lunes, 30 de septiembre de 2024

QUE VUELVA EL TATO - VIÑETA 543

 
VIÑETA 543
 
Que vuelva El Tato
Jorge Arturo Díaz Reyes 30 IX 2024 
El Tato Cruz, de Cali a La Maestranza, Foto: Tauromaquia al 100
El apague y vámonos de OneToro ha sacado abruptamente de la temporada la inmensa mayoría de sus espectadores. Cada corrida, quedamos regados por un centenar de países, entre suscriptores, unos sesenta mil, y piratas hasta veinte veces más según datos de la empresa, todos viendo un chispero.
 
Y para peor, ad portas de las ferias finales en las dos principales plazas del mundo, La Maestranza y Las Ventas, Sevilla y Madrid, San Miguel y Otoño. Dichoso mi querido Tato Cruz que rebelado contra el infortunio cogió un avión en Cali y se largó a verlas de cuerpo presente.
 
Los demás, los más, quedamos como antaño, a la buena del ojo ajeno, a las divergentes crónicas escritas y fotográficas. Aunque por fortuna, en esta era digital casi en simultáneo, de todas maneras otra vez tercerizados y sin juicio propio. Que ya era bastante difícil también con las orientadas transmisiones en directo, las cuales parecían decirnos a cada paso y a cada pase, no es lo que ves sino lo que te estamos comentando.
 
Bueno, como sea, la noticia es que los dos templos, faros de la afición mundial, comenzaron las respectivas solemnes clausuras anuales rindiendo sus máximos honores. Abriéndose de par en par por sus augustas puertas; una el viernes La del Príncipe, y otra el sábado La Grande. ¡Qué maravilla! ¡Increíble! ¡Cómo nos lo perdimos! ¡Malhaya OneToro! Fueron las primeras exclamaciones.
 
Después, hojeando y ojeando encontramos, entre los consabidos ditirámbicos titulares: Desde Sevilla; “Triunfalista Puerta del Príncipe para Talavante… Talavante abre una discutida Puerta del Príncipe… La plaza funciona como un espejo de la ciudad del turismo… Se fue la televisión y volvieron los excesos” Y al otro día desde Madrid: “Enrique Ponce, puerta falsa… Dos orejas de regalo para el valenciano en su despedida de Madrid… Enrique Ponce terminal… Sentimental Puerta Grande para el maestro de Chiva en su adiós a Las Ventas”.
 
Y uno acá, sin poder verlo por sí mismo no atina sino a preguntarse. ¿Si así están valorando el rito en las catedrales primadas del toreo, qué será de él por estas lejanas parroquias tropicales ahora dejadas hasta por OneToro?
 
Antes de opinar, quizá lo mejor sea esperar a que vuelva El Tato y nos cuente como fue la cosa.

lunes, 23 de septiembre de 2024

MEJOR QUE NUNCA - VIÑETA 542

 VIÑETA 542
 
Mejor que nunca
Jorge Arturo Díaz Reyes 23 IX 2024  
Manuel Domínguez “Desperdicios”. Arturo Carretero, Foto: Plaza y Museo Ronda  
Hoy en día no dan abasto las páginas taurinas para colgar titulares ditirámbicos y fotos de toreros a hombros. Tantos al tiempo y a diario qué cualquier desprevenido lector se ve obligado a preguntar ¿Será verdad tanta belleza? ¿Vemos lo que vemos?
 
— Sí —contestarían a coro muchos —Porque hoy se torea mejor que nunca.
—Y además a un toro más grande y bravo que nunca —Resonancias literales de los doctos formadores de opinión.
 
Paradójicamente, no topa uno menciones a la imponencia y fiereza como sustento de dicha supremacía del toro actual, ni como aval a tantas gestas apoteósicas. Más frecuentes resultan las alusiones a su noble invalidez agónica que obliga milagros de los maestros. Fue un ¡Levántate y anda! y ¡lo mantuvo de pie!  Agregan.
 
O cuando por a o por be no se da el triunfo coletudo, que ya son las menos de las veces, (torero que no repite aupa día tras día, no está en nada), entonces ahí sí los encabezados van para los toros. Por norma inculpatorios, y con tal profusión de oprobios que harían sonrojar a don Francisco de Quevedo y Villegas.
 
