martes, 4 de agosto de 2020

EN ARAS DEL PROGRESO - VIÑETA 366


Viñeta 366

En aras del progreso
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali agosto 4 de 2020

 También la buena costumbre de la página taurina en los periódicos retrocede ¡Qué pesar! cada vez menos la mantienen, cuatro de ellos en Madrid: ABC, La Razón, El Mundo y El País.

Aunque esta última ensayando una dualidad nueva. Ser a un tiempo taurina y antitaurina. Verdadera revolución, que quizá llegue a sus otras secciones. Convirtiendo, digamos, la deportiva en antideportiva, la de cultura en inculta o animalizando la de “Gente”. Puede ser una eficaz estrategia de mercadeo para captar lectores de ambos bandos. Al fin y al cabo, algunos partidos políticos practican con éxito eso mismo de parecer simultáneamente una cosa y la contraria.

Por ejemplo, el pasado 28 de julio tras haber publicado un serio alegato defensivo del ganadero Victorino Martín, el diario echó encima un libelo firmado por Sergio Fanjul: “Dejen morirse en paz al toreo”. ¿Hubiese sido menos cacofónico escribir: ”Dejen morir en paz al toreo”?

De pronto. Pero no voy a glosar el estilo del joven autor, que se presenta públicamente como poeta, periodista, guionista, escritor, profesor y astrofísico. No soy quien. Me referiré solo al contenido, y eso porque me alude personalmente, como aficionado.

Se trata de una diatriba motivada por el acuerdo del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid para promover la cultura taurina. Frente a tal agravio embiste contra esas instituciones, el toreo en general, el romanticismo, la “imagen mítica de España”, su “sociedad embrutecida”, las peleas de gallos, TauroTen, los toreros y hasta sus cambios de pareja.

Desde la consabida superioridad moral y el desconocimiento repite las manidas descalificaciones antitaurinas: tradición sin ilustración, sin futuro, antimoderna, cruel, bárbara, torturadora, macabra, obstáculo al progreso, dañina para “la marca España” el país y los españoles…, y concluye: hay que acabar ya con los toros “por más que los pintara Picasso o le gustaran a Hemingway.”

Nada nuevo, nada original, nada diferente a lo que gritan sus correligionarios pintarrajeados en las manifestaciones y asonadas a las puertas de las plazas.

No es cuerdo tratar de contraargumentar insultos o responder con otros, decía mi padre. Pero resulta inevitable cuestionar al menos la paradisíaca imagen del “mundo empático, diverso y compasivo” al cual, según él, nos lleva el “progreso” que los toros impiden.

¿A cuál progreso se refiere?
¿Al que para su avance ha renegado de los valores éticos y estéticos que la corrida consagra; honor, lealtad, valor, arte, respeto a la naturaleza y al origen?
¿Al que ha propiciado la segregación, desprotección, sojuzgamiento de los diferentes, las minorías y los débiles?
¿Al que ha llevado a odios, guerras y terrorismos atroces con tecnologías de letalidad y crueldad monstruosas?
¿Al que ha convertido la intolerancia, la impiedad, el genocidio y la tortura en hábito?
¿Al que se nutre de la masacre cotidiana de todas las especies y el expolio de los recursos no renovables?
¿Al que deificando el consumismo y el confort produce océanos inmanejables de basura y suciedad?
¿Al que derrite los polos y amenaza la existencia del hombre?
¿Al que hace del planeta un muladar, de la atmósfera una burbuja de miasmas y del hábitat un lugar pronto inhabitable?
¿Al que para continuar depredando necesita exterminar el toro y su culto?

Invocar ese “progreso” como camino del edén, llamar en su propia casa “embrutecido” al que no se comprende, culparlo y pedirle que renuncie a sí mismo es, por decir algo, una impostura de dimensiones astrofísicas.

martes, 28 de julio de 2020

EL SILENCIO DE LOS INDOLENTES - VIÑETA 365


Viñeta 365


El silencio de los indolentes
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali julio 28 de 2020

Gómez del Pilar brinda en Ávila por las víctimas de la pandemia. Foto: Valdivieso, www.burladero.tv

El fútbol, el automovilismo (Fórmula 1 incluida), el baloncesto (NBA incluida), el beisbol, el ciclismo profesional, que anuncia ya el Tour de Francia, el campeonato mundial MotoGP, el boxeo UFC, los conciertos y otros muchos espectáculos de masas, han reiniciado actividad. Sin público presencial, sí, pero con grandes audiencias televisivas.

¿Y el toreo, que siempre despreció y puso barreras a la televisión, qué? Paralizado. Excepto claro por gestos esporádicos como el de las dos corridas en Ávila y el fervor de algunos novilleros arriesgando, desorejando y triunfando en cosos de tercera o cuarta; Constantina, Torrijos, Añover del Tajo, Múnera, Beaucaire…, sin transmisiones, frente a graderíos vacíos, e ignorados por la prensa. O la victoria de las peñas de Castilla-La Mancha y Madrid logrando poder lidiar toros de siete años en festejos populares. Es la persistencia del culto sin el negocio.

