lunes, 29 de mayo de 2017

EL ASUNTO TORO - VIÑETA 202

El asunto toro
(Jorge Arturo Díaz Reyes)

Corrida diecinueve. Otra en que Madrid extraña su toro y protesta la falta de simetría, fuerza, raza y presencia en tres de ellos. Los toreros bregaron y se fueron sin trofeos. Pese al evidente deseo del público, que a dos tercios ocupó la plaza, por otorgar a ultranza uno del sexto.

Quizás fue la suma de solidaridad por infortunios recientes del joven espada Gonzalo Caballero, con el reconocimiento a sus esfuerzos, que no faena, frente a la ofensiva rudeza del negro Agrio. Cinco años, 610 kilos bien armados que descollaban del conjunto al menos por una cabeza.

Alzado y negado al regreso de los capotazos, arremetió de paso al caballo que guardaba la puerta y luego tras laboriosa colocación en suerte se dejó barrenar por Manuel Bernal. Carrera larga para la primera cita con la muleta que atacó punteando, y saliendo alto. Esa fue la partitura que impuso. Porque la impuso, a lo largo de toda la pelea. Unipase, trompicón, barullo, recolocación, por una mano y por la otra. Y la gente ole y ole, a favor del más débil.

La cosa duró y duró, en busca de una oportunidad para ligar con temple que no llegó, sin rendir a la estoica concurrencia. Las cuatro manoletinas finales no tuvieron más aplomo ni compostura. Pero cuando la estocada entró completa, la explosión fue jubilosa sin reparar en su colocación desprendida que prolongó la muerte hasta el aviso y el descabello.

Aparecieron algunos pañuelos y gritos orejicidas. Ni modo. Las palmas de consolación fueron interpretadas como una licencia para la vuelta al ruedo, la cual se dio en la plaza semivacía. Al parecer los que todo lo protestan ya se habían ido. Menos mal.

Morenito de Aranda destiló por momentos estilo y oficio con los sosos de turno. A Iván Fandiño tampoco le sirvieron los peredas de hoy. El asunto fue el toro. Tal vez. Pero no deberíamos olvidar que todo toro tiene su lidia. Incluso el no toro de Madrid.  

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