lunes, 16 de junio de 2025

RETORNO - VIÑETA 568

 
VIÑETA 568
 
Retorno
Jorge Arturo Díaz Reyes 16 VI 2025

Foto: Las Ventas 
Confieso. Durante las tres décadas anteriores fui en Madrid un “isidro”. Rótulo despectivo para los que solo aparecemos por la gran feria, pero que, por cierto, hacemos la mayoría del aforo anual en la plaza. Lo fui, hasta que deserté, siete años ah. Pandemia, agonía y muerte de mi madre, molicie de la televisión en directo me impedían cruzar el mar.
 
Entonces volví, a esta, 2025. Toro tras toro, suerte tras suerte, faena tras faena, público tras público, corrida tras corrida…, veintisiete. Reencuentro tan asombroso como la primera lejana vez.
 
Pese a que hallé constantes las constantes vitales. La inamovible monumental con sus banderas al viento, el trasiego febril por sus pasillos antes del paseíllo, el run-run, las caras de siempre, la multitud, el calor, la birra, el gin tonic, las empinadas gradas (me cuestan ya), los mosaicos históricos, la buena banda, el palco Real solitario, los clamorosos graderíos, el omnímodo siete, el toro (de Madrid), el ágora máxima bajo esos soles y ese cielo azul con luna.
 
Todo igual, sí, pero a la vez distinto. Nunca somos los mismos. El regreso de una larga ausencia da perspectiva sobre la nueva realidad. Ulises volvió de Troya y la odisea, su hogar, Penélope y Telémaco, eran otros. La casa usurpada por los pretendientes, la núbil esposa ya madura sitiada, y el niño, un hombre, intentando en vano detenerlos.
 
Y acá, en Las Ventas, hay que ver. Los jóvenes han tomado los tendidos. El maduro palco asediado, cediendo, y el antes niño, ahora hombre y duro aficionado, tampoco logra contenerlos. Ni siquiera invocando el infinito tejido de los cánones. Se desmándan por todas partes, no solo en el culto. También tras el rito sacrificial aturden sacrílegamente los pasillos del templo con su juerga desaforada, toda la noche.
 
Orgiástico, como hace tres milenios en las dionisíacas tras matar el toro sagrado. Mientras, bajo el tendido uno, en la sala de prensa, los viejos cronistas sobrevivientes y los nuevos, encerrados, luchan por concentrarse y urdir sus relatos, tratando de omitir el estruendo que no atajan ni siquiera las dobles gruesas puertas. Todo igual, todo distinto.
 
Qué el toro es débil, tonto, inerme…, no importa, acallemos los protestones. Qué no se pica y cuando se hace o simula, siempre trasero, no pasa nada, todo es toro. Qué se hace la noria, con el pico, ole y ole. Qué se mata chapuceramente, vengan las orejas o aquí pasa algo. Qué una faena perfecta y una estocada clásica (Uceda, la única total), fría indiferencia…, ¿Cómo va el partido?
 
Al tiempo que los interesados, con sus pregonadas claques, aran cosechan y pelechan en esa tierra inculta y propicia. Sembrando idolatría, fetichismo, liviandad…, y otros frutos prohibidos. En rigor, muchas de las orejas y ninguna, ninguna digo, de las dos Puertas grandes han debido darse. La primera plaza del mundo ve reforzados sus sectores ligh, y diluida su exigencia en el refrescamiento, y aumento del volumen.
 
Inevitable. Es el cambio generacional de la fiesta, explican. Nadie nace aprendido. Bueno, me remonto a mis quince. Los dorados sesentas. ¿No era yo igual? Y cómo gozaba. Bella juventud aun cuando no te bañes. Cada generación exige sus propias experiencias, sus propios errores, sus propios caminos. Ya irán por ellos viviendo, tropezando y aprendiendo. El toreo enseña.
 
Sorprende sí, cómo contra la feroz campaña de políticos, medios y antis, las mesnadas continúan llegando, cada vez más, a imponer su ley o su no ley, a vivir la fiesta, como la sienten, espontánea, desprevenida, evasiva y alegremente.
 
