Viñeta 148
No Colombianos
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 5 de abril 2016
Evacuadas la ferias de Valdemorillo, Olivenza, Castellón, Arles, Fallas, iniciada la de Sevilla y cerrados, a cal y canto (advirtió uno), los carteles de Pentecostés en Nimes, Comunidad y San Isidro en Madrid, amén de muchas corridas sueltas, vemos ya negociada casi la mitad de la temporada 2016 en Europa. La vemos y no nos vemos. Los colombianos, digo.
Hoy, ningúno de nuestros matadores de toros pinta en los carteles del viejo mundo. Choca, porque tras las apariciones, episódicas pero dignas, de “Joselillo” y Pepe Cáceres en los cincuenta, Óscar Cruz, “El Cali”, Jorge Herrera y algunos otros de menos nombradía en décadas sucesivas, y recientemente César Rincón y Luís Bolívar, nos acostumbramos a vernos en las principales ferias. El último por cierto, hasta el año anterior toreó en Las Ventas por San Isidro y Pamplona por San Fermín, toros de Ibán y Miura respectivamente.
Veníamos acostumbrados, no sólo porque nuestros pocos espadas admitidos justificaban en serio su presencia, sino porque nuestro país hace parte de la geografía, la historia y la economía taurinas. Acá recibimos desde siempre torería extranjera y la tratamos y pagamos bien. Más que bien incluso. No nos duele. Nunca la reciprocidad fue requisito. Cuando se ha dado espontánea, como en los casos mencionados, la hemos celebrado y agradecido. Porque un torero nuestro avalado allá fortalece la fiesta en este lado. Está demostrado.
Ahora en tiempos duros tampoco la exigiremos, pese a la certeza de que tres o cuatro de nuestros espadas; Bolívar, Perlaza, Guerrita, Vargas, Ramsés, Pardo, Rivera, Libardo, Ritter… para mencionar algunos, podrían competir en cualquier ruedo y rentar para los contratantes.
Pero tampoco está vez invocaremos equidad ni tratados. Aunque quizá sí algo de inteligencia. La fiesta en Colombia se bate al borde del abismo. Vencida su primera plaza, Bogotá; Cali minimizada, trabajando a pérdida, mal vendiendo sus terrenos para sobreaguar y pensando subastarse, Medellín en zozobra, y solo Manizales flotando agarrada de su eficaz autogestión.
Han escogido los empresarios europeos el peor momento para ignorarnos. O el mejor, dirán los antitaurinos. Pues nunca hizo más falta el reconocimiento y la correspondencia ya que no la solidaridad. Deberían entender que si este frente olvidado cae, la derrota y el perjuicio será de todos comenzando por ellos mismos. Es de sentido común.
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