Por su lado, los empresarios de las grandes plazas; Valencia, Sevilla, Madrid, Nimes, Pamplona, Bilbao… capitales de jurisdicciones regidas por partidos de ideologías diversas, cerrados e inmóviles. Mientras, los ganaderos miran más a los mataderos que a los ruedos.

La mayoría de los espadas, para quienes el toreo ya no es modus vivendi, pues durante la última década han estado lidiando menos de tres corridas al año per cápita, se unen a los subalternos, profesionales que viven de la desaparecida paga diaria y salen a competir voz en cuello con los demás damnificados de la crisis por los magros auxilios oficiales. Exigiendo justamente que no se les discrimine, “Tenemos hambre”, alegan.

Y las pocas millonarias figuras, unas de lejos y otras de cuerpo presente, acompañan a los protestantes, pero con un inocultable sesgo político, cuando no militancia manifiesta de oposición (“El mundo del toro está en pie de guerra contra el Gobierno”, dice Marca en su edición del jueves pasado). Cuando la verdad es qué retóricas aparte, ni en las comunidades donde manda la izquierda ni en las que manda la derecha se dan corridas ni socorros.

Además, la riqueza de estos peticionarios da munición a sus enemigos, antitaurinos que aprovechan para zaherir. Como Anabel Alonso quien los llamó falazmente “Panda de subvencionados”, o los resentidos que increparon a Cayetano, la voz más alta en la reivindicación, porque su casa vale dos millones de euros.

Eso en Europa. De América, ni hablemos. No se ve futuro. En Colombia, por ejemplo, nadie habla de la temporada próxima, el sindicato de toreros se desintegra y los parlamentarios animalistas relegan la pandemia, el dolor ajeno y la mortandad para presentar su enésimo proyecto de prohibición. Cosa de locos.

El río está revuelto, los pescadores ávidos, la fiesta en coma y los que podrían resucitarla, en un silencio indolente.

martes, 21 de julio de 2020

SOGAMOSO 1987 - VIÑETA 364


Viñeta 364

Sogamoso 1987
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali julio 21 de 2020

Pepe Cáceres, Manizales, Avenida Centenario. Foto: J.A. Díaz R.
20 de julio, fiesta patria (conmemorativa de la rebelión contra la “madre patria”). Ayer se cumplieron treinta y tres años de la cornada mortal que le asestó “Monín” en medio del pecho a Pepe Cáceres. Lo atravesó y estrelló contra la barrera despedazándole la reja costal.

Sin rencores. Fue legal. De frente, a vida por vida, en la suerte suprema y natural. Salieron muertos los dos. Mejor el toro, allí mismo. Peor el torero que padeció 26 días terribles, comatosos, innecesarios. De respiración artificial, sepsis y agonía. Tenía 52 años, treinta de alternativa y aspiraba despedirse de Madrid en otoño. No llegó.

Hace ya un tiempo, peripatéticos por la calle Alcalá recordábamos con Ricardo Díaz Manresa, su confirmación en Las Ventas. Me dijo muy serio entre otras cosas: —Uno de los que lució con mayor propiedad el traje de luces —Cierto, era y parecía torero.

Total. En la vida y en los tercios. Le vi corridas de banderillear y picar con maestría. Aunque malogró con la espada grandes faenas. Como escribió José Luis Suarez Guanes de aquellas dos, la tarde en que Rafael Ortega y Antoñete, se lo presentaron a Madrid con toros de Tassara. Le ocurrió no pocas veces. Los malquerientes, que su arrogancia cultivó con frondosidad, lo hicieron clisé. Inmerecido, muchas más veces redondeó con buenas estocadas triunfos irrefutables.

También ganadero y empresario simultáneamente, fue de todo en los toros, pero sobre todo aficionado. Desde su niñez, cuando escapó de casa y una cuadrilla de bufos, encabezados por Melanio Murillo “Pancho Pistolas”, (luego su gran picador), lo descubrió en un destartalado bus intermunicipal y le dio protección y escuela. El resto venía con él. Antonio Bienvenida, José María Martorell y toros de Buendía le graduaron en Sevilla. Cortó una oreja.

Estilista por vocación y obsesión, de ahí en adelante firmó su verdad con la sangre de innumerables cornadas. Pues más que el estoicismo, la estética o la industrial regularidad que despreció, la pasión fue la esencia de su toreo. Nunca dejó a nadie impasible. Transparente, como un personaje de tragedia griega, vertía en cada escena toda su procesión interna.