Bueno, lo uno por lo otro, celebran los contadores. Televisión. Más de 93% de ocupación. Los más de los festejos con cartel de “No hay billetes”. No se sabe cuánto en aportes directos e indirectos…
 
De vuelta, hoy, a mis ochenta, recién cumplidos (ayer), me digo: los nuevos isidros han asaltado el capitolio para quedarse. Es su turno, la fiesta es suya. Siempre fue así. Poco a poco entenderán y luego vendrán otros que los reemplazarán. El eterno retorno. La historia.

lunes, 5 de mayo de 2025

ESTÉTICA ESENCIAL - VIÑETA 567

 
VIÑETA 567
 
Estética esencial
Jorge Arturo Díaz Reyes 5 V 2025 
Estocada de Morante a “Bodeguero”. Foto: Arjona, Pagés
 
Hoy va la temporada sevillana 2025 por su décimo festejo. La he seguido día tras día en las diversas crónicas, y he visto por la televisión dos corridas; la sexta y la octava, ambas a plaza llena. Y creo que los dos momentos de mayor conmoción han ocurrido en estas, que por coincidencia transmitió Canal Sur.
 
Uno, con la faena de Morante al cuatreño “Bodeguero”, cuarto de Domingo Hernández en la sexta, y el otro, con la de Manuel Escribano a “Mosquetón” el cinqueño quinto de Victorino Martín en la octava. Cómo pusieron ambos la plaza. Las cosas del público son del público. No vamos a juzgar aquí su acierto, su justicia, su gusto, que ya incluso han sido descalificados por algunas críticas preciosistas. Podemos mejor suponer el porqué de tan similar explosión colectiva.
 
Para empezar, eran dos toros de talante antagónico. El domingohernández, un soso remolón. El victorinomartín, un fiero indómito. Si algo tenían en común era el alto grado de dificultad para conseguir con ellos ese clímax, ese delirio a que llevaron la plaza. Siendo además que ninguna de las dos lidias (auténticas) fue un dechado de pinturería ni estilismo. No podían serlo. De ahí se agarraron los censores para dar por hecho que “no merecían las dos orejas”.
 
Dos maestros muy veteranos. Morante, a sus cuarenta y seis años, veintiocho de alternativa, y víctima de una depresión incapacitante que lo apartó del ruedo por meses, volvía cargado de responsabilidad, tras una intrascendente reaparición en Resurrección, a una plaza que lo venera como artista, para enfrentar los toros y su propia circunstancia. Escribano, por otro lado, cinco años menor, torero de corridas duras en la plenitud física y mental de su carrera (21 años), exigido siempre a refrendar el alto cartel ganado con proezas anteriores en ese mismo ruedo.
 
Dos gestas. Dos tauromaquias contrarias, dos bregas poderosas, que superaron a muerte toros tan distintos, los amoldaron, y los pusieron a su merced. Pero, sobre todo, dos dramas reales, en los que más allá de la destreza, la inteligencia y el sentimiento se jugaron el honor y la vida.
 
Porque si a “Mosquetón” se le dio la vuelta al ruedo, fue por la fiereza que mantuvo a Manuel en el filo de la navaja, no por su docilidad. Y a “Bodeguero” no se la dieron por su falta de emoción y fijeza, no de peligro, que obligaron a Morante a entregarse por encima de sí mismo, hasta esa estocada encunada entre los pitones, de la que como dijo al final, “Maté con ortodoxia, como he querido poder hacerlo tantas veces...”
 
Qué está máxima respuesta emocional y premiación del público sevillano fuese motivada por la estética trágica, esencia original del toreo (la épica), no por su remedo coreográfico, y que haya sido en la Maestranza, “crisol de arte” (cliché), meridiano de la historia (Filiberto Mira), muestra su vigencia en la afición de nuestros días.
 
