lunes, 21 de marzo de 2022

ALBUR Y CALAMBUR - VIÑETA 450

 
VIÑETA 450
 
Albur y calambur
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali III 21 2022
Juan Belmonte 1917. Foto: Vandel, ABC
Dice cada uno de la feria según le va en ella”. Réplica de Melibea a la quejumbrosa Celestina en el acto cuarto, sin que supiera el autor que tal respuesta se haría dicho popular y además enunciado más que precoz del ahora llamado periodismo literario. Cuya versión más conspicua, es la crónica taurina.

Género que nacería 279 años después, cuando a “Un Curioso” le dio, el 20 de junio de 1793, por contar para el Diario de Madrid, la corrida vista en la Plaza de los Hospitales Reales. El capricho caló tanto en la parroquia, que se instituyó, y cuando “Un Curioso” no iba a los toros, enviaban al “Amigo de Un Curioso” para que lo reemplazara. Desde entonces los revisteros, plumíferos, cronistas, críticos… hemos continuado el relato del toreo cómo hemos podido. Llevados voluntaria o involuntariamente por la emoción, el tedio, el gusto, el disgusto, el afecto, el desafecto, el prejuicio, la parcialidad, el interés, la necesidad...
 
Inevitable, pues los relatores, aficionados (condición sine qua non), somos feligresía del rito-arte, pasional, azaroso, imprevisible y efímero. Cuando tratamos de convertirlo a lenguaje, nuestro particular sentir nos impide dejar de ser quienes somos (nunca percepción e interpretación son exactos). Fabricar un relato escueto, aséptico, especular, cómo un informe contable, un acta o un artículo científico sería una impostura estéril.
 
Somerset Maugham, tan preocupado siempre por la técnica narrativa, confiesa qué buscando síntesis y objetividad, intentó un libro privándose de adjetivos y cualquier valoración personal.
—Me salió un bodrio que parecía un telegrama larguísimo— concluyó.
 
En este universo de gravedad mortal, plagado de apariciones, deidades, monstruos, fenómenos, terremotos, faraones, califas… animales monumentales, terciados, antediluvianos, marrajos, albahíos, facados, dulces, marmolillos, luceros, estorninos…  el calificativo, la metáfora, el juego de palabras, el doble significado… más que opciones de estilo, son exorcismos obligados.
 
Un sábado, por septiembre de 1917, con Don Pío, el cronista titular en vacaciones, una orden resuena en la redacción de El Liberal:
Clarito: mañana hará usted lo de Madrid—  
 
Toreaban una “corrida de alto bordo”, Joselito y Belmonte apadrinando la alternativa de Felix Merino. En busca de dar un aldabonazo, el incipiente relator se pasó de rigor y puso “mal a los tres”.
 
Al otro día, Don Ramón Pérez de Ayala, protector de Clarito leía la crónica con Belmonte mientras Toribio afeitaba al maestro, quien molesto exclamó:
—¡Cla… Clarito! ¡Quien será este Cla… Clarito?
—Yo le conozco –dijo defensivamente don Ramón.
Es un periodista joven que vale mucho.
Y… y ¿Cuánto vale? —Dejó caer Juan.
 
Literatura de los toros, albur y calambur.
 

lunes, 14 de marzo de 2022

FALLANDO FALLAS - VIÑETA 449

 
VIÑETA 449
 
Fallando Fallas
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali III 14 2022 
Ferrera recibe al primer victorino en Valencia. Foto: Jacobo Silvestre, Burladero TV
Capote coreográfico, sin alma, inconsistente, azul escandaloso, intenso por el haz, tenue por el envés. Con él abrió Ferrera la primera corrida de Las Fallas. Otra de sus nuevas extravagancias.
 
Qué rugido cuando lo desplegó. Sonó como un juramento al esnobismo. “Patatero”, pasó de largo, quizá indignado, dejando atrás eso que le abanicaba de lejos, una, dos, tres veces, con sus respectivas aclamaciones. Introito a un lanceo aguado y desmandado, en el que solo destelló la cromática chillona. “Para gustos los colores”, contestó socarrón.
 
