lunes, 24 de octubre de 2022

EL EXTRAVÍO ANIMALISTA - VIÑETA 477

 
VIÑETA 477
 
El extravío animalista
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 24 2022
Serpientes mascotas. Foto: Mis animales
La enajenada pasión de Calígula (paradigma de tiranos y animalistas), por su caballo cónsul, “Incitatus”, parece vista desde hoy, apenas una pantomima profética de nuestra posmoderna época.
 
Así lo esbozan dos artículos, de distante origen, aparentemente inconexos, pero no. Publicados juntos en El País de España el viernes pasado: Uno desde Vigo, “Mascotas S.A.: una industria ‘milmillonaria’ que no para de crecer”, por la economista María Fernández. Y el segundo desde México, “Por una crítica de la izquierda desde la izquierda”, del escritor Jorge Volpi.
 
Proyectan a doble pantalla el panorama de una sociedad caligulina, tóxica, disparatada, que desfoga entre las dos formas modernas del autoritarismo eterno: fascismo (derecha), estalinismo (izquierda), su también estrábica relación con los animales, mediante la no mencionada masacre y esclavitud por un lado, y a contramano la morbosa transferencia de representaciones, valores y necesidades a ellos, por el otro.
 
Señala Fernández: que solo en Europa occidental, este año, el gasto en comida y accesorios para seres en sometimiento (mascotas), subirá de 36.500 millones de euros. Jacuzzis, alojamientos en resorts, escoltas y paseos en coche de alta gama son algunos de los servicios de los que disfrutan las mascotas de China, informaba por su lado el ABC, en una reseña de glamour: “La vida de lujo llega ahora a los perros asiáticos”. Y a los de muchos otros países, claro.
 
Todo esto cuando crecen los mataderos, el envenenamiento del hábitat, la tercera parte de la humanidad padece hambre y por la misma razón, la mortalidad infantil es igualmente monstruosa.
 
En 2021 España cruzó la barrera. —En sus hogares hay más perros que hijos— los han reemplazado, informa con fruición Adolfo Santa-Olalla presidente de la Asociación Española de la Industria de animales de compañía (Aedpac).
 
Mientras tanto. “Ante la creciente amenaza fascista que se expande como una mancha de agua desde Italia y Alemania hacia el resto de Europa, diversos partidos y grupos de izquierda —entre los que se cuentan desde republicanos y anticlericales hasta socialistas, comunistas y anarquistas— conforman grandes coaliciones para contener al enemigo. No sin dificultad, estos Frentes Populares aumentan su influencia y llegan al poder en Francia y España, aunque, una vez allí, se ven desgarrados por las pugnas entre sus facciones” (Volpi).
 
En medio de tal esquizofrenia política, el supuesto “derecho animal” desborda los derechos humanos refundiendo supremacismos antagónicos. Para citar el caso bandera, en la criminalización de un culto naturalista como el toreo. La izquierda de moda, que ha hecho propia esa cruzada, encuentra para ella complicidad en amplios sectores de la derecha.
 
Cuatro semanas atrás, la cámara de representantes colombiana, de mayoría derechista, en comunión suprapartidaria votó 101 a 23 la ley de prohibición a la tauromaquia, y se dispone a rematar la faena en el senado con igual desproporción.
 
No, no es inexplicable, una y otra empresa ideológica, maridadas por la demanda esnob, de los tiempos que corren, cortejando las respectivas clientelas y aplastando a los menos (electoralmente) con su híbrida y circunstancial mayoría... Como en los linchamientos. La democracia es un abuso de la estadística, ironizaba Borges.

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