lunes, 17 de enero de 2022

LOS PASOS PERDIDOS - VIÑETA 441

 
VIÑETA 441
 
Los pasos perdidos
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali I 17 2022

Antoñete. Foto (fragmento): El Mundo, “Memoria de los 80

El toreo es arte ritual. Arte sacro digamos, uno de ellos para sus fieles. Componente litúrgico de una ceremonia de ofrenda y sacrificio.
 
Es tan antiguo como la prehistoria, pero sus maneras, estéticas y éticas, igual que en todo arte, han adoptado diferentes expresiones. La llamada corrida moderna es apenas una, la más reciente y quizá no la última. Este formato que tiene unos trescientos años, no abandona sin embargo el esquema primigenio; un oficiante, un toro, una feligresía, un significado.
 
Formato ya representado en los frescos del palacio de Cnosos (taurocatapsia) hace cuatro milenios. El asunto siempre es la muerte real del animal y/o el torero, alegoría de la relación fatal hombre-naturaleza. Desde la introducción en el siglo XVIII de la muleta, el capote, los tercios y las preceptivas (tauromaquias, luego reglamentos), el quid original se mantuvo: Aceptar la superioridad física de la naturaleza (el toro), enfrentarla, honrarla y si es posible sobrevivir a ella sin faltar ni a la dignidad ni al arte.
 
Por entonces, Pedro Romero, un torero de muchísimas corridas, que había visto morir a dos hermanos en el ruedo, y que después de ello seguía sosteniendo y predicando su estoicismo frente a las embestidas; “El toreo es de brazos, no de pies”. O como definiera su rival Pepe-Hillo, también muerto de toro: Sin valor para ver llegar los toros no hay ninguno que ejecute bien las suertes”. Parar, es mandamiento de honor. No se trata de dejarse coger, se trata de darle oportunidad al toro, respetarlo y conducirlo limpia y estéticamente.
 
Pero la corrida, que refleja la sociedad y sus épocas, fue también deviniendo en show business, contrayendo picarescas e interpretaciones acomodaticias. Y se refinaron maneras de hurtar el bulto, fementir sin dejarse pillar del público. Sacar ventaja y taparlo con una belleza retórica. Toda una técnica.
 
Torear fuera de cacho, adornarse a toro pasado, largar tela, abusar del pico, echar el viaje lejos, descargar la suerte, ir de parón. Sí, de parón, vaciar sin ligar, enmendar el terreno, escapar tras cada encuentro, ponerse bonito al paso de la siguiente y volver a poner pies en polvorosa. Los hay que aplauden y premian eso como “toreo puro”. Aun con los toros francos. ¿Modernizadores? Quizá. Son los tiempos que corren.
 
Hasta dicen justificándose, que Paco Ojeda “hacía el parón”. No, no es cierto, le vimos tantas veces, ahí están los videos. Él paraba, mucho, que es todo lo contrario, no vivía huyendo en busca de los pasos perdidos.

BAJANDO DE MANIZALES - VIÑETA 440

 VIÑETA 440

 
Bajando de Manizales
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali I 10 2022

Rueda rodando Autopista del Café abajo, hacia los cañaverales del cálido Valle del Cauca, la memoria trabaja por su cuenta, suelta, silenciosa. Lo pasado en el último mes, va y viene sin orden.
 
Año viejo, año nuevo, Cali, Manizales, las dos ferias grandes de Colombia celebradas entre la pandemia, el miedo, la crisis... Como una exhalación ha pasado todo. Celebraciones, tristezas, contagios, parientes, amigos, conocidos en peligro de muerte. Diecisiete oficios taurinos, once de toros, tres de novillos, uno mixto de recortadores y dos festivales. Diecisiete actos, cada cual una historia en sí misma, pero a su vez apenas episodio de la historia conjunta.
 
Faltan aun dos el 17 y 22 de enero en Bogotá, mejor dicho, en sus goteras. Puente Piedra, catacumba de la primera afición del país, desplazada de su catedralicia Santamaría por la inmoral persecución moralista. Allí, semiocultos el 17 y 22 de enero los toros de Mondoñedo y los novillos de Ernesto González Caicedo escribirán el epílogo de esta temporada grande nacional, o a lo que ha quedado de ella.
 
Mientras tanto, por la carretera, curva tras curva, paisaje tras paisaje, saltan las imágenes en flashback. Para qué sacar notas, estadísticas, balances. Lo que no se recuerda no merece ser contado, decía Corrochano, espejo de cronistas.
 
