lunes, 13 de octubre de 2025

ARTE LEVE - VIÑETA 582

 
VIÑETA 582
 
Arte leve
Jorge Arturo Díaz Reyes 13 X 2025
Sarcófago romano de Medea 140 D.C. Museo Altes de Berlín. Foto: Flickr
El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo.” Y ya existía el arte. Y quizá entre los primeros, el de torear.
 
Las más antiguas trazas de auto conciencia, pensamiento abstracto, ficción…, fueron marcas no utilitarias, de divagación, autoría, ornato, tal vez. Paredes cavernarias, pedruscos, huesos, quizá la propia piel... Arte.
 
Y el heredado sentido estético de la recién nacida inteligencia, rasgo diferencial del homo sapiens, valoraría seguramente facultades vitales para la manada, en la caza y el combate. Librar el zarpazo, la tarascada, la embestida. Afrontar el riesgo. Reducir la violencia. Conducir la fiereza. Humanizar el mundo, para uno y para todos.
 
Y al conmoverse y conmover haciéndolo, cada vez con más eficacia, originalidad, dominio, propiedad, arrojo y repetición; descubrir, sorpresa, placer, gratitud colectiva, recompensa. En la derrota del miedo, en la sumisión de la inmensa y amenazante fuerza del entorno. Eterno asunto humano
 
Y en ese paso de lo irracional a lo racional, de lo sensorial a lo sentimental, de ir por necesidad y emoción a la sublimidad, a la sacralidad, a la entronización del animal y su potencia. Icono del azar, del hado, de la fatalidad. De la lucha perenne a vida y muerte.
 
Y al arrobo dionisiaco ante la conjunción de la máxima gracia con el máximo compromiso. Como en efecto sucedió. Y andando el tiempo y el espacio, a compás de la evolución cultural, a la faena. La ritual obra de arte de la tauromaquia moderna. Cuya larga historia sintetizara Unamuno: “Cavernario bisonteo, precursor del rito trágico que culmina en el toreo.”
 
El arte que es todo. Esa pulsión con que el mono desnudo quiere siempre abarcar el universo interno y externo. Lo bello, lo feo, lo bueno, lo malo, lo justo lo injusto, lo cierto, lo incierto, lo alegre, lo triste…, lo humano, lo inhumano. Arte cuyo pasado remoto apenas podemos vislumbrar en burilados de piedra, hueso, marfil...
 
O intuir: en el ocre sobre rostros nunca vistos, en la mueca, el gesto, la pose, la danza espontánea. En el placer y el sufrir de los colores, la forma, el volumen, la textura, la imitación, el ritmo, el dibujo, el aroma, el sonido… En aquellas primitivas creaciones (obras), eversiones del yo a la percepción del otro, de los otros, hasta hoy.
 
Las mismas cosas y hechos que siguen llenando los museos, los teatros, las plazas. Y las más reales y auténticas fundidas en el ancestral arte de torear. Catarsis purificadora del rito dramático, la tragedia, que nos explicó Aristóteles. El arte del hombre a muerte, frente a su destino, (el toro). Como ante sí mismo, en las tragedias isabelina, bretchiana, griega…
 
Medea, matando a sus hijos, para evitar que manos odiadas los maten más cruelmente. No es “lindo”, no es de “buen gusto”, no es “chic”, es horrible. Pero es arte, profundo, contundente, al interior de lo humano. Hoy, a 2.500 años de su estreno para la olimpiada 87 de Atenas, Euripides nos sigue abrumando, sumergiendo en eso abismal, tremendo, inexplicable, que subyace bajo las formas, la coreografía, las luces.
 
Quedarse solo en ellas, en el empaque, lo superfluo, lo bonito…, tendencia dominante posmoderna. Reducir el valor estético a la utilidad. Omitir el todo por la parte. Privilegiar la impostura, el ornato vacío. El eslogan, la pose. No tocar lo esencial. Ir solo al instinto, a la percepción prehumana. Hacer el arte leve.
 

lunes, 6 de octubre de 2025

¿VOLVER A EMPEZAR? - VIÑETA 581

 
VIÑETA 581
 
¿Volver a empezar?
Jorge Arturo Díaz Reyes 6 X 2025  
Cavernas de Altamira, 36,500 años aprox. Foto: National Geographic
Hace mucho tiempo, mucho, aunque no suficiente para ser siquiera un destello en la eternidad, nuestros comunes antepasados africanos echaron a andar. Migraron y migraron, buscando como ahora, salir adelante, vivir mejor, progresar…
 
El mundo es ancho y es nuestro. Con tan acuciante instinto y conveniente justificación, avanzaron hasta los confines sintiendo, compitiendo, contaminando, depredando, preguntando, aprendiendo, haciendo, proliferando, matando, muriendo...
 
Era la primera “globalización”, así no se conociera el término... Y en ella toparon con el toro, libre, fiero, potente, misterioso, temible. Se midieron con él, comulgaron con su carne y su sangre queriendo parecérsele. Se es lo que se come. Lo sacralizaron, lo adoraron, lo pintaron, le erigieron monolitos y templos, le cantaron, le danzaron, le ofrendaron. Era la celebración de su milagrosa, corta y frágil vida frente a la fuerza descomunal de la naturaleza encarnada en la divinidad.
 
