lunes, 30 de junio de 2025

SEGÚN SAN AGUSTÍN - VIÑETA 570

 
VIÑETA 570
 
Según San Agustín
Jorge Arturo Díaz Reyes 30 VI 2025 
Como hace 1.608 años, día más día menos, cuando el santo de Hipona, invocando a Roma, cortó la discusión bizantina con los pelagianos por aquello del pecado original. En tauromaquia, también decimos ahora, Madrid locuta, causa finita.
 
Sí, Madrid siglo XXI no es Roma siglo V. Bueno, pero como si lo fuera. Para bien o para mal da y quita. Y lo hace con la razón o sin ella desde su catedralicia plaza de Las Ventas, en asamblea máxima, reunida, durante las últimas ocho décadas, en la feria de San Isidro. El mes ecuménico del toro cada año.
 
Momento y sitio en que más afición y crítica se concentran por metro cuadrado en el mundo. Frente al toro capital y los toreros considerados más aptos para oficiar el rito. En frecuencia y carteles proporcionales a su jerarquía digamos. Obviemos el “sota, caballo y rey”, que ha sido de siempre. Para qué llover sobre mojado.
 
¿Cómo está la Fiesta? Como está Madrid. ¿Cómo está Madrid? Quizá buscando síntesis podríamos remitirnos en este 2025 solo a dos hechos. Uno, la insólita Puerta grande a Talavante en la primera corrida, y su aún más insólita unción como triunfador de la feria, por la empresa, de la cual es parte su apoderado. Segundo, el masivo acto de idolatría por Morante de la Puebla, sin duda protagonista principal de la feria, que siguió a la corrida final, de Beneficencia (8 de junio), el cual desbordó los cánones, la plaza, las calles y aún más los medios, incluida la televisión urbi et orbi.
 
Principio y fin con estrambote. Prólogo y epílogo delirantes que patentizarían “el nuevo sentir de la fiesta”, cual reza un slogan de moda. Y podríamos quedarnos así no más, con esos dos arrebatos. Corporativo el uno, y tan juvenil, tan de concierto rockero el otro, que arrastró las demás edades con ėl, empezando por el provecto palco. Podríamos concluir ahí repito, a sabiendas de como se direccionan hoy los negocios, el espectáculo, el sentir y el consumo de las masas.
 
Pero no, hay más. Entre los dos extremos pasaron cosas también importantes (allí todo lo es), que trazaron líneas maestras a lo largo de las otras 25 corridas del abono conciliar. Cierto, pasadas tres semanas, ya las han desglosado mejor muchos enterados. Extensamente, doctamente, y algunos pontificiamente, (quemando “herejes”). Por lo tanto, una opinión más de un viejo feligrés, que no da misa, podría perdonarse, aunque redunde. Veamos:
 
Las grandes concurrencias, con menor promedio de edad, gritan en un mundo decadente, que la Fiesta goza de crédito, salud económica y futuro... ¿Pero cuál Fiesta?
 
Contra el pesimismo no diría que una de menos toro. Sobre la tendencia secular al monoencaste “artístico”, menudeó el cinqueño, el cuajo, la romana sobre los 550 kilos, y hasta casi 700 según tipo, el trapío (ovacionado y premiado), las dignas armas. Menos toros caídos, menos toros devueltos. El toro de Madrid, con su por suerte todavía natural e imprevisible talante.
 
Evidente vulnerabilidad y baja del rigor en el público (suma de todos los sectores) y su hoy en día amanuense presidencia, en la valoración del toro, la lidia y las recompensas. Los cascos de Madrid se aligeran, en ocasiones de manera impúdica. Venden cada vez más a la clientela y hasta se exigen y argumentan sesudamente, la bobería y las carencias de imponencia, ofensividad, tamaño, poder, fiereza, indocilidad..., y viceversa. En general, se pica distal, se banderillea de oficio, se lidia mal o no se lidia, se mata peor…, y se premia.
 
Junto a la necesidad y el arrojo de muchos, campea la “profesionalidad” desapasionada de otros. El “otro día en la oficina”, en vez del “morir a Madrid”. Hay que ver. Para citar un ejemplo, cómo dejaron ir olímpicamente tres puntudos toros de triunfo de El Parralejo el uno de junio. Como si nada, y hubo aplausos de gratitud a la salida. ¡Qué nobleza!
 
Omitiendo la fundamental unidad ético-estética del toreo, faenas pintureras inconclusas, y estocadas soberanas sin faenas idem, fuero celebradas con locura. Mientras una total de Uceda Leal a “Rabioso” de La Quinta, que llevó la conjunción de los dos factores esenciales al más alto nivel de clasicismo, fue recibida apenas con fría complacencia. Y sin menciones actuariales posteriores.
 
