Por Jorge Arturo Díaz
Reyes 12 de noviembre del 2014
La contra
convocatoria del jerarca municipal no tiene discusión. De los cuatro puntos
cardinales, hizo llegar como a un muro de lamentaciones, intelectuales,
artistas, políticos, novilleros, toreros, figuras pasadas y vigentes, ganaderos,
profesionales, aficionados, simpatizantes, libertarios de vocación (y de oportunidad),
huelguistas, empresarios, antipetristas diversos... Todos congregados frente a
la clausurada plaza de Santa María en Bogotá. Mientras otra manifestación similar
y simultánea clamaba en Madrid. Todos por él. Todos contra él.
Las admoniciones
filosóficas, éticas, estéticas, ecológicas, económicas. Las invocaciones de libertad,
derecho, justicia, democracia, legalidad. Los reclamos de respeto a la tradición,
la cultura, la diversidad, las minorías, el disenso… entonadas por los oradores
rebotaron contra las puertas prohibidas como han rebotado antes, una y otra vez,
contra su omnímoda e inapelable arrogancia de inquisidor.
¿Podrá
este clamor transatlántico de hoy, como el de los judíos ante las murallas de
Jericó, derribar el muro pétreo? Quisiera creerlo pero no puedo. Porque para su
moralismo dogmático, son herejías, perversiones, pecados mortales de lesa
animalidad que no tienen perdón, que no admiten discusión.
Ni los
argumentos, ni la huelga, ni la Ley (916 de 2004), ni el fallo conminatorio de
la Corte Constitucional que le ordena la devolución de la plaza, han hecho mella
en esa soberbia ciega y sorda de alcalde-rey, de voluntarista obseso, de adicto
a las ideas a la fuerza, de artista de la puta gana.
Se ha burlado de todas las instituciones, pero claro tiene la complicidad del Presidente Santos en compensación a su caudal electoral y a la " mermelada " para su reeleccion. !! que horror !!
ResponderEliminarPero a este " dictadorsillo de pacotilla " como a los Cerditos, su " noche buena " le llegará.
Rodrigo. Gonzalez Caicedo.