VIÑETA 524
Paciencia,
paciencia…
Las Ventas. Foto:
Juan Pelegrín, Comunidad de Madrid
Que la
cartelería está revejida. Qué hay una gerontocracia. Que no hay renovación. Que
se han tomado 75 alternativas en los últimos tres años y no hallan sitio. Que
hay vetos. Que como decía tres días atrás en El País Antonio Lorca “la fiesta de los toros
quedó anclada y paralizada”. Qué los empresarios y su indispensable rentabilidad
tienen la culpa… ¿Será posible?
Vamos a
ver. ¿Qué contratan los empresarios? Pues lo que la gente quiere ver, toros y
toreros. De Perogrullo, no hay ni hubo uno que no sepa, qué al menos en esto de
pagar boleta, el cliente siempre tiene la razón. Su negocio es llevarlo a la
plaza y a las pantallas ahora. No al contrario. Independiente de
circunstanciales marrullas, intereses cruzados y maniobras oficinescas, que
siempre han existido.
¿La responsabilidad
es entonces del público? ¿Pero, es autónomo el público en sus gustos y
decisiones? No del todo. La opinión general, y en ella la taurina, por
supuesto, está movida por una fuerza mayor; la publicidad, directa y subliminal.
Que cotiza y devalúa, reparte fama y anonimato, construye y destruye prestigios,
a gusto del anunciante. Lo sabe todo el mundo. Nada escapa.
Claro, sin
embargo, en el toreo, arte real de vida y muerte, suceden cosas y reacciones que
desbordan esa fuerza. Verdades tan de bulto que hay que asumirlas porque sí, a
las buenas o a las malas, y que ni los más ladinos pueden tergiversar. Pero eso
es otra cosa.
Antes eran
el toro a los cinco y el torero a los veinticinco. Hoy, el toro a los cuatro
(si acaso) y el torero a los treinta y cuatro y más. Por ejemplo; Excluyendo a Roca Rey quien lideró el escalafón 2023 a los
veintisiete años. Los nueve que le siguieron con más contratos entran en esta
última definición, en su orden: Talavante 36, Castella 41, De
Justo
41, El Fandi 42, El
Juli
41, Manzanares 42, Morante 44, Luque 35, Perera 40..., y Ponce anuncia regreso con 52. Toreros maduros
todos, con más de 22 años de alternativa promedio. Alto, sí ¿Pero la veteranía
es mala?
Más abajo figuran:
Juan Ortega 32, Pablo Aguado 33 y Ferrera 46, con la llamativa
intrusión de Tomás Rufo a sus 24 años y 2 de alternativa en el
puesto 12 de las estadísticas contractuales. Las matemáticas no mienten. Es lo
que los empresarios venden, porque es lo que la gente compra. Dígase lo que se diga,
ningún otro de los jóvenes emergentes (fuera de Roca Rey) ha impactado lo suficiente al público y los
medios para copar la demanda.
Como pasó
cuando, cada uno en su época: El Espartero con 21, Joselito “El Gallo” con 17, Chicuelo con 17, Manolete con 21, El Cordobés (padre) con 24, Camino con 18, José
Miguel Arroyo con 17, El
Juli
con 16, comenzaron a reventar taquillas, bajar íconos de los pedestales, y algunos
de ellos, ustedes saben cuáles, necesitaron apenas ocho años de alternativa
para lograr la “inmortalidad”. Belmonte se retiró (primera vez) en
la cumbre de la historia, a los 28 años, también con ocho de carrera.
¿Quién hoy
(empresas y medios aparte) irrumpe así? ¿Cuál reta con tan arrolladora fuerza?
¿Cuál con sus hechos es capaz de arrobar el imaginario colectivo y desplazar de
él a los mayores? ¿Quién aprovecha las pocas y casi únicas oportunidades para oficiar
canónicamente la ceremonia y el sacrificio supremos, evocar la pureza original y
cautivar las masas? ¿O es que acaso existe y los filtros no lo dejan ver? No
creo, a nadie convendría. Repito, en el ruedo no se puede tapar el sol con un
dedo.
Pero paciencia,
paciencia… tenemos uno, tarde o temprano saldrá otro, quizás varios al tiempo.
Ha ocurrido siempre. Si no es ya no pasa nada. Vendrá. La fiesta renueva sus
ídolos por propia y natural evolución, no a capricho de nadie. Sin importar que
algunos, bien agenciados, logren apoltronarse por un tiempo.
Cuidado
con el esnobismo. Con ese clamor petimetre de qué a falta del advenimiento inmediato
de una camada deslumbrante de novicios, nos la inventemos. O debamos declararnos
“anacrónicos”, y feriar los principios y la liturgia, en aras del transformismo.
Sí. La historia del toreo esta
jalonada por las figuras, que a su tiempo fueron novedosas, pero por su personal
y esencial verdad. Cierto. Como no lo es menos que la tauromaquia culto
milenario y la corrida, su rito, son ambos más importantes que quienes temporalmente
las ofician. Significa más la misa que el cura. Frente al toro el que vale, vale.
Joven o viejo…, torero.
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