VIÑETA 503
Debut, lección y discusión
Jorge Arturo Díaz Reyes, IV 30 2023
Ayer debutaba con
corrida de toros en la La Maestranza, La Quinta, hierro portaestandarte de
Santa Coloma. Y lo hizo de etiqueta. Siete buenosmozos cárdenos (segundo bis
oscuro) muy en tipo de su ancestro, con 531 kilos promedio. Bravíos, prontos,
codiciosos, atacaron capotes y petos. Empujaron. El cuarto en tres varas, la
última, protestada en lugar de aplaudida por la parroquia. En la muleta
opusieron diverso grado de dificultad a los que venían a matarlos y al menos
tres de ellos: primero, quinto y sexto pusieron las orejas a disposición de quien
fuera capaz de cortárselas y se fueron ovacionados en el arrastre.
Celebrando el
acontecimiento, Daniel Luque, ha brindado dos faenas maestras, de hondo
contenido. Cómo hizo brillar el toreo, cómo predico su esencia sin decir una
palabra, cómo demostró el principio canónico de que torear es poderle a los
toros, mandarlos, someterlos en vez de aprovecharse ladinamente de las ventajas
que brinden.
El momento cumbre y
uno de los más altos de esta feria clamorosa, se vivió con “Ibarreño”, el quinto. Irreverente
con los capotes, fiero en el peto, apretador en banderilla. Proclama
izquierdista. Trece naturales repartidos y el broche, todo en los medios. Gran plebiscito.
Entonces ocho más por mismo, cambio y derecha por bajo, convocaron la música.
Temple, colocación y autoridad. De contramano con igual partitura y un
desplante de dominio. La Maestranza en pie. El toro vencido, dudaba y el trapo
mandaba, justo y a la medida. En la misma cuna cuando fue necesario. La verdad
estaba escrita. La gran estocada la firmó. El público dio la suya pero don
Gabriel Fernández Rey que al parecer no estaba en onda, negó la suya. No pasa
nada. Lo hecho, hecho está.
“Turquesito” el segundo bis, pues el
titular se fracturó. Se peleó, duro con “El Patilla” y luego se dio una vuelta
canela de muerte. Se dio por acabado. Pero nada, se levantó, y emocionante
propició un lujoso tercio con Iván García y Jesús Arruga. Saludaron, claro.
Seis derechas por alto, cambio de mano y pecho. Venteaba fuerte. Once naturales
en dos tiempos y el forzado. Seis más por el otro lado cambio de mano y pecho. En
la siguiente cita el quinteño acusó la fatiga y entonces la muleta administró
con precisión lo que quedaba y la espada contraria pero ejecutada leal y total.
Correspondió a El
Juli el toro del debut. Único cinqueño de la tarde. “Detenido”, número 37 de 530 kilos, aplaudido
de salida, codicioso, veloz en las cuatro y media verónicas de apertura. Furioso,
celoso y cargoso, contra el caballo de Salvador Núñez. Bravo ante Montes y el
extraordinario cuarteo de “El Pilo”. Solo deslució por escarbar. Luego su noble
y lenta embestida dio pábulo a una faena de paño planchado, rima y marcapaso.
Que pronto pusieron griterío y pasodoble. Las plantas quietas el trazo largo, el
embroque apretado, la muleta con la mitad barriendo arena pa dentro y los
remates exactos. El volapié veraz, atracándose de toro dejó la espada hasta los
gavilanes un poco pasada (no trasera). Rodó el cinqueño. Faena prístina, impecable. La
plaza se llenó de pañuelos y voces. Don Gabriel inconmovible no sacó esta vez
su antes alegre pañuelo. Se armó la bronca y la vuelta que no quería dar el
madrileño, fue exigida como una reivindicación del pueblo. A la salida
volvieron contra su señoría. Cosa de la democracia taurina. El curto fue manso
y la porfía breve.
Pablo Aguado, consentido de Sevilla, que había estado soso con el soso tercero al
que mató de fierrazo caído, se le fue ido un gran toro el sexto, y con él un
triunfo a mano. Solo esbozó atisbos de su arte capotero en el saludo de cal y
arena. Lo demás, fue lo de menos. Una pena.
Discusión:
Discrepo del importante abogado quien alegó que la primera oreja la da el
público porque es el que paga. No, no. ¿Cómo así? Las orejas las concede el
presidente, a petición mayoritaria del público, solo como requisito, no como
imposición.
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