jueves, 29 de noviembre de 2018

ELEGANCIA - LO KITSCH EN EL TOREO XVII - VIÑETA 280

Viñeta 280

Elegancia
*Lo Kitsch en el toreo XVII*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 27 de 2018

  
 Aguafuerte de Goya, fragmento: Museo de El Prado
Entre las imágenes de tauromaquia que mi memoria repasa por su cuenta, la del “diestrísimo estudiante de Falces”, embozado, quebrando el viaje al toro, es la más recurrente.

Tal vez nunca sucedió. Quizá sí. De pronto, durante los sanfermines en Pamplona 1744. Los más exitosos, recordados y bien pagados del ilustrado torero Bernardo Alcalde Merino, dicen. Setenta y un años antes de que Goya lo perennizase. De haber sido así no la presenció el pintor. Nació dos años después. Debió llegarle de oídas, verla en otro lidiador, o imaginarla por completo.   

No importa, es arte, y desde antes o después existe dicha suerte. Se ha imitado, modificado y sofisticado. No pocos la creen, con razones, un antecedente de la Chicuelina (1924).

La he visitado y revisitado en El Prado, (su residencia), y ojeado y reojeado en impresos e internet, y tratado de vislumbrar en el ruedo. Me resulta insoslayable. Más que por la pericia del grabado, el genio del autor y el valor fetiche de la obra, porque me impone una definición consoladora.

Gracia, parquedad, eficacia, en la solución de lo difícil. Pues como decía Cúchares“de todas las suertes del toreo la más importante es que no le coja a uno el toro”.

El destino, la inminencia de lo trágico afrontada serena, desparpajada y dignamente; con movimiento mínimo, actitud erguida, sin ventaja ni espanto. El mayor poder, la fuerza brutal y la intención homicida controlados con sutileza. Está todo ahí. Simple, como una respuesta feliz, congruente como una rima, sobrio y exacto como un teorema.

Veracidad, acierto, gallardía, en una palabra; elegancia. Condición en el arte de torear, de vivir y de morir. La historia lo agradece. SócratesJesucristo... Cayetano Sanz, “El Petronio de Arganzuela”Lagartijo, “Ninguno más elegante”. Y el mexicano Gaona; “torero de verdadera elegancia” según Cossío.

Lo justo requisito de lo bello, lo bello requisito de lo artístico, lo artístico requisito de lo humano. Lo demás es Kitsch

martes, 20 de noviembre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XVI - CAMABALACHE - VIÑETA 279

Viñeta 279

Cambalache
*Lo Kitsch en el toreo XVI*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 20 de 2018
  

Toro. Foto: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com
La otrora pujante feria de Quito ha quedado en dos festivales y una corrida nacional mixta. Sin suerte suprema y sin menores de 18 años. En la pequeña plaza Belmonte. Cuya máxima capacidad alberga menos de la quinta parte de los 16.000 espectadores que copaban la tradicional y abandonada Iñaquito.

Cómo recuerdo su inauguración pomposa en 1960 por Luis Miguel Dominguín, Pepe Cáceres y Manolo Segura. Un referendo antitaurino, jalonado por el expresidente Correa, derrotado en todo el país, impuso con estrecho margen la prohibición en la capital y la condenó. Así estamos. No se puede criticar a quiénes con sus libertades amputadas, tratan de mantener el culto simbólicamente.

Por el contrario, solidaridad, siempre y cuando no pierdan de vista el forzado carácter alegórico del intento, ni la condición de catacumba que asume su escenario, el cual lleva para mayor compromiso un apellido prócer. El próximo 3 de diciembre se anuncia otra marcha libertaria, que seguramente también tratarán de ignorar.

Los viejos aficionados nos miramos en la vidriera de los acontecimientos cotidianos, y el reflejo vuelve cada vez más anacrónico y escéptico. Problema nuestro, claro. El mundo es como es, distinto siempre al desaparecido del que venimos.

Que quizá tampoco fue mejor. Pero entonces creímos con la ilusión, el vigor y el plazo indefinido de la juventud poder hacerlo mejor. Fue nuestro turno. Aquella explosión de la fiesta en los sesenta, que le abrió cinco décadas de opulencia. Luego vino la implosión, asolando ferias, plazas, ganaderías, principios…  y entonces comenzamos a refunfuñar y a ser insoportables para el esnobismo intonso que atosiga con su... ¡Son tiempos nuevos! ¡Paso a la moda! ¡Sube o apártate que arrollamos!

¿Subir? ¿Apartarse? Los valores advenedizos no dan lado ni tregua. Obligan, o aguantar en las viejas verdades, las que prevalecieron sobre todas las crisis, o vivir lo que nos queda como advirtió Discépolo:

Revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados...

martes, 13 de noviembre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XV - CONSEJOS A LA DIOSA - VIÑETA 278

Viñeta 275

Consejos a la diosa
*Lo Kitsch en el toreo XV*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 13 de 2018
  

Foto: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Spain.Barcelona.Plaza.Catalunya

Unas notas del querido Paco Tijerina, publicadas desde Monterrey en Facebook, reproduciendo páginas de Conchita Cintrón, me han devuelto a su recuerdo. Virtual, no real, claro. Jamás la vi torear, se retiró cuando yo cumplía 5 años.

Sin embargo, su imagen me aparece ya desde aquel tiempo, en fragmentadas historias de mi padre, relatos de aficionados, impresos, películas y ahora Internet. Década tras década el retrato en lugar de amarillear y difuminarse ha ganado definición.

Pasó “La Diosa Rubia” por Bogotá siete tardes continuas de 1944, “Temporada Cintrón”, dejando una estela embobada entre la joven intelectualidad cachaca. Cuyos afectados, transidos de platónica pasión dieron en llamarse “Los Conchitos”. La encabezaban Hernando Santos y el, en infame hora asesinado, Guillermo Cano. Directores que fueron, a su vez, de los diarios más importantes de Colombia. El Tiempo y El Espectador, los cuales, bajo su mando se convirtieron por el resto del siglo en fervientes tribunas de la fiesta.

Tres rasgos avivan más la figura. Primero, el juvenil encanto que arrobó los públicos de América y Europa. Segundo, lo torera. Y tercero, uno que no pudo ser intuido por lo ocupantes de plazas en su época, cuando alternaba con Juan Belmonte, Domingo Ortega, Chicuelo, Cagancho, Pepín Martín Vázquez, Antonio Bienvenida…, entre otros.

Me refiero a la gracia literaria, que afloró tras el retiro (1950) en columnas de periódicos (El Excelsior de México, El Comercio de Lima), revistas y libros. Como aquel agotado y ahora presa de bibliófilos “¿Por qué vuelven los toreros?” citado por Paco.

Destellos de clásica picaresca iluminan con realismo las memorias de la “diosa”.

“Nada de arrimarse… cosas bonitas de lejos… eso de exponerse p´al gato… de aquí hay que llevarse el dinero, tomar posición… y con la música a otra parte…”
Confiesa que le repetía “Litri”, el banderillero, mientras con su rudo cortejo, recorría España por aquellas martirizadas carreteras de posguerra.

Habría que reeditarla ¿Cierto?

lunes, 12 de noviembre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XIV - POR LOS VIEJOS TOREROS - VIÑETA 277

Viñeta 277

Por los viejos toreros
*Lo Kitsch en el toreo (XIV)*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 6 de 2018

Tumba de Joselito. Foto: Anual, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Entierro_joselito.jpg
Oír que hoy se torea mejor que antes, puede hacer pensar que hoy se dicen más tonterías que antes. ¿Acaso es mejor el arte actual que el pasado; música, pintura, escultura, teatro, poesía, arquitectura?

¿Mejor Bernstein que Mozart? ¿Mejor Barceló que el cavernario pintor de Altamira? ¿Mejor la gorda de Botero que la Venus de Milo? ¿Mejores las telenovelas que las tragedias de Shakespeare, Sófocles o Esquilo? ¿No sigue siendo El Partenón con sus 2.500 años el edificio más copiado de la historia?

La obra de arte es un hecho estético, tripié; creador, creación y observador(es). Construcción social cuya importancia y longevidad están dadas por el impacto que causa en la cultura (intemporalmente) y la duración de sus materiales; piedra, lienzo, papel...