Estética esencial, aún resistente al espíritu de la época, que la empuja cada vez más con la virtualidad, los abalorios y la vacía espectacularidad del “show business”.

lunes, 28 de abril de 2025

AFICIÓN Y MANÍA - VIÑETA 566

 
VIÑETA 566
 
Afición y manía
Jorge Arturo Díaz Reyes 28 IV 2025 
El Papa Francisco enarbola la camiseta de su San Lorenzo de Almagro. Foto: El Economista
Manido, aunque imposible de probar ya, el viejo relato de Pepe Camará viene otra vez a cuento. Una vez en Córdoba, tras un festival, El Guerra saludó a Gallito:
 
— “José, qué gran tarde de toros has dado. Eres hasta mejor torero que yo, por eso no comprendo que te esté durando tanto ese “mamarracho” de Triana (Belmonte) que a mí me hubiera durado diez minutos.”
 
Mire usted, maestro, con ese mamarracho como dice, toreo yo ochenta tardes por temporada, y en setenta y cinco acabo con él (…), en las otras cinco, él tiene un minuto que acaba conmigo, con usted y con la mamá de Lagartijo… porque le hace al toro unas cosas que ni yo, ni usted, ni la mamá de Lagartijo pensamos que se le podían hacer.”
 
Diálogo verosímil, pues El Guerra, torero histórico, y ya retirado, mayor autoridad taurina de su tiempo adoró a Joselito. Dejó pruebas considerándole no el mejor sino el único. Al punto que cuando este murió en Talavera declaró lapidariamente: “Ha muerto el último torero”. Excluyendo todos los activos entonces y los que vendrían por los siglos de los siglos. Y hay que ver.
 
Décadas después, Filiberto Mira sintetizaría el consenso histórico: “Con José culminó la tauromaquia y con Juan nació lo que hoy entendemos por toreo.” ¿Lo que ahora entendemos por toreo no es tauromaquia?
 
Consenso que abonado por gallistas purasangre como Corrochano (testigo), e historiadores del crédito de Cossío, Luján o Abad Ojuel, ha llegado hasta nuestros días oficializado cuál dogma.
 
Bueno, dogma interpretado por cada quién a discreción. Hoy, toreros que se proclaman gallitos redivivos torean como Belmonte, y viceversa. Mientras los adoradores, de unos y otros comulgan, loan cada uno al suyo, y se discriminan mutuamente.
 
Es enfermedad de la afición al toreo (arte universal), aquella de quien alguien prevenía, puede conducir al manicomio antes del cementerio. La monomanía; somos los primeros, los únicos, los iluminados, los puros, los demás no.
 
¿Somos? A ver, cinco preguntas: ¿Le irrita y befa lo que no prefiere? ¿Vale más su torero qué el toreo? ¿Valora con el afecto antes que con los hechos? ¿Hace de las apariencias realidades? ¿Ama su verdad sobre la verdad misma? Si responde afirmativamente al menos una, está listo. Considérese “puro”.
 
Reflexionaba sobre mi caso particular, cuando apareció en la pantalla del computador el mensaje de un chat taurino en el que participo:
 —!Hay que canonizarlos! —Era Toño, uno de mis más viejos y queridos amigos (exmagistrado), respondiendo a una foto de Enrique Ponce y El Juli, colgada segundos antes por otro chatero.
¡Toreros modernos! —Le replicó Darío de inmediato despectivamente.
 
Entre tanto, en la televisión recordaban que el fallecido Papa Francisco se preciaba hincha del equipo de fútbol San Lorenzo de Almagro, y luego salía Trump sonriente luciendo su gorra roja: “America first”. Sucede todo el tiempo, en todas partes, con todo tipo de cosas. Está en la cultura, en la red, en el espíritu. Esa tendencia que quizá terminará justificando la futilidad recién advertida por Bill Gates: En una década los humanos serán innecesarios.
 
Aunque nunca innecesarios para torear, me digo.
—¡Bueno, claro, para torear de la única manera que se puede torear ¡como torea mi torero! — Imagino me responderían de inmediato muchos otros.

lunes, 21 de abril de 2025

ARANCELES - VIÑETA 565

 
VIÑETA 565
 
Aranceles
Jorge Arturo Díaz Reyes 21 IV 2025 
Coliseo de Arles. Fotograma: OneToro
Sobra decir que los aranceles no se los inventó Trump. De hecho, la independencia de los Estados Unidos empezó por el rechazo a los impuestos por el Imperio Británico a la importación del té. Pero sí debemos reconocer que Donald los ha vuelto a poner más de moda que nunca. Hoy, todos en el mundo hablamos de ellos como expertos. Y alegamos, qué porqué a este no y a este sí, que porqué acá no y allá sí, qué porqué hoy sí mañana no, qué porqué si éramos tan a amigos, qué porqué bla, bla, bla… Bueno, pues porque poder es poder, y el arancel es una de sus expresiones.
 