El lenguazaqueño Anderson Sánchez idultando a “Bonito” cuajado paispamba. Sorpresa. Alejandro Adame y Perera empujados a la Puerta Grande por los nobles utreros de Salento. El grupo de Tauroemoción a brazo partido en Cañaveralejo. Alberto García, Guerrita, Carolina Baquero… en todo, contra todo y con todo. Los recortadores sorprendiendo. Tanto cemento desierto. Los fieles, los ocasionales, los desertores. La formidable corrida cinqueña de Rincón. La previsible imprevisibilidad presidencial. La contundencia de Roca Rey. La patética coreografía de Ferrera. Los catorce frágiles y mansos juanbernardos. De Justo domando el guachicono. El festival ahogado por la lluvia. El Cordobés, Conde y El Cid, que vinieron, vieron, y se volvieron, sin torear. El histórico encierro de Victorino. La gente cómo estaba. La excelsa faena de Bolívar, la de la temporada, con ese bravo primero, “Ordenante”…
 
La ascensión a Manizales. Juan Carlos Gómez sonriente. La hospitalidad. El fervor. Andrés Manrique tirando el triunfo por la borda. Pinar y los duros dosgutiérrez, una tauromaquia exótica en Colombia, cómo puso la plaza. Bajo el diluvio los encastados del Capitán Barbero, José Garrido con el agua al tobillo negándose a la suspensión y desorejando uno. Y al otro día, otra vez empapados, la cuasiperfecta faena de Emilio de Justo al poco toro de Rincón. Roca Rey, triunfante siempre con bravos con mansos, en corrida, en festival, en el agua, en lo seco. Los bellos atisbos de Juan Ortega. El maestro Rincón cargando al pequeño Marco Pérez en hombros y tras ellos todos, una alegoría. La pasión fotográfica de Camilo, llueva, truene o relampaguee. La boleta garante y ansiada, la final de Ernesto Gutiérrez en La Monumental. A la fija, siempre fiesta. El Juli y Bolívar en hombros.
 
Los viejos, los nuevos, los jóvenes, los niños, mi nieto aficionado. Los que murieron. Minutos de silencio, Rafael Giraldo casi, resucitado, cuerpo presente. En Colombia el toreo no se rinde. Manizales anuncia ya sus abonos para la temporada 2023.

domingo, 2 de enero de 2022

SUBIENDO A MANIZALES - VIÑETA 439

 
VIÑETA 439
 
Subiendo a Manizales
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali I 3 2022
 
Autopista del Café a Manizales. Foto: Carder, RCN
Terminada en apoteosis la temporada de Cali, despedido el duro 2021, decantados los recuerdos, lamidas las heridas, recibido a puerta cerrada el 2022…, dos días de reposo y de madrugada emprender, una vez más los 263 kilómetros de asfalto, que mitad valle, mitad montaña, suben a Manizales (2.200 metros). A su semana mayor, a su feria.
 
La Feria andina emblema de Colombia, la diferente, la propia, la genuina. Entrar en ella es entrar en los entresijos culturales del viejo país paisa, en su campechanía, en su montañerismo, en su pintoresquismo; en el alma de una ciudad hoy moderna, universitaria, industrial, exportadora, universal, que ha mucho dejó de ser aldea, pero lo hizo sin desteñir su identidad, sin renegar de su ancestro y sin dejarse travestir hasta ahora por las globales imposturas del posmodernismo Ese es su encanto, ese ser como es, ese ser como ha sido, que la mantiene auténtica en su hospitalario cosmopolitismo, porque atrae, paga el viaje y obliga volver.
 
Toda la fiesta es un río, que fluye desde y alrededor del toreo. Las siete celebraciones en “La Monumental”, formato que también es tradición; cinco corridas de toros, una de novillos y un festival, son leitmotiv de siete días lúdicos con sus noches. Música, danza, deportes, conferencias, exposiciones, belleza, desfiles, gastronomía, carnaval, comercio, paisaje…
 
De nuevo, en esta versión 67, la capacidad de albergue se ha copado desde hace semanas: hoteles, hostales, residencias familiares, casas campestres, fincas aledañas… Con las medidas profilácticas posibles, los manizaleños y sus huéspedes nacionales e internacionales multiplicarán temporalmente la población para comenzar el año oponiendo resiliencia, esperanza y arte a la tragedia, pues la pandemia que se ha hecho endemia, se quedará, y hay que seguir viviendo con ella. El epicentro ritual será otra vez el ruedo y sobre él los oficiantes en orden de aparición…
 
Lunes 3 de enero: Novillos de Achury viejo, para Andrés Manrique, Gitanillo de América II y Anderson Sánchez.
 
