martes, 10 de noviembre de 2020

TORO Y CIVILIZACIÓN - VIÑETA 380

 
Viñeta 380
 
Toro y civilización
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali noviembre 10 de 2020
  
Morante de La Puebla. Foto: Arjona, https://twitter.com/Firma_Arjona
No somos tan viejos como creemos. El toro llegó antes que nosotros, mejor dicho, que nuestra versión del homo sapiens. Esta, de ciudad, escritura, conciencia del pasado, arte y división del trabajo, a la que se atribuyen siete mil años mal contados. Nada, casi nada en la infinitud del tiempo y el espacio.
 
Hace por ahí 10.000 cultivamos. Hace más o menos 15.000 domesticamos animales. Hace unos 20.000 hablamos (articuladamente). Hace quizá 30.000 pintábamos toros en las cavernas, y desde mucho antes fuimos carnívoros. Arari, el inteligente profesor israelí, hace un magistral recuento biográfico en su vendidísimo libro “Sapiens”.
 
Cuando resultamos así, como somos ahora, ya traíamos heredado el culto taurómaco. Que es protohistórico (antes de la historia). Las primeras deidades fueron toro y mujer. Dioses de nutrición, sexo, fertilidad, fuerza, supervivencia. Hondas raíces biológicas que subsisten. Las formas culturales que ha tomado el rito entre tanto son expresiones aleatorias de lo mismo. Lo afirman, con pruebas, arqueólogos, antropólogos e historiadores.
 
Entonces, a qué tanta bulla y asco al único ceremonial vivo que consagra ese nuestro pretérito tiempo mayor, cuando éramos ecológicos y no “ecologistas”. Por qué tanta gazmoñería. Si somos lo que somos y ocupamos el lugar que ocupamos y usurpamos en el planeta. Si esa es nuestra historia, no muy digna, más bien indigna, con las otras formas de vida.
 
Si proclamándonos, más astutos, ápices de la evolución, reyes de la naturaleza, nos hicimos dueños del patio y abusamos, esclavizamos, desplazamos, matamos, devoramos, ensuciamos exterminamos y lo justificamos ufanos en aras del progreso.
 
Los “animalistas” aplauden hoy que gracias a la crisis viral, a las no corridas, a la quiebra ganadera, desaparezcan hatos enteros de bravos, asesinados a mansalva en los mataderos. Celebran ver esa otra especie al filo de la extinción. Les apetece carnear ese animal sagrado, que infunde, temor, admiración, distancia, reverencia, y batiéndose cuerpo a cuerpo con el hombre, por su vida y su sitio en el mundo, simboliza un equilibrio humano con la naturaleza y una inocencia perdidos para siempre.
 
Es la civilización de los que pretendiendo defenderlo le niegan la existencia y se niegan a sí mismos.

martes, 3 de noviembre de 2020

UN FAROL SOÑADO - VIÑETA 379

 Viñeta 379

Un farol soñado
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali noviembre 3 de 2020
  
Foto: https://www.larazon.es/toros

Cali a 54 días de la feria, recibe dos noticias impactantes: Una, que Tauroemoción asume la gestión de Cañaveralejo por tres años (aplausos y prendas). Otra, que se darán las corridas… si el alcalde quiere (asombro).

Pues claro que el alcalde no quiere. Lo ha repetido hasta la saciedad. Pese a que fueron los toros los que crearon la feria y no al revés (¿lo sabrá?). Pese a lo que manda la Ley taurina (916). Pese a la promesa de protocolo sanitario riguroso. Y pese a que le ofrezcan lo que le ofrezcan, pues en esta materia su actitud es la misma terca, recursiva y rabulezca de Gustavo Petro en Bogotá durante años respecto a la Santamaría.

Pero además por todo lo demás. Digámonos la verdad. No hay tiempo, los abonos modalidad base de la feria ya no tendrían plazo. No se han planteado carteles, avistado ni comprado encierros. La pandemia recrudece, las medidas preventivas de aislamiento, confinamiento y hasta toque de queda imposibilitarían la congregación de público, aún mínimo.

Para este diciembre, ni siquiera parece posible improvisar unas heroicas corridas virtuales a puerta cerrada, ya ensayadas recientemente sin éxito en Manizales. El jerarca municipal y su solícito Concejo tampoco las permitirían.

La empresa debuta entonces con un farol. De rodillas, capote a dos manos sobre la cabeza, toro por alto y a su aire. Alegre y valiente manera de iniciar faena.

Y su brindis: “Porque otra vez la de Cali sea una feria universal… Traer las máximas figuras, (que otrora siempre vinieron) y toros de Victorino Martín (¿?)… Regresar el dinero si los carteles no gustan… Resucitar preferia y novilladas... Hablar de toros todo el año…” No pasa hoy de ser una declaración de buenas intenciones.

