lunes, 20 de octubre de 2025

VIVIR SIN CORRIDAS - VIÑETA 583

 
VIÑETA 583
 
Vivir sin corridas
Jorge Arturo Díaz Reyes 20 X 2025
Fotograma: Canal Sur
Es posible, claro, la mayor parte de las personas, por no decir de la humanidad, vive o malvive sin ellas. Como también lo hacen, sin judaísmo, sin budismo, sin justicia, sin la poesía de García Lorca, sin la pintura de Velázquez o sin las nueve sinfonías de Beethoven.
 
Pero eso no sería un argumento cuerdo para prohibir las religiones, el derecho, el arte. También se puede vivir sin alegría, sin libertad, sin verdad. ¿Valdría por eso prohibir las fiestas, las opiniones, la prensa? ¿Y por ese camino prohibir los indigentes, los enfermos mentales, los diferentes, porque igualmente se puede vivir sin ellos? Ejercicios históricos de “limpieza” que, dicho sea de paso, continúan con aquiescencia mundial.
 
Es que se puede vivir solo con las necesidades biológicas básicas cubiertas. Cumpliendo cada cual su función y recibiendo cada quién su ración. Nada más. Como rumiantes en el establo, pollos en el galpón, o caballos en el potrero. ¿Pero es eso una vida humana?
 
El toreo, es identidad, arte, culto. Tres necesidades determinantes del hombre desde que es hombre; auto consciencia, creación estética, creencias, constantes en todas latitudes y tiempos.
 
Las culturas que no tienen tradición de corrida, que la han perdido, o que se la han prohibido, se reconocen y unifican en otros ritos. También reales y potencialmente más cruentos; el deporte-espectáculo, la política, la milicia… O virtualmente, con artes que también se practican y con mucho talento en los países taurinos. El teatro, el cine, la televisión, donde la sangre, las perversiones y el dolor (humanos) fluyen a raudales para beneficio del incalculable rating.
 
Dejémonos de hipocresías y embelecos, como esa monumental mentira de que el toro manso tiene vida y muerte más felices que las del bravo. Eso no es serio. Como tampoco lo es el invento de los derechos de los animales, los mares, las montañas… Hay que preservarlos, claro que sí, porque nos va la vida (de la especie) en ello. Pero no con mentiras, derecho y deber, conceptos consubstanciales, son otra cosa. Una dimensión exclusivamente humana.
 
Hoy, cuando todo nos llega en directo, hasta el horror, que los políticos permitan los toros, así no sea tan alegremente como aprueban los mataderos, las carnicerías, la pesca industrial, el rodeo, el kickboxing, la lucha, las guerras, los noticieros, y las incitaciones de sus grandes líderes, (que también se podría vivir sin ellos), a prohibirnos y matarnos unos a otros.

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