martes, 22 de diciembre de 2020

DIARIO DE A BORDO - VIÑETA 386

 

Viñeta 386

 
Diario de a bordo
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali diciembre 22 de 2020
Portada libro “Cuaderno de Bitácora” (fragmento)
Como Harold Bloom por su Dublín, Don Quijote por su península, Odiseo por su mar, Barquerito navega por su mundo de toros, acá y allá de los Pirineos. A la deriva, importa el viaje no el motivo ni el destino, y va consignándolo todo con sitio, fecha y hora en su “Cuaderno de Bitácora”.
 
Pero no es lo que pasa y le pasa lo que hace literario y único ese diario de a bordo. Es cómo lo cuenta. No necesita para ello ser un Joyce, un Cervantes, un Homero, le bastan su mano, su aguda percepción y ese castellano afilados por años y años en el relato profesional de corridas... —!Ve a los toros!— le gritó Gertrude Stein al joven Hemingway cuando este no hallaba expresión a sus ansias de escritor. Fue y halló.
 
Hace ya dos meses, el 23 de octubre, supe por la columna de Vicente Zabala en El Mundo (Madrid), que se había impreso en España una parte del “Cuaderno”. Que la edición era “no venal” y su distribución personal privilegiada. ¿Estaría yo en la lista? Impaciente, aguardé acá en Cali, como quien compró lotería. Sí estaba. ¡Llegó el jueves pasado! La maldita pandemia lentifica los envíos, más los transatlánticos.
 
Lo desenvolví presuroso, lo miré, lo palpé, lo sopesé... Formato pequeño, más que de bolsillo, discreto, sólido…, en la portada roja una negra silueta (Ignacio seguro) avanza solitaria con manuscritos bajo el brazo (alegoría)... Solapas generosas, hojas gruesas de 140 gramos al menos. Eso sí, caracteres pequeños (¿no es libro para viejos? preguntaría Cormac McCarthy). Pero en conjunto bella cosa, una sobria joyita de bibliófilo… y además, tallada por un querido amigo.
 
Suspendí otras lecturas y lo leí de tirón. Mejor dicho, lo releí, pues descubrí que había ido recibiendo esas “bitácoras” al paso de su escritura e incluso, con autorización debida, reproducido muchas en mi blog. Como quien halla tréboles de cuatro hojas y lo pregona. Pero no importó conocerlas ya. No se regusta por novedad sino por lo contrario. Más placer.
 
124 páginas, incluyendo cinco del prólogo biográfico: “A paseo con Barquerito” por Miguel Ángel Aguilar. 36 crónicas repartidas en el sentido de las manecillas de la temporada, entre: Castellón, Valencia, Sevilla, Figueres, Nimes, Arles, Madrid, Alicante, Pamplona, Azpeitia, Vitoria, San Sebastián, Bilbao, Salamanca, Toro, Zaragoza, y otra vez Madrid con un capítulo final: “Escritos del confinamiento”.
 
No es un libro taurino, ni de viajes, ni de arte, ni de gastronomía, ni de ciencia, ni de filosofía, ni de historia, ni de poesía… pero contiene todo eso y más. En cada observación, vivencia, reflexión, evocación, parangón, descripción; en cada incidente, nombre, metáfora, recuerdo, cita…, están la cultura, la erudición y el humor de un autor sensible y exquisito descubriendo la pequeñez en la grandeza y la grandeza en la pequeñez de cada cosa. Calando en significados. Develando a su modo lo mucho que hay tras la fachada de lo cotidiano. Literatura.
 
Solo la política parece asépticamente ausente. Es un libro honesto, sí, pero tan o más divertido que muchos deshonestos. Contrario a lo que se esperaría de un cronista taurino, los toros no son tema frecuentemente aludido. Pero están ahí, tácitos, en todos los espacios pues el narrador está donde está por ellos. Divagando entre corrida y corrida. No tiene que decirlo, aunque a veces lo dice...
 
En Valencia (Fallas), vuelve a la redacción (sala de máquinas) de “Aplausos”. Muy torera… una biblioteca surtida… Mira los tomos de “El Ruedo” —colección completa— Calendarios especiales, toros… un jabonero fuenteymbro, un cuadri de cuajo insuperable… Los miuras para hoy son de trapío incalculable declarará un veterinario en Pamplona más adelante, desbordando el adjetivo…En la pared, “una foto cenital”; un juanpedro “embistiendo a borbotón”, una verónica... —Es Morante, pero parece Paula— le dice Agustín Arjona.
 