Conmueve la ilusión con que la celebran queridos amigos, aficionados y periodistas. Mismos que no hace mucho también aplaudían la venta de la mitad de los terrenos de la plaza (¡patrimonio cultural!), para disque con esa platica convertirla, no en de toros sino de cualquier cosa, y así recuperar “la mejor feria de América”.  Y… mira cómo estamos.

Nada sería mejor que su sueño se realizara, pero ya deberíamos estar lo bastante curtidos como para no saber que los sueños, sueños son.

Pueda que antes de 2023 despierten y el dinosaurio de varias cabezas, que ha devorado la fiesta en Cali, no esté ahí. Lo dudo mucho.

martes, 27 de octubre de 2020

TOREO Y MODA - VIÑETA 378

 

Viñeta 378

 

Toreo y moda 

Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali octubre 27 de 2020


Manzanares. Fragmento anuncio de la marca de relojes IWC.

Cayetano, Manzanares, Padilla, Lea Vicens… modelos de campañas publicitarias… Frivolidad quizá para los aficionados conservadores, irritación, seguro para los antitaurinos. Pero no, no es una relación nueva la del toreo con la moda. Siempre ha estado, aunque no haya sido siempre de la misma manera, pues moda y toreo son cultura.

No es cosa leve. La moda pesa más, de lo que indican: el ancho de la solapa, la longitud de la falda, el modelo del carro, la marca del reloj, la proporción de las mamas o los glúteos… Tras ella están el consumo, el mercado, la industria, los precios, el empleo, la política. Es gran turbina de una economía (mundial), basada en la compra y el desecho, la sobreproducción y su secuela en el mundo, el deterioro ambiental.

La moda rige los comportamientos colectivos, y, en esta época hipercomunicada, los de la humanidad entera. Por un lado, con su insoslayable seducción, como Flautista de Hamelín, y por otro, con mano de hierro, como dictador incontestable. Quien no la siga se despeña.

Dicen que los influenciadores, las marcas, los notables, los diseñadores, los mercaderes, los medios inventan la moda. No. Se le suman, la sirven y se sirven. O pasan de moda y caen arrollados.

Nacida en las profundas pulsiones humanas, ella se mueve con dinámica propia. Como la energía nuclear, que surge de la fisión del átomo. Se alimenta de la fuerza liberada por el choque continuo entre los apetitos de un animal racional y las exigencias de su rebaño. Fisión de individuo y sociedad; de lo privado y lo público.

Permanentemente actuamos en dos escenarios simultáneos; externo e interno. Somos públicos e íntimos. Nos damos a la platea y a nosotros mismos. “El mundo es un gigantesco teatro en el que somos a la vez actores y espectadores”.

Es el campo gravitatorio de la moda. Querer parecernos y ser distintos. Ahí también interactúan el toreo y los toreros, como arte y artistas de la imagen, como estética y modelos, dentro y fuera del ruedo. Lidiadores e iconos. Sujetos y objetos del mercado, sí, pero también de otras gravedades más fuertes; las del instinto, el culto, el rito, la liturgia. Cual oficiantes de la corrida, ceremonia ancestral de vida y muerte.

Metasignificados que captan e incitan, más hondo que los melindres y slogans antitaurinos o el escándalo de los creyentes fundamentalistas. Lo sabe y aplica la publicidad. 

martes, 20 de octubre de 2020

TOREROS EN LA PANDEMIA - VIÑETA 377

 Viñeta 377
 
Toreros en la pandemia
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali octubre 20 de 2020
 
Jaén. Foto: Valdivieso – Sentimiento, www.burladero.tv
 
Vamos para noviembre, la peste arrecia, la mortandad aumenta, el miedo reina, la economía tiembla. El mundo sin más remedio para. Todo se viene a menos, excepto el desconcierto, y esto resulta peor que la enfermedad.
 
Otros muchos padecimientos quizá más graves; infecciosos, renales, tumorales, cardiovasculares…, quedan de lado en los hospitales. Hasta los templos cierran. Los machos alfa de los rebaños humanos, políticos de profesión, más que sumarse a los esfuerzos preventivos y asistenciales, parecen atareados en convertir la calamidad en oportunidad propia, y rentabilizarla electoralmente.
 
¿Y el toreo? Qué podremos decir del toreo, considerado incluso por muchos taurinos como “recreación” y por lo tanto prescindible. “Un año sin toros tampoco es el fin del mundo” dijo uno, y no uno cualquiera. Bueno, tiene razón, no sería el fin del mundo, pero sí podría serlo del “mundo taurino”.
 
Ahí están las plazas, (la mayoría) clausuradas, con sus temporadas abortadas. Ahí van Las estadísticas en barrena, con las lógicas consecuencias de sufrimiento humano, la gente del toro vive de su oficio. Ahí van las ganaderías desapareciendo...
 
