lunes, 12 de diciembre de 2022

CONTANDO EPOPEYAS - VIÑETA 484

 
VIÑETA 484
 
Contando epopeyas
Jorge Arturo Díaz Reyes, 12 XII 2022 
O llevarás luto por mí, fragmento, página 381

Murió Dominique Lapierre y es difícil evocarlo como individuo y no como media pareja. La literaria que formó con Larry Collins. Bueno, a decir verdad, ni como lo uno ni como lo otro le recordó suficientemente la prensa taurina esta semana.
 
Que habría debido hacerlo, pues una de sus obras: “O llevarás luto por mí” (1968), quiérase que no, figura entre las más leídas, sino la más leída de la historia del toreo, en cualquier idioma.
 
Promediaban los sesenta. Esa década tremenda en todo aspecto, y en los ruedos dorada por Antonio Ordóñez, Diego Puerta, El Viti, Paco Camino, Curro Romero…, y desbordada por el turbión pasional que fue Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”. Torero de masas y fenómeno taquillero, como no hubo antes ni después.
 
No el mejor, ni el más artista, ni el más poderoso, ni definitivamente el más canónico (al contrario), pero sí el que con su personalidad impactó de lleno en el espíritu de la iconoclasta generación emergente de la época. Lo encarnaba.
 
Los dos jóvenes, francés y norteamericano, reporteros de guerra, que se habían conocido como soldados de paz. Pese a ser competidores profesionales entre sí (Paris Match y Newsweek respectivamente), habían saltado juntos al estrellato con su libro ¿Arde París? El cual de una vendió más de 50 millones de copias, y luego dió pábulo a la millonaria superproducción hollywoodense del mismo título. Nuevos ricos entonces, fueron de vacaciones a España ese año 1964, recordaba el uno a la muerte del otro en el 2005:
 
“Apenas llegados, recibimos un telegrama de la gran revista internacional The Readers’ Digest, en el que nos pedía que escribiésemos un artículo sobre el más importante torero español de aquella época, El Cordobés. Ni Larry ni yo teníamos la menor idea sobre la tauromaquia, pero nos entusiasmaba el proyecto sólo con pensar en transformarnos en dos pequeños Hemingway. Y de hecho íbamos a poder contar toda la historia de la España moderna a través de este hijo miserable de un combatiente republicano muerto de hambre en un campo de concentración franquista. Este segundo relato, titulado...O llevarás luto por mí nos colocó definitivamente en la ruta de las grandes epopeyas históricas mundiales…”
 
Sí, tras cuatro años de investigación y redacción, ese inicio en la veta dé las grandes epopeyas mundiales fue su segundo estallido editorial, al que siguieron: Oh Jerusalén, Esta noche la libertad, El Quinto Jinete, ¿Arde Nueva York?…
 
Best sellers, que como pasó con su torero, si bien no los consagran paradigmas de arte, sí los dejan a la posteridad como estruendos globales de la narrativa realista. Esa que han dado en llamar “periodismo literario”. Tonto rótulo. Todo periodismo escrito bueno o malo es literatura buena o mala. Uno de sus géneros.
 
Los aficionados sesenteros, cada vez menos, no podemos olvidar aquel desatado “Cordobés” que vivimos jóvenes, afianzado en nuestra memoria por ese retrato inclemente, sobre la escena de su trágica España, que Lapierre y Collins mostraron al mundo tan crudamente.
 
Tampoco los taurinos de hoy, sesgos aparte, pueden ignorar ese testimonio, ni lo que aportó a la comprensión y propagación del perseguido culto. Luto por ti Dominique.

lunes, 5 de diciembre de 2022

EL ASUNTO - VIÑETA 483

 
VIÑETA 483
 
El asunto
Jorge Arturo Díaz Reyes, 5 XII 2022 
Fotograma: Plaza Toros TV
El toreo es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los toreros. De haber sido aficionado, quizá Clemenceau, el ultra ministro a quien Francia debe la victoria en la primera guerra mundial y el tratado de paz que la precipitó en la segunda, se habría hoy parafraseado a sí mismo: “La guerra es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares”.
 