“Morante es el torero que mejor ha estudiado los clásicos, no para imitarlos sino para interpretarlos”, agrega él y deja el resto a la imaginación de quien pueda interesarse. Por ejemplo; Barýshnikov interpretando a Chaikovski… Pavarotti a Verdi, Olivier a Shakespeare..., también únicos.
 
De párrafo a párrafo incitaciones como esta. Hay que leerlo para creerlo. Quién sabe si habrá edición de venta al público. Debería haberla. Es justo y democrático. Un escritor así es derecho de todos.


martes, 15 de diciembre de 2020

LAS BUENAS CAUSAS - VIÑETA 385

Viñeta 385
 
Las buenas causas
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali diciembre 15 de 2020  

Medellín Colombia 2016. Foto: Jorge Arturo Díaz R. 
Colombia, segunda nación del mundo en desigualdad social (Banco Mundial). Martirizada por una guerra sucia de 72 años. Desbordada por niveles delincuenciales orgiásticos. Parasitada por una corrupción insaciable. Endeudada sin freno. Cercenada, deforestada, envenenada (con herbicidas, cianuro minero, etc.) y administrada históricamente como indica todo lo anterior, es también hoy uno de los once países más golpeados por la pandemia.
 
Sin embargo, para muchos de sus políticos (no todos), el problema prioritario son las corridas. Criminalizarlas, prohibirlas, erradicar del territorio nacional el toro bravo y su culto. Eso, ha recabado y votado una mayoría variopinta de representantes en la comisión primera de la Cámara, exigiendo de nuevo enfrascar el parlamento pleno en tan urgente asunto. Como si no tuviese más que atender. Así gastan el tiempo que cobran a precio de oro estos notables.
 
—Nosotros no somos responsables de la situación —parecen decir —El mal es la tauromaquia, el pecado es el toreo, el engendro es el toro. Ese es el enemigo, el principal obstáculo al paraíso que vendemos en todas las elecciones.
 
Viejo pero eficaz recurso. Lanzar un señuelo y azuzar la jauría... El que sea, el otro, el bárbaro, el distinto, el hereje, el taurino… ¡A la hoguera que alumbra la cultura verdadera, la patria purificada, la vida sin fin...! ¡A ellos que la causa justifica todo; el odio, el abuso, la canallada...! ¡Vamos, qué hay licencia para matar libertad, convivencia, derecho…! ¡Aprovechen, que vale segregación, desprecio, calumnia, insulto, puñetazo, asonada, bomba (en la plaza de toros), montonera legislativa...! ¡Ánimo, es por la civilización, la moral, el progreso…!
 
En ese caldo de impostura se debaten animalistas (exterminadores), pacifistas (belicosos), demócratas (autoritarios), ambientalistas (contaminadores)... En fin, para qué redundar. Quizá la prisa que les empuja brote de su mala conciencia. El miedo a que se les anticipe la otra peste, acaben matando un muerto y no puedan reclamar el triunfo.
 
Qué no teman, venimos desde el fondo de los tiempos, aguantaremos. Además, de no ser así, tampoco perderían. Siempre hallarán una presa para sus traíllas que les permita seguir en las mismas. Ojo, los que se crean a salvo.

MARIHUANA, EUTANASIA Y NO TOROS - VIÑETA 384

 Viñeta 384

 
Marihuana, eutanasia y no toros
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali diciembre 8 de 2020 
Imagen: https://www.webconsultas.com/
A la hora que redacto esta nota, la Comisión primera de la Cámara de representantes le da en el capitolio colombiano, segundo repaso a tres proyectos de ley que aprobó ya en un primer debate: Legalidad de la marihuana recreativa, eutanasia y prohibición de la tauromaquia. ¡Qué paquete!
 
Como dioses, dispensando estupefacción, discrecionalidad sobre la vida humana y condena para un culto milenario. Todo al tiempo. En verdad que un puñado de votos da poder.
 
Coincidieron ya en la preliminar divina decisión, y supongo que lo harán de nuevo esta noche, los representantes de diversos partidos y “marcas” electorales. La cosa no es ideológica. El presidente de la Comisión lo explica:
 
“Creo que eso tiene que ver con un aspecto generacional… en la comisión primera somos nuevos y pertenecemos a una generación que entiende que la polarización no sirve para nada… y que a pesar de nuestras diferencias podemos construir diferentes temas y ponernos de acuerdo”.
 