Con la muleta, que sí lo era, tampoco hubo control a los tardos y cortos envites. Par banderazos, cuatro macheteos y un irse de la suerte con pasito raudo por la espada. Emilio Muñoz justificó: “Cuando no se puede lucir lo mejor es abreviar y estar lo menos posible ante la cara del toro”. Contradijeron ese posmoderno axioma tres pinchazos poco breves (hondo el último) y un descabello sin estocada. Mucho más metido y natural estuvo Antonio con el generoso pitón izquierdo del cuarto, pero igualmente impreciso y largo al matar, saludó una ovación.
 
La tarde se debatió entre lo esencial y lo superfluo, De lo primero, la imponente presencia del cinqueño encierro victorino. Entipado, corpulento, astifino, ofensivo, cárdeno oscuro todo. Todo un lujo derrochado. Ya, su diverso y complejo talante, es materia de toreros, todo toro tiene su lidia y muerte. El único que le hizo honor fue el siempre susceptible Daniel Luque, quien de pronto se distrajo de su tenaz y fragorosa reyerta con el tremendo segundo bis (615 kilos y casi seis años) para entablar un contrapunteo gestual con los músicos, porque homenajeaban su torería sin pedirle permiso. ¿Ah? Lo veraz y arrojado de su entrega obligan obviar la pataleta. Pues a fuerza de apostar la piel, puso la plaza en admirado suspenso, y si la honesta estocada, total, tris contraria, hubiese sido más letal, dos orejas no hubiesen tenido reparo. La una fue de rigor. Encaró leal también al quinto y erró con la espada.
 
Del valenciano Román, consentido por sus paisanos, que solo llenaron media plaza, mejor no abundar. Pases y pases, diez pinchazos (cinco y cinco), cuatro avisos (dos y dos), una estocada, y el toro más propicio, el sexto, “Gallarete”, desperdiciado lastimosamente. Le hicieron saludar primero e irse aplaudido al final. Así, para qué más. Falla fallando arrancaron Las Fallas.
 

lunes, 7 de marzo de 2022

SER O NO SER - VIÑETA 448

 
VIÑETA 448
 
Ser o no ser
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali III 7 2022 
Toros. Foto: Juan Pablo Zumel Arranz, Wikipedia
The New Yorker publica hoy un largo artículo de Lawrence Wright: “El elefante en la sala del tribunal”, y en su newsletter lo promueve con una pregunta que hasta hace poco hubiese podido sonar absurda: ¿Un animal es una persona?
 
La respuesta implícita (solo quitando los signos de interrogación), y el tácito silogismo que la supone --toda persona es animal, luego todo animal es persona-- le prestan racionalidad y licencia como argumento clave del animalismo actual. Inventiva vieja, por demás. Desde tiempos inmemoriales la personificación de animales, vegetales o minerales ha ocupado supersticiones, sectas, religiones, políticas y teorías.
 
Las mitologías egipcias, hindúes, greco-romanas abundan en ello. En el siglo VII, por ejemplo, el emperador japonés Tenmu en consonancia con el budismo dominante, prohibió el consumo de carne, alegando que los animales eran seres como los humanos, con sensibilidad y conciencia, y además, en el ciclo transmigratorio (samsara) tu o algún ser querido, pudo haber sido animal.
 
Por supuesto, señala Wright, hubo también móviles económicos en la imperial disposición, ya que los bueyes (toros castrados) eran importante fuerza motriz para el cultivo del arroz, base de la dieta japonesa, el comercio y la industria. A todo ello encima el autor un sarcasmo: “puede que los bueyes fueran sus hermanos, pero eso no impedía que les pusieran el yugo”.
 
Sarcasmo que también vale ahora para el mascotismo que se santifica y solaza en mantener animales prisioneros a perpetuidad, obligarles a caminar encadenados, mutilarlos, exhibirlos y otras reverencias moralmente tan contradictorias, como tomarse inconsultamente su propiedad y representación.
 
Estas y otras incongruencias pretenden pasar e instalarse en la imperfecta justicia (humana). Meses atrás, un tribunal estadounidense reconoció a una manada de hipopótamos traídos originalmente a Colombia por el narcotraficante Pablo Escobar como “personas interesadas” en una demanda. Jurisprudencia.
 