Seguramente lo habría hecho, contemplando cómo tras décadas, en que las figuras, han extendido su mando más allá de los ruedos; a las taquillas, a las empresas, a las ganaderías, a los palcos presidenciales, a las oficinas gubernamentales de asuntos taurinos, a la publicidad, a la crítica, a los medios…, y por ellos a la afición y la opinión pública. Dictando sus pareceres, imponiendo sus preferencias, normatizando sus caprichos, capoteando los valores. ¿Cómo podría haber excluido de responsabilidad a quienes tanto han influido en el rumbo de la Fiesta?
 
Encarecimiento, facilismo, frivolización, privilegio de lo espectacular sobre lo ritual, remedos del “show business”, deslegitimación, descrédito, contracción, e impopularidad…, en un proceso debilitador que amenaza liquidación.
 
Cierran Iñaquito, La Santamaría, El Bibio, La México… Encogen Las Ventas. Arrecia el prohibicionismo en los parlamentos. La empresa de Madrid advierte: perdemos plata montando carteles a millón de euros. El Juli, paradigma de figuras, le dice con su rostro marcado por viejas cornadas, a la élite de la afición mundial (Asociación el toro de Madrid) en la cara: yo no creo en el torismo, escojo lo que me permite desarrollar mi toreo... Y el coro estalla en las redes: Sí, sí… el “espectáculo” ante todo. Es lo qué hay que salvar.
 
Y el animal sagrado, al que se le deben todas las ventajas. Y el culto a su racial trapío y fiereza imprevisible. Y el hondo significado sacrificial conjunto de la lidia, como voto de honor y comunión con la naturaleza. Y la devoción (emoción) que su verdad infunde. Y la sangre de los mártires (toreros). Y todas esas cosas que han hecho de la tauromaquia parte abismal de la cultura, que la han justificado y engrandecido siempre, y que aún la sostienen… ¿Qué?  ¿No son un asunto demasiado serio…, el auténtico asunto?

lunes, 28 de noviembre de 2022

ZOOFILIA - VIÑETA 482

 
VIÑETA 482
 
Zoofilia
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 28 2022 
Fotograma: Plaza Toros TV
Una cosa es amar a los animales y otra copular con ellos. Misma palabra, dos acepciones. Igual que otras muchas.

No hay que confundir. La costumbre y sus derivados; razón, cultura, moral… obligan a diferenciar según contexto el significado de las palabras polisémicas y los comportamientos que traducen. El lenguaje es un orden que la especie impone a todas las cosas y seres.

Somos animales, claro, pero razonamos, los únicos, luego aventajamos. Así ha sido y así es. Clasificamos y dictamos el verso y el anverso, el uso y el abuso, el sí y el no. Eso ha hecho de nosotros los máximos competidores biológicos. Ya sumamos 8.000 millones y aumentando. Necesitamos comer mucho, consumir mucho, depredar mucho para seguir proliferando.

Estas duras obviedades quedan ocultas en el animalismo retórico. Que pretende disfrazar la fatalidad ecológica, con poses trans-especie, que van de la zoomanía, hasta la zoocracia. Del mascotismo al exterminio del toro de lidia, negando el “espectáculo bárbaro” que lo sustenta. Del miedo al delirio de una vida sin muerte. Ofreciendo un utópico reino del “derecho animal”, definido, aplicado y restringido unilateralmente que ya de suyo es un contrasentido. Un reino sin corridas para que sigan la hecatombe y el festín sin arrepentimientos.

Prohibir solo esa “crueldad”. En lugar de toda la que ha signado desde siempre la relación del hombre con la naturaleza y consigo mismo. Esa inocultable crueldad que nos ha cargado de culpas y deudas que ya estamos pagando aterrorizados. Esa que ha escrito y sigue escribiendo la historia humana.

Es patético ver como se invoca la piedad y la civilización, para condenar el culto ancestral a un animal, cuidado y mimado más que ningúno, hasta una edad que a sus congéneres no se les permite llegar. El cual, sacralizado, se bate con un oficiante ceremonial, en privilegiadas condiciones de igualdad, identidad y respeto.

¿Cuál mayor muestra de amor y reverencia (zoofilia, primera acepción) del hombre a un animal que ofrecerle su propia vida en homenaje y expiación del abuso histórico?

¿Por qué resulta en particular este rito tan incomprensible y ofensivo a zoomanos, zoopatas y zoocratas? Quizas porque los deja en evidencia.

lunes, 21 de noviembre de 2022

MONÓLOGO DE LA HAMBURGUESA - VIÑETA 481

 VIÑETA 481

 Monólogo de la hamburguesa
 Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 21 2022 
Foto: Cardamomo news

Sin pretensión. Soy de las que llaman sencillas o económicas y, aun así, la más solicitada del mundo. Mis elementos, los esenciales nada más. Dos hemisferios de pan, una hoja de lechuga, una rodaja de tomate y el medallón de carne pasado por la hoguera.

 

Sin embargo, cuanta complejidad tras mi aparente simpleza. Cuanta historia, trabajos, azares y sobre todo cuanta vida sacrificada para que mi existencia soporte otras existencias.

 

El buen trigo reproducido en campos de concentración, segado en lo mejor de su juventud, desgranado, triturado y llevado a los hornos; luego de ser amasado con la leche que las vacas prisioneras no pudieron dar a sus crías. Con los huevos que nunca fueron pollitos, cosechados en galpones industriales. Y la tierna lechuga inmisericordemente arrancada de su lecho y destrozada. Y el inocente tomate amputado de su frágil tallo y tasajeado. 

 

Y el novillo y el cerdo que no pudieron ser adultos porque sin oportunidad, masivamente fueron cebados, asesinados, desangrados, destripados, desmembrados, molidos y sus restos congelados antes de llegar a la parrilla y a la mesa. Cuántas vidas debieron terminar para ser lo que soy, alimento humano que al final, cerrando el ciclo, abonará nueva vida. ¿No es cruel? Me avergüenzo.

 

¿No hay derechos? ¿No hay proyectos de ley que prohíban esta barbarie? ¿No hay defensores de la vida (vegetal y animal) que impidan esta masacre pública? ¿Por qué los políticos ahora persiguen solo las corridas donde unos muy pocos toros tienen el privilegio de batirse digna y abiertamente? ¿Y todo lo demás, qué?

 

¿Hasta cuándo, tigres matando cervatillos, águilas desgarrando ratoncitos, peces grandes comiéndose a los chicos? ¿Libidinosos mutilando flores, para cortejar? ¿Abejas robando néctar? ¿Hasta cuándo este horror? ¡Alto al sadismo!

 

Que proscriban también el control de plagas, el aseo y la sanidad humana, en favor de los macro y microrganismos. Y en justicia, la biología completa, penalizando toda muerte y toda vida que de ella derive. De lo contrario, cualquier parcialidad será patraña.

lunes, 14 de noviembre de 2022

UNA CARTA FABULOSA - VIÑETA 480

 
VIÑETA 480
 
Una carta fabulosa
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 14 2022 
Foto: Victorino Martín
Hola Jorge: Hace frío por estos días acá en Extremadura, pero nada, vengo de generaciones a la intemperie. Decidí escribirte abiertamente (puedes publicarlo), con perdón de tantos de los tuyos que inconsultos ahora lo hacen por nosotros. Apersonándose sin pedir permiso, administrando a capricho nuestros “derechos”, asignados por ellos mismos, entre los cuales, claro, no va la opinión de los “representados”. Creo que a ustedes les pasa igual con los políticos allá, ¿no?
 
Bueno, ya sabes, vivo retirado desde hace más de ocho meses en mi finca. El placentero arte de la procreación, los paseos por el campo y el oír lo que suena por ahí ocupa mis días. Divago, rumio, disfruto… He subido de peso, entenderás. Los ímpetus, las cicatrices y los recuerdos de mi bravía juventud se van atenuando.
 