Claro, es la edad y la novedad, lo que los une, distingue del resto y autoriza para moralizar, bendecir y condenar; yerbas, personas y creencias. Industrializar psicotrópicos, matar enfermos y seguir matando toros (pero en los mataderos, no en un rito milenario).
 
Porque son tan aficionados a la naturaleza que hasta se la fuman, tan piadosos que aprueban el “tiro de gracia” para los que sufren y tan cultos que la cultura de otros les resulta caduca, bárbara, e intolerable.
 
Magnánimos, darán seis meses de plazo al gobierno nacional para que obedezca sus designios antitaurinos, y “reconvierta” las personas que trabajan en las corridas. “Los empleos informales detrás de la tauromaquia son los mismos empleos informales de otros eventos”. Entonces no tendrán problema, deja creer el pugnaz representante Juan Carlos Losada. Qué tan generoso con los trabajadores, quizá se lo agradezcan electoralmente.
 
Solo un dios podrá entender por qué cuando enfrentamos una pandemia, cuyo número de muertos por millón de habitantes ha crecido en Colombia durante los últimos seis meses un 4.600% y el número de contagios por millón de habitantes un 5.600%, colocándonos en el 10º puesto entre las naciones más atacadas del mundo, estos políticos ocupan el tiempo que les pagamos los contribuyentes en dar prioridad a sus conveniencias, aficiones y fobias “generacionales”.
 
Esa comprensión supongo, no está al alcance de los mortales y menos si son bárbaros.

martes, 1 de diciembre de 2020

ESTADO DE OPINIÓN - VIÑETA 383

 Viñeta 383

 Estado de opinión

Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali diciembre 1° de 2020

Álex Benavidez. Foto: Camilo Díaz

Ayer, en una cafetería cercana de mi consultorio, me crucé sorpresivamente con el veterano banderillero caleño Álex Benavidez. Digo sorpresivamente, pues él está residenciado en España desde hace años, viene solo en temporada y ahora los viajes de país a país tienen restricciones.

Pese a las máscaras nos reconocimos de inmediato, y tras el afectuoso saludo a codazos, pregunté primero.

–¿Cómo ves la situación allá y acá?

–Le pongo cinco años a esto doctor –contestó, con gesto negativo.

–¿A qué, Álex, a la pandemia o a la fiesta?

¡A la fiesta! Claro, y eso en Europa. En América menos, y en Colombia nada. Hay que ver la cantidad de plazas abandonadas, ganaderías desaparecidas, corridas canceladas... toreé Nimes en septiembre y no se si tendré otra ocasión.

Bueno quizá para las grandes ferias y todo el aparato alrededor de ellas tengas razón, pero creo que toreo habrá mientras existan toro y hombre. Así sea de manera clandestina. Dije tratando de señalar una luz en el fondo.

–Sí, tal vez, pero eso es otra cosa –replicó

–No, no es otra cosa, es el origen y la esencia. Fíjate dónde ha sobrevivido a esta larga cuarentena; en el campo, en los ruedos de tientas, en las pequeñas poblaciones. Mientras las empresas ricas, las plazas capitales y las figuras han parado, y algunos hasta han cantado “retiros” –Aduje.

–En eso iremos quedando hasta llegar al fin. Cinco años a lo más, repito.

No quise insistir. Nos despedimos con la fraternal complicidad de creyentes perseguidos y con la pesadumbre de que los gloriosos días ya no volverán. Como tampoco volverán los muchos compañeros perdidos este año.

Hay un estado de opinión desesperanzado. “El porvenir es muy negro” dijo la semana pasada José Joaquín Moreno Silva, dueño del histórico hierro Saltillo. Y sonó como si hablara por todos. La peste ha desnudado las flaquezas de una fiesta maltrecha. Y al parecer ni así, en artículo mortis, ha movido actos de contrición ni propósitos de la enmienda.

Desde “El País”, Antonio Lorca regaña: “¿Dónde están las figuras del toreo?... ¿Dónde los toreros, empresarios y ganaderos?... ¿No tienen nada que decir a estas alturas de la película?... ¿A ninguno de ellos, entre muchos, le hierve la sangre, y tiene el valor suficiente para pedir que el sector despierte y afronte el problema con la decisión necesaria?”

