Viñeta 180
Honor al 0,0036 %
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 13 de diciembre 2016
En el campo, después del indulto, “Cobradiezmos”, de Victorino Martín, cárdeno, de 562 kilos, número 37, lidiado 4º en Sevilla el Miércoles 13 de abril por Manuel Escribano. Foto: www.victorinomartin.com
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Más de 1.300 millones de mamíferos “sintientes” mata el hombre cada año para su consumo y beneficio, sin hablar de aves, peces, anfibios, reptiles, insectos etc. Dato de la FAO (Sección de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas), hace nueve años. Ahora deben ser muchísimos más.
¿Y cómo lo hace? Al llegar al matadero les asina en corrales durante uno o más días. Luego les aturde mediante un disparo al cráneo con pistola de bala cautiva o con descarga eléctrica para colgarlos, degollarlos y desangrarlos vivos. Después los destripa y les arranca la piel. Sin identidad, sin ceremonia y con absoluta indefensión de las víctimas.
En Colombia se sacrifican así más de cuatro millones de reses al año (toros y vacas), de los cuales apenas 144 morirán en el ruedo durante la próxima temporada taurina. Quizá menos, porque habrá indultos, tendencia creciente.
Y ese porcentaje microscópico, esas menos de 144 reses, serán las únicas que tendrán el privilegio de morir defendiéndose, cara a cara, con dignidad, identidad, nombre, respeto, aplauso y oportunidad real de salvar la vida en medio de una liturgia de honor.
Protagonistas de un rito ancestral, naturalista, que invoca épocas de mayor decencia humana en el trato con los animales. Cuando el “progreso”, la tecnología, el utilitarismo no habían entronizado la moral y el gusto de su sacrificio masivo e industrializado. Cuando el hombre tenía que arriesgar vida por vida frente al animal que pretendía devorar. Cuando reconocía con reverencia la superioridad inmensa de la naturaleza.
Al recordarlo, este culto milenario deja en evidencia insufribles contradicciones del buenismo autocomplaciente moderno. Desnuda la falsedad de su “animalismo” y pone frente al espejo su doble moral. Desfachatez que las turbas antitaurinas encabezadas por funcionarios públicos, políticos y agitadores oportunistas no pueden perdonar.
Por eso, en esta temporada colombiana que se avecina, otra vez asediarán las plazas, clamando contra la lidia y muerte ceremonial de 144 toros, mientras aprueban la masacre de los otros cuatro millones ejecutados a mansalva todo el año en los mataderos. Honor a ese 0,0036%.
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