Altamira, Lascaux, Mesopotamia, Egipto, Creta, Grecia, Roma, Galia, Ispania, y… América…, donde miles de años después, traído, y soltado en sus vastas llanuras por otra ola de migrantes, los adelantados del imperio español, en el que más tarde no se puso el sol, (segunda globalización”, llamada conquista).
 
El homo sapiens ultramarino, que había olvidado ese dios, habría de reencontrarlo, reverenciarlo, y para su fiesta también aquí, levantarle plazas, como corralejas y como catedrales. Casi cuatrocientos años de culto libre. Hasta que comenzaron las prohibiciones.
 
En principio, militares: El general Ramón Freire 1823, en Chile. El general Máximo Tajes 1888, en Uruguay. El general Adna R. Chafee (norteamericano) 1899, en Cuba. El general Juan Domingo Perón 1941, en Argentina. A más de las temporales del general Porfirio Díaz 1876 a 1888, y el general Venustiano Carranza 1916 a 1919, en México.
 
Luego, hace apenas medio siglo, a un economista de Harvard, le dio por llamar “globalización” a lo que ocurría con el mercado mundial, y la palabra cundió a todo nivel. Sirvió para todo, ya cuando íbamos para la tercera, la virtual, esta sí bautizada por la desmemoria que la creyó primera. La misma que Marshall McLuhan había nominado antes, “Aldea global”. Anticipándose a la irrupción del Internet y la inteligencia artificial.
 
Todos con todos y con todo a una. El mundo es un pañuelo. Mejor dicho, un celular en el bolsillo. Nada oculto, ni el pensamiento. Algoritmos estandarizadores de unos y ceros cobijan y uniforman, en tiempo real. El futuro, no existe y el pasado pasó, anacronías ambos.
 
¿Y la historia, la tradición, los cultos, las culturas, subculturas, identidades? Bla, bla, bla… ¿Y los grandes relatos, las creencias, los mitos, el arte? Igual. ¿Y el toro, sus fieles, y su rito, la antidiluviana corrida, recreada en la modernidad del Siglo de las luces, simultáneamente con la ilustración, la ciencia, la revolución industrial y la democracia, qué? Barbarie, prohibida, prohibida, prohibida. Ya no por generales, ahora por políticos empoderados periódicamente, que con un click quieren “civilizar” a su turno los pueblos, formatearlos a gusto, reinventarles la cultura.
 
Rafael Correa en Ecuador 2011. Ricardo Martinelli en Panamá 2012. Justin Trudeau en Canadá 2019. Claudia Sheinbaum en México 2025 (corrida incruenta). Gustavo Petro en Colombia 2024, con efecto a 2027. En los demás países americanos, incluidos los Estados Unidos, no hay aún prohibición constitucional, aún..., y en Europa ¿qué pasará?
 
Imagino qué si nuestros andariegos ancestros africanos de la primera diáspora resucitaran de pronto, se maravillarían de todo. Pero más, de cuanto hemos logrado recortarnos la libertad. Y si miraran las guerras de hoy, en directo como nosotros, fliparían de a qué punto hemos refinado nuestra ferocidad, técnica y eficacia en el homicidio masivo.
 
Bueno, eso quizá si se lo permitieran, la náusea de ver y oler hasta dónde hemos ensuciado el planeta con nuestro progreso, y el asombro de comprobar cómo nos absolvemos de todo esto exterminando el toro.
 
Seguramente querrían desandar el camino para volver a empezar. O a lo mejor ni siquiera haber empezado.

lunes, 22 de septiembre de 2025

UN DECENIO TENAZ - VIÑETA 580

 
VIÑETA 580
 
Un decenio tenaz
Jorge Arturo Díaz Reyes 22 IX 2025
Roca Rey 2023. Fotograma: OneToro
Qué un joven desconocido irrumpa en La Fiesta, tome alternativa, y de una se trepe al podio, lo honré y lo trascienda, es noticia. Aun siendo español. Pero que lo haga un americano, es insólito.
 
Eso fue lo que comenzó a ocurrir aquel 19 de septiembre del 2015, cuando en el bimilenario ruedo de Nimes, Enrique Ponce, ante Juan Bautista Jalaberth, le cedió al peruano Andrés Roca Rey el toro “Pocosol” de Victoriano del Río. Lo recordaron el viernes pasado algunos titulares (no muchos).
 
Pero es que… ¿Cuántos lo han hecho antes? ¿Acaso, Gaona, Armillita, Arruza, los Girón, Rincón? Nunca tan pronto y tan populosamente, pese a surgir en medio de la crisis más profunda del toreo y además toparse a poco con los tres terribles años de la pandemia.
 
