EL PATRÓN ORO - VIÑETA 574
VIÑETA 574
El patrón oro
Jorge Arturo
Díaz Reyes VIII 2025 Por la vía del espectáculo, el mercadeo y la globalización
monoculturizante, la devoción al prehistórico arte del toreo tiende a cambiar su
imprecisa subjetividad por el formateo de un sistema impreciso.
Una contraída urgencia de tasación a visiones, modos, artificios quiere
asimilarlo cada vez más al art market, el word sport o el stock
exchange. Cotejar, jerarquizar, cotizar, comercializar todo.
Las corridas de “la oportunidad”, los fallos de los jurados en los
premios feriales. Los de los palcos presidenciales en la concesión de trofeos
cada día. Los titulares. Las crónicas. Las claques. La propaganda. La
clasificación en grupos especiales, comunes y subcomunes. Los escalafones. Las
tablas…, traducen dinero, dinero, dinero...
¿Y cuál es el metro, el índice bursátil del formato? ¿El toro más
toro? ¿La veracidad? ¿El carisma? ¿La monería? ¿La creatividad? ¿La emoción? ¿El
impacto mediático? ¿La taquilla? ¿O todas las anteriores? Obviamente hoy, no
todas las anteriores. Pues el toro (deidad del culto) ha pasado de ser medida
de todas las cosas, a reo de todas las cosas…, excepto cuando “se deja”.
De tal manera que como en otras dimensiones ajenas, en La Fiesta, el
este es mejor que este, vale más que este, y se vende más que este, es
resultado cada vez menos de lo esencial. Se devalúa el patrón oro. Se infla el significado
para un gusto industrializado.
Gusto impuesto que cunde por las tertulias, ahora “chats”, uniformando
las pasiones, las filias y las fobias. El prototipo es el mejor del mundo, del
universo, de la historia…, los demás son los de menos.
Bueno,
pero hablamos de arte, ¿cierto? Acaso ¿Caravaggio es mejor que Vangogh,
Beethoven que Mozart, Shakespeare que Sófocles, Belmonte que Joselito? O han
sido incomparables, intérpretes de realidades diversas. Cada ser es un mundo,
empezando por el toro.
La
corrida es arte ritual, y el torero su oficiante. Mientras el oficio mantenga
los cánones éticos y litúrgicos, que son el soporte, la estética es aleatoria. Todas
caben y cada feligrés con la suya. La individualidad, el estilo y el aspecto
del cura no invalidan la misa.
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