lunes, 25 de agosto de 2025

ESA OTRA REALIDAD - VIÑETA 576

 
VIÑETA 576
 
Esa otra realidad
Jorge Arturo Díaz Reyes 25 VIII 2025 
Monumento a Belmonte, Triana. Foto: Sevillatoro
Un sábado, por septiembre de 1917, con Don Pío el cronista titular en vacaciones, una orden resuena en la redacción de El Liberal:
—Clarito: mañana hará usted lo de Madrid.
 
Toreaban una “corrida de alto bordo”, Joselito y Belmonte apadrinando la alternativa de Félix Merino. En busca de dar un aldabonazo, el incipiente relator se pasó de rigor y puso “mal a los tres”.
 
Al otro día, Don Ramón Pérez de Ayala (connotado escritor y político), protector de Clarito, le leía la crónica a Belmonte mientras Toribio lo afeitaba. Picado, el maestro exclamó:
—¡Cla-Cla… Clarito! ¿Quién será este Cla… Clarito?
—Yo le conozco –dijo defensivamente don Ramón.
—Es un periodista novato, pero que vale mucho.
—¿Cu-cuánto vale? —Dejó caer Juan, (Memorias de Clarito).
 
Más allá de la sufrida crónica taurina, la socarronería hurgaba en una llaga tenebrante de la filosofía; la trampa del lenguaje. Desde la Grecia Clásica, dato y relato, curso y discurso, texto y contexto, exégesis y eiségesis... Parménides, Heráclito; Zenón… ¿Es acaso el lenguaje espejo de la realidad?
 
Las mismas palabras, habladas o escritas, llaman una cosa o la otra, según quien las diga, cómo las diga, en que ámbito las diga, con que intención o tono las diga… “El lenguaje es un juego regido por el uso” concluía Wittgestein, contemporáneo de Belmonte.
 
Estamos viendo la corrida en directo por televisión y al tiempo el audio, nos la está contando y explicando. Relatores y comentaristas, a su criterio, a su gusto, a su modo, no al nuestro. Y resulta muchas veces que lo visto no solo difiere de lo escuchado, sino que nos parece todo lo contrario. Y al otro día, cuando leemos las noticias, pues peor.  Pero terminamos asumiéndolas colectivamente, consciente o inconscientemente.
 
Cada uno habla o escribe de la procesión según le va o pretende que le vaya en ella. Así ha sido siempre, en la historia, el periodismo, el comercio, la política, el arte, el amor, la ciencia, la cotidianidad... Y siempre también, al final, hay acuerdo sobre lo real, o lo que se da por ello. El lenguaje es un conjunto de citas.
 
Solo hasta hace unos quinientos años la humanidad, y eso que no toda, convino que la tierra no era plana. Solo hace poco más de un siglo “El Guerra” (pontífice), hablando por todo el toreo anterior desahució al joven Belmonte, con su célebre: así no se puede torear, porque lo que no se puede no se puede y además es imposible. Pero bastaron apenas diez años para que lo “imposible” fuera la única manera posible.
 
Bueno, la certeza es una tan imperiosa necesidad del hombre, que cuando no la encuentra la inventa. Ficción, ilusión, utopías, cuentos, teatro, cine, poesía, propaganda, palabras… La trampa del lenguaje nos conduce a esa otra realidad. En donde siempre hay cosas que miradas al derecho parecen granadillas y miradas al revés, granadillas otra vez…, aunque sean peras.
 