Aunque no, nunca los de aquel domingo 6 de marzo pasado en Olivenza. ¡Uf! Qué fiesta. Cómo la viví. Pleno, con toda la alegría y el vigor de mis 578 musculosos kilos (¡Ay! volver a tenerlos). Lástima que te la perdieras. Quizá la conozcas, te copio un fragmento de la nota que publicó Sixto Naranjo en “El Albero” ese día. Modestia aparte, me pareció justa (nada de sobre):
 
La lidia total llegó con el precioso quinto. Tomó una vara cobrada a ley viniéndose de largo y empujando abajo. Y después, el delirio en un sobresaliente tercio de banderillas protagonizado por el propio Ferrera en compañía de Fernando Sánchez y José Chacón. La plaza en pie de nuevo. Las hechuras no podían fallar y no fallaron. Embistió con humillada y enclasada nobleza por el pitón izquierdo y por ahí lo reventó Ferrera. Tandas cada cual más profundas y con más número de muletazos, con el victorino respondiendo a la apuesta del torero. Por el derecho, sin ayuda, apuntó menos humillación, pero se daba con igual temple y ritmo. Por ello volvió a la zurda el torero para dejar una serie rotunda. Otra vez a la zocata sin ayuda y un cambio de mano que resultó eterno. La llama del indulto ya había prendido para entonces en los tendidos. Se intuía y presentía. No se hizo de rogar mucho el palco, que asomó el pañuelo naranja entre el delirio de los tendidos…
 
Ahí cambió mi destino. Ahora en mi ganada molicie tengo tiempo hasta para vuestra literatura. Y a propósito, supe que le dieron el Premio Cervantes al poeta Venezolano Rafael Cadenas. Casi póstumo, tiene 92 años. Como siempre sacudieron su biografía, exhibieron sus fotos y lo ametrallaron a preguntas. Los periodistas. Él, qué como yo ha sido tan discreto, callado y rebelde, a una contestó: La vida suele llamarse hipócritamente sagrada por los que atentan contra ella”.
 
No sé por que imaginé que hablaba entre otros de nuestros “protectores” de oficio. Zoófagos, glotones de carnicerías, que por ley amenazan borrarnos de la faz de la tierra, prohibiendo las corridas (nuestro sustento). Dizque para impedir que sigamos defendiendo la vida en buena lid, ritualmente, públicamente.
 
Porque según alegan lo decente, lo verdaderamente moral, “nuestro derecho” y fin, es el asesinato indefenso, con descuartizamiento, masivo, cotidiano, anónimo, infame, oculto. Como el de todos los millones y millones de mansos (bienaventurados los mansos) que no tienen el privilegio de salir al ruedo. Tendría otras muchas cosas tan, tan humanas cómo estas que comentarte. Pero disculpa, debo cortar. Irresistibles mugidos me reclaman.
 
PD: Siento que mis parientes anunciados para la feria de tu pueblo a fin de año, ya no vayan. Cosas de salubridad, dicen.
 
Hasta la próxima. Saludos de tu amigo cornudo, aun vivo y feliz.
 
Madero

Nº 52. Semental certificado

Las Tiesas - España

lunes, 7 de noviembre de 2022

DESDE FRANCIA - VIÑETA 479

 
VIÑETA 479
 
Desde Francia
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 7 2022
Foto: Avignon, istockphoto.com
Se puede prohibir todo; las corridas, el arte, la filosofía, la música, la literatura, los libros, el amor, el sexo, la justicia, la maternidad, la alegría, la civilización…
 
Es posible, claro, y se ha logrado por épocas y sitios. Penalizar la fiesta, la solidaridad, la esperanza, la imaginación, la belleza. Desvirtuar la virtud, culpar la inocencia, violentar la razón. Gobernar el pensamiento, el lenguaje, la memoria, la tradición, la historia, la moral. Condenar la curiosidad, la ciencia, la crítica. Negar la realidad, la libertad, el sentimiento, la dignidad.
 
Amarrar la cultura, la elección, la costumbre. Obligar a vivir sin apego, sin felicidad, sin humanidad, uno tras otro, trabajo tras trabajo, bocado tras bocado, como los insectos. Vegetar en presente, ordenados, ausentes.
 