Cómo lo señalé, al salir de aquel infierno… plazas tapiadas, ferias canceladas, clientela encuarentenada, torería en paro, toros al matadero… ganaderías enteras. Crisis, crisis, crisis... Solo un milagro, pensábamos. Y entonces, por marzo, volvió Andrés a España con su mutismo, su sangre fría y sus largas piernas, a estacarse en el terreno del toro (el bueno y el malo), aguantarlo, pasárselo por todas partes, ligándolo, templándolo y mandándolo, a despecho de querencias, fobias y estilismos.
 
Impertérrito, arriesgándolo todo, soportándolo todo, sobreponiéndose a todo. Sin palabras, con hechos. Abrumando. Y los públicos a él, como ha sucedido siempre con los que así los impactan. ¡Quiero dos para Roca Rey! exigen agotando las taquillas, recordando esos sesenta de Manuel Benítez, a quien también algunos ponían peros esteticistas, que no hacían sino estimular su demanda.
 
El torero de masas no necesita mercadotecnia. Cada quién lo valora como le conviene, pero todos quieren verlo. Esa es la cosa. Ningún espada latinoamericano desde los buenos tiempos de César Rincón, lo había demostrado con tanto tirón. Y menos en la última década, cuando tanto se necesitó, ningún europeo tampoco.
 
Sin coreografía, disfraces, poses, ni discursos. Parco, apenas contestando a la prensa, por no hacer el patán, va de ruedo en ruedo con su capote, muleta y espada, como aquel mitológico rey frigio convirtiendo en oro cuánto contrato toca, y de paso salvando la Fiesta. ¿No es lo que queríamos?
 
Pero no faltan quienes resienten eso que no pueden tapar. Ese arrastre del inmigrante sobre todo en la juventud. Esa fuerza renovadora que ha saltado las barreras, los tendidos y los tejadillos trascendiendo al arte, el cine, la televisión y la cultura general, global. Llevando a otros públicos y otras culturas él toreo de nuestros días, tan perseguido, prohibido y necesitado de compromiso, audiencia y credibilidad.

lunes, 15 de septiembre de 2025

EN LA SERREZUELA - VIÑETA 579

 
VIÑETA 579
 
En La Serrezuela
Jorge Arturo Díaz Reyes 15 IX 2025  
La Serrezuela. Foto: Caracol
He coincidido en Cartagena de Indias, vieja ciudad amurallada, con mi querido amigo, venerable aficionado y veterano magistrado José Antonio Almanza. El encuentro se dio casual, frente al mar y el atardecer caribeño, en el bar “Tentadero” de la Histórica plaza de toros de la “Ciudad heroica”, convertida hoy en lijoso “mall-center”.
 
A nivel de lo que fueran los balconcillos, protegidos del húmedo calor por las vidrieras y el aire acondicionado, con ambiental mapalé de fondo y par copas de ron-cola, fluyó la conversación. La  cual, siendo quienes somos y estando donde estábamos, no podría ser otra.
 
—Toño ¿crees que la aprobación de la Corte Constitucional a la ley prohibicionista será el último acto jurídico de la fiesta en Colombia, el último vals?
—Probable, pero no necesariamente.
—Qué más podría ocurrir
—Algo que de puro difícil sonaría desopilante —dijo con sonrisa condescendiente.
—¿Cómo qué…?
—Como que la misma Corte, ante solicitud respetuosa, reconsiderara su fallo, motu proprio.
—¿Acaso por la premura y poco debate con que se pronunció, casi de un día para otro? ¿Por haber traspasado la fundamental división de poderes? ¿O…, porque esta última razón, impulsaría el Congreso a derogar la ley?
—No sería descabellado imaginar la primera. La Corte se ha corregido cuando lo ha considerado justo. Por qué no ahora. Pero la segunda, extralimitacion de poderes, habría de probarse.
—¿Con qué asidero?
—Bueno, la ley que se sometió a su consideración no incluía prohibir las corralejas ni las peleas de gallos, y el agregarlas de su parte, podría interpretarse como un acto legislativo. Lo cual no estaría en su potestad. El Congreso legisla, la Corte juzga.
—Sería entonces una extralimitación, además con posibles repercusiones electorales.
—Tal vez. La prohibida popularidad de las corralejas y los gallos, golpearía la de los congresistas de la región en época de cosechar votos. Eso, podría ser una razón de peso.
—Ahí, el voto sería el asunto y favorecería la tercera opción; derogar la ley y rehacerla cómo convenga.
—Quizá —dijo, apretando los labios, proyectando el mentón y y levantando las blancas cejas.
 
El sabor fresco y dulzón del trasiego complementaron el hálito de esperanza. Exhalé.
 
—No te emociones —me atajó —Apenas estamos divagando.
—Sí divagando, pero con el poder en juego, todo es posible. Las urnas pueden mover montañas.
—Bueno, como decía nuestro común amigo Antonio Caballlero, el problema y a la vez ventaja de la democracia es que obliga oír hasta los imbéciles.
—Pues ojalá nos oyeran también.
 