Martes 4: Toros de Dosgutiérrez para Manuel Escribano, Rubén Pinar y Sebastián Hernández.
 
Miércoles 5: Toros de Santa Bárbara para José Arcila, Román y José Garrido.
 
Jueves 6: Toros de Las Ventas, para Cristóbal Pardo, Emilio de Justo, y Ginés Marín.
 
Viernes 7: Festival nocturno: Machos de Ernesto Gutiérrez para: Julián López el Juli, Emilio de Justo, José Arcila, Juan Ortega, David Martínez, Roca Rey y Marco Pérez.
 
Sábado 8: Toros de Juan Bernardo Caicedo para Luis Miguel Castrillón, Juan Ortega y Roca Rey.
 
Domingo 9: Toros de Ernesto Gutiérrez para Julián López el Juli, Luis Bolívar y Tomás Rufo.
 

lunes, 27 de diciembre de 2021

MANIZALES AÑO NUEVO - VIÑETA 438

 
VIÑETA 438
 
Manizales año nuevo
Jorge Arturo Díaz Reyes, XII 27 2021
 
Juan Carlos Gómez en plaza. Foto: Camilo Díaz
Con clínica precisión el médico Juan Carlos Gómez habla de la temporada que dirige desde hace más de tres lustros. No es empresario profesional, es vocacional. Continuidad de su apostolado hipocrático.
 
Sí. El Hospital Infantil de Manizales y La Cruz Roja, propietarios de La Monumental y de la temporada (66 de aquella y 16 a su cargo) se dotan y funcionan bien gracias a las rentas taurinas, en importante medida. Esto no es lo distinto por supuesto, la fiesta tiene vieja tradición hospitalaria, filantrópica. Lo distinto en él es el dominio adquirido del complejo arte de organizar corridas, buenas corridas, pues esto no se lo enseñaron en la universidad. Se lo impuso la vida y la tradición autogestionante de su tierra. Como un más allá de su dedicación a cuidar la salud de los pequeños pacientes. Suigeneris “productor taurino” (como llamaría Simón Casas), no se parece a otros taurómacos colegas, no tiene ánimo de lucro, no lleva otras plazas, no apodera toreros, no tiene ganaderías, no corteja los medios, no da ni se da coba...  
 
Estudia, piensa, trabaja, trabaja, trabaja… y dice las cosas como son. A lo médico, sin hipérboles, placebos ni mentiras piadosas. Con su franco y sereno acento paisa desgrana las historias, deduce los diagnósticos y sustenta los pronósticos. Esa bien ganada credibilidad y los resultados, le han perpetuado al timón de Cormanizales.
 
Así como es, afirma sin titubeos: La temporada 2022 (3 al 9 de enero) ya está lista, es irreversible, salvo imprevistos catastróficos, claro, como reza la vieja tradición cartelera; si el tiempo y la autoridad lo permiten. Esta última (autoridad), gobernación y alcaldía actuales, no es aficionada, no gusta del toreo --continúa --pero hasta hoy ha comprendido que la temporada además de legítima y legal, es indispensable, un proyecto de ciudad, de toda la ciudad, con grandes implicaciones sociales, culturales y económicas.
 
En cuanto al toro de Manizales, es el toro en tipo de las ganaderías, sin excesos, y los toreros que vienen, son los que a mi juicio más interesan hoy a nuestro público. Figuras de tirón, como El Juli, De Justo y Roca Rey, junto a novedades insoslayables: Juan Ortega y Rufo, y para el festival el sorprendente niño Marco Pérez. La torería nacional encabezada por Bolívar, está bien representada y el resto de la nómina, incluidos los novilleros, ha estado seguida muy de cerca por nosotros a lo largo del año... Por eso los traemos…
 
Tenemos una base de 4.000 abonados y la boletería suelta se mueve al ritmo de la última temporada prepandemia (enero 2020). Cierto, existe actividad antitaurina, y en eso como en todo, respetamos las diferentes maneras de pensar y sentir siempre y cuando se respeten las nuestras. En lo referente al clima, bueno, nunca me angustio por él, aquí en la feria llueva, truene o relampagueé, damos toros y llenamos la plaza.

lunes, 20 de diciembre de 2021

MEJOR NO - VIÑETA 437

 
VIÑETA 437
 
Mejor no
Jorge Arturo Díaz Reyes, XII 20 2021
Bogotá, Plaza de Santamaría. Foto: Camilo Díaz
 El jueves, hace cuatro días, leí en el portal Tendido7.co, dirigido por mi querido amigo Guillermo Rodríguez, el siguiente titular: “Sale licitación del IDRD para la Santamaría mutilando la esencia de la corrida. Habrá propuestas para no perder la historia y advirtiendo la supremacía de la Ley 916.
 
