Un asunto sin importancia
Los carteles de las dos principales ferias del mundo, mayo en Sevilla y San Isidro en Madrid, sumados, han repartido 140 puestos entre matadores de toros, novilleros y rejoneadores. De los cuales, trece han sido para hispanoamericanos. Seis a peruanos, seis a mexicanos y uno colombiano (0.7%). Ningún venezolano ni ecuatoriano, para solo citar países aún con fiesta viva por acá.
A esa cuota contribuyen: Roca Rey que copa cuatro plazas por sí solo. Seguido de Luis David con tres, Joaquín Galdós con dos y con una cada uno: Joselito Adame, Ritter, El Galo y San Román.
¿Mucho, poco? ¿Falta, sobra? ¿Justo, injusto? Cada quien tendrá su opinión. Para las empresas, que se juegan el dinero, esto fue lo que convino contratar. Quien apuesta elige y asume los resultados. La taquilla juzga, es el show business.
Pero también es propio de aficionados cuestionar e imaginar carteles. Un derecho, siempre lo ha sido. Y hoy, más allá de gustos, regionalismos o tejemanejes de apoderados, para quienes en América vivimos la fiesta al filo de la desaparición, el concurso de nuestros toreros en esa exposición global, pasa por ser una necesidad existencial.
El efecto promotor de tal presencia, se ha demostrado históricamente. La movilización de públicos en sus respectivos países que produjeron otrora los triunfos madrileños y sevillanos, no solo de fenómenos como Gaona, Armillita, César Girón, César Rincón… sino de otros muchos de menos registro, es insoslayable. (Ver el Perú de Roca Rey ahora).
Las aficiones de Colombia, Ecuador y Venezuela, que se baten a brazo partido contra fuerzas aniquiladoras, resienten su exclusión de los escenarios máximos; abandono de los aliados, punto para los enemigos, desencanto...
Entre los 140 nichos del vasto escaparate hubiesen cabido toreros representativos de dichos países, como Bolívar, Colombo, Albán, Ramsés..., justificando más el título de “Feria Mundial”, que San Isidro en particular, con sus 34 carteles pavonea. Y de paso, alentado tres frentes de urgente atención para la sobrevivencia de la tauromaquia.
Pero, en fin, desde allá, quizá esto parezca un asunto sin importancia.
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