El sol besaba el mar sobre un fondo rojo y naranja. Ya no sonaba mapalé, sonaba cumbia. “Avisan de Bocachica, que en cantil de Medina, se fue a morir Sabina…” Pagamos nos dimos un abrazo y agarramos cada uno por su lado. Él para Getsemaní, yo para La Boquilla.
 

lunes, 8 de septiembre de 2025

UN TORO ES UN TORO - VIÑETA 578

 
VIÑETA 578
 
Un toro es un toro
Jorge Arturo Díaz Reyes 8 IX 2025  
Toro. Foto: Salamancaldía.es
 
Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'
(Jorge Luis Borges)
 
…Y todo el toro en la palabra toro, podríamos parafrasear, dejándonos llevar por la bella e irónica licencia poética. Pero no, no nos dejemos llevar. El nombre “no” es arquetipo de la cosa. La palabra no es la cosa, no es el animal. Es apenas la idea, el significado personal, muy diverso, aleatorio, caprichoso...
 
¿Qué entienden por “toro”: un vaquero, un pintor, un ganadero de manso, un ganadero de bravo, un veterinario de Las Ventas o de Cañaveralejo, un aficionado torista, un aficionado torerista, un turista en la plaza, un antitaurino, un devorador de hamburguesas, un niño absorto por Disney, un mascotista, un “animalista”, un político ávido de votos o un magistrado elegido por él…? No lo mismo, por supuesto. La diferencia es infinita. Son ideas, ideas, ideas...
 
Y para ellas, Platón (creador de El Cratilo) que las reflejó flameantes en la pared de la caverna. Por ejemplo, la idea “toro” de los zoólogos, es el Bos taurus, gran mamífero artiodáctilo, rumiante que campeó libre, indómito, dueño de sí por millones de años en Eurasia, hasta que otro mamífero, más ladino y pragmático, el Homo sapiens, cansado de ser derrotado por él en la caza, lo tramó, lo apresó en hatos, lo hizo res, lo castró, lo esclavizó, lo torturó, lo reprodujo y mató industrialmente, lo descuartizó y se lo comió.
 
Otra idea es la del culto al “Ibericus”. Que lo conserva sin domesticar, aunque criado si, selectivamente, aparte de los otros (gajes del “progreso” y la roturación de la tierra), para mantenerlo íntegro, como una reliquia viva en uso de sus caracteres primigenios; fiereza, potencia, soberbia. Sempiterna fascinación humana, hecha símbolo, valores e íconos religiosos y no religiosos de las culturas y los tiempos.
 
Hoy, el “arquetipo de la cosa” toro, lo es cada vez menos este. Y mucho más, el sometido, rehén de la civilización. Metamorfosis que pretende llevar a la “humanización”, el superviviente bravo (no el otro, el suyo, claro), atribuyéndole unilateralmente derechos, ¿deberes? y por ende autoconciencia y sentimientos. ¡Qué invento! Por ahí, camino, a la prohibición y extinción de la raza no mansa, la última que guarda su ancestral identidad, su original significado. Para poder seguir carneando al resto, impunemente, hipócritamente, infamemente, “sin Óle”, sin contrastes vergonzantes, ni cargos morales.
 
El jueves pasado La Corte Constitucional Colombiana, que estrena magistrado elegido por los mismos ambidiestros parlamentarios autores de la ley prohibicionista de los toros, la ratificó. Desdiciéndose de sus muchos fallos anteriores a favor del respeto a la cultura taurina y la libertad. Sin pena ni gloria, sin discusión, casi automáticamente.
 
Ahora, para los constituyentes colombianos, como condicionaba el gran poeta, el nombre toro sí es arquetipo de la cosa…, pero de esta otra cosa, su nueva cosa, su nueva idea, la conveniente, la indefensa, la de matadero. Mientras la primordial, la de: un toro es un toro, desaparecerá del todo, gracias a su otro arquetipo, la palabra democracia. Más que semántica.

lunes, 1 de septiembre de 2025

EL CREDO DE JUAN - VIÑETA 577

 
VIÑETA 577
 
El credo de Juan
Jorge Arturo Díaz Reyes 1 IX 2025  
 
Bayona (Fr). Juan de Castilla camino de la enfermería. Foto: Philippe Gil Mir, Mundotoro
El paisa Juan de Castilla, camino de la leyenda, ha engarzado una cuenta más en su rosario de gestas. Desde la primera, la más grande. Nacer donde nació y sobrevivir donde sobrevivió, no dejándose arrastrar como tantos por el turbión de la violencia y el vicio, prefiriendo el imposible camino de hacerse torero en una ciudad que apostataba del toreo.
 
Torero de arte, valor y honor, que llegó a subyugar entre otros, a su temprano mecenas y paisano, el pintor Fernando Botero. Quien pronto lo dejaría huérfano y jmigrante, buscando ser profeta fuera de su tierra. Por ahí llegó a la dura brega del escalafón español, teniendo que trabajar como buen proletario para comer y apuntalar su sueño. Respondiendo a cualquier desafío. Estando siempre “pa las que sean” como se decía en las cruentas calles de su infancia.
 