Sí, es posible vivir así, animalizados, porque todo lo que nos hace humanos es naturalmente prescindible. Lo que no es posible, por más que se pretenda, es aceptarlo sin dejar de ser lo que somos.
 
No sé para qué sirve la poesía, pero sí sé que es imprescindible” Alegaba Jean Cocteu, aficionado a toros y toreros, además de poeta, dramaturgo, escritor, crítico de arte, ensayista, pintor, director de cine y diseñador.
 
Anteayer, el Concejo municipal de Mont de Marsan votó una moción a favor de la diversidad cultural y la libertad, en protesta contra el antitaurino proyecto de ley Caron que cursa en la Asamblea Nacional de Francia, por contener una “ideología antihumanista, discriminatoria, borradora de culturas populares y de instituciones”.
 
Y el alcalde Charles Dayot, se sumó declarando: “Pedimos al Gobierno que proteja las muchas culturas y sectores amenazados por el antiespecismo radical cuyo portavoz en la Asamblea Nacional es el diputado Caron que, después de las corridas de toros, desea prohibir cualquier forma de interacción con el animal, como la cría, la caza, la pesca, el consumo de carne, la equitación, las mascotas en la ciudad…
 
No solo en América el autoritarismo animalista cuece sus habas.

lunes, 31 de octubre de 2022

LA MUERTE INDIGNA - VIÑETA 478

 
VIÑETA 478
 
La muerte indigna
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 31 2022 
Fotograma: Plaza Toros TV
 
—¡Voto por el General López para que los diputados no sean asesinados! —dicen que clamó el senador Mariano Ospina Rodríguez hace 183 años en el congreso colombiano.
 
El general José Hilario López, conmilitón de Bolívar, veterano además de la guerra de independencia, de varias guerras civiles, entre las muchas que han jalonado nuestra historia, fue así electo presidente de la república por un cuatrienio, durante el cual abolió la esclavitud, expulsó los jesuitas y modernizó el estado, hasta donde pudo. Sin prohibir el toreo.
 
El poeta José Eusebio Caro, su indeclinable opositor, copartidario de Rodríguez, dedicó a esa elección estos duros versos…
 
La esposa del romano Colatino,
a verse impura prefirió morir,
los hombres del congreso granadino
besaron la mano al asesino,
a trueque de vivir.
 
Tras lo cual debió exiliarse a Estados Unidos, de donde solo pudo volver para morir joven (37) en Santa Marta, cerca de donde había fallecido 23 años antes El Libertador.
 
Bueno. ¿Y qué tiene qué ver todo esto con los toros? Pues mucho, creo. Sobre todo, ahora, cuando el parlamento sucesor de aquel de 1849 se dispone a votar (¿mañana?) una sustitutiva del proyecto prohibicionista, la cual, a cambio de seguir con un espectáculo adulterado, “racionalizaría”, “morigeraría” la esencia del rito, mediante la muerte indigna del toro.
 
Misma que día tras día, sufren millones de animales en el mundo. El asesinato aleve, sórdido, a mansalva y sobreseguro, con ocultamiento, en los corrales o en el matadero, luego de haberlo burlado, y de paso, anticipar la extinción de la especie a corto plazo.
 
Apostasía que reniega del fundamento y justificación moral del rito (la corrida). El toro muere cara a cara, vida por vida, públicamente; con reverencia, liturgia, identidad y oportunidad de defensa. En alegoría religiosa de la competencia biológica original, que mantuvimos, cuando éramos decentes, dignos y ecológicos (no ecologistas), con la naturaleza toda.
 
Si los toros tuviesen uso de razón, libre albedrío y voz y voto, como presumen delirantemente los auto concesionarios del “derecho animal”, creo que hoy podrían mugir a coro, por todas las dehesas de la tierra, las rimas de Caro, increpando a los “taurinos” fementidos que quieren besar la mano de quienes pretenden asesinarles vilmente a trueque de vivir (su negocio).
 
Conmigo que no cuenten estos “morigeradores”. Además, creo que la oportunista y envalentonada mayoría parlamentaria tampoco les arrojará esas treinta monedas... Mejor así.