VIÑETA 491
Síndrome de Harry
Mirando,
con ojo clínico, lo que viene padeciendo la fiesta en las últimas dos o tres
décadas, asalta la tentación de agrupar todas esas dolencias bajo un solo diagnóstico.
Igual que hace la medicina con el conjunto de signos y síntomas que
caracterizan enfermedades recién identificadas. Esta, por lo general echa mano
al nombre del descubridor. Síndrome de Down o de Turner; o al de un paradigma
cultural semejante, complejo de Edipo o de Electra..., por ejemplo.
Cómo
podría llamar entonces un investigador al hallazgo de un conjunto psicosomático
integrado por: inmunosupresión, infestación de parásitos oportunistas, extravío
de caracteres esenciales, pérdida de identidad, disociación de la realidad,
apetito voraz, atrofia de la musculatura y el esqueleto, postración, fiebre
publicitaria, delirios de grandeza y negación de la gravedad.
O,
hablando más descriptivamente: Bajas defensas. Ataques políticos. Confusión. Degradación
del toro, la lidia, el riesgo. Menosprecio de la evidencia, los resultados y
los méritos en el ruedo. Obsesión por el dinero inmediato. Ablandamiento de los
pilares fundamentales del culto, verdad, integridad, valor, fiereza.
Conciliación con las exigencias de los agresores; atenuación, morigeración,
teatralización, prohibición. Metamorfosis enmascarada taurina-antitaurina.
Desinformación y construcción mediática de ídolos. Primacía del show
business. Evolución de mal pronóstico...
Para
llamar todo esto tan complicado, habría que buscar una palabra fácil, corta, de
moda, nemotécnica, un nombre que acapare likes. Algo así como Harry ¿No?
¿Qué tal síndrome de Harry, o complejo de Harry? Sí, suena bien ¿Pero cuál Harry? Hay varios
en cartelera. Por supuesto, no el Harry que anda vendiendo los trapos sucios de
su real familia. No, no, ese no sirve, para nada. ¿Quizás Harry (Potter), el
niño imaginario, que vende como pan caliente libros, películas, videos, de todo
y que convirtió en magnate a su genial autora? Bueno, sí, pero su magia no
parece calzar.
Mejor
uno que se asocie con incongruencia, con ser lo que no se es… A ver… ser lo que
no se es… Otro Harry… ¡Harry Benjamín, el endocrinólogo! Pionero en el estudio
y la comprensión del transexualismo. Esa trágica paradoja de poseer mentalmente
un sexo atrapado en el cuerpo contrario.
¿No caería mejor este símil, al empeño de la
cabeza en meter el rito milenario en un organismo antagónico? Síndrome de
Harry, por el buen doctor alemán. Cualquiera podría convenir que cae justo.
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