Primera
figura
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 21 de abril
2015
El
toreo es mitología cambiante. Cada generación erige sus ídolos, les adora y les
desecha. Los más, antes del retiro. Los otros poco después. Excepcionalmente la
gloria sobrevive algunas décadas... un siglo... dos...
"Ciclones",
"Revelaciones", "Fenómenos"... tantos brillaron, desaparecieron, ¿Existieron? Deificaciones
efímeras que hoy la pirotecnia del marketing ha hecho tan repentinas y fugaces
como las modas de temporada. Como casi todo en la cultura.
Ese
consumismo da pie a quienes dicen que el culto es un invento de a lo más 300
años. !Pendejos! ¿Habrán oído hablar de Gilgamesh? Primera tauromaquia,
primeras escrituras, primera figura.
Que
según ellas tenía porqué serlo. Arrojado, poderoso, apuesto. Épico protagonista
de hazañas ingentes. Líder entre pares. Domador del bestial enemigo a mejor
amigo. Constructor de plazas fuertes. Monarca centenario. Dueño de la eterna
juventud. Cultor de amistad. Amante de la vida... Suicida mayor con ochenta que
quisieron morir por él. Precursor de la Biblia y el toreo...
"El más espléndido entre los héroes, el más
glorioso de los hombres"--¿Alguno, pese al tiempo, la selección del
toro y la profesionalización de la lisonja, le ha superado?
Hijo
de sacerdote y diosa. Desdeñoso de otra, enamorada, que lo maldijo y le deseó
morir en las astas de un toro. El eterno femenino…
"¡Oh
Padre mío, crea un toro celeste para que Gilgamesh sepa lo que es el miedo!"
Imprecación
fracasada, que sin querer lo convirtió en "primerísima figura"...
"El
toro celeste echó espuma sobre el rostro del héroe, le azotó con su gran cola… (y este)
Entre la cerviz y los cuernos hundió la espada."
En
los terrenos... Entre la cerviz y los cuernos... Estocada delantera, cierto,
pero que mereció las orejas que no le dieron, la idolatría que le prodigaron,
el mito que le construyeron, y el llanto despechado...
"¡Ay
de Gilgamesh que me humilló matando al toro del cielo!"
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