lunes, 18 de agosto de 2025

HASTA EL DÍA SEÑALADO - VIÑETA 575

 
VIÑETA 575
 
Hasta el día señalado
Jorge Arturo Díaz Reyes 18 VIII 2025 
Pepe Cáceres y Ernest Hemingway en Pamplona
Murió en Bogotá el 16 de agosto de 1987, 26 días después de que "Monín" (“Garrotillo” nombre materno) de San Esteban de Ovejas le destrozara el pecho, aquel 20 de julio de 1987, durante la Feria del Sol en Sogamoso.
Murió en su ley. Fue un torero artista, emocional, de gran afición y temperamento. Plástico con el capote (autor de la “cacerina”), clásico con la muleta e incierto con la espada.  En Colombia, por lo menos, su relación con el público no tuvo medias tintas; iba, sin pasar por la indiferencia, del odio al amor, del desprecio a la idolatría, de la ovación a la bronca. Su presencia en el ruedo, incluso, su solo anuncio en los carteles, provocaba reacciones encontradas y extremas. Había "caceristas" devotos y "anticaceristas" militantes. Pasión que quizás tuvo en Cali su escenario más tórrido.
Nació en Honda, cuando empezaba la decadencia de la calurosa ciudad ribereña, qué durante la colonia y gran parte de la república, fue próspera e importante. Obligado puerto para la comunicación y el comercio de Bogotá con Andalucía, con Sevilla, con Europa; por su muelle pasó, del barco a la mula, todo cuanto navegó a través del Guadalquivir, el Atlántico y el río Magdalena, rumbo a la cordillerana capital del país. Todo lo español llegó por allí.
Durante los años infantiles de Pepe, la desaparición de la navegación fluvial y el desvió del tráfico al tren, las carreteras y al avión, dejaron a Honda fuera de la ruta, llevándola, en corto tiempo, del protagonismo al olvido, del exceso a la carencia y de la hiperactividad a un profundo letargo de tierra caliente.
Pero sus épocas coloniales la marcaron con un estilo andaluz del cual quedan vestigios: aleros de teja colorada, sombreando estrechas calles tortuosas, empedradas, flanqueadas por zaguanes, rejas de hierro torcido y paredes encaladas de las cuales penden balcones, ropa y tiestos de flores.
Es Honda con sus leyendas y arcos moros,
vestigios del hispano poderío,
que hoy ha visto nacer junto a su río,
un torero de sedas y de oros.
(Arcesio Villegas)
Qué la “sevillanía torera” de Pepe Cáceres haya sido otro de esos vestigios, como alude Villegas en su elegía al matador, nadie podría probarlo. Pero cualquiera puede sospecharlo, considerando, además, cómo no es circunstancial el hecho de que recibiera su alternativa (IX-30-56), de Don Antonio Bienvenida, durante la Feria de San Miguel, en la Real Maestranza, de aquella lejana ciudad a la que le unió más el sentimiento del toreo que el navegable cordón umbilical de su río natal.
Huérfano, fugado de casa "para ser torero", fue hallado en un nocturno bus provinciano y adoptado por el picador Melanio Murillo, quien a la sazón (torero bufo), deambulaba con su cuadrilla de pueblo en pueblo. Melanio lo llevó a una ciudad fría y montañera.
Allá, desde los trece años, cuando se abrió de capa por primera vez en la "Plaza del Soldado", inició su romance con el público de Manizales que le aclamó como triunfador, y, más disfrazado que vestido de luces, le obligó a dar vueltas al ruedo paseando orejas, en el primer encuentro de un idilio que se mantuvo por cuarenta años. Hasta esa tarde del 4 de enero de 1987, en la que ya envejecido, alternando con Ortega Cano y "Joselito" (Arroyo), corneado, sangrante, iracundo, lidió y mató su último toro en esa plaza, que otra vez le entregó trofeos y le aclamó con un delirio al que se sumaron sus alternantes. Manizales ha perennizado ese afecto, en una estatua póstuma.
Siete años de novillería cimarrona y su presentación en la "Santa María" de Bogotá, donde corta orejas y rabo; lo lanzaron sobre los pasos de sus atavismos taurinos hacia España, para completar su formación. Un novillo de José de la Cova lo recibió, en Málaga, el 10 de Abril de 1955, con la primera de las veintitantas cornadas graves que sufriría.
 
Toreó treinta y ocho novilladas en plazas importantes, incluida Madrid. En Ecija, otra cornada le marcó en el pecho el sitio por donde le mataría "Monín" muchos años después en Sogamoso. Vuelve a ser herido en Barcelona, antes de doctorarse. Lo demás es historia, larga, cruenta…, daría para libros.
 
Valgan estas leves notas como incitación al recuerdo de aquel que nació, vivió y murió torero, sin jamás dejar de serlo... Hasta el día señalado.

lunes, 11 de agosto de 2025

EL PATRÓN ORO - VIÑETA 574

 
VIÑETA 574
 
El patrón oro
Jorge Arturo Díaz Reyes VIII 2025 
Por la vía del espectáculo, el mercadeo y la globalización monoculturizante, la devoción al prehistórico arte del toreo tiende a cambiar su imprecisa subjetividad por el formateo de un sistema impreciso.
 
Una contraída urgencia de tasación a visiones, modos, artificios quiere asimilarlo cada vez más al art market, el word sport o el stock exchange. Cotejar, jerarquizar, cotizar, comercializar todo.  
 
Las corridas de “la oportunidad”, los fallos de los jurados en los premios feriales. Los de los palcos presidenciales en la concesión de trofeos cada día. Los titulares. Las crónicas. Las claques. La propaganda. La clasificación en grupos especiales, comunes y subcomunes. Los escalafones. Las tablas…, traducen dinero, dinero, dinero...
 