En la misma onda, pero con distinta suerte, cursó en Nueva York una petición de “habeas corpus” para liberar a “Happy”, elefante tailandés alojado en el Zoologico del Bronx. El juez argumentó: “que un animal simplemente no tiene derecho de habeas-corpus, reservado solo para humanos, ya que tampoco puede asumir deberes y responsabilidades legales.
 
Desde luego, también el toro de lidia, sin saberlo, sin voz y sin voto está implicado por sus “defensores” de oficio en esta rebuscada confusión de identidades que puede llevarlo por el camino de la personificación al exterminio.

domingo, 27 de febrero de 2022

EL INVIERNO DE NUESTRA AMARGURA - VIÑETA 447

VIÑETA 447

 

El invierno de nuestra amargura

Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali II 28 2022

Toro de Los Bayones. Foto: Torosdelidia.es

Se vislumbra la primavera en el hemisferio norte, aquel por donde según Henry Kissinger “transcurre la historia universal”. Y al mismo tiempo, en todo el mundo, incluido el “ahistórico”, parece declinar el duro y largo invierno de la pandemia que se ha llevado tantos.

 

Deshielo, reverdecer, floración, reactivación… Las especies hibernantes comienzan su lento despertar, el intensificar la brega por la vida, el apareamiento y la continuidad de la especie. No así la humana, que ha convertido la matanza propia en actividad primordial, en partera de su historia, y ahora, en su posible sepulturera total. Dado el monstruoso poder destructivo puesto a disposición de sus competitivos machos alfa...

 

Al tiempo con el tiempo, en Europa toros, toreros y públicos aprestan la retoma de ruedos, graderíos y pantallas. Terminan dos años y medio en que la fiesta sobrevive con su metabolismo al mínimo, sostenido por un puñado de resilientes, usando la televisión como tubo de respiración asistida, contra el ahogo del distanciamiento social y las restricciones de concurrencia. 

 

Cuando las plazas quedaron desoladas, bastantes desertaron, se retiraron o se recogieron en sus cuarteles. Quizá esperando que el clima mejorara. Era su derecho. Pero cómo ignorar hoy a los aguerridos que le pusieron el pecho a la gélida tormenta, jugándosela para sostener el hálito del culto. Empresarios, ganaderos valientes cuyos nombres quedan para el recuerdo, y los matadores, que liderados por Ponce 2020 y Morante 2021, dieron la cara en estos años de gesta. ¿Cómo olvidarlos, por qué olvidarlos, por qué negarles reconocimiento y honor, si ahí estaban las cámaras atestiguando?

 

Bienvenidos los que ahora se levantan, vuelven y se suman a ellos. Claro que sí, los extrañábamos mucho. Su concurso será definitivo para la resurrección. Enriquecerá los carteles, alimentará las taquillas, fortalecerá el sistema…, lucrarán justamente. Sin embargo, en medio de la euforia es imposible obviar algunas incomprensiones. 

 

El esperado Alejandro Talavante, por ejemplo, quien se negó a reaparecer en Sevilla por no dejarse televisar y luego arremetió en Madrid contra las transmisiones acusándolas como “elitistas”. Equivocado desdén a la que ha mostrado ser no solo la manera más barata y popular de acceder al rito desde cualquier latitud, sino el vehículo más eficaz de su indispensable difusión. Sin ella, este invierno de nuestra amargura hubiese sido final, no tendríamos otra primavera, ni esperaríamos que el sol del verano trajera dulzura.

 

lunes, 21 de febrero de 2022

DESTAPE Y DEVALUACIÓN - VIÑETA 446

VIÑETA 446 

 

Destape y devaluación

Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali II 21 2022

Ocaso en Las Ventas: Fotograma, Plaza Toros TV

La semana pasada dos noticias desde España captaron la atención en todo el mundo taurino. Una, la presentación del calendario Katia Sol, con fotografías de reconocidos toreros semidesnudos, varias en poses insinuantes. Otra, la publicación por la Comunidad de Madrid del Pliego para el arrendamiento de La plaza de Toros de Las Ventas durante las próximas temporadas y las dos prórrogas posibles (seis años), el cual hace una rebaja enorme al precio de la “primera plaza del mundo”.