Sobre el general remiendo y disparidad de los encierros, uno completo de La Quinta (Santa Coloma), brilló por su simetría, tipo, lámina y casta. Ya en lo individual sobre la lógica variedad, hubo al menos nueve o diez toros que pudieron haber sido distinguidos a gusto del consumidor, cada cual, como “mejor de la feria”:  Brigadier de Pedraza de Yeltes, Chivita de Arauz de Robles, Calentito de José Escolar, Frenoso de Victoriano del Río, Amargado de Fuente Ymbro, Rabioso de La Quinta, Zafio de Jandilla, Comisario de Fuente Ymbro, y extendiéndonos una semana por su impacto, Milhijas de Victorino Martín, en la corrida In memoriam del 15.
 
No se puede hablar de Las Ventas sin mirar al tendido siete y afines, que independientemente de su rótulo, conforman un sector de la afición sin límites locativos exactos en la plaza, pero el más homogéneo en su arrogada propiedad y defensa del reglamento y los cánones. Guardianes del Arca y la categoría. Ahí siguen por fortuna, errando y acertando a buena fe, apasionados, irreverentes, aunque a menos y puntuales en su devolucionismo, intervenciónes en la lidia, confrontación del triunfalismo y protesta de fallos presidenciales. Su líder, el altisonante “Rosco”, ha bajado la voz y ahora escribe. Sintomático.
 
La administración, a cargo de especialistas en turismo, se abre el rito sacrificial, simultáneamente al ocio y la francachela. Qué tambien es rentable. En fin, Madrid entra en lo que le ha venido reclamando largamente el esnobismo; la banalidad de los tiempos que corren. Sí, Madrid entra, y tras de sí lleva el toreo y todo lo demás. Causa finita.

lunes, 23 de junio de 2025

TRES TOROS - VIÑETA 569

 
VIÑETA 569
 
Tres toros
Jorge Arturo Díaz Reyes 23 VI 2025 

Brigadier” de Pedraza de Yeltes, cinqueño, 667 kilos. Foto: Las Ventas
Entre los más de 170 toros (incluyendo sobreros) que salieron al ruedo de Las Ventas en la pasada feria de San Isidro. Todos, por A o por B, dignos de consideración y reseña, el solo hecho de haber llegado hasta allí lo amerita. Los vi. Pero tres, por su trapío, bravura y dignidad hasta la muerte, más que los otros, me llenaron los ojos, el corazón y el recuerdo.
 
Respetando claro, que cada observador, aficionado, profesional (ganadero, torero, veterinario, apoderado, empresario, periodista, publicista, influencer…) tiene su particular opinión de tales caracteres, y disculpándome por supuesto, con quienes consideran la suya única, universal, y de obligado acatamiento.
 
Confieso que antes, durante y después de racionalizar la presencia y lidia que dieron, mi principal medida fue la elemental, la biológica. Esa reacción fisiológica, hormonal, con que la evolución nos ha dotado, antes de la razón, a los humanos. La adrenalína, que no miente. La “emoción” en   tauromaquia, y en el arte general. --Si un cuadro (en lugar de emoción) necesitara explicación dejaría de ser un cuadro –resumía Gauguin.  
 
Pero volvamos a los tres toros. ¿Por qué tres? porque sí. En orden de aparición: Brigadier, Chivita y Calentito. Todos cinqueños, cuajados, muy bien armados, todos ovacionados de salida y arrastre, y al primero con vuelta al ruedo. Con su notable romana, dieron peleas de gran fondo y ninguno se cayó ni renunció.
 
Uno, Brigadier, de Pedraza de Yeltes, procedencia Domecq, colorado, de 667 kilos, lidiado en sexto lugar por Isaac Fonseca quien le cortó una oreja en la quinta corrida de la feria el día 14 de mayo. Sus dos primeros tercios fueron de lujo. Tomó tres varas de Borja Lorente, la tercera desde el platillo a galope. Obligando también las ovaciones para los banderilleros: Juan Carlos Rey y “Tito”. Y en el último, se batió con largura y reclamo, muriendo bravío de un pinchazo en sitio y estocada. Se le dio vuelta al ruedo.  
 
Dos, Chivita, de Araúz de Robles, procedencia Gamero Cívico y Saltillo, negro bragado, de 612 kilos, lidiado en quinto lugar por Fortes, quién dio vuelta al ruedo en la corrida once de la feria el día 21 de mayo. Tras faena de gran contenido estético y de fuste, que impuso poso a las codiciosas y exigentes embestidas. Obra que se vio privada de mayor premio por dos pinchazos y una estocada descentrada.
 
Tres, Calentito, de José Escolar, procedencia Santa Coloma, cárdeno capirote, de 656 kilos, lidiado en quinto lugar por Gómez del Pilar, quien le cortó una oreja en la corrida veintidós de la feria el día 3 de junio. Impresionante toro fiero, ovacionado de salida y arrastre, que tomó tres varas desde los medios haciendo ovacionar al picador José Manuel Sangüesa y al banderillero Víctor del Pozo y obligando una lidia de gran autenticidad y exposición, rematada con estocada en sitio, honda fulminante.
 
Hubo más. Pero primero estos tres que hicieron brillar la épica, sustento vertebral de la fiesta. Los tres rasparon la pátina de bisutería y abalorio qué, el flujo del toreo moderno (posbelmontino), ha ido depositando sobre la corrida durante más de un siglo.
 