Vale, pero no podemos ignorar a los otros, los menos que han seguido resistiendo, por Logroño, Cinco Villas, Jalapa, Latacunga, Tambo Mulaló… Los que siguen trabajando por un renacer en el 21… Ni a los fieles, como Antolín de Castro que sigue clamando del toro al infinito: “Las Ventas… hay que abrirla sí o sí.” Mientras ellos no se rindan hay toreo.



martes, 24 de noviembre de 2020

LA PALABRA Y LA ESPADA - VIÑETA 382

 
Viñeta 382
 
La palabra y la espada
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali noviembre 24 de 2020
 
Ivan Parra “Parrita” y Edgard García “El Dandy”
En medio de tantas tribulaciones que prodiga la pandemia, dos más. El sábado pasado, casi al tiempo, murieron en Colombia, un comentarista taurino connotado y un torero distinto. En ese orden: Iván Parra “Parrita” y Edgard García “El Dandy”. Uno en Bogotá y otro en Pereira. La prensa taurina retumbó la mala noticia.
 
Lo acostumbrado. Manifestaciones de duelo, alabanzas, obituarios, biografías sintéticas. Cada hombre es único e irrepetible, y cada muerte afecta la humanidad, la merma, como decía John Dunne. Pero repercute más en el ámbito donde transcurrió su vida. Ese círculo conocido entre sí, que lo conoció, siguió sus pasos, y de él forjó una imagen colectiva.
 
El de “Parrita” y “El Dandy” fue la tauromaquia colombiana. Su afición, una familia heterogénea encajó dolida el doble y simultaneo golpe. Temido el primero, tras infructuosa espera de un transplante renal. Inesperado el segundo, por el Covid 19. No les era hora de morir y murieron.   
 
Ambos apasionados del toro. Novilleros juveniles. El primero abandonó el ruedo y se subió al palco de radio, el segundo persistió y tomó alternativa. Poco más tuvieron en común. Pero cada cual puso en la fiesta el sello de su identidad.
 
Iván, un estudioso y un estilista de la palabra, elevó con su meticulosa, eufónica y colorida dicción el lenguaje taurino a a niveles de nitidez no alcanzados antes en el país. Quienes frecuentábamos su sintonía sabíamos que incluso a veces le resultaba necesario sacrificar un tanto de realismo en aras de la consonancia.
 
Hace unos años, cuando el toreo hubo de hablar en el congreso nacional, nadie halló extraño que él hablara por todos. ¿Quién lo hubiese hecho más bellamente? Pero también le dio espacio a la escritura, en su revista “Faena”, que fundó, dirigió y editó por muchos años. Me duele menos recordarlo joven, matizando las ferias, que al final, minado por la enfermedad empuñando tozudo el micrófono que no quiso abandonar.
 
Edgard, no toreó por hambre, pero lo hizo como si lo tuviera. Hombre de fortuna, la compartió con la fiesta, su vocación. Se arriesgó sin necesidad económica por los ruedos de América y Europa que le admitieron, a veces pagando más que cobrando. “A mí lo que me gusta es torear”, decía, sin agregar nada más.
 
Fundó ganadería, y conspicuo hasta en el atavío, abrió sin ambage su casa y su experiencia para los principiantes, y los sin oportunidades. Las grandes empresas lo ignoraron, no las necesitó. Las grandes plazas no se le abrieron, no las extrañó. Pero los grandes toros que lidió por doquier, sí le honraron. Ahí queda eso.
Ya nada será igual sin ellos. ¡Qué pesar!

martes, 17 de noviembre de 2020

HUMANISMO Y ESPECISMO - VIÑETA 381

 Viñeta 381
 
Humanismo y especismo
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali noviembre 17 de 2020

 
Paquirri

“Habida cuenta de cómo nos tratamos los humanos entre nosotros; cámaras de gas, racismo, guerras y otras ocupaciones menores, ¿qué posibilidades tienen una vaca o un mono?”
 
Se pregunta el inglés Anthony Grayling, filósofo profesor de la Universidad de Londres, refiriéndose al “especismo”, tema que no caprichosamente colocó, antes del “odio” y después del “racismo”, en el capítulo: “Enemigos y falacias” de su libro: El sentido de las cosas (Ares y Mares, 2002, Barcelona).
 
