martes, 9 de mayo de 2017

CRISTO DE ESPALDAS - VIÑETA 198

Viñeta 198
Cristo de espaldas
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 9 de mayo 2017

Portada libro "El cristo de espaldas". Foto: http://bibliotecanacional.gov.co/es-co
No es una metáfora ni una invocación a la histórica novela (más que novela histórica) de Eduardo Caballero Calderón. Es un hecho. En Colombia, también el ministro del interior Fernando Cristo, ha dado la espalda a la Fiesta y ha radicado en el Congreso de la República su proyecto de ley: “Por el cual se elimina la tauromaquia en el Territorio Nacional…”.

¿Razones? Al parecer, todos los males de la patria. En particular “La violencia”, ese largo periodo de horror ininterrumpido que va para setenta años, pues comenzó en Bogotá el 9 de abril de 1948 a eso del medio día y no en una corrida ni por motivos taurinos precisamente.

Si estamos erradicando la violencia en nuestro país debemos empezar a construir una sociedad basada en el respeto a la vida y a los demás”. Un respeto que por cierto no mostraron los partidarios de la prohibición con sus inhumanas agresiones durante la pasada temporada en la plaza de Santamaría. La suma de movilización callejera, presión jurídica y acción parlamentaria copa la escala de Richter.

La Corte Constitucional, que había dado dos años de plazo para el puntillazo final, ayer mismo, le ordenó al alcalde Peñalosa que en 48 horas proceda con los trámites pertinentes para la consulta popular antitaurina solicitada por su antecesor Gustavo Petro.

Esto, antes de responder al recurso de nulidad interpuesto por Felipe Negret contra el ultimátum, alegando precedentes, pues hasta cuatro sentencias previas recientes del mismo tribunal legitimaron las corridas de toros y su ley reglamentaria 916 de 2004.

Cambiar la cultura, el arte, la tradición por decreto. Privilegiar sobre los derechos humanos los atribuidos a los animales. Aducir que la violencia inveterada del país tiene causalidades toreras. No son argumentos irrebatibles.

Sin embargo, el carácter de política gubernamental que da la jerarquía del ministro ponente a su iniciativa legislativa, el muy alto poder de la Corte, los antecedentes de orden público y el previsible resultado de la consulta popular gravitarán con fuerza mayor en el Congreso. Entonces cómo rebatir si todo estará consumado. 

martes, 2 de mayo de 2017

MÁS ANTITAUROMAQUIAS - VIÑETA 197

Viñeta 197
Más antitauromaquias
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 2 de mayo 2017

Foto: Camilo Díaz, archivo
No he leído completo el segundo libro Antitauromaquia del escritor Manuel Vincent y el caricaturista “El Roto”. Apenas las primeras cuarenta páginas, prólogo incluido y algunas reseñas y comentarios. Recién salió, pero considero esa información una muestra representativa y no creo necesario sufrir entero el repelo para expresar una primera impresión.

La portada muestra un torero sangrante que se ha cortado a sí mismo la oreja izquierda y la ofrece. La imagen da la tónica del “alegato… panfleto… diatriba” como lo define su preámbulo. Se trata de una recopilación de material publicado por los autores “durante veinte años”. En ella por supuesto se nos pone mal a los taurinos.  Pero se nos hubiese podido poner peor, creo, si en lo que llevó de lectura hubiese hallado siquiera un atisbo de tesis original. De nuevo argumento.

El refrito que hacen de su propia producción los eminentes antis, también lo es de los clichés que sus correligionarios han repetido por siglos. A veces con mejor gusto, menos ira o más ingenio. Violencia, barbarie, sadismo, feísimo, ignorancia, brutalidad, arcaísmo, derechismo, abuso, falsa religiosidad, no arte, inferioridad moral…, etcétera, etcétera, etcétera. En fin, ya estamos acostumbrados.

Solo que hora el menú viene adobado con los personales condimentos literarios y gráficos de los firmantes. El estilo es el hombre. Don Manuel arranca presumiendo de su conversión, de su brinco súbito desde las plazas a los púlpitos animalistas, de su iluminado fervor. El Roto por su lado, fiel a sí mismo, descarga ironía, pero aquí con tal encono que la desdibuja y cae al insulto.


Lo que más ataca la cartilla de reclutar contrarios es la muerte pública del toro. El sacrifico ritual, frontal, con oportunidad de defensa, digo. Frente a la diaria ejecución oculta de los mataderos, anónima, sórdida, masiva, con indefensión, de millones de vacunos y de otras especies, sobre la cual, no se dice ni mu. En esto la obra también repite a sus antecesoras.

domingo, 30 de abril de 2017

DOS SEMANAS - VIÑETA 97

Viñeta 97 

Dos semanas
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 26 de mayo 2015

Acabo de aterrizar en Barajas. Voy al hotel, dejo el equipaje, y a la plaza. No escogí la fecha, obligaciones laborales la impusieron. Pero no está mal. Llego ilusionado.

Una semana de postín y otra de hierro. Dos mundos. Dos dimensiones. Dos fiestas. Dos realidades. Cada cual con sistema, valores, literatura y toro propios. Dos éticas, dos estéticas.  incompatibles. Así es, así ha sido. Para qué negarlo. La constelación tauro es asimétrica.