Los tres y sus lidiadores refutaron en el ruedo la retórica de los evangelistas del toro menos, minicorne y amaestrado genéticamente. Los tres protagonizaron los momentos más bizarros del San Isidro 2025. Honrando el prestigio del “toro de Madrid”, y grabando la memoria de quienes los vivieron, y que consciente o inconscientemente concuerdan con Fernando Claramunt: Si del toreo suprimimos la dimensión poética no queda nada.

lunes, 16 de junio de 2025

RETORNO - VIÑETA 568

 
VIÑETA 568
 
Retorno
Jorge Arturo Díaz Reyes 16 VI 2025

Foto: Las Ventas 
Confieso. Durante las tres décadas anteriores fui en Madrid un “isidro”. Rótulo despectivo para los que solo aparecemos por la gran feria, pero que, por cierto, hacemos la mayoría del aforo anual en la plaza. Lo fui, hasta que deserté, siete años ah. Pandemia, agonía y muerte de mi madre, molicie de la televisión en directo me impedían cruzar el mar.
 
Entonces volví, a esta, 2025. Toro tras toro, suerte tras suerte, faena tras faena, público tras público, corrida tras corrida…, veintisiete. Reencuentro tan asombroso como la primera lejana vez.
 
Pese a que hallé constantes las constantes vitales. La inamovible monumental con sus banderas al viento, el trasiego febril por sus pasillos antes del paseíllo, el run-run, las caras de siempre, la multitud, el calor, la birra, el gin tonic, las empinadas gradas (me cuestan ya), los mosaicos históricos, la buena banda, el palco Real solitario, los clamorosos graderíos, el omnímodo siete, el toro (de Madrid), el ágora máxima bajo esos soles y ese cielo azul con luna.
 
Todo igual, sí, pero a la vez distinto. Nunca somos los mismos. El regreso de una larga ausencia da perspectiva sobre la nueva realidad. Ulises volvió de Troya y la odisea, su hogar, Penélope y Telémaco, eran otros. La casa usurpada por los pretendientes, la núbil esposa ya madura sitiada, y el niño, un hombre, intentando en vano detenerlos.
 
Y acá, en Las Ventas, hay que ver. Los jóvenes han tomado los tendidos. El maduro palco asediado, cediendo, y el antes niño, ahora hombre y duro aficionado, tampoco logra contenerlos. Ni siquiera invocando el infinito tejido de los cánones. Se desmándan por todas partes, no solo en el culto. También tras el rito sacrificial aturden sacrílegamente los pasillos del templo con su juerga desaforada, toda la noche.
 
Orgiástico, como hace tres milenios en las dionisíacas tras matar el toro sagrado. Mientras, bajo el tendido uno, en la sala de prensa, los viejos cronistas sobrevivientes y los nuevos, encerrados, luchan por concentrarse y urdir sus relatos, tratando de omitir el estruendo que no atajan ni siquiera las dobles gruesas puertas. Todo igual, todo distinto.
 
Qué el toro es débil, tonto, inerme…, no importa, acallemos los protestones. Qué no se pica y cuando se hace o simula, siempre trasero, no pasa nada, todo es toro. Qué se hace la noria, con el pico, ole y ole. Qué se mata chapuceramente, vengan las orejas o aquí pasa algo. Qué una faena perfecta y una estocada clásica (Uceda, la única total), fría indiferencia…, ¿Cómo va el partido?
 
Al tiempo que los interesados, con sus pregonadas claques, aran cosechan y pelechan en esa tierra inculta y propicia. Sembrando idolatría, fetichismo, liviandad…, y otros frutos prohibidos. En rigor, muchas de las orejas y ninguna, ninguna digo, de las dos Puertas grandes han debido darse. La primera plaza del mundo ve reforzados sus sectores ligh, y diluida su exigencia en el refrescamiento, y aumento del volumen.
 
Inevitable. Es el cambio generacional de la fiesta, explican. Nadie nace aprendido. Bueno, me remonto a mis quince. Los dorados sesentas. ¿No era yo igual? Y cómo gozaba. Bella juventud aun cuando no te bañes. Cada generación exige sus propias experiencias, sus propios errores, sus propios caminos. Ya irán por ellos viviendo, tropezando y aprendiendo. El toreo enseña.
 
Sorprende sí, cómo contra la feroz campaña de políticos, medios y antis, las mesnadas continúan llegando, cada vez más, a imponer su ley o su no ley, a vivir la fiesta, como la sienten, espontánea, desprevenida, evasiva y alegremente.
 
Bueno, lo uno por lo otro, celebran los contadores. Televisión. Más de 93% de ocupación. Los más de los festejos con cartel de “No hay billetes”. No se sabe cuánto en aportes directos e indirectos…
 
De vuelta, hoy, a mis ochenta, recién cumplidos (ayer), me digo: los nuevos isidros han asaltado el capitolio para quedarse. Es su turno, la fiesta es suya. Siempre fue así. Poco a poco entenderán y luego vendrán otros que los reemplazarán. El eterno retorno. La historia.