jueves, 23 de junio de 2016

MENTIRAS NO - VIÑETA 155

Viñeta 155
Mentiras no
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 14 de junio 2016

Un percance familiar me hizo regresar a Cali con premura. No pude quedarme a la presentación de Guillermo Valencia en Las Ventas el domingo pasado.

Aunque no era su debut, importaba. Por sí o por no, los aficionados de Colombia nos tomamos a pecho estas cruciales comparecencias en la primera plaza del mundo. Quizá menos acostumbrados a ellas que los de otras nacionalidades quienes generalmente, salvo sucesos extraordinarios; una salida estrambótica, una Puerta Grande, una cornada de caballo no les dan tanta trascendencia.

Para mí en este caso mucha. Conozco al novillero desde sus primeros años, fui uno de sus profesores en la escuela taurina, sé de su vocación y del duro camino recorrido.

La cosa no salió como queríamos, ni por arte ni por parte. Dice la crónica de mi admirado Barquerito que su lote fue noble y su toreo plano, desligado, largo, de poco gobierno, y agrega: “Con sus virtudes –seriedad, por ejemplo-, torero por hacer”. Hay que escucharlo.

Ya el 23 de mayo, en pleno San Isidro a Juan de Castilla, otra ilusión paisana, se le había ido el novillo de la feria. Eso sí lo vi, con pesar, con mucho pesar. E igual que entonces pienso que oportunidades perdidas como estas hasta los santos las lloran.

Si llegar a Madrid y toparse con un buen toro es un sueño, tenerlo y no aprovecharlo es una pesadilla. El examinador máximo de un torero no es el malo, es el bueno, y el jurado mayor el de allá.

Sobrevive la anécdota de Frascuelo quien a punto de paseíllo con un toricantano ya olvidado le escucha orar en voz alta –Permite señor que me salga un toro bravo— y “El Negro” mirándole con sorna le dice –hijo como aquí te salga un bravo estás liado.

Cierto, Guillermo pagó su entrada con sangre y con el gesto digno de, corneado, tras matar, llegar a la enfermería por su propio pie y con la cara alta. Vale. Pero en esto no debe haber autocomplacencias, disculpas ni eufemismos. Al pan pan y al vino vino. Los aduladores hacen más daño que los detractores.

Agradecer que pese a la herida grave salió bien librado (comparado con la muy grave que sufrió su alternante Rafael Serna), hacer de tripas corazón y enmendar. Mentiras no.

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