Semana torerista, semana torista. San Isidro dirá muchas cosas en ellas. No hablo de "triunfadores". Hablo de la brega y sus albures. Quizá, de pronto, dos meteoros colisionen y produzcan el destello deslumbrante. La conjunción del trapío, el poder, la bravura, la inspiración, la creación, la pureza. Un toro, un torero y el auténtico arte, el raro arte, el precioso arte de torear.

Pero si no, bien. Lo que importa es el rito, la corrida en sí, no esa epifanía que muy de cuando en vez ocurre. La razón es ella misma, la brega, la refrendación del misterio. La comunión en el sacrificio del animal sagrado. La representación de la vida, con su belleza, brutalidad, imprevisibilidad y fatalidad.

Cada día trae su afán, cada tarde su historia. El milagro es otra cosa... Un milagro.

miércoles, 26 de abril de 2017

PALOMO Y CALI - VIÑETA 196

Viñeta 196
Palomo y Cali
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 25 de abril 2017

El Cordobés y Palomo celebran el 31 de diciembre de 1970 en Cali. Foto: Plaza de Toros de Cali, Libro 40 Años.
Murió Sebastián Palomo Linares. Y murió con el corazón muy herido en un intento heroico de los cirujanos por salvarlo. Sus recientes imágenes inundan los medios. Son las de un apacible anciano con blanca melena y amplia sonrisa.

Pero hay otras imágenes. Las que ahora vuelven a la memoria de los viejos aficionados. Un joven delgado y vehemente, ataviado de blanco y plata que irrumpió como una tromba en ese toreo de los sesenta sojuzgado por El Cordobés.

Qué plaza no recuerda su lineal figura, su desparpajo, su alegre desafío. Cañaveralejo también. Vino a trece ferias, lidió treinta y cuatro corridas, cortó treinta y ocho orejas, le otorgaron tres veces el Trofeo Señor de los Cristales como triunfador, le indultaron al toro “Cimarrón”, santacoloma de González Piedrahita el 31 de diciembre de 1976, y le presentaron una bellísima joven, Marina Danko, que sería su esposa y madre de sus hijos.

Desde cuando debutó triunfalmente aquel 28 de diciembre del 69, (debió hacerlo dos años antes, pero una cornada previa se lo impidió siendo sustituido por “Antoñete”), comenzó a cimentar el “palomismo”. Una cauda de seguidores que alcanzaría visos de secta, encabezada por sus apologistas Eduardo de Bengoechea, José Pardo Llada y “El Gallego” Blanco. Una tercera fuerza que amenazó al establecimiento, el del cordobesismo y el caminismo. No se perdonaban nada. Así era la afición por acá.

El capote batallador, la muleta en redondo de rodillas, el repentismo, el desplante, la espada certera, la fiesta siempre y la regularidad del triunfo. Amor propio, valor y audacia fueron los pilares de su credo.

De sus corridas en Cali, la de los piedrasnegras mexicanos el primero de enero del setenta y dos, cuatro meses antes del rabo de “Cigarrón” en Las Ventas, es la que más me lo describe. Doblaba el sexto y él, abrumado por las apoteosis del colombiano Pepe Caceres, cuatro orejas e indulto, y el mexicano Eloy Cavazos, tres e indulto, debía irse a pie, derrotado. Entonces regaló el séptimo, se arrimó como un poseso y redondeó la historia. Palomo fue así.        

sábado, 22 de abril de 2017

BLOGUEROS - VIÑETA 195

Viñeta 195
Blogueros
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 18 de abril 2017

Si fuera solo por lo que pasa en el ruedo, la fiesta no existiría. Es la repercusión pública lo que le da vida, impacto en la cultura y trascendencia. El uno le cuenta al otro, este al de más allá, el hecho se generaliza y queda.

Hasta bien avanzado el siglo XX los únicos testigos y relatores de la corrida eran los espectadores presenciales. Del “tendido de los sastres” para fuera todos debían contar con sus historias improbables como el material de recuerdos, mitos y leyendas. 

Goya dibuja la muerte del alcalde de Torrejón entre los pitones de un toro saltado al tendido en la plaza de la Puerta de Alcalá (1801) y alguien escribe tras el cartón “Yo lo vi”. Había que mostrarlo.

Así, desde la arena, el toreo se proyectó al corrillo, al arte, a la prensa, la radio, la fotografía, el cine, la televisión, el vídeo, la Web y el tiempo real, ampliando su ámbito infinitamente. Incorporando un altavoz y un vocero nuevos; el blog y el bloguero, que vinieron a multiplicar el eco.

Estos no poseen la ubicuidad de los grandes medios, ni su costosa parafernalia, ni su ánimo de lucro, pero se les unen frente al auditorio global. Cuando no con sus propias nuevas, como pregones, opinando, analizando, reproduciendo, difundiendo, citando, enlazando y refiriendo gratuitamente sus prosélitos a las fuentes mayores. Beneficiándolas y beneficiando todo el sistema. 

Bien. Pero navegar con las velas desplegadas, llevando la bandera de la Fiesta no es precisamente un viaje de placer. La red es mar incierto. Mar de complejas leyes y letras menudas que varían de costa en costa limitando libertades. Mar de hondas aguas donde los pequeños barcos pueden también topar vientos contrarios, censuras, ataques virales y hackeos bajo la línea de flotación. 

Pese a todo la voluntaria flota crece reforzando y expandiendo las defensas de la sitiada tauromaquia, desde la cual, increíblemente, a veces también recibe fuego amigo.

viernes, 14 de abril de 2017

PARADIGMAS - VIÑETA 193

Viñeta 193
Paradigmas
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 4 de abril 2017


La historia del toreo es casi que una sucesión de biógrafas. El método de los historiadores ha sido ir siempre nombre tras nombre, hacia el profundo pasado y sus incógnitas.

Alguno como Cossío, tal vez el más connotado, quiso contenerlos a todos, trabajando en una época para la cual el computador no eran siquiera ciencia ficción. Admirable. O mejor, increíble su empeño en develar a través de las vicisitudes y hazañas de los toreros, las de toda la fiesta. Sus relaciones con la sociedad de cada período, su significado, su evolución, su toro, su público, sus transformaciones y sus por qué.

Todos, cuál más cual menos importantes para él. Trató de no ignorar ninguno. Quizá pensando cómo John Donne: “Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo”. Sí, pero los hubo, como los hay, más trascendentes que otros. La longitud del texto asignado lo indica. Y su sentimiento, como en el relato del “Espartero”, que dicen asignó al genial y por entonces necesitado poeta Miguel Hernández.

Del conjunto, destacan bastantes vidas memorables por diversos méritos. Virtudes personales: Arte, originalidad, genio, poderío, valor, donaire. Aportes a la tauromaquia: Escuela, invenciones, normas, libros, suertes, ornamentos, liturgia. Impacto social: Predicamento, arrobo, idolatría, éxito de taquillas, cosmopolitismo, política, leyenda. El martirologio es lista distinguidísima.

Pero en esa multitud de los que se pusieron por delante, los creadores de nuevos paradigmas, los auténticamente revolucionarios, los que cambiaron radicalmente la fiesta, muy pocos. No toreros de época, digo los que transformaron el sistema de creencias y valores, y se convirtieron en paradigmas para el futuro. Pocos. Muy pocos.

Sin ánimo de polemizar y ateniéndome a las escrituras. Pedro Romero, que aunó las experiencias del siglo de las luces fundando la corrida moderna y vertiéndola en el siglo XIX, a través de sus alumnos: “Desperdicios”, “Paquiro” y “Cúchares”, y Juan Belmonte, que inspirado en “El Sacristán” hizo lo propio cien años después alumbrando la tauromaquia presente. Quién sigue.     

martes, 11 de abril de 2017

EL TORO DEL GUERNICA - VIÑETA 194

Viñeta 194
El toro del Guernica
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 11 de abril 2017

Picasso 1937. Foto: http://www.ilustracionesgratis.com
Encampanado. Vuelto sobre sí mismo. Al claroscuro de la explosión y su propia sombra. Flanqueando la mujer que aúlla con el cadáver del hijo entre las manos. Casi pisando la cabeza y el brazo del descuartizado. El toro, a la derecha del caballo, domina el extremo del terrible mural desde hace ochenta años.

¿Por qué está allí? ¿Qué simboliza? ¿Qué quiso decir Picasso? El toro es un toro, el caballo es un caballo, son símbolos que quien contemple el cuadro deberá interpretar como los entienda, pero eso no es asunto mío, soy solo un pintor, sugirió en 1947.

Sí. La contemplación de una pintura es un hecho estético, un acto íntimo, personal. Cada cual puede relatar el suyo, incluso pretender imponerlo, pero si un cuadro necesitara explicación dejaría de ser un cuadro, alegó alguien. Gauguin, creo.

Sin embargo se puede opinar. Todos lo hacen y ahora con la proximidad del cumpleaños más. Yo también. Por qué no. Vi reproducciones desde niño. Estuve por primera vez frente a él en el Casón del Buen Retiro, antes de su traslado al Reina Sofía y luego directa e indirectamente muchas veces.

Conmovido siempre por ese todo, esa unidad abrumadora, y abismado por el toro (soy aficionado), pensando en su presencia recurrente por la obra del genio malagueño. Sintiendo que tenía que estar ahí. Solo él íntegro, invulnerable, altivo, desafiante. Prometiendo fecundidad, renacimiento en medio de la muerte.

Para mí, el Guernica sin él no hubiese sido. El caballo está malherido, el hombre, las mujeres y el paisaje destrozados. Solo el toro prevalece. ¿Podía ser distinto? Es Picasso, España, su historia, la tragedia, la hecatombe y la fuerza renovadora de la vida.

El pintor amaba las corridas y eso afectó su creación. Consciente o inconscientemente, como suceden las influencias en los artistas. En él es evidente. Hasta cartelista fue. Y seguramente coincidía con Ortega en que no se pude concebir a España sin el toro.