Sin embargo, entre tanta experticia arancelaria no creo haber oído a nadie revindicar que la Fiesta de los toros, la más antigua, la más culta, la que lo contiene todo (alegóricamente hablando), fuera primera en ellos y los haya transportado desde antes del diluvio hasta su versión actualizada, la corrida moderna, que según datos abarca ya unos cuatro siglos, XVIII a XXI.
 
Y no me refiero solo al cobro de más en sus intercambios económicos; impuestos gubernamentales, alquiler de plazas, precio de los toros, honorarios y derechos de los toreros, costo de las localidades, etc…
 
Me refiero a los intangibles que se cargan al valor del toreo en sí. A la dificultad, el riesgo, la destreza, el acierto, la integridad, la ética, la estética, la vida y la muerte…, por parte de quien se designa para ello; el presidente de la corrida. Quien interpretando a libre albedrío el reglamento y el deseo de los contribuyentes, impone o no sobreprecios a las faenas.
 
Estos colegas de Trump, (presidentes todos, guardadas proporciones) le han precedido incluso en su célebre estilo; a capricho y sin explicaciones.
 
Por ejemplo, ayer en Arles (vía TV), la corrida de Jandilla para lo que se llamó “el cartel estrella de la feria” salió codiciosa, exigente, brava, en el decir general. Algo blanda, algo dura. Algo noble, algo innoble. Algo a más, algo a menos. Pero de verdad, libre de abyecciones artísticas. Además, ráfagas de viento azotaban el bimilenario ruedo flameando capotes y muletas. Todo eso cotizaba el quehacer de los matadores, su estar en jurisdicción de cacho, su brega, su miedo, su apuesta.
 
Al final, con las dos orejas, del primero, el tercero y el quinto, los tres toreros se fueron a hombros. Y la gente, mucha, contenta tras ellos. No hubo conflicto entre palco y tendido. Valga decir, hubo complicidad. Incluso en cosas como eximir de aranceles un espadazo trasero y sangrante, minutos después de haber aplicado al menos el 245% a la estocada de la tarde que coronó una faena veraz al toro más renuente. Pero bueno, en democracia, y la Fiesta lo es más que ninguna, a los presidentes los eligen para eso. Gústenos a uno más a otros menos.

lunes, 14 de abril de 2025

A BRAZO PARTIDO - VIÑETA 564

 
VIÑETA 564
 
A brazo partido
Jorge Arturo Díaz Reyes 14 IV 2025 
Sevilla 2024. Fotograma: OneToro
Así se bate por su vida la tauromaquia en estos tiempos de nuevas autocracias electivas. Cuando por doquier, el poder se ejerce a capricho, con ibnsolencia, libre de apariencias democráticas, humanitarias o siquiera higiénicas.
 
“Me están besando el culo”, proclamó la semana pasada, el presidente de la primera potencia de la tierra refiriéndose a los otros gobiernos. Es el eterno retorno, repetiría Nietzche abrazado al pobre caballo apaleado.  
 
Pero sobre la espuma del vertiginoso “progreso” que ahora delega la inteligencia en las máquinas, aun flota el culto inmemorial taurino, qué como todas las viejas verdades, ha sobrevivido a la historia, los despotismos, la impostura, manteniendo su esencia de celebración y sacrificio (hacer sagrado), de fiesta y tragedia, de alegría y pena, de vida y muerte, de honor y purga de la fatalidad biológica…
 
Acosado y acusado de anacronía en todas partes. El viernes, en Zahara de los Atunes, cuando el matador Cayetano intentaba montar la plaza portátil para un festejo in memoriam de su padre Francisco Rivera “Paquirri”, ciudadano ilustre del pueblo, quizá el más. El antitaurino alcalde se interpuso físicamente entre la maquinaria y la obra para impedirla.
 
