Viñeta 347
Gallito en la
pandemia
(Lecturas
cuarentenarias)
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En 1918 José
Gómez “Gallito” encabezó por quinto año consecutivo las estádisticas de
corridas toreadas. Fueron 103, apenas una menos del record hasta ese momento (104),
qué el mismo había impuesto dos años antes.
Vista desde hoy esa cifra se agranda. Para empezar, dobla con
creces las 43 alcanzadas por El Juli, puntero del escalafón el año pasado. Y
eso, en un país con mucha menos población, plazas, tecnología y vías de comunicación
que las de hoy.
Luego, no se puede omitir el contexto de aquella temporada lidiada
toda en medio de una peste de “gripa española” que mató entre 50 y 100 millones
de personas en el mundo (alrededor de 150.000 en España), y la que contrajeron hasta
el mismo Rey Alfonso XIII y el presidente García Prieto. Del miedo generalizado
y las muchas restricciones económicas y sanitarias que se oponían a la
concurrencia de público. Y como si fuera poco, simultánea con el último año de
la primera guerra mundial que agregó 20 millones más de víctimas.
¿Por qué tales desgracias no pararon el toreo? Quizá la ignorancia,
quizá la pasión. Al final, el saldo de fallecimientos, no mayor al de muchos
otros paises apestados, exonera parcialmente la primera. La otra, la pasional,
no se puede atribuír solo a “Gallito”. Fue su rivalidad con Belmonte la que
incendió ese lustro legendario del toreo. Tan cierto también, como que fue él
quien lo lideró.
“Y no se te olvide que ésa faena (de Juan al
toro “Barbero” en Madrid, 1917) puede ser la más grande de la historia, pero
el torero más grande soy yo”. Reclamo que Clarito le guardó en sus
Memorias.
Soberbio, pero sustentado, era figura de ley: “681
corridas del 28 de septiembre de 1912 al 16 de mayo de 1920: de ellas 43 de
Miura, y 26 de seis toros para él solo; 81 corridas en Madrid, 58 en Sevilla, –y
el ilimitado repertorio artístico –y todas las
suertes conocidas del toreo de capa, todas las del tercio de banderillas, todos
los pases con la muleta… el arte, el dominio, el recurso, y la suerte suprema
en su fase clásica de recibir… Cabe pensar que ningún otro tan completo como
Joselito ha señoreado la fiesta.”
A dos meses de conmemorar (¿sin corrida?), el centenario de
su muerte en Talavera. Cuando una nueva epidemia gripal mucho menos
asesina y sin guerra mundial agregada, tiene las plazas clausuradas, la fiesta prohibida
y toda la humanidad acorralada, leer las crónicas de aquel horroroso y épico año,
en que José contra todo, mantuvo el toreo de pie, asombra y empalidece nuestros
terrores actuales.