Viñeta 346
Cuarentena
Fotograma de la serie Dark. www.netflix.com |
Es imposible abstraerse en los toros cuando pasa
lo qué pasa. En mi vida vi nada como esto. Ni he sabido que haya ocurrido antes.
El mundo entero en cuarentena. Nunca, pese a que la historia está plagada de terribles
pandemias, tan gran confinamiento se había impuesto.
La televisión muestra escenas propias de
películas posapocalípticas. Las populosas calles y plazas de las megaciudades
en todos los continentes, desiertas. La fiesta cancelada. El comercio en paro, la
vida detenida, el tiempo congelado. A las pantallas de cada refugio llegan el
miedo, las alarmas, los recuentos de casos, de bajas, de altas, de augurios, de
fronteras tapiadas, de llamados a obediencia, de patrullas vigilando el vacío...
Ni antes ni después de cuando Colón iniciara la
globalización, trayendo a la vulnerable población indígena de América la gripa,
el sarampión y la viruela, que en corto tiempo, no más al terminar su cuarta
visita (1504), habían exterminado los aborígenes de las islas caribeñas, mientras
que los del continente caían como moscas. Bien lo han contado entre otros Bartolomé
de las Casas en su época y hasta no hace mucho el médico-historiador Francisco
Guerra, españoles ambos.
Tampoco lo logró el cólera, que se llevó un
tercio de la población de Atenas hace dos milenios y medio y ha seguido
reapareciendo, por un lado y por otro, periódica y devastadoramente hasta
nuestros días. Ni las vergonzantes olas de lepra y sífilis “castigos de Dios”, ni
la romántica epidemia de tuberculosis en el siglo XIX. Ni la espantosa bubónica que mató el 40% de la
población del Imperio Bizantino en el 542. Ni la peste negra que dejara 34 millones de víctimas entre 1347 y 1353 y alentara
la imaginación de Chaucer, Bocaccio y Petrarca
Ni la llamada “gripa española” (que no era
española) en 1918, la cual mato 50 millones de personas, el triple de las ocasionadas
por la “Gran Guerra” en cuyo curso apareció. Ni las más recientes: de SIDA “otro
castigo” (1881…) que ha liquidado más de
30 millones dicen, o el H1N1 (2009-10) con 18.000 decesos , o el Ébola (2014)
que se llevó 4.500 vidas en medio año. Ninguna de estas calamidades pudo
encerrarnos tanto como ahora el coronavirus.
¿Por qué todo el rebaño humano se ha logrado
movilizar, o mejor inmovilizar, con este solo cometido? ¿Por qué como nunca estamos
juntos contra un mismo enemigo y no unos contra otros? ¿Por qué al fin la
humanidad parece haber aceptado una causa común?
Si bien la salud en juego, la velocidad y la universalidad
del contagió dan para ello, su mortalidad, baja comparada con la de muchas otras
desgracias previas y presentes, quizá no tanto.
Por supuesto los medios, con su tecnología,
ubicuidad, información en tiempo real y capacidad de persuasión han sido factor
determinante. Cierto, pero no pueden ser la única explicación, pues no hicieron
igual en las muy recientes aterradoras anteriores en que también se justificaba y necesitaba. ¿Qué pasó?
No se. Lo que si sé es que terminará. También
las pandemias, nacen, crecen y mueren. El miedo cederá, volveremos a la calle,
a nuestros ritos, a la desunión y a las otras rutinas letales que nos caracterizan.
Seguro, hasta la siguiente.
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