Buena pregunta, querríamos responder todos, dándonos tiempo para buscar una evasiva, como cualquier político, pillado con las manos en la masa, frente a una rueda de prensa. Porque a la luz de la historia, la única respuesta cierta sería confesar, que sí, que es cierto, que el hombre no solo ha sido un lobo para el hombre, sino el peor depredador para todas las otras especies y la naturaleza entera.
 
Y que la justificación de su feroz comportamiento, ha sido el instinto, la lucha por la vida, el comer o ser comido, el salvar la existencia primero que todo. El matar para vivir y el vivir para matar. Individuo y manada en ello. Fatalidad, pecado original, culpa sobre la cual ha eregido su moral.
 
Bien y mal, piedad y crueldad, egoísmo y solidaridad, según la conveniencia o la inconveniencia... ¿Quién define lo uno y lo otro? ¿Quién decide cuándo matar, esclavizar, contaminar, destruir, es moral y cuándo inmoral? ¿Quién lo califica de crimen o heroísmo? El conjunto de los beneficiarios; la sociedad, a través de quienes en ella legislan, juzgan y ejecutan.
 
Entonces, cómo señala Grayling, si crímenes inveterados contra la misma humanidad se premian y si el hombre vive del abuso y aniquilación de otras especies, ¿por qué no habría quienes convengan moral y libre de especismo (discriminación basada en la diferencia de especie), condenar y perseguir a otros por lo contrario; el culto al toro (naturaleza) y su alegórico rito sacrificial (corrida)? ¿Por qué no?
 
Todo moralismo es por definición inmoral, zahería Nietzche... Hipócrita, encimaba Oscar Wilde… Pero cada cual puede usar el adjetivo que le nazca.
 

 

 

 



martes, 10 de noviembre de 2020

TORO Y CIVILIZACIÓN - VIÑETA 380

 
Viñeta 380
 
Toro y civilización
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali noviembre 10 de 2020
  
Morante de La Puebla. Foto: Arjona, https://twitter.com/Firma_Arjona
No somos tan viejos como creemos. El toro llegó antes que nosotros, mejor dicho, que nuestra versión del homo sapiens. Esta, de ciudad, escritura, conciencia del pasado, arte y división del trabajo, a la que se atribuyen siete mil años mal contados. Nada, casi nada en la infinitud del tiempo y el espacio.
 
Hace por ahí 10.000 cultivamos. Hace más o menos 15.000 domesticamos animales. Hace unos 20.000 hablamos (articuladamente). Hace quizá 30.000 pintábamos toros en las cavernas, y desde mucho antes fuimos carnívoros. Arari, el inteligente profesor israelí, hace un magistral recuento biográfico en su vendidísimo libro “Sapiens”.
 
Cuando resultamos así, como somos ahora, ya traíamos heredado el culto taurómaco. Que es protohistórico (antes de la historia). Las primeras deidades fueron toro y mujer. Dioses de nutrición, sexo, fertilidad, fuerza, supervivencia. Hondas raíces biológicas que subsisten. Las formas culturales que ha tomado el rito entre tanto son expresiones aleatorias de lo mismo. Lo afirman, con pruebas, arqueólogos, antropólogos e historiadores.
 
Entonces, a qué tanta bulla y asco al único ceremonial vivo que consagra ese nuestro pretérito tiempo mayor, cuando éramos ecológicos y no “ecologistas”. Por qué tanta gazmoñería. Si somos lo que somos y ocupamos el lugar que ocupamos y usurpamos en el planeta. Si esa es nuestra historia, no muy digna, más bien indigna, con las otras formas de vida.
 
Si proclamándonos, más astutos, ápices de la evolución, reyes de la naturaleza, nos hicimos dueños del patio y abusamos, esclavizamos, desplazamos, matamos, devoramos, ensuciamos exterminamos y lo justificamos ufanos en aras del progreso.
 
Los “animalistas” aplauden hoy que gracias a la crisis viral, a las no corridas, a la quiebra ganadera, desaparezcan hatos enteros de bravos, asesinados a mansalva en los mataderos. Celebran ver esa otra especie al filo de la extinción. Les apetece carnear ese animal sagrado, que infunde, temor, admiración, distancia, reverencia, y batiéndose cuerpo a cuerpo con el hombre, por su vida y su sitio en el mundo, simboliza un equilibrio humano con la naturaleza y una inocencia perdidos para siempre.
 
Es la civilización de los que pretendiendo defenderlo le niegan la existencia y se niegan a sí mismos.