Por fortuna no todos se rinden. Habrá que recordar después, aquellos que sacaron el tesón de seguir adelante en estas tan adversas circunstancias. Habrá que aplaudir su aguante. Habrá que reconocer su coraje, virtud torera por excelencia. Y habrá, es de justicia, que tener presente a quienes mantuvieron el toreo vivo, triunfadores y no, por igual: empresarios, ganaderos, vaqueros, transportadores, toreros, novilleros, aficionados, periodistas... No hay espacio para citar nombres, pero todos saben quiénes son, quienes lo están haciendo.
 
Actitud torera ejemplar, coincidente además con la opinión de los epidemiólogos que invitan a domar el virus, atreverse a convivir con él, porque ni siquiera una posible vacuna garantizará su pronta extinción. No hay otra salida.
 
Paralizarse y vegetar es tan trágico y tonto como ignorar el contagio lanzarse. Tendremos que defendernos activamente. Nos lo están diciendo. Hacer de tripas corazón, de la higiene capote y al toro. El toreo enseña siempre.



martes, 13 de octubre de 2020

INSUFICIENCIA CARDÍACA - VIÑETA 376

 
Viñeta 376
 
Insuficiencia cardíaca
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali octubre 13 de 2020
 

El negocio de las corridas, la industria de la tauromaquia, el sistema de la fiesta, enfrentan quizá la más dura época de su historia. La extinción aparece cada vez más como una posibilidad real que como una visión alarmista de la cual se pueda escapar cerrando los ojos o mirando a otro lado.
 
La pandemia, sí. Pero esta no es la causa única, ni siquiera la principal. De otras peores pestes y calamidades mundiales ha sobrevivido el toro y salido fortalecido. Tampoco la presión de los intolerantes, hasta excomuniones y criminalizaciones ha superado. Menos, los eventuales errores empresariales, propios del oficio.
 
Mucho antes de la globalización viral, en marzo pasado, las acciones habían entrado en caída libre. Años. Ahí están las estadísticas que lo prueban, con su índice más veraz; el descendente número de festejos. Derrumbe que ha arrastrado tras de sí a todo el sector, para hablar en términos de economistas. Crisis ha sido la palabra de moda desde entonces.
 
El Covid 19 no ha hecho más que agravar el cuadro preexistente. La salud minada, las defensas bajas y la poca conciencia de la enfermedad, se han coligado contra el paciente y empeorado su pronóstico. Es dogma clínico. Los paliativos, analgésicos y palabras de consuelo pueden aliviar el sufrimiento (cosa importante), pero no curar ni salvar. Es más, a veces enmascaran síntomas y roban atención a la etiología del mal.
 
Por eso, a cambio de mentiras piadosas, charlatanerías y curanderías que se ofrecen y no siempre gratuitamente a los casos desesperados, la verdad, la dura verdad del diagnóstico preciso es dolorosa pero necesaria. Es obligado volver a la pregunta clave. ¿Qué venía pasando, qué había debilitado tanto el organismo, para que el contagio lo haya puesto en estado terminal?
 
La respuesta, la han dado no pocos desinhibidos, a quienes por ello mismo se les mira con desconfianza y antipatía. El enorme y obeso cuerpo de la fiesta ha descuidado su corazón; al épico arte del toreo se le resta protagonismo y fuerza, entra en insuficiencia y ya no moviliza la circulación lo suficiente para mantener las constantes vitales.
 
Y lo empeoran quienes hacen pasar la enfermedad por salud, quienes dicen que todo va bien cuando todo va mal, y los relacionistas que con sus melifluas tergiversaciones lo intoxican y aceleran el deceso.
 
Habría que asumir la realidad, atender con terapia radical el claudicante órgano principal. Recuperando su función esencial, su autenticidad y pujanza de toro bravo. En lugar de andarse con pañitos de agua tibia, complacencias o peor, intentos de convertirlo en hígado.

martes, 6 de octubre de 2020

MANIZALEZ PLAZA FUERTE - VIÑETA 375

Viñeta 375
 Manizales plaza fuerte
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali octubre 6 de 2020 

Manizales. Foto: J. A. Díaz, archivo

En medio del acojonamiento empresarial mundial, “La ciudad que hizo las ferias en Colombia” no se rinde y lanza la suya, “Toros y Ciudad”, para el 11 y 12 de octubre próximos. Modalidad virtual, cierto, la única permitida, la única posible hoy acá. Lo hace con lo que hay, sin cobrar, echando mano de sus propios recursos, dando ejemplo de lealtad y resiliencia.

Dos carteles, ambos con el hierro “Ernesto Gutiérrez”, emblema regional. Una novillada mixta y una corrida de toros. Trece reses para trece lidiadores (uno a caballo), todos nacionales y adelante con los faroles.