 

Aparte de la coincidencia en el tiempo, (al tiempo) ¿hasta dónde se relacionan esos dos acontecimientos? ¿Hasta dónde son signos conjuntos del estado de cosas en la fiesta y en la sociedad? ¿Hasta dónde marcan pautas de comportamiento global? En verdad que hubo respuestas distintas.

 

Que los oficiantes de nuestro culto, se quitaran parte de sus trajes rituales y se mostraran, así como así, desbraguetados, medio veringos, ha inspirado a quienes lo aplauden por “chic”, y juzgan “puritano” el disgusto de los que lo consideran extravío de valores.

 

Respecto a la otra depreciación, la de la catedral primada del toreo, ni fu ni fa. Indiferencia inexplicable, pues la caída fue de altura y con implicaciones. Hace diez años, por ejemplo, la exigencia mínima para los licitadores era de 2.300.000 euros anuales, otorgando puntos de premio para quienes la superaran, y la superaban bastante. Hoy, ese mínimo se ha fijado en 675.000 euros, casi la tercera parte, y con prohibición de ofrecer más del tope (975.000 euros), que no existía.

 

Además, el requisito de solvencia económica, técnica y profesional de los aspirantes, demostrado por acreditación de negocios anuales durante los tres últimos ejercicios, no inferior a diez millones de euros ha sido rebajado a la mitad. No se informa si estos menores costos al empresario redundarán proporcionalmente en el precio de la boletería, el pago a ganaderos y otros profesionales. 

 

Lo claro es que la disparidad aparente de los eventos recientes, el publicitario y el financiero, no los divorcia, los casa como signos de un mismo proceso crónico; posmodernismo, devaluació, frivolidad, complacencia, declive… 

lunes, 14 de febrero de 2022

SOTA, CABALLO Y REY - VIÑETA 445

VIÑETA 445 

 

Sota, caballo y rey

Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali II 14 2022

 

Óleo anónimo, siglo XVII: Museo del Prado

Morante, Manzanares, Roca Rey… y pocos, muy pocos nombres más van repitiendo carteles como letanías por toda la geografía taurina. 

 

Los mismos, de a dos, de a tres y hasta de a seis contratos por temporada, por feria, incluso unos con toda la corrida para sí solos, de plaza en plaza… grande, mediana, pequeña, minúscula, la que sea. Todas copadas. 

 

Vedetismo, rasgo de la fiesta que la crisis ha extremado. Ralean festejos y público. Los empresarios, en el filo de la navaja, como la decapitada reina francesa optan por ofrecer tartas a cambio de pan. Pero no porque no haya. Pan hay, y bueno. ¿Qué son si no los otros cientos de toreros andantes con sus particulares tauromaquias, devociones y estéticas que han sido puestos fuera de circulación? ¿Y qué serán los que vienen, pues encima las escuelas taurinas están llenas?

 

La oferta y la demanda se han desbarajustado y todo con ellas. Como cuando los especuladores de la bolsa se tiraban por las ventanas de los rascacielos en Wall Street. Bueno, no tanto, a escala digo. El mercado está famélico, delirante, liquidacionista. Menos corridas, su precio sube. Más toros y mano de obra ociosa, su precio baja. 

 

El toreo, arte litúrgico es como los otros artes, también mercancía. Sometido a la dura ley de la competencia, que no entiende justicia laboral ni equidad. El que no nada se lo traga la corriente. La de la clientela, que pone la plata, paga, escoge y desecha. 

 

¿Pero esta lo hace siempre bien? ¿Acierta siempre? La comida más vendida (la más dañina). Los políticos elegidos (no hablemos). Las drogas adictivas, a tope. La vulgaridad, best seller. Orinales cotizados como arte sublime… ¿Tal es el sentido común? ¿Tan sabia es la mayoría? ¿O no escoge libremente? ¿Qué mueve sus afectos, sus desafectos, sus ávidas preferencias?

