendo, y el antes niño, ahora hombre y duro aficionado, tampoco logra contenerlos. Ni siquiera invocando el infinito tejido de los cánones. Se desmándan por todas partes, no solo en el culto. También tras el rito sacrificial aturden sacrílegamente los pasillos del templo con su juerga desaforada, toda la noche.
 
Orgiástico, como hace tres milenios en las dionisíacas tras matar el toro sagrado. Mientras, bajo el tendido uno, en la sala de prensa, los viejos cronistas sobrevivientes y los nuevos, encerrados, luchan por concentrarse y urdir sus relatos, tratando de omitir el estruendo que no atajan ni siquiera las dobles gruesas puertas. Todo igual, todo distinto.
 
Qué el toro es débil, tonto, inerme…, no importa, acallemos los protestones. Qué no se pica y cuando se hace o simula, siempre trasero, no pasa nada, todo es toro. Qué se hace la noria, con el pico, ole y ole. Qué se mata chapuceramente, vengan las orejas o aquí pasa algo. Qué una faena perfecta y una estocada clásica (Uceda, la única total), fría indiferencia…, ¿Cómo va el partido?
 
Al tiempo que los interesados, con sus pregonadas claques, aran cosechan y pelechan en esa tierra inculta y propicia. Sembrando idolatría, fetichismo, liviandad…, y otros frutos prohibidos. En rigor, muchas de las orejas y ninguna, ninguna digo, de las dos Puertas grandes han debido darse. La primera plaza del mundo ve reforzados sus sectores ligh, y diluida su exigencia en el refrescamiento, y aumento del volumen.
 
Inevitable. Es el cambio generacional de la fiesta, explican. Nadie nace aprendido. Bueno, me remonto a mis quince. Los dorados sesentas. ¿No era yo igual? Y cómo gozaba. Bella juventud aun cuando no te bañes. Cada generación exige sus propias experiencias, sus propios errores, sus propios caminos. Ya irán por ellos viviendo, tropezando y aprendiendo. El toreo enseña.
 
Sorprende sí, cómo contra la feroz campaña de políticos, medios y antis, las mesnadas continúan llegando, cada vez más, a imponer su ley o su no ley, a vivir la fiesta, como la sienten, espontánea, desprevenida, evasiva y alegremente.
 
Bueno, lo uno por lo otro, celebran los contadores. Televisión. Más de 93% de ocupación. Los más de los festejos con cartel de “No hay billetes”. No se sabe cuánto en aportes directos e indirectos…
 
De vuelta, hoy, a mis ochenta, recién cumplidos (ayer), me digo: los nuevos isidros han asaltado el capitolio para quedarse. Es su turno, la fiesta es suya. Siempre fue así. Poco a poco entenderán y luego vendrán otros que los reemplazarán. El eterno retorno. La historia.

lunes, 5 de mayo de 2025

ESTÉTICA ESENCIAL - VIÑETA 567

 
VIÑETA 567
 
Estética esencial
Jorge Arturo Díaz Reyes 5 V 2025 
Estocada de Morante a “Bodeguero”. Foto: Arjona, Pagés
 
Hoy va la temporada sevillana 2025 por su décimo festejo. La he seguido día tras día en las diversas crónicas, y he visto por la televisión dos corridas; la sexta y la octava, ambas a plaza llena. Y creo que los dos momentos de mayor conmoción han ocurrido en estas, que por coincidencia transmitió Canal Sur.
 
Uno, con la faena de Morante al cuatreño “Bodeguero”, cuarto de Domingo Hernández en la sexta, y el otro, con la de Manuel Escribano a “Mosquetón” el cinqueño quinto de Victorino Martín en la octava. Cómo pusieron ambos la plaza. Las cosas del público son del público. No vamos a juzgar aquí su acierto, su justicia, su gusto, que ya incluso han sido descalificados por algunas críticas preciosistas. Podemos mejor suponer el porqué de tan similar explosión colectiva.
 
Para empezar, eran dos toros de talante antagónico. El domingohernández, un soso remolón. El victorinomartín, un fiero indómito. Si algo tenían en común era el alto grado de dificultad para conseguir con ellos ese clímax, ese delirio a que llevaron la plaza. Siendo además que ninguna de las dos lidias (auténticas) fue un dechado de pinturería ni estilismo. No podían serlo. De ahí se agarraron los censores para dar por hecho que “no merecían las dos orejas”.
 
Dos maestros muy veteranos. Morante, a sus cuarenta y seis años, veintiocho de alternativa, y víctima de una depresión incapacitante que lo apartó del ruedo por meses, volvía cargado de responsabilidad, tras una intrascendente reaparición en Resurrección, a una plaza que lo venera como artista, para enfrentar los toros y su propia circunstancia. Escribano, por otro lado, cinco años menor, torero de corridas duras en la plenitud física y mental de su carrera (21 años), exigido siempre a refrendar el alto cartel ganado con proezas anteriores en ese mismo ruedo.
 
Dos gestas. Dos tauromaquias contrarias, dos bregas poderosas, que superaron a muerte toros tan distintos, los amoldaron, y los pusieron a su merced. Pero, sobre todo, dos dramas reales, en los que más allá de la destreza, la inteligencia y el sentimiento se jugaron el honor y la vida.
 
Porque si a “Mosquetón” se le dio la vuelta al ruedo, fue por la fiereza que mantuvo a Manuel en el filo de la navaja, no por su docilidad. Y a “Bodeguero” no se la dieron por su falta de emoción y fijeza, no de peligro, que obligaron a Morante a entregarse por encima de sí mismo, hasta esa estocada encunada entre los pitones, de la que como dijo al final, “Maté con ortodoxia, como he querido poder hacerlo tantas veces...”
 
Qué está máxima respuesta emocional y premiación del público sevillano fuese motivada por la estética trágica, esencia original del toreo (la épica), no por su remedo coreográfico, y que haya sido en la Maestranza, “crisol de arte” (cliché), meridiano de la historia (Filiberto Mira), muestra su vigencia en la afición de nuestros días.
 
Estética esencial, aún resistente al espíritu de la época, que la empuja cada vez más con la virtualidad, los abalorios y la vacía espectacularidad del “show business”.