Mientras al otro lado del mar, en México, la feligresía peleaba en los juzgados por la libertad contra la persecución del partido de gobierno (una de cuyas más connotadas figuras ha sido próspero empresario taurino). Que la “morigeración” impuesta es “una prohibición encubierta” denuncian.
 
Más al sur, en Colombia, donde los toros han sido prohibidos por el congreso (casi unánime votación) y el presidente de la república, los aficionados se refugian en la última barrera de justicia, la Corte Constitucional. Denunciando defectos de forma y fondo en la ley aniquiladora.
 
Simultáneamente, como para no perder tiempo, el Ministerio del trabajo ha llamado a la desmovilización y reconversión laboral de los trabajadores y empresarios del sector taurino (mismo trato ofrecido ya, con pálidos resultados, a insurgentes y bandas criminales), dándoles ultimátum para que se presenten a descargos (por las buenas) hasta el próximo jueves 24 de abril.
 
Volviendo a Europa, que en este lustro postpandemia ha mostrado recuperación demográfica y económica de sus temporadas, la de este año se crece tras la Semana santa con las galas del Domingo de resurrección y las enlazadas ferias máximas de Sevilla, Madrid y Nimes.
 
Devoción, expectativa, largas colas. Entre tanto, en Pamplona políticos nacionalistas plantean un milenario San Fermín sin toros, y en Madrid el congreso español acoge otro proyecto prohibicionista, esta vez el de los supremacistas “No es mi cultura”. Pero sí es mí cultura, la más antigua de mis verdades, tendrán que defender del autoritarismo también allí los creyentes. A brazo partido.
 

lunes, 7 de abril de 2025

ARTE Y PARTE - VIÑETA 563

 
VIÑETA 563
 
Arte y parte
Jorge Arturo Díaz Reyes 7 IV 2025 
Pintura rupestre, Altamira España, 13.000 a 36.000 años. Foto: Scribd
El arte es parte de la vida, pero no es toda la vida, como es parte de la “Fiesta”, pero no es toda la “Fiesta”.
 
Desde antes de la historia en las protorreligiones cavernarias, el toro fue deidad, culto, mito, rito (Mircea Eliade y muchos otros). Luego, cultura tras cultura, imperio tras imperio: Babilonia, Egipto, India, Creta, Grecia, Roma, Europa mediterránea toda, y el llamado mundo hispánico (cuatro continentes) agregaron sus versiones.
 
Hoy la corrida moderna, su ceremonia culmen, perseguida ideológicamente, sobrevive acorralada en nueve países. De norte a sur: Estados Unidos (huellas), Francia, España, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. Aunque fieles y peregrinos hay en casi todos los otros, si no en todos.
 
En este tiempo de máxima globalización, intolerancia cultural, barbarie tecnológica y política, cuando la ancestral tauromaquia pretende ser borrada de la historia humana, y su animal sagrado extinguido de la faz de la tierra (en aras del “animalismo”). Muchos de sus cruzados no encuentran más recurso que levantar el arte como escudo.
 
No se nos puede aniquilar, alegan, porque “somos arte”, y agregan los más exclusivistas… “arte español”. Sí, lo somos, arte, y universal además. Arte de torear, como tituló Pepe-Illo su histórico manual técnico (1796).
 
Pero la tauromaquia es más. Culto primero, luego cultura y todo lo que allí acumula; sentido de la vida, ética, moral, valores, tradición, identidad, ecología, trabajo, dignidad, libertad y derecho (humano, hay que aclarar ahora).
 
Esa concepción monocular esteticista del toreo como arte, solo arte, da pie por un lado a tergiversar el significado del arte mismo, y por otro el de torear. Único en su esencia ética.
 
Reduciendo ambos al estilismo, lo bonito, el primor, el manierismo, el preciosismo, la retórica, la artificialidad, la impostura, el histrionismo, la pose, el performance. Más que ser torero parecerlo, rezan. Y hasta los disfrazan. Sí, bueno, parecerlo, pero primero serlo de verdad, igual que aficionado, crítico, persona, humano.
 