Intrigado, continué hasta la última letra de la noticia. Toda una declaración de principios, o mejor, de no principios. Para empezar, la sigla IDRD corresponde al Instituto Distrital de Recreación y Deporte organismo de la Alcaldía de Bogotá. Entidad esta desde la cual durante las últimas dos décadas se han ejercido e incitado todas las formas de antitaurinismo, pese a que paradójicamente dentro de sus obligaciones figura la de proteger y administrar la Plaza de Toros de Santamaría. Propiedad de la ciudad, de toda la ciudad, no solo de una minoría exclusionista. No ser aficionado no implica ser antitaurino ni perseguidor.
 
De entrada, la definición y la adscripción que del cometido de la plaza se hace, es ignorante y equívoca. La corrida de toros no es “recreación” ni es “deporte”. No. Es un culto, un arte y una tradición. Lo cual además está reconocido, legitimado y legalizado en su integridad por la historia, la costumbre, la Constitución Nacional (Ley 916 de 2004) y hasta el cansancio por la Corte Constitucional.
 
Pero nada, el Concejo bogotano, jerarquía de nivel municipal, y hoy de bolsillo valga decirlo, para la actual alcaldesa gracias al tornadizo juego de la política, se declara por encima de lo nacional, se pone al margen de la Corte y de la ley, y en uso de sus facultades folclóricas inventa otra corrida.
 
Cabestrea la cultura, legisla otra liturgia, lanza una bula, declara herejes a los fieles y manda bajo “estricto cumplimiento” que se “toree”, pero sin banderillas, puyas ni muerte del toro (en el ruedo). Y como de por medio está la rentabilidad del edificio, el Instituto de lo que no es la plaza de toros, abre arrendamiento de una posible temporada, máximo con tres festejos y en su fabricada modalidad. Sin el primer tercio (de varas), sin el segundo tercio (de banderillas) y sin el tercer tercio (de muerte).
 
No a la esencia, no a la suerte suprema. No el sacrificio ritual del toro, cara a cara, en ceremonia pública y con oportunidad de defensa. No, que lo burlen y luego, a escondidas, indefenso, en la sordidez de los destazaderos, le asesinen igual que se hace todos los días en los mataderos con los miles y miles de vacunos mansos “para consumo”. Un contundente manifiesto, acorde con los tiempos que corren, para los cuales el respeto, el honor y la sinceridad son valores en desuso.
 
Habiendo dinero de por medio no faltarán quienes compitan por explotar el “modernizado” espectáculo, con el argumento de “no perder la historia”. Falso, esa no es la historia, esa es otra historia. Por mi parte, si es que lo montan, me declaro impedido moralmente para ir. No asistiré. No seré cómplice bajo ningún concepto. Ni en la gloriosa Santamaría ni en ninguna parte. Si en eso van a convertir el milenario culto, como ya pasó en Quito, mejor no.

lunes, 13 de diciembre de 2021

OBJECIÓN DE CONCIENCIA - VIÑETA 436

 
VIÑETA 436  
 
Objeción de conciencia 
Jorge Arturo Díaz Reyes, XII 13 2021 

Morante: Fotograma Plaza Toros TV
Soy médico y aficionado, sin contradicción. Como profesional de la vida, el alivio y el consuelo (Hipócrates), la corrida, no me culpa, me disculpa. No veo en ella sadismo, abuso, asesinato.
Veo piedad, contrición, catarsis.
 
No puedo acusarme, ni siquiera humanizando al toro e incluyéndolo en justas reflexiones como las de Camus a los nazis: “El que mata o tortura sólo conoce una sombra en su victoria: no puede sentirse inocente.” Sí puedo sentirme inocente, porque, tampoco veo el toreo como tortura, ni la muerte del toro y eventualmente del torero, como victoria.  
 
Es más, cuando salgo de la plaza, me siento redimido de la inmensa culpa contraída por mi especie, que ha masacrado por los siglos de los siglos, y sigue masacrando en indefensión a cuanta vida puede (comenzando por la misma humana). Cubriéndose siempre con su moralismo pragmático --Es para comer, vestir, calzar, investigar, curar, vender, lucrar, dominar, celebrar, vivir..., es por la familia, por la patria, por la causa, por Dios... ¡Por Dios!
 
Me niego a esa inocencia, no la quiero. Prefiero la sinceridad de la corrida, ceremonia suprema de un milenario culto, que purga simbólicamente, la pena heredada. En ella, el oficiante da la cara por todos a un ser más fuerte, y en condiciones de igualdad, con arte, honor y un código ético, le permite desarrollar su animalidad plena, batiéndose a vida por vida con las armas que la evolución le dio para eso.
 
Sí, me duelen el toro, el hombre, la naturaleza y la fatalidad que nos condena eternamente a la muerte y a luchar por evitarla contra todo. Pero me reivindica que aún, así sea simbólica y ritualmente, podamos representarlo con decoro, belleza y reverencia por nuestros competidores biológicos. 
 
Como nieto, hijo, padre, abuelo de aficionados comulgo con ese credo. Lo hago sin arrogancia. Sin adjudicarme inconsultamente la vocería de los reinos animal, vegetal o mineral. Reconociendo el derecho de otros a creencias distintas. No reclamándome depositario exclusivo de la verdad, ni mucho menos obligado a emprender persecución o guerra santa contra nadie.
 
A los ataques de supremacistas morales, cruzados y neo inquisidores antitaurinos, opongo mi objeción de conciencia.

lunes, 6 de diciembre de 2021

EL SERMÓN DE PUERTA GRANDE - VIÑETA 435

 
VIÑETA 435
 
El sermón de Puerta Grande
Jorge Arturo Díaz Reyes, XII 6 2021
 
Foto: Hola  
                  Es peligroso tener la razón cuando el gobierno está equivocado“. Voltaire

El toreo es juego de autoridades. Entre torero y toro, entre torero y público, entre torero y sistema. Ejercer el mando total es el summum. Llevar el toro, el público y el mundo del toro por donde se quiere. Ser “el mandón”. Torear lo que se quiere, cómo se quiere, dónde se quiere, cuándo se quiere, con quien se quiere, por lo que se quiere…
 
Y, sobre todo, decir lo que se quiere, y que valga urbi et orbi. Tener per se la razón ¡Es que lo dijo el maestro! —ser “El sumo pontífice”, “El papa negro”, como Manuel Mejías Rapela, primer “Bienvenida”. El ídolo del foro, según definiera, 401 años atrás, el sabio Sir Francis Bacon, primer barón de Verulamium, primer vizconde de Saint Albans, canciller de Inglaterra, y de pronto verdadero autor de las obras de Shakespeare.
 
Sí, el toreo rinde culto al héroe, al mito. ¿Pero acaso no también la historia, la filosofía, el arte, la moda, la política, la moral, el deporte y hasta la ciencia? Cuesta llegar a ese pedestal, a veces la vida. Así hallan atajos (en estos tiempos mediáticos más). Pero no importa, el poder paga. Cada época tuvo su monarca: PepeHillo, Paquiro, Lagartijo, El Guerra, Joselito, Belmonte, Manolete… Esta, tiene a su Morante. Hoy, cuando habla se abre el mar.
 
Por ejemplo, la semana pasada se encerró solo en un restaurante de Madrid con la fuerza élite del indócil tendido siete de Las Ventas y les dijo cuántas son cinco. Les enrostró su crueldad, les explicó su milagroso aplanamiento del ruedo catedralicio, les descalificó a los veterinarios en los sorteos, a “La Fundacion” por hacer empresa y al toro de Pamplona por feo. Develó la ignorancia aritmética de Paula, predicó que de cuando en vez lidia encastes históricos (por no dejarlos olvidar), y advirtió a sus devotos, con divina grandeza, que más les vale ser toristas que morantistas…
 
Cuentan que solo el irreverente “Rosco” se atrevió a balbucearle tímidamente que los apoderados le escogían toros muy chicos. De inmediato corrigió y perdonó al mortal: “el de Madrid es el más grande, luego el del resto debe ser menos”.
 
Por el universo taurino resuena el sermón de “Puerta Grande”, y ya los exégetas multiplican e interpretan sus hondos significados para la grey.