Viñeta 204
La hormona
del toreo
Por
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 13 de junio 2017
Cuando la vida está en peligro salvarla es la prioridad. No
es un concepto, es un mandato biológico. Un instinto más profundo y poderoso
que la razón. Actúa y mueve aun contra ella. Una hormona se encarga del asunto;
la epinefrina.
La producen dos conitos
glandulares ubicados encima de los riñones (epinefrones),
suprarrenales. Alarma, creando un estado emocional intenso y sin pasar por la
voluntad, alistando el cuerpo para la defensa o el ataque.
Disminuyendo la
circulación externa incrementándola en los músculos. Nos ponemos pálidos, erizados,
pero más fuertes, ágiles y sangraríamos menos al ser heridos.
Aumentando la frecuencia
respiratoria, dilatando nariz, tráquea, bronquios para mejor oxigenación.
Acelerando el aporte de carburante
(glucosa en sangre).
Subiendo el ritmo
cardíaco y la presión arterial, para llevar más combustible al motor.
Abriendo las pupilas para
mayor visibilidad próxima.
Frenando el movimiento
intestinal para economizar energía.
Aguzando mente y
sentidos a detectar cualquier agresión. Incrementando la resistencia a la
fatiga, el dolor, la distracción, el sueño.
Es la herencia de
millones de años compitiendo en la naturaleza. Pero ahora, en la cultura, esta
hormona responde no solo al riesgo vital sino a otros estímulos psicológicos, estéticos,
como la música, la pintura, el cine… y desde luego el toreo, que conjunta uno y
otros. La secretan los toros, los toreros y los espectadores. Aunque al parecer
ya no tanto el organismo taurino general, que hoy atacado a muerte por los
animalistas no muestra suficientemente sus efectos. No se alerta, no prioriza,
no controla su actividad visceral en favor de la muscular, no multiplica sus
latidos ni su tensión, y mantiene cerrado su campo visual a los mayores peligros.
Está el caso de Colombia,
por ejemplo. Punto crítico a defender para la Fiesta en el mundo, ignorado. Es
que ni siquiera un solo lidiador colombiano (que los hay) anunciado en las
grandes ferias europeas este año, por primera vez en muchos. Un ser sin la
respuesta elemental de sobrevivencia está inerme.
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