Igual para Cenicientos que para Madrid, igual con las duras que con las más duras, igual con una corrida cada seis meses que con dos el mismo día, a mil kilómetros de distancia. Como el 19 de mayo del año pasado; Vic-Fezensac por la mañana, concurso de ganaderías, y volando, por la tarde miuras en Las Ventas. Siempre listo, siempre a todo, siempre a por todas.
 
Igual anteayer en Bayona (Francia), por la oportunidad, un solo toro malgeniado de Arauz de Robles, que le infirió dos pavorosas coronadas, en la ingle y el periné, de las cuales se levantó digno, sangrando mucho, (según crónicas fotos y videos), para matar frontalmente al agresor, cortar la oreja triunfadora, y llegar por su propio pie a la enfermería donde cayó. Amaneció entre estupores anestésicos, balbuceando que quiere salir de nuevo al ruedo en Dax y Madrid, sus próximos retos.
 
De una, vivir o morir en su credo. Ese que adoptó, en Medellín; el toreo es peligroso, mortal, como también los son el sedentarismo, el sexo libre, y hasta el asistir desprevenidamente a un restaurante, la escuela, el hospital o un almacén, como nos recuerda el terror coentemporáneo.
 
Todo lo es, tomar el tren, cruzar la calle, beber un vaso de agua. La muerte acecha cada gesto humano. Muerte y vida son consubstanciales no existen la una sin la otra. Lo sabemos desde siempre, inciertos, afligidos por la fatalidad.
 
Todos moriremos. La diferencia del torero, de este torero, es que lo asume, lo ritualiza, lo demuestra y le da significado. Morir también pude ser digno, un acto de fe, ceremonial, oficiando una liturgia, con lealtad frente a la fuerza de la naturaleza, respondiéndose:
 
¿Si he de volver al polvo por qué no hacerlo en medio de una fiesta?
¿Si es inevitable, por qué morir desconsolado, implorante, acobardado?
¿Si puedo matar un animal, por qué no tener la decencia de aceptar que él también me pueda matar?
 
Ese viejo credo que Juan profesa desde niño, cuando escogió entre la pistola y la espada. El del honor.
 

lunes, 25 de agosto de 2025

ESA OTRA REALIDAD - VIÑETA 576

 
VIÑETA 576
 
Esa otra realidad
Jorge Arturo Díaz Reyes 25 VIII 2025 
Monumento a Belmonte, Triana. Foto: Sevillatoro
Un sábado, por septiembre de 1917, con Don Pío el cronista titular en vacaciones, una orden resuena en la redacción de El Liberal:
—Clarito: mañana hará usted lo de Madrid.
 
Toreaban una “corrida de alto bordo”, Joselito y Belmonte apadrinando la alternativa de Félix Merino. En busca de dar un aldabonazo, el incipiente relator se pasó de rigor y puso “mal a los tres”.
 
Al otro día, Don Ramón Pérez de Ayala (connotado escritor y político), protector de Clarito, le leía la crónica a Belmonte mientras Toribio lo afeitaba. Picado, el maestro exclamó:
—¡Cla-Cla… Clarito! ¿Quién será este Cla… Clarito?
—Yo le conozco –dijo defensivamente don Ramón.
—Es un periodista novato, pero que vale mucho.
—¿Cu-cuánto vale? —Dejó caer Juan, (Memorias de Clarito).
 
Más allá de la sufrida crónica taurina, la socarronería hurgaba en una llaga tenebrante de la filosofía; la trampa del lenguaje. Desde la Grecia Clásica, dato y relato, curso y discurso, texto y contexto, exégesis y eiségesis... Parménides, Heráclito; Zenón… ¿Es acaso el lenguaje espejo de la realidad?
 
Las mismas palabras, habladas o escritas, llaman una cosa o la otra, según quien las diga, cómo las diga, en que ámbito las diga, con que intención o tono las diga… “El lenguaje es un juego regido por el uso” concluía Wittgestein, contemporáneo de Belmonte.
 
Estamos viendo la corrida en directo por televisión y al tiempo el audio, nos la está contando y explicando. Relatores y comentaristas, a su criterio, a su gusto, a su modo, no al nuestro. Y resulta muchas veces que lo visto no solo difiere de lo escuchado, sino que nos parece todo lo contrario. Y al otro día, cuando leemos las noticias, pues peor.  Pero terminamos asumiéndolas colectivamente, consciente o inconscientemente.
 
Cada uno habla o escribe de la procesión según le va o pretende que le vaya en ella. Así ha sido siempre, en la historia, el periodismo, el comercio, la política, el arte, el amor, la ciencia, la cotidianidad... Y siempre también, al final, hay acuerdo sobre lo real, o lo que se da por ello. El lenguaje es un conjunto de citas.
 
Solo hasta hace unos quinientos años la humanidad, y eso que no toda, convino que la tierra no era plana. Solo hace poco más de un siglo “El Guerra” (pontífice), hablando por todo el toreo anterior desahució al joven Belmonte, con su célebre: así no se puede torear, porque lo que no se puede no se puede y además es imposible. Pero bastaron apenas diez años para que lo “imposible” fuera la única manera posible.
 
