OTRA VEZ EL CORDOBÉS - VIÑETA 560
VIÑETA 560
Otra vez El
Cordobés
Jorge Arturo
Díaz Reyes, Cali 10 III 2025 Le han dado un premio más a Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”. ¿Cuántos
van? Los que sean, merecidos todos. Esta vez ha sido el de la Junta de
Andalucía; Trofeo “Costillares”.
Porque fue “un torero andaluz que marcó una época
histórica en el mundo” y porque “revolucionó las masas y enloqueció al
espectador en la década de los sesenta, siendo un icono de aquella España”, Dijeron
miembro del jurado.
Cierto. Lo atestiguamos los aficionados sobrevivientes de su gesta, que
muy jóvenes nos vimos en él, fuimos revolucionados por él y lo revolucionamos a
él. Pasó en un mundo que ya es otro.
En este, la gran mayoría de quienes lo premiaron, esparcieron la
noticia y la celebraron, llegaron al toreo después de que sus hechos se habían vuelto
leyenda. Después del “O llevarás luto por mí”.
Después de que recién alternativado triunfara en Cañaveralejo, y por la
noche, con unos yines y una
camiseta de rayas, se trenzara a golpes con patanes en una caseta de feria (yo
lo vi). Después de que de luces se enzarzara también con Camino a puñetazos en
el ruedo de Aranjuez. Después de que mataran a los Kennedy a King y a tantos. Después
de Vietnam. Después de que José Alfredo y todos cantaran “la vida no vale
nada’. Después de la rebelión estudiantil del 68. Después de que se disolvieran
los Beatles. Después de que viéramos a Neil Armstrong caminar por la luna. Después
de la procesión de los maletines a Villalobillos… Después de tantas y tantas cosas
que hoy se ven lejanas, amarillentas y rancias, y entonces eran tan presentes, tan
coloridas, tan reales.
Ese mundo desaparecido, pero en el que igual a este “los enterados” no
toleraban que se torease diferente a como ellos querían. Ese mundo que el insumiso
huérfano desbordó. Arrebatando con su personalidad desmelenada masas
internacionales, poder, medios y poetas.
“El Cordobés”
es el toreo al revés
y es el mechón de través…
“El Cordobés”
es el toreo en inglés,
en danés
y en pequinés
y en volapuk
y sin mover los pies.
Así me gusta recordar y repetir, le recitó Gerardo Diego. “Vivimos
envueltos en cultura, y experimentamos la realidad a través de un prisma
cultural”, apunta Harari. Si, claro, esos eran el prisma y la cultura que el desafió
entonces.
Ahora, el casi nonagenario torero, entronizado V Califa, y los veteranos
de aquellos años tremendos representados por su tauromaquia subversiva, somos
otros. Quizá muy diferentes a cómo imaginamos llegar a ser. El tiempo es un
relato sin comienzo, trama ni punto final.
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