VIÑETA 543
Que vuelva El
Tato
El Tato Cruz, de
Cali a La Maestranza, Foto: Tauromaquia al 100
El apague y vámonos de OneToro ha sacado abruptamente de la temporada
la inmensa mayoría de sus espectadores. Cada corrida, quedamos regados por un
centenar de países, entre suscriptores, unos sesenta mil, y piratas hasta
veinte veces más según datos de la empresa, todos viendo un chispero.
Y para peor, ad portas de las ferias finales en las dos principales
plazas del mundo, La Maestranza y Las Ventas, Sevilla y Madrid, San Miguel y
Otoño. Dichoso mi querido Tato Cruz que rebelado contra el infortunio cogió un avión
en Cali y se largó a verlas de cuerpo presente.
Los demás, los más, quedamos como antaño, a la buena del ojo ajeno, a
las divergentes crónicas escritas y fotográficas. Aunque por fortuna, en esta
era digital casi en simultáneo, de todas maneras otra vez tercerizados y sin
juicio propio. Que ya era bastante difícil también con las orientadas
transmisiones en directo, las cuales parecían decirnos a cada paso y a cada
pase, no es lo que ves sino lo que te estamos comentando.
Bueno, como sea, la noticia es que los dos templos, faros de la afición
mundial, comenzaron las respectivas solemnes clausuras anuales rindiendo sus
máximos honores. Abriéndose de par en par por sus augustas puertas; una el
viernes La del Príncipe, y otra el sábado La Grande. ¡Qué maravilla!
¡Increíble! ¡Cómo nos lo perdimos! ¡Malhaya OneToro! Fueron las primeras exclamaciones.
Después, hojeando y ojeando encontramos, entre los consabidos ditirámbicos
titulares: Desde Sevilla; “Triunfalista Puerta del Príncipe para
Talavante… Talavante abre una discutida Puerta del Príncipe… La plaza funciona
como un espejo de la ciudad del turismo… Se fue la televisión y volvieron los
excesos” Y al otro día desde Madrid: “Enrique Ponce, puerta
falsa… Dos orejas de regalo para el valenciano en su despedida de Madrid…
Enrique Ponce terminal… Sentimental Puerta Grande para el maestro de Chiva en
su adiós a Las Ventas”.
Y uno acá, sin poder verlo por sí mismo no atina sino a preguntarse. ¿Si
así están valorando el rito en las catedrales primadas del toreo, qué será de
él por estas lejanas parroquias tropicales ahora dejadas hasta por OneToro?
Antes de opinar, quizá lo mejor sea esperar a que vuelva El Tato y nos
cuente como fue la cosa.