Pues por esa inclinación al “qué belleza, solo verle hacer el paseíllo paga”, se puede bajar a la postración, al no toro, la frivolidad, la “morigeración”, el transformismo, la liquidación, el escape del ruedo a la pasarela, y el aplaudir todo eso en pie con la yema de los dedos.
 
O a ir de la Tauromaquia a la Batracomiomaquia, batalla de los ratones y las ranas, sátira que compusiera Homero, Pigres, algún poeta alejandrino, no se sabe quién, parodiando la epopeya de la Ilíada.

lunes, 31 de marzo de 2025

"LOS TOROS SON GRANDIOSOS" - VIÑETA 562

 
VIÑETA 562
 
“Los toros son grandiosos”
Jorge Arturo Díaz Reyes 31 III 2025 
Eso decía. “Poeta maldito” que no se avino a nada, comenzando por sí mismo. Su obra y su vida de carencia escogida fueron voto y burla contra la hipocresía de su tiempo y de todos los tiempos. Alemán de nacimiento (Andernach), estadounidense de crianza (Los Ángeles), migrante infantil llegado a los tres años.
 
Alcohólico, mujeriego, hirsuto, cínico, procaz, irreductible. Así fue y así se mostró con alarde autobiográfico. Escribió, leyó, editó, y sobre todo escribió y escribió “underground”. Sin tregua, con una voz espontánea, directa, ruda que consideraba la digna de su realidad. Palabra precisa, frase dura, puntuación caótica, sintaxis libre, relato contundente. Lectura insoslayable ahora millonaria.
 
Solo, aparte, retador, negado a grupos, escuelas, adocenamientos, métodos. Trasegó todos los géneros; poesía, cuento, ensayo, novela, teatro, cine, periodismo, correspondencia…, qué para él eran uno. Tenía que decir. Desconocía límites. Pasajero de pobres inquilinatos, trabajador de sobrevivencia; trago y papel a su máquina, no más, cartero, empleado de matadero, pastelero, dibujante, pegacarteles, mandadero, apostador, cualquier cosa...
 
Fueron sus días, su historia, sus historias. La simpatía, el refinamiento y el éxito social no han sido requisitos del genio literario. Críticos y profesores que opinan lo contrario le han rotulado “realista sucio”. Por o pese a ello lo leen, lo venden, lo imitan.
 
Entre su mucho desprecio (“hay infinidad de escritores que no saben escribir…”, “la obra de Faulkner fue una mierda”) por ejemplo, reconoció admiración a unas pocas cosas y pocos contemporáneos… Hemingway (“hasta que se vendió”), Celine (“hizo que me avergonzara del pésimo escritor que soy”), Miller (“nadie escribía así a no ser que se llamara Henry Miller o Dostoyevsky”), y su inspirador iniciático el entonces casi anónimo John Fante (“sin duda eres el número uno”).
 
Murió hace treinta y un años, a los 73, minado por la bebida, el humo, y una celebridad tardía que abominó, y que ha crecido post mortem, hasta convertirlo en “uno de los escritores más influyentes de la literatura estadounidense” (Wikipedia).
 
Producto de un medio no taurino y con acceso difícil a las corridas, no tenía cómo ser aficionado, pero lo fue. A mediados de los sesenta, proclamó su conversión en poema-prosa: “La superficie del sol”:
 
Los toros son grandiosos como la superficie del sol, y aunque los matan para rancias multitudes, es el toro quien atiza el fuego, y aunque hay toros cobardes, tanto como toreros y hombres cobardes, generalmente el toro se mantiene puro y muere inmaculado sin ser tocado por símbolos, y élites o falsos amores, y cuando lo sacan arrastrado nada ha muerto y el hedor final es el mundo.
 
Sí, fue una de las dos o tres cosas que le infundieron reverencia, o mejor qué salvó de su general escepticismo. Cuando vuelvan a publicar las consabidas listas defensivas, de iconos culturales que compartieron el credo, incluyan a Charles Bukowski, quizá el más inesperado, sincero y desafiante de todos.