Pero la del toreo es etérea y efímera. Su materia, “la suerte”, volátil. Y su lenguaje intraducible a otras artes. La fotografía, el cine, la televisión, han intentado capturarla sin lograr más que naturalezas muertas.

Las cuales inducen a parangones deportivos anacrónicos, como que ahora y en cantidad industrial, se para, se templa, se manda, se liga más que antes y por tanto, se permanece más junto al toro. Resultando que los toreros continúan siendo cogidos y hasta muriendo, pese a la refinada técnica, la muy cultivada obediencia del animal y los grandes avances quirúrgicos. Cómo negarlo.

¿Pero eso es torear mejor? ¿Mejor qué haber creado belleza con la vieja fiera, cautivado el inclemente viejo público y acotado la historia? ¿Cuándo, un rasguño podía significar la gangrena o el tétanos, una herida el desangramiento y el tamaño del ruedo, la ausencia de burladeros, estribos, petos, ayudados, daba más ventajas al toro?

¿Esas dificultades épicas que cimentaron la leyenda de la cual sigue viviendo la fiesta, no son las que vuelven a conmover hoy cuando se intuyen sobre la arena? ¿Esa vieja verdad, no es la que siempre alumbró el arte y lo mantiene? Honor a los viejos toreros.

miércoles, 31 de octubre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XIII - POR QUÉ TOREAN LOS TOREROS - VIÑETA 276

Viñeta 276

Por qué torean los toreros
*Lo Kitsch en el toreo (XIII)*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 30 de 2018

Padilla se despide de Pamplona, julio 13 de 2018
Ahora que una nube de abandonos notables ensombrece la fiesta; Fandiño, Rivera, Pizarro, Aguilar, Abellán, Talavante, Bautista, Padilla, El Conde, El Cid, El Cordobés… Cual más cual menos, cruzados a cornadas. Quizá la pregunta no sea, por qué se retiran, sino por qué torean los toreros.

De la primera cada quien dio respuesta en su momento. De la segunda... ¿Por qué tan pronto jugaron a esa baza incierta todo; infancia, juventud, la vida entera? ¿Por qué se negaron otros caminos? ¿No tuvieron elección?

¿Qué Fue? ¿Arrojo, necesidad, codicia, jactancia, desespero, vocación? ¿Qué perseguían? ¿Riesgo, aventura, dinero, fama, poder, gloria? O todo eso iba implícito, en el estribillo que rezaban de novicios; “llegar a ser alguien”. Hacerse un sitio en el imaginario colectivo, que lo demás vendría por añadidura. Trascender.

Parcialmente, por supuesto, el mundo de los toros no es todo el mundo. Y también temporalmente, nadie es eterno. La inmortalidad, metáfora de revisteros, es apenas ocupar la memoria cultural un tiempo. ¿Cuánto? Una feria, una temporada, un lustro, una época. O como Pepe Hillo, Joselito, Manolete… la historia. 

Que no muestra fecha de caducidad, pero la tiene. Algún día termina. ¿La de cuantos pueblos ha desaparecido, sin rastro, mitos y todo? Mientras tanto, significar algo para muchos, parece valer el cueste lo que cueste del toreo.

Ese arte fugaz, donde se es a la vez artista y obra; imagen, gesto, movimiento, pausa, drama. Signo y significado, (según Sassure, padre de la semiología, que no necesitó ver jamás una corrida, para regalarnos esas claves).


Al final, el público, el significante (Sassure otra vez), es el que interpreta, juzga y abre o cierra la puerta de las ilusiones. Cuando este ser multicéfalo no se entrega rendido por sus condicionamientos biológicos y culturales, el fracaso es del tamaño de la apuesta. Pero eso mismo, es lo que lo hace tan humano y digno como el triunfo. Se torea por torear, como se vive por vivir, lo demás es aleatorio.

LO KITSCH EN EL TOREO (XII) LA TRAGEDIA PROFUNDA - VIÑETA 275

Viñeta 275

Lo kitsch en el toreo (XII)
*La tragedia profunda*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 23 de 2018

Iván Fandiño cogido en Cali el 30 de diciembre de 2013. Foto: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com
La corrida es una tragedia. Y no solo porque concurran en ella la muerte real y posible. Ni por el sobrecogimiento que causa en el espectador. Ni porque lo hayan escrito Unamuno, Hemingway, García Lorca y… lo hayan repetido tantos.

Lo es más en el sentido griego clásico, “tragoedia”, fiesta ritual de sacrificio. “Es bien sabido que la tragedia griega se originó en una ceremonia religiosa (dionisíaca) durante la cual se mataba y se comía un toro”, cita William H. Desmonde en su ensayo, “La corrida de toros como ritual religioso”.

Ambas, corrida y tragedia, oficiadas en un anfiteatro, con ruedo, gradas, música, protagonistas y coro (público coprotagónico). Recreando dramáticamente la verdad existencial del hombre; sometido siempre a fuerzas que lo desbordan hasta su ineludible final. Eso es, lo dijo a su manera Juan Belmonte; “hacemos con un toro en veinte minutos lo que hace la vida con nosotros.”

Y lo analizó Freud: “¿por qué tenía que sufrir el héroe de la tragedia (griega)…? tenía que sufrir porque era el padre perenne... y la culpa trágica es la que tenía que cargar para librar de la suya a los del coro”.

La catarsis, que definió Aristóteles 2.400 años antes, refiriéndose a lo mismo. Depurar, purgar, liberar, mediante la muerte del animal sagrado y el estremecimiento por la reiteración del drama humano. Por ver que los héroes también padecen, fracasan y mueren.

El significado es más hondo de lo que alcanza el resuello de los antitaurinos. A eso aludió Pedro Romero de Solís, director de la revista Estudios taurinos, en su conversación con Santiago Belausteguigoitia, para El País de Madrid en marzo del 2004; "La corrida de toros es quizás la forma más alta de cultura popular".

Bueno, si no la más alta, sí la más profunda, digo yo.

martes, 16 de octubre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO (XI) EL INVICTO - VIÑETA 274

Viñeta 274

Lo kitsch en el toreo (XI)
*El invicto*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 16 de 2018

Ernest Hemingway 
Entre los buenos cuentos de Hemingway, que contra el peso de sus novelas “best seller” siempre lo reflotarán en el mar de la literatura, uno en particular campea; El invicto.

Relato toreo, tiene como argumento una convicción, puntal de toda su obra, su vida, su muerte y su comunión con el culto taurino; el éxito es banal, el honor no.

Ninguna gloria es gloriosa, ninguna eterna. El aplauso es vano, la idolatría vulgar, el “sitio en la historia” un convenio social. Solo el propio respeto vale. Solo merecerlo, hasta la muerte, justifica la existencia.

Sus personajes son así, modestos por fuera, soberbios por dentro, héroes íntimos. Nick Adams “En nuestro tiempo”, Frederick Henry “Adiós a las armas”, Jake Barnes “Fiesta”, Robert Jordan “Por quién doblan las campanas”, Harry Morgan “Tener y no tener”, Santiago “El Viejo y el mar”… y él en su frase final de suicida premeditado: “Así es como he vivido y así es como debo vivir o no vivir”.

Manuel García (homenaje al desgraciado “Maera”)  “El invicto”, novillero viejo, pobre, con un hermano muerto en el ruedo, busca terco una corrida más. Zurito, su amigo, le implora el retiro, no le cree. Retana el empresario tampoco.

—No irá nadie— alega
—Tal vez la gente vaya para ver como muero—contesta.

Ante la promesa le da una nocturna, semibufa.
—Con cualquier porquería que haya en los corrales.

Manuel vuelve a enfrentar sus miedos. Cuando acaricia el triunfo y oye los oles, aparecen de nuevo sus limitaciones, el fracaso, el escarnio y fatalmente la cornada. Herido, insiste contra las befas y los almohadillazos, una y otra vez, hasta matar el toro —¡Habéis visto hijos de perra!— exclama mientras tose y le llevan a la enfermería.

No hay nada noble en ser superior al prójimo, la verdadera nobleza es ser superior a tu yo interior”. Credo vital que Hemingway celebró en las corridas y predicó en el papel.