lunes, 22 de enero de 2024

PACIENCIA, PACIENCIA... - VIÑETA 524

 VIÑETA 524
 
Paciencia, paciencia…
Jorge Arturo Díaz Reyes 22 I 2024 
Las Ventas. Foto: Juan Pelegrín, Comunidad de Madrid
Que la cartelería está revejida. Qué hay una gerontocracia. Que no hay renovación. Que se han tomado 75 alternativas en los últimos tres años y no hallan sitio. Que hay vetos. Que como decía tres días atrás en El País Antonio Lorca “la fiesta de los toros quedó anclada y paralizada”. Qué los empresarios y su indispensable rentabilidad tienen la culpa… ¿Será posible?
 
Vamos a ver. ¿Qué contratan los empresarios? Pues lo que la gente quiere ver, toros y toreros. De Perogrullo, no hay ni hubo uno que no sepa, qué al menos en esto de pagar boleta, el cliente siempre tiene la razón. Su negocio es llevarlo a la plaza y a las pantallas ahora. No al contrario. Independiente de circunstanciales marrullas, intereses cruzados y maniobras oficinescas, que siempre han existido.
 
¿La responsabilidad es entonces del público? ¿Pero, es autónomo el público en sus gustos y decisiones? No del todo. La opinión general, y en ella la taurina, por supuesto, está movida por una fuerza mayor; la publicidad, directa y subliminal. Que cotiza y devalúa, reparte fama y anonimato, construye y destruye prestigios, a gusto del anunciante. Lo sabe todo el mundo. Nada escapa.
 
Claro, sin embargo, en el toreo, arte real de vida y muerte, suceden cosas y reacciones que desbordan esa fuerza. Verdades tan de bulto que hay que asumirlas porque sí, a las buenas o a las malas, y que ni los más ladinos pueden tergiversar. Pero eso es otra cosa.
 
Antes eran el toro a los cinco y el torero a los veinticinco. Hoy, el toro a los cuatro (si acaso) y el torero a los treinta y cuatro y más. Por ejemplo; Excluyendo a Roca Rey quien lideró el escalafón 2023 a los veintisiete años. Los nueve que le siguieron con más contratos entran en esta última definición, en su orden: Talavante 36, Castella 41, De Justo 41, El Fandi 42, El Juli 41, Manzanares 42, Morante 44, Luque 35, Perera 40..., y Ponce anuncia regreso con 52. Toreros maduros todos, con más de 22 años de alternativa promedio. Alto, sí ¿Pero la veteranía es mala?
 
Más abajo figuran: Juan Ortega 32, Pablo Aguado 33 y Ferrera 46, con la llamativa intrusión de Tomás Rufo a sus 24 años y 2 de alternativa en el puesto 12 de las estadísticas contractuales. Las matemáticas no mienten. Es lo que los empresarios venden, porque es lo que la gente compra. Dígase lo que se diga, ningún otro de los jóvenes emergentes (fuera de Roca Rey) ha impactado lo suficiente al público y los medios para copar la demanda.
 
Como pasó cuando, cada uno en su época: El Espartero con 21, Joselito “El Gallo” con 17, Chicuelo con 17, Manolete con 21, El Cordobés (padre) con 24, Camino con 18, José Miguel Arroyo con 17, El Juli con 16, comenzaron a reventar taquillas, bajar íconos de los pedestales, y algunos de ellos, ustedes saben cuáles, necesitaron apenas ocho años de alternativa para lograr la “inmortalidad”. Belmonte se retiró (primera vez) en la cumbre de la historia, a los 28 años, también con ocho de carrera.
 
¿Quién hoy (empresas y medios aparte) irrumpe así? ¿Cuál reta con tan arrolladora fuerza? ¿Cuál con sus hechos es capaz de arrobar el imaginario colectivo y desplazar de él a los mayores? ¿Quién aprovecha las pocas y casi únicas oportunidades para oficiar canónicamente la ceremonia y el sacrificio supremos, evocar la pureza original y cautivar las masas? ¿O es que acaso existe y los filtros no lo dejan ver? No creo, a nadie convendría. Repito, en el ruedo no se puede tapar el sol con un dedo.
 
Pero paciencia, paciencia… tenemos uno, tarde o temprano saldrá otro, quizás varios al tiempo. Ha ocurrido siempre. Si no es ya no pasa nada. Vendrá. La fiesta renueva sus ídolos por propia y natural evolución, no a capricho de nadie. Sin importar que algunos, bien agenciados, logren apoltronarse por un tiempo.
 
Cuidado con el esnobismo. Con ese clamor petimetre de qué a falta del advenimiento inmediato de una camada deslumbrante de novicios, nos la inventemos. O debamos declararnos “anacrónicos”, y feriar los principios y la liturgia, en aras del transformismo.
 
Sí. La historia del toreo esta jalonada por las figuras, que a su tiempo fueron novedosas, pero por su personal y esencial verdad. Cierto. Como no lo es menos que la tauromaquia culto milenario y la corrida, su rito, son ambos más importantes que quienes temporalmente las ofician. Significa más la misa que el cura. Frente al toro el que vale, vale. Joven o viejo…, torero.

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