—¡Un petardo! Se cargaron la tarde, feos, destartalados, jurásicos, moruchos, asesinos, marrajos, infumables, alimañas, inútiles, carne de matadero… ¿Seguro no son antitaurinos feroces quienes infaman así al rey de la fiesta?
 
Porqué hoy siempre los palos al pobre mejor toro de todos los tiempos. Y surge la eterna pregunta ¿El toreo para qué es? ¿No es para lidiar y matar honorablemente al toro, en cualquiera de las versiones naturales que salga, cómo rezan los cánones, la tradición y las escrituras del culto?
 
¿O solo es para divertir al personal recreando vistosas coreografías con los que se dejan, y con los que no se dejan, salir del paso lo más rápido posible sin importar como?
 
¡Un bajonazo! ¡Un bajonazo! Se oye a veces, implorar desde autorizados micrófonos, cuando la figura de turno, incapaz de oficiar decorosamente la suerte suprema del rito, se ve acosada por los avisos que le harán perderse la consabida puerta grande. ¡Imagínense, perderse la puerta grande!
 
Y lo dicen sin parar mientes en qué por un centenar de países los oye una multitud respetable de adultos crédulos y niños que sueñan con llegar a ser toreros o…, al menos decentes aficionados.
 
En fin, en esta era del mejor toro y el mejor toreo de la historia, pareciera qué para los también más boquisabrosos de la historia, lo fundamental fuera no aburrir la clientela. Vamos a los bajos y que siga la mejor fiesta de la historia.
 
Qué dirían a todas estas los ahora negados héroes del siglo XIX para atrás, que escribieron con su sangre la gloriosa leyenda del toreo y que nunca fueron sacados a hombros. Bueno, es que tampoco lo hubiesen permitido imagino.

lunes, 16 de septiembre de 2024

VUELTA CON NIÑOS - VIÑETA 541

 
VIÑETA 541
 
Vuelta con niños
Jorge Arturo Díaz Reyes 9 IX 2024  
Salamanca. Fotograma, OneToro
Ayer en Salamanca, tras doblar el sexto del Vellosino, que se resistió mucho, y del cual don Carlos Miguel Hernández concedió a Borja Jiménez esa oreja, más generosa aún que la que le había dado del tercero y que llevaba consigo atada la puerta grande, saltó alegre y retozona una docena de niños al ruedo para compartir la vuelta. Quizá espontáneamente, quizá no.
 
Luego, cuando cargaron también a hombros con Miguel Ángel Perera por una regalona segunda del cuarto, único cuatreño de la grande, dispar, mansa, floja y noblota corrida, la parvada creció y se puso en cabeza de la procesión triunfal con una elaborada pancarta que decía “Juventud taurina de Salamanca”. Prueba de que había preparación. También había un “Palco infantil”.
 
Bueno, eso no importa. Con invitación o sin ella estaban ahí, alborozados, tocando los trajes de luces, correteando alrededor de los toreros. Los niños viven la corrida con esa frescura con que no se vuelve a vivir jamás.
 
Solo, frente a la pantalla contemplando escéptico su emoción vinieron recuerdos de mi lejana infancia. Tenía cinco años, mi hermano Jaime cuatro. Corriendo subimos las gradas de la plaza, adelantados a nuestros padres que nos gritaban advertencias. Desembocamos en el vomitorio, riendo, con los ojos como platos. De golpe sentimos el sol, el gran espacio circular, el colorido, la música, la multitud festiva y flotando en el ambiente, aquella mezcla de incertidumbre, miedo y arrojo... Yo le tenía de la mano. Entre todas las personas presentes, era el único con quién realmente compartía esa experiencia primera en la vida. No podíamos imaginar lo que nos esperaba.
 
Siete semanas atrás, junto a su lecho de muerte, contemplando su envejecido rostro agónico, ya inconsciente, su imagen infantil, tan feliz y asombrada de aquella vez me acompañaba, nos acompañaba. Tomé de nuevo su mano. Había pasado toda una vida, dos vidas, muchas faenas, muchas cosas que nunca adivinamos y ese momento seguía ahí, entre los dos. Ese momento en que nadie nos dijo que no debíamos sentir lo que sentíamos, y si nos lo hubiesen dicho no lo hubiésemos creído.
 
Los niños de la pantalla se fueron entreverados con los adultos que integraban el cortejo por razones menos inocentes. Para ellos la tarde de toros había sido estupenda por el solo hecho de haberlo sido, y seguro lo seguirá siendo en su memoria, aunque les digan que no.