Viñeta 217
Muerte infame
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 5 de septiembre 2017
La semana pasada un sicario asesinó en Palmira (Colombia) al fotógrafo taurino Elmer Agudelo. Tenía 56 años y como todos, un mundo, una familia y amigos que le apreciaban, yo entre ellos.
Elmer Agudelo. Foto cedida por "El Fito" Hurtado |
A diferente nivel, en una sociedad enferma de sicariato, brota la intolerancia violenta contra la muerte ceremonial, publica y cara a cara del toro. Único animal que el hombre mata en condiciones de igualdad. La condenan precisamente por eso. Mientras aprueban el asesinato aleve y masivo de todos los días en los mataderos y demás escenarios. Nos conviene dicen y comen.
Es otra manera de concebir la decencia, la vida, el derecho. Lo malo de las corridas no es matar, lo malo es hacerlo a la vista, con respeto, liturgia y oportunidad de defensa. Una ética o antiética, que, vendida desde medios y sectores políticos ávidos, bajo la falsa etiqueta de piedad animalista, quieren generalizar. A las buenas o a las malas, con sofisma o asonada, por la fuerza o el decreto.
Más que una discusión jurídica sobre lo que unos ven como espectáculo bárbaro y otros como rito de honor. Es la confrontación de dos morales incompatibles. La estética y los valores épicos del toreo insultan cada vez más la hipocresía de una cultura que chorrea muerte infame por todos lados.
El traicionero ataque a Elmer, frente a su casa, por uno que bajó de una moto sin quitarse el casco, disparando repetidamente y huyendo de inmediato, nos lo vuelve a restregar en la nariz, a todos. El puesto en el callejón de Cañaveralejo junto a la puerta Señor de los Cristales ha quedado vacío.