Por Jorge Arturo Díaz
Reyes 20 de noviembre del 2014
Lo
que sí eligió fue su vida, existencialista, libre, sensorial que la sacó de su
palacio, y la llevó por diferentes mundos en todos los cuales deja hoy un hueco,
una ausencia, una tristeza. “Yo no me meto con la vida de nadie que nadie se
meta con la mía” reclamó cuando quisieron oponerle razones a su decisión de novia
octogenaria.
Esa personalidad
que desbordaba su rango, “catorce veces grande de España”, la hizo popular, querida,
y claro, perseguida por los medios que la multiplicaban. Su permanente y desafiante travesura,
por auténtica, graciosa y hasta burlona, seducía. Su estilo no daba oportunidad
al patetismo. Mujer a plenitud, insoslayable.
Uno
de los mundos que deja más apagados es el artístico. Amaba la música, la danza,
el teatro, la pintura, el cine y en particular el toreo. Frecuentó las plazas, los
aficionados, los toreros, fue suegra de uno y lo siguió queriendo después de la
ruptura.
Una
más en las corridas, parecía parte de su esencia pues aunque su apellido Fitz-James
Stuart, que también la unía a la realeza británica, supusiese un matiz “guiri” María
del Rosario Cayetana (de Madrid) era tan española como la Fiesta.
Los
aficionados hemos perdido con su partida, mucho, y en momentos difíciles. La
extrañamos y supongo que la recordaremos en silencio donde quiera que se den
corridas.
muy buena descripción, esa era Doña Cayetana...Deja 34.000 Has. de tierra 17 palacios decorados con preciosas y valiosas obras de arte, y le queda una pension vitalicia al ultimo esposo de 2.000.oo Euros y parece ser que en vida le deja un apartamento muy cómodo.
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