Viñeta 241
Paula y El Juli
Por
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 13 de enero 2018
Úlltima corrida del milenio en el mundo. Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes |
Lo confieso sin vergüenza ni presunción. Solo como un
hecho que quizá pueda explicar, aunque no siempre justificar, mi manera. Los
viejos acumulamos vivencias, cicatrices, recuerdos, valores, juicios, conocimientos,
prejuicios, reflejos, automatismos que nos definen y también nos mueven, cuando
no nos fosilizan.
Y si a esto último llegamos, a la petrificación, en
cada caso será por voluntaria elección individual. No por falta de opciones, pues
nuestra generación, que nació sin televisión, satélites, celulares,
computadores… Inquieta, los tuvo que inventar, porque los necesitaba y porque
no era del todo ignorante. Había caído en un tiempo vertiginoso que acababa de aprender
física cuántica, relatividad, energía atómica, subconsciente, cubismo, antibióticos,
mercadeo…
Época que no permitía detenerse. Que nos ha enseñado, día
tras día, que este llamado progreso de la humanidad no es viaje lineal con
paradas como el tren. Que sus frecuentes brincos atrás, incluso hasta la fiereza
más elemental, pueden adoptar discursos muy “modernos”. No todo lo nuevo vale,
debemos desconfiar, mirar, cuestionar.
También en el toreo claro, al cual sus enemigos menos agresivos,
que los hay, descalifican por anacrónico, por no entrar en la moda, por no “ponerse
a tono” y renegar de su pasado, sus valores, su verdad.
Y así pensando en el ayer y el hoy leí dos entrevistas
distintas. Rafael de Paula en el ABC
y El Juli en El Mundo.
El uno decía: “Joselito
El Gallo ha sido el mejor torero que parió madre” y el otro: “Hoy se torea mucho mejor que nunca”.
Entonces recordé a Gibran —No digas nunca descubrí la
verdad, di descubrí una verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario