VIÑETA 465
La
lidia del mejor
Jorge Arturo Díaz Reyes, VII 18 2022
Premiado como “el mejor” del San Fermín 2022, y por ende candidato para
toro de la temporada general (mundial). Quinto de Jandilla en la octava corrida, “Rufián”,
número 70, negro, cinqueño, de 565 kilos, astifino, bien puesto, merece
recordar las percepciones que aquel día motivó su lidia.
Salida soberbia. Solo la capa de Marín en el quite le
rindió honores, por chicuelinas y media. Con prontitud, empuje y celo se jugó
en la prolongada y bien situada vara de Manuel Cid y volvió por más, aunque no
lo halló porque se le quitó el palo apenas tocar.
Murillo e Izquierdo le adornaron justamente y entonces,
Talavante, como descubriendo la fortuna de su sorteo que le había
deparado lo mejor de lo mejor, brinda por segunda vez al público. Doble brindis
que ha menudeó en la feria, no se sabe si por exceso de reverencia o en busca
de indulgencia, pues luego en las entrevistas no pocos de los oferentes se
quejan de que su bullicio no los deja concentrar en la lidia.
Bueno, lo que sea. El extremeño, con cuatro por alto,
un cambio, natural y el de pecho, se planta con toda su longilínea verticalidad
en los medios, ya seguro de la joya que tenía entre manos. Frugalidad, quietud,
y buen trazo, rentan de las embestidas fijas, humilladas y largas. Dos tandas
izquierdas de gran precisión y elegancia confirman qué pese a los avatares de
esta opaca temporada de su reaparición, la convicción que lo puso donde lo
puso, persiste.
Pese al viento que le flamea el trapo, cinco derechas,
una zurda y el de pecho seguidos de otros cuatro naturales de factura y el
forzado exhiben la excelsitud del jandilla. Todos felices. En el callejón Borja
Domecq sonríe complacido. Y la fiesta sigue con farol, costadillos, giros,
trincheras, circulares… a todo va y de todo vuelve, leal, por abajo, bravo.
La faena roza el tiempo reglamentario, y solo en las
postrimerías un amago de renuncia deslustra, solo eso, un amago fugaz, no le
hace perfecto. Olvidándolo, acude invicto a las tres manoletinas, la trinchera
y el por alto. Alejandro entra de frente rebotando contra los pitones y dejando
una espada completa, pero levemente desprendida y tendida que no mata, que
alarga, que hace sonar el aviso, que requiere tres golpes de cruceta tras los
cuales se van también las orejas, la ovación al arrastre y la vuelta al ruedo
para el matador que no tienen glosas.
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