Viñeta 114
Torero total
Por
Jorge Arturo Díaz Reyes 11 de agosto del 2015
Así su tauromaquia, tremenda y vasta. Podía con todo toro y con dos. En cualquier parte. Congregaba, espeluznaba y cobraba. Lo que valía. Mucho.
Ahí están las imágenes. Plaza partida, citando a
recibir, de frente, sin engaño, firmes los pies. En corto, de perfil, a una
mano la capa. Desde un caballo, exacta la estocada. Airoso, rejón en alto.
Jinete de toro en puntas frente a otro, y cuentan que mientras lo hacía lanzaba
dulces a los aficionados. Debe ser cierto.
Pero también dicen que pasaba tanto miedo que luego
vomitaba sangre. Tendría que jugarse mucho en asombrar aquel siglo asombroso
que derrumbaba y rehacía todo. Fe, racionalismo. Feudalismo, democracia.
Superstición, enciclopedia. Imperios, guerras.
Siglo de Carlos III y Tupac Amarú, de George III y
George Washington, de Mozart y Voltaire. De corrida vieja y corrida nueva. De
Bellón "El Africano", Apiñani, "Martincho" y los Romero,
Costillares, “Pepe-Hillo”... Habría que ser muy torero para descollar entonces.
Tras ganar fama entre Buenos Aires y Lima impactó sobre
la dura España del 1772. Feo, piel oscura, cuerpo recio, manos rudas, cabeza
redonda, pétreos pómulos, labios gruesos, boca enorme, nariz ancha, melena en
moña o al viento.
Así lo retrató Goya, muchas veces, más que a
ninguno. En Madrid, Pamplona, Zaragoza, Burdeos. Pintor universal, nadie le
impresionó más ni le dio más trabajo. Desde su juventud hasta su muerte.
¿Indio, negro, algo hispano? Quizá todo,
afro-euro-americano. Lo usual en su mestizo continente. Tampoco se sabe cuándo
ni dónde nació ¿Por 1750, Perú, Argentina?
No hay comentarios:
Publicar un comentario