Bueno, la certeza es una tan imperiosa necesidad del hombre, que cuando no la encuentra la inventa. Ficción, ilusión, utopías, cuentos, teatro, cine, poesía, propaganda, palabras… La trampa del lenguaje nos conduce a esa otra realidad. En donde siempre hay cosas que miradas al derecho parecen granadillas y miradas al revés, granadillas otra vez…, aunque sean peras.
 

lunes, 18 de agosto de 2025

HASTA EL DÍA SEÑALADO - VIÑETA 575

 
VIÑETA 575
 
Hasta el día señalado
Jorge Arturo Díaz Reyes 18 VIII 2025 
Pepe Cáceres y Ernest Hemingway en Pamplona
Murió en Bogotá el 16 de agosto de 1987, 26 días después de que "Monín" (“Garrotillo” nombre materno) de San Esteban de Ovejas le destrozara el pecho, aquel 20 de julio de 1987, durante la Feria del Sol en Sogamoso.
Murió en su ley. Fue un torero artista, emocional, de gran afición y temperamento. Plástico con el capote (autor de la “cacerina”), clásico con la muleta e incierto con la espada.  En Colombia, por lo menos, su relación con el público no tuvo medias tintas; iba, sin pasar por la indiferencia, del odio al amor, del desprecio a la idolatría, de la ovación a la bronca. Su presencia en el ruedo, incluso, su solo anuncio en los carteles, provocaba reacciones encontradas y extremas. Había "caceristas" devotos y "anticaceristas" militantes. Pasión que quizás tuvo en Cali su escenario más tórrido.
Nació en Honda, cuando empezaba la decadencia de la calurosa ciudad ribereña, qué durante la colonia y gran parte de la república, fue próspera e importante. Obligado puerto para la comunicación y el comercio de Bogotá con Andalucía, con Sevilla, con Europa; por su muelle pasó, del barco a la mula, todo cuanto navegó a través del Guadalquivir, el Atlántico y el río Magdalena, rumbo a la cordillerana capital del país. Todo lo español llegó por allí.
Durante los años infantiles de Pepe, la desaparición de la navegación fluvial y el desvió del tráfico al tren, las carreteras y al avión, dejaron a Honda fuera de la ruta, llevándola, en corto tiempo, del protagonismo al olvido, del exceso a la carencia y de la hiperactividad a un profundo letargo de tierra caliente.
Pero sus épocas coloniales la marcaron con un estilo andaluz del cual quedan vestigios: aleros de teja colorada, sombreando estrechas calles tortuosas, empedradas, flanqueadas por zaguanes, rejas de hierro torcido y paredes encaladas de las cuales penden balcones, ropa y tiestos de flores.
Es Honda con sus leyendas y arcos moros,
vestigios del hispano poderío,
que hoy ha visto nacer junto a su río,
un torero de sedas y de oros.
(Arcesio Villegas)
Qué la “sevillanía torera” de Pepe Cáceres haya sido otro de esos vestigios, como alude Villegas en su elegía al matador, nadie podría probarlo. Pero cualquiera puede sospecharlo, considerando, además, cómo no es circunstancial el hecho de que recibiera su alternativa (IX-30-56), de Don Antonio Bienvenida, durante la Feria de San Miguel, en la Real Maestranza, de aquella lejana ciudad a la que le unió más el sentimiento del toreo que el navegable cordón umbilical de su río natal.
Huérfano, fugado de casa "para ser torero", fue hallado en un nocturno bus provinciano y adoptado por el picador Melanio Murillo, quien a la sazón (torero bufo), deambulaba con su cuadrilla de pueblo en pueblo. Melanio lo llevó a una ciudad fría y montañera.
Allá, desde los trece años, cuando se abrió de capa por primera vez en la "Plaza del Soldado", inició su romance con el público de Manizales que le aclamó como triunfador, y, más disfrazado que vestido de luces, le obligó a dar vueltas al ruedo paseando orejas, en el primer encuentro de un idilio que se mantuvo por cuarenta años. Hasta esa tarde del 4 de enero de 1987, en la que ya envejecido, alternando con Ortega Cano y "Joselito" (Arroyo), corneado, sangrante, iracundo, lidió y mató su último toro en esa plaza, que otra vez le entregó trofeos y le aclamó con un delirio al que se sumaron sus alternantes. Manizales ha perennizado ese afecto, en una estatua póstuma.
Siete años de novillería cimarrona y su presentación en la "Santa María" de Bogotá, donde corta orejas y rabo; lo lanzaron sobre los pasos de sus atavismos taurinos hacia España, para completar su formación. Un novillo de José de la Cova lo recibió, en Málaga, el 10 de Abril de 1955, con la primera de las veintitantas cornadas graves que sufriría.
 
Toreó treinta y ocho novilladas en plazas importantes, incluida Madrid. En Ecija, otra cornada le marcó en el pecho el sitio por donde le mataría "Monín" muchos años después en Sogamoso. Vuelve a ser herido en Barcelona, antes de doctorarse. Lo demás es historia, larga, cruenta…, daría para libros.
 
Valgan estas leves notas como incitación al recuerdo de aquel que nació, vivió y murió torero, sin jamás dejar de serlo... Hasta el día señalado.

lunes, 11 de agosto de 2025

EL PATRÓN ORO - VIÑETA 574

 
VIÑETA 574
 
El patrón oro
Jorge Arturo Díaz Reyes VIII 2025 
Por la vía del espectáculo, el mercadeo y la globalización monoculturizante, la devoción al prehistórico arte del toreo tiende a cambiar su imprecisa subjetividad por el formateo de un sistema impreciso.
 
Una contraída urgencia de tasación a visiones, modos, artificios quiere asimilarlo cada vez más al art market, el word sport o el stock exchange. Cotejar, jerarquizar, cotizar, comercializar todo.  
 
Las corridas de “la oportunidad”, los fallos de los jurados en los premios feriales. Los de los palcos presidenciales en la concesión de trofeos cada día. Los titulares. Las crónicas. Las claques. La propaganda. La clasificación en grupos especiales, comunes y subcomunes. Los escalafones. Las tablas…, traducen dinero, dinero, dinero...
 
¿Y cuál es el metro, el índice bursátil del formato? ¿El toro más toro? ¿La veracidad? ¿El carisma? ¿La monería? ¿La creatividad? ¿La emoción? ¿El impacto mediático? ¿La taquilla? ¿O todas las anteriores? Obviamente hoy, no todas las anteriores. Pues el toro (deidad del culto) ha pasado de ser medida de todas las cosas, a reo de todas las cosas…, excepto cuando “se deja”.
 
De tal manera que como en otras dimensiones ajenas, en La Fiesta, el este es mejor que este, vale más que este, y se vende más que este, es resultado cada vez menos de lo esencial. Se devalúa el patrón oro. Se infla el significado para un gusto industrializado.
 
Gusto impuesto que cunde por las tertulias, ahora “chats”, uniformando las pasiones, las filias y las fobias. El prototipo es el mejor del mundo, del universo, de la historia…, los demás son los de menos.
 
Bueno, pero hablamos de arte, ¿cierto? Acaso ¿Caravaggio es mejor que Vangogh, Beethoven que Mozart, Shakespeare que Sófocles, Belmonte que Joselito? O han sido incomparables, intérpretes de realidades diversas. Cada ser es un mundo, empezando por el toro.
 
La corrida es arte ritual, y el torero su oficiante. Mientras el oficio mantenga los cánones éticos y litúrgicos, que son el soporte, la estética es aleatoria. Todas caben y cada feligrés con la suya. La individualidad, el estilo y el aspecto del cura no invalidan la misa.

lunes, 4 de agosto de 2025

EL PRECIO DEL ARTE - VIÑETA 573

 
VIÑETA 573
 
El precio del arte
Jorge Arturo Díaz Reyes 4 VIII 2025 
 Cartel (fragmento). Diego Ramos, Arles 2021
Diez grandes galerías de Londres son estafadas simultáneamente vendiéndoles, “a muy buen precio”, falsificaciones de cuadros con firmas cotizadas. Medio millón de libras esterlinas. Los falsificadores, pintores marginados, más que lucrarse, han querido ridiculizar el mercado y los mercaderes de arte.
 
Charles Lampeth, propietario de una de las galerías víctimas, reflexiona después con su gerente Willow.
 
— Ahora, el público piensa que somos unos farsantes, incapaces de distinguir una obra maestra de una tarjeta postal… Han demostrado que los grandes precios pagados por las obras de arte reflejan, no apreciación artística sino esnobismo.
—Eso ya lo sabíamos —contesta el experto Willow cínicamente.
 
Es “El escándalo Modigliani”, del galés Ken Follet. Novelista traducido a 33 idiomas, con más de 170 millones de libros vendidos en al menos 80 países… “La novela es la historia privada de las naciones” (Balzac).
 
El hecho artístico, en esencia comunión creador-creación-sujeto, experiencia psicoemocional íntima de los implicados, cada cual con sus condicionamientos y circunstancias, es una cosa. El precio de la obra (objeto), hecho económico, es otra cosa, externa, resultado de variables colectivas, sociales, culturales, transaccionales. Oferta y demanda. Quién da más. Cualquier caballo vale un millón, más las ganas, decía mi padre (agrónomo). Lo que se paga es el deseo, la posesión; la utilidad, el prestigio, el poder y el placer que comporta.
 
¿En el arte de torear, cual es la obra? No la suerte, la tanda, el tercio. No, la faena completa, unidad estética. Como el cuadro, la escultura, el poema…, pero que a diferencia y siendo interpretativa, es fugaz. Tan pronto es, no es. Pese a que otras artes; música, pintura, poesía, cine…, intenten perpetuar la original.
 
Imposible subastar una faena, comprarla, guardarla, coleccionarla y esgrimir su propiedad. Se vende antes de su existencia, en cartel, a futuro. Su inpermanencia, ni antes ni después, no la hace inmune el utilitarismo, la codicia, al fetichismo.
 