¿Y cuál es el metro, el índice bursátil del formato? ¿El toro más toro? ¿La veracidad? ¿El carisma? ¿La monería? ¿La creatividad? ¿La emoción? ¿El impacto mediático? ¿La taquilla? ¿O todas las anteriores? Obviamente hoy, no todas las anteriores. Pues el toro (deidad del culto) ha pasado de ser medida de todas las cosas, a reo de todas las cosas…, excepto cuando “se deja”.
 
De tal manera que como en otras dimensiones ajenas, en La Fiesta, el este es mejor que este, vale más que este, y se vende más que este, es resultado cada vez menos de lo esencial. Se devalúa el patrón oro. Se infla el significado para un gusto industrializado.
 
Gusto impuesto que cunde por las tertulias, ahora “chats”, uniformando las pasiones, las filias y las fobias. El prototipo es el mejor del mundo, del universo, de la historia…, los demás son los de menos.
 
Bueno, pero hablamos de arte, ¿cierto? Acaso ¿Caravaggio es mejor que Vangogh, Beethoven que Mozart, Shakespeare que Sófocles, Belmonte que Joselito? O han sido incomparables, intérpretes de realidades diversas. Cada ser es un mundo, empezando por el toro.
 
La corrida es arte ritual, y el torero su oficiante. Mientras el oficio mantenga los cánones éticos y litúrgicos, que son el soporte, la estética es aleatoria. Todas caben y cada feligrés con la suya. La individualidad, el estilo y el aspecto del cura no invalidan la misa.

lunes, 4 de agosto de 2025

EL PRECIO DEL ARTE - VIÑETA 573

 
VIÑETA 573
 
El precio del arte
Jorge Arturo Díaz Reyes 4 VIII 2025 
 Cartel (fragmento). Diego Ramos, Arles 2021
Diez grandes galerías de Londres son estafadas simultáneamente vendiéndoles, “a muy buen precio”, falsificaciones de cuadros con firmas cotizadas. Medio millón de libras esterlinas. Los falsificadores, pintores marginados, más que lucrarse, han querido ridiculizar el mercado y los mercaderes de arte.
 
Charles Lampeth, propietario de una de las galerías víctimas, reflexiona después con su gerente Willow.
 
— Ahora, el público piensa que somos unos farsantes, incapaces de distinguir una obra maestra de una tarjeta postal… Han demostrado que los grandes precios pagados por las obras de arte reflejan, no apreciación artística sino esnobismo.
—Eso ya lo sabíamos —contesta el experto Willow cínicamente.
 
Es “El escándalo Modigliani”, del galés Ken Follet. Novelista traducido a 33 idiomas, con más de 170 millones de libros vendidos en al menos 80 países… “La novela es la historia privada de las naciones” (Balzac).
 
El hecho artístico, en esencia comunión creador-creación-sujeto, experiencia psicoemocional íntima de los implicados, cada cual con sus condicionamientos y circunstancias, es una cosa. El precio de la obra (objeto), hecho económico, es otra cosa, externa, resultado de variables colectivas, sociales, culturales, transaccionales. Oferta y demanda. Quién da más. Cualquier caballo vale un millón, más las ganas, decía mi padre (agrónomo). Lo que se paga es el deseo, la posesión; la utilidad, el prestigio, el poder y el placer que comporta.
 
¿En el arte de torear, cual es la obra? No la suerte, la tanda, el tercio. No, la faena completa, unidad estética. Como el cuadro, la escultura, el poema…, pero que a diferencia y siendo interpretativa, es fugaz. Tan pronto es, no es. Pese a que otras artes; música, pintura, poesía, cine…, intenten perpetuar la original.
 
Imposible subastar una faena, comprarla, guardarla, coleccionarla y esgrimir su propiedad. Se vende antes de su existencia, en cartel, a futuro. Su inpermanencia, ni antes ni después, no la hace inmune el utilitarismo, la codicia, al fetichismo.
 
La de Lagartijo a “Hortelano”, la de Joselito a “Cantinero”, la de Belmonte a “Barbero”, la de Manolete a “Ratón”…, igual que todas, fueron únicas, jamás volverán. No las vimos. Nos las han contado. ¿Fueron así? ¿Obras maestras? ¿Cómo probarlo? No se pueden tener. Sin embargo, su intangible e improbable espíritu, está en el mercado. Tácita, legendariamente. Las venden y pagan, todos los días sin sentirlo, indirectamente, empresarios, ganaderos, toreros, periodistas, espectadores, aficionados… La fiesta vive de ellas, la sustentan.
 
¿De qué están hechas? De lo mismo que todo precio en el arte…, “de lo que están hechos los sueños”. Como dice Humphrey Bogart al final de la película “El Halcón Maltés”, sosteniendo la codiciada y trágica estatuilla.