 

La propaganda, es vox populi. La estupefacción, la masificación, la doma del criterio individual en aras del consumo, “que es progreso”. Ese que lo justifica todo, hasta convertir el planeta en un muladar inhabitable. El que no haya entrado por el aro que arroje la primera piedra, o la primera bolsa plástica.

 

¿Y nuestro viejo culto no va también “progresando”, el toro a comparsa, el rito a farándula, el rigor a novelería? —Tranquilos, no pasa nada, está bien, son los tiempos— contestan los mercaderistas —el público manda, descontinúa lo que no quiere, porque no quiere lo que no le vendemos. 

 

Aún así, aceptando que quizá en las facsimilares carteleras para este año, tercero de pandemia, los que están son, seguro que no están muchos que son. ¿Culpa de quién? Culpa de todos, culpa de nadie, son las reglas, sigamos repartiendo… sota, caballo, rey… vuelve y juega… ¿Hasta cuando?

 

lunes, 7 de febrero de 2022

CAMINO DE SALVACIÓN - VIÑETA 444

 
VIÑETA 444
 
Camino de salvación
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali II 7 2022 
Paseíllo en Arles, junio 12 2021. Fotograma: Plaza Toros

En la conversación universal que permite ahora la red (Internet). El tema, casi el monotema taurino, de las últimas dos décadas es: “Cómo salvar la Fiesta”. 
 
No hay que hacer encuestas para comprobar esa fijación colectiva. Todos en ella, ganaderos, toreros, empresarios, aficionados, periodistas, publicistas, críticos, analistas, estudiosos, curiosos, espontáneos… Cada cual a su manera, cada cual con su diagnóstico y su receta. 
 
Sin embargo, bajo ese opinar multitudinario, subyacen tres acuerdos tácitos constantes. Tres convicciones, comunes denominadores que definen el estado de opinión, el espíritu de la época, el zeitgeist como dicen los alemanes. 
 
El primero, que La Fiesta va camino de perderse por sí sola. ¿Sino por qué habríamos de salvarla? No hay que salvar lo que ya está salvo.   
 
El segundo, que la Fiesta es un espectáculo parte del sector del entretenimiento, del show business y esto es lo que hay que salvar, porque sus números van a la baja; concurrencia, funciones, taquilla, rentabilidad... 
 
El tercero, que a la Fiesta pese a su perpetuidad, su prehistórica historia, su esencia, su credo, su ritualidad, su reclamada esencia cultural, no se la tiene por un culto, y en consecuencia no se invoca su propia doctrina como camino de salvación. 
 
Esa opinión general aplica el silogismo de que aun aceptando lo del culto, lo que hay que salvar son las finanzas, porque sin ellas, ni culto habría. 
 
Parece un argumento sólido. No lo es tanto, la fiesta de los toros perduró desde tiempos inmemoriales hasta la edad moderna (post renacentista), sin el formato espectáculo-negocio. Luego, este prosperó, pero precisamente a expensas de la trágica mística.
 
Vendiendo su bizarría, su simbolismo, su estética y su ética avaladas por la sangre de toros y toreros. Estos hondos significados biológicos y sacros que la justifican, son su verdadero sostén. Su esencia, la cual ha resistido que durante trescientos años el toro, el toreo, la corrida hicieran concesiones formales a las modas, los gustos y los escrúpulos ajenos, incluidos los de sus enemigos (“el cliente siempre tiene la razón”). 
 
Pero… ¿No hemos llegado por ahí al colmo de diluir las verdades esenciales, fiereza, riesgo, autenticidad, rigor y comenzado a perder por ello mismo credibilidad, fervor y concurrencia? ¿Será esa la razón de la caída libre, iniciada desde mucho antes de la pandemia?
 
Son preguntas que no contempla el clamor permanente a “reinventar”, a transformar la corrida en espectáculo de variedades, a convertirla en otra cosa que sea más rápidamente mercadeable a nuevas clientelas.
 
La contradicción está en que, si la Fiesta no se salva como lo que es, como lo que ha sido milenariamente, como un culto, tampoco se salvará como negocio. Y es más, no merecería ser salvada.