La de Lagartijo a “Hortelano”, la de Joselito a “Cantinero”, la de Belmonte a “Barbero”, la de Manolete a “Ratón”…, igual que todas, fueron únicas, jamás volverán. No las vimos. Nos las han contado. ¿Fueron así? ¿Obras maestras? ¿Cómo probarlo? No se pueden tener. Sin embargo, su intangible e improbable espíritu, está en el mercado. Tácita, legendariamente. Las venden y pagan, todos los días sin sentirlo, indirectamente, empresarios, ganaderos, toreros, periodistas, espectadores, aficionados… La fiesta vive de ellas, la sustentan.
 
¿De qué están hechas? De lo mismo que todo precio en el arte…, “de lo que están hechos los sueños”. Como dice Humphrey Bogart al final de la película “El Halcón Maltés”, sosteniendo la codiciada y trágica estatuilla.

lunes, 28 de julio de 2025

VIGENCIA - VIÑETA 572

 
VIÑETA 572
 
Vigencia
Jorge Arturo Díaz Reyes 28 VII 2025 
Marco Pérez, niño torero. Foto: Diario de Ávila
A Joselito “El Gallo” y a Manolete les bastaron siete años de alternativa, para ser inmortales antes de morir. A Manolo Granero apenas dos, y a Rodolfo Gaona ocho para ingresar en la historia universal...
 
Hoy, temporada 2025 adentro, los dos primeros renglones del “escalafón” (número de corridas cumplidas) los ocupan toreros con 28 y 19 años de alternativa respectivamente. El tercero tiene 18, el cuarto 11, el quinto 10, el sexto 21, el séptimo 25, el octavo 22, el noveno más de 10. Promedio, 18.2 años en este grupo que capitaliza la contratación. Solo asoma, en el décimo puesto, un torero con menos de una década como matador de toros, Tomás Rufo. Bueno, qué vamos a decir si Enrique Ponce se retiró este año con 35 de alternativa…
 
¿Es un sanedrín la cúpula del mercado torero? ¿Por qué? La selección es potestad de las empresas, que arriesgando su dinero se supone apuestan por las preferencias de la clientela (taquilla). Oferta y demanda, sagrada ley económica. ¿Esa es la demanda? ¿Tan inducida y vulnerable como la del resto del consumo en el mundo? Show-business, automóvil, electrodomésticos, arte, política, imagen, cosmética, comida, bebida, etc… ¿Cuánto manda la publicidad?
 
¿No juegan otros factores? Sagacidad oficinesca de los validos, relaciones, medios, intereses cruzados, monopolio (empresario-ganadero-apoderado), trato diferencial de las presidencias, desatención a las novilladas, los novilleros y los nuevos (aquellos de presentación y despedida).
 
¿Acaso sigue siendo factor principal y máximo juez el toro? ¿Cuál toro? El de “garantía”, responden a cada entrevista las muy ocupadas figuras. O según la sabiduría popular: a torero modesto, toro grande y billete chico.
 
Pero, en fin, los que están ahí es porque se lo han ganado ¿no? Sí, se lo ganaron, cierto, cómo negarlo, pero ese no es el asunto. El asunto es si se lo siguen ganando, sin afectar la igualdad de oportunidades para que otros también puedan ganárselo. Libre competencia, otra ley de la economía.
 
Por supuesto, ver a maestros en una espléndida madurez activa, es un privilegio de cada época. Qué los hubo siempre. aunque seguro no en tal proporción y omnipresencia:
 
A Bernardo Gaviño lo mató un toro a los 73 años. Antoñete alcanzó su mayor gloria a los 53. Curro Romero se retiró como santón de la fiesta a los 66... Casos excepcionales, claro, y quizás alguno de los nueve punteros actuales también lo sea. El toreo auténtico, hágalo quien lo haga, no tiene caducidad ni edad, es intemporal. Por ejemplo, El Cid, quien a sus 51 años es muy poco contratado (puesto 95 del escalafón, una corrida), fue, le cortó las dos orejas a un victorino hace tres días en Santander y se ganó una sustitución para el día siguiente, refrendándose sin acaparar. Vigencia meritoria. Además, para los veteranos están los festivales, evocadores y educadores de las nuevas generaciones.
 
Sin embargo, no se pueden omitir tampoco las quejas del fracaso o la no valoración de los pocos chances reales que se ofrecen a emergentes y retadores. La heróica encerrona del niño torero Marco Perez en el pasado San Isidro, digamos. Seguida, días después, por la apoteósis callejera desde la misma plaza de Morante. Proclama de que las viejas coronas no tambalean (al menos esta).
 
Pues a juzgar por las populosas, jóvenes y al parecer conservadoras concurrencias, la “revolución”, o siquiera la reformista renovación de la marquesina torera no parecen por hoy una necesidad ni una exigencia del público, que pone la plata. Sí, pero pueden llegar a serlo, más pronto que tarde. Ahí está la cosa, en la fatiga del metal. Y entonces…?