El médico Juan Carlos Gómez, hombre afable, pero cumplidor, cabeza y brazo de la filantrópica empresa Cormanizales, benefactora del Hospital infantil, no se arredra. Recuerdo esa mañana, domingo de corrida, hace ocho meses, frente a la Santamaría. Venía yo de cruzar por entre los temibles grupos antitaurinos bogotanos que vociferando comenzaban a concentrar fuerzas en la carrera séptima.

Me lo encontré de pronto y le dije –Quieren intimidarnos y alejarnos.

–Los miró burlón y contestó airado, haciendo ademán de arrancarles ¿Qué queeé? ¡Camine vamos pa´llá a ver cuál es el que corre más!

Era broma, claro, la policía controlaba. Reí con la imagen quijotesca de verlo arremeter a panza descubierta contra la turba y la certeza de que lo haría de ser necesario. Al fin y al cabo, la fiesta de los toros es culto al valor, y eso (se supone) rige para todos los implicados.

Bueno, los que pensaban que Manizales, igual que la mayoría de las plazas del mundo, desde Las Ventas y La Maestranza para bajo, arrearía su bandera frente al virus, tal vez no conocen al caballero que comanda el fuerte. Ni que allí la tauromaquia es honra, prez y patrimonio.

Seguramente toros y toreros honrarán el compromiso, alentarán la posibilidad de la feria grande en enero y con ello lanzarán un ¡sígannos! a Cali en diciembre y a Bogotá en febrero. Plazas estas asediadas, además de por la pandemia, por sus propios alcaldes.

¿Quieren verlo? Conéctense vía: #TorosyCiudad2020 - Fanpage de Facebook Plaza de toros de Manizales, y acomódense.

martes, 29 de septiembre de 2020

PELEAS INTESTINAS - VIÑETA 374

Viñeta 374
 
Peleas intestinas
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali septiembre 29 de 2020

Fragmento portada libro: El toreo entre libros II. https://issuu.com/
Hace sesenta años, Antonio Ordóñez, Diego Puerta, Curro Romero, Rafael de Paula, “Mondeño y Curro Lara, fueron anunciados para la séptima feria de Manizales (Colombia), sin el concurso de ningún torero ni toro nacional. Matarían solo corridas españolas de: Juan Pedro Domecq, Fermín Bohórquez, Juan Guardiola y Vizconde de Garcigrande.
 
La unión de toreros de Colombia (Undetoc) y la unión de ganaderos pusieron el grito en el cielo y vetaron La Monumental, alegando ninguneo y violación de los acuerdos taurinos binacionales. Amenaza de ruptura de relaciones. El organizador manizaleño, Oscar Hoyos, se justificó diciendo: “contraté solo toreros y encierros españoles “porque la cláusula 5ª del convenio me confería amplios derechos para hacerlo”. Dicha cláusula se había derogado con anterioridad (El Ruedo, enero 12 de 1961, página 13).
 
Contra viento y marea la feria se realizó, afortunadamente con éxito histórico. No era para menos, con esos carteles. Tengo guardada la página taurina de “La Patria” (¡!) diario local del 29 de enero, rezando: “De hoy en adelante, las verónicas no se llamarán verónicas sino romerinas”.
 
No siempre lo justo, lo artístico y lo sindical van de la mano. “Sacrificar un mundo para pulir un verso” decía el poeta colombiano Guillermo Valencia. Pero después, a fuerza de tesón, los sindicalistas ganaron su mundo sin despulir el verso. De allí en adelante, gracias a su lucha, siempre hubo toreros y toros colombianos alternando con los extranjeros en todas las ferias y eso impulsó la fiesta en el país.
 
Hoy, con la tauromaquia en el filo del abismo, acá y allá. Más que por la pandemia, por lo que los políticos a cargo hacen con ella, en la vieja y aguerrida Undetoc se vuelven las espadas hacia dentro. Eso no es nuevo.
 
Conservo vívida la escena. Varios años después del conflicto citado. En la Santamaría bogotana, el disidente Pepe Cáceres, acosado por una claque reventadora que los sindicalistas de entonces le habían montado en los altos de sol, les brindó una ceñida y aguantada tanda de muleta en los medios, encarándolos desafiante tras el remate y llevándose la mano a los genitales.
 
Pasó, y no pasó nada. Eran otros tiempos, el sindicato siguió combativo, errando y acertando en defensa de sus intereses, la fiesta continuó su marcha nacionalista, vinieron César Rincón y sus casi tres décadas doradas, Pepe murió, nuevas desgracias cayeron, una encima de otra; las pestes, autoritaria, antitaurina y viral. Entonces, voces de muerte sonaron cerca...
 
Para colmo, las inveteradas peleas intestinas, que no fueron letales antes, profundizadas en esta crisis terminal sí amenazan serlo. Hay quien lo lamenta y hay quien lo celebra. Claro.