Arrastrado por el destino, buscó sin tregua eso que imaginaba perfecto. Tenaz, lidiando consigo mismo, con el toro y con el mundo. Entre el miedo y el coraje, la ilusión y el infortunio, la felicidad y la desgracia sus tormentas interiores trascendían crudas al tendido. En Colombia, durante las tres décadas de su carrera, no se podía ser sino cacerísta o anticacerista.

Fui de los primeros, lo confieso. Su torería, vulnerabilidad, terquedad frente al fracaso e increíbles resurgimientos me conmovieron siempre.

Se casó tres veces. Con una reina de belleza, con una cantante-actriz y con una pintora. En todas tuvo hijos. Ninguno torero. Su ganadería cordillerana Campo Pequeño (santacoloma) desapareció. Sus cenizas están en la Catedral de Manizales. Sus estatuas allí, en Bogotá y Medellín han sido blancos de infames. Su recuerdo real se va yendo con los viejos aficionados y su leyenda extraviándose por laberintos de habladuría, tergiversación, y olvido.

martes, 14 de julio de 2020

VIVIR SIN TOROS... - VIÑETA 363

Viñeta 363

Vivir sin toros…
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali julio 14 de 2020 


¿Es posible? Claro, y sin arte, y sin filosofía, y sin música, y sin literatura, y sin libros, y sin televisión, y sin teléfono, y sin piedad, y sin amor, y sin sexo, y sin justicia, y sin madre, y sin Dios, y sin ley, y sin civilización…

Es posible, claro, vivir también sin ropa, sin calzado, sin hogar, sin vehículo, sin mascota, sin propiedad, sin adorno, sin lujo, sin vanidad, sin ambición, sin humildad, sin odio, sin patria, sin bandera, sin himno…

Y sin otro, sin solidaridad, sin sociedad, sin responsabilidad, sin esperanza, sin intuición, sin valentía, sin decoro, sin imaginación, sin belleza, sin virtud, sin culpa, sin contemplación, sin razón, sin sentido…

Y sin pensamiento, sin lenguaje, sin memoria, sin tradición, sin historia, sin curiosidad, sin ciencia, sin moral, sin respeto, sin dignidad, sin crítica, sin autocrítica, sin política, sin orden, sin libertad, sin democracia …

Y sin cultura, sin orgullo, sin teatro, sin deporte, sin ambición, sin dinero, sin malicia, sin envidia, sin generosidad, sin rencor, sin amistad, sin desprecio, sin asombro, sin admiración, sin vergüenza, sin humanidad…

Es posible vegetar, ausentes, en presente. Vivir como las cosas en los escaparates. O como los protozoarios, con apenas lo básico vital: respiración, ingesta, deyección. O solo trabajar, trabajar y trabajar como los insectos. O como los rumiantes hilvanar los días bocado a bocado...

Sí, es posible vivir así, animalizados. Y aunque quizá el universo ni lo acusara, reconozcámoslo, seguramente nuestro minúsculo planeta estaría más puro y salvaje. Porque todo lo que nos hace humanos es naturalmente prescindible.

Pero lo que no es posible, por más que se pretenda, es desdiferenciarnos en la biología sin dejar de ser lo que somos. A los aficionados nos pueden imponer vivir sin toros, sin lo que nos significan, claro, como también sin todo lo demás. Ha sucedido, sucede. La cuestión es que aceptarlo nos haría menos humanos, más animales, ya no seríamos.  

Lo insinuaba Jean Cocteau: “No sé para qué sirve la poesía, pero sí sé que es imprescindible.”  Humanamente imprescindible.

martes, 7 de julio de 2020

...7 DE JULIO SIN FERMÍN - VIÑETA 362


Viñeta 362

…7 de julio sin Fermín
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali julio 7 de 2020 
Plaza de toros de Pamplona: Foto: A. Ibarra / Javier Bergasa, www.suertematador.com

Cómo estará Pamplona hoy… sin su feria, la madre de las ferias. No hace falta el ojo satelital para espiarla. Basta recordar lo que siempre fue y ahora no.

La descomunal visita, el santo, los pañuelos, el bullicio, la música, la danza, la euforia desbordada, las viejas calles pletóricas, el piel a piel con los toros, el coraje, la inminencia mortal, el esguince feliz, la carrera vital, el vórtice, la plaza, los coros, la televisión al mundo...

Fiesta tenaz, ancestral, cosmopolita, transcultural, biológica. Gran catarsis anual, eco del más allá de la segregación de los pueblos, festejo de ser uno con la naturaleza.

Este año no. Como nunca antes, el miedo colectivo a un ínfimo agresor, uno más de los muchos que nos han asediado en la historia y nos asedian a cada trance, la impidió. Y su ausencia pesa más en este mundo preso e incierto. Dicen que la ignorancia es la fuente de los miedos. Pero del Covid 19 hemos ignorado menos y temido más. Tanto, qué no hallando manera inteligente de afrontarlo, de vivir con él, nos escondimos dