La feria desmadrada
Por Jorge Arturo Diaz Reyes 26 de octubre del 2014
Cali
siempre ha sido de toros, y cuando el 28 de diciembre de 1957, por la tarde,
"Resoplón" de Clara Sierra saltó el ruedo, sólo inauguró su más
reciente plaza, Cañaveralejo. Bueno, también inauguro la feria, la primera. Cinco
corridas.
Fue tal el
entusiasmo despertado que al año siguiente una rumba general se les agregó con
cabalgata, gallos, música, bailes, licor, desfiles, reinados y folclor,
haciendo de ellas, con sus preámbulos y remates, el epicentro de la enorme
jarana.
La plaza
hervía con el mismo fuego de las calles ganando un ambiente que término
caractérizandola. En Cali, la feria son los toros, decían todos, ensombrerados
y con el poncho al hombro. Esa unión entre la joven madre y su primogénita,
fiestera y alocada, hizo de las dos una, pese a que desde su nacimiento está
última, tuvo su propia programación y dirección a cargo de personajes
designados por los políticos de turno.
Así, de
año en año, de fiesta en fiesta, de trago en trago, han envejecido alegres, juntas e inseparadas.
Pero de un tiempo acá, la hija no sólo ha comenzado a independizarse, sino a malquerer
a su madre hasta el punto de negarla.
Y el feo
desafecto filial parece venirle, más que de su propio corazon, del de sus
transitorios directivos (burócratas antitaurinos o taurinos vergonzantes
algunos), dueños designados de alegrías ajenas. No, no es una impresión
subjetiva. La revista oficial de la feria (año 3, número 7), publicada por la
alcaldía y Corfecali, lo constata.
En todo el
fascículo, desde el editorial, firmado por el señor alcalde (supuesto
aficionado), pasando por el "programa oficial de la feria", hasta la
contraportada, no hay una sola mención a los toros, ni una sola. Según eso, no
tienen arte ni parte. A cambio, abundan actividades masivas cuya programación
simultánea con las corridas les compiten, y entorpecen el desplazamiento y la
concurrencia del público a la plaza.
Un
programa, valga señalarlo, centrado casi exclusivamente en la salsa, ritmo
neoyorkino de moda, que no solo han querido convertir en folclórico, sino en la
única expresión cultural de la ciudad.
Monotemático esnobismo que desconoce
todas las ricas tradiciones y hondas raíces, entre ellas la fiesta de los
toros, la más culta, según García Lorca, y que ha estado aquí desde la misma
fundación por don Sebastián de Belalcazar en 1536. Es la ignorancia, es el
abuso, es el desmadre.
Lamentable actualidad.
ResponderEliminarLa ignorancia es atrevida y la culpa es de la empresa que le falta pantalones y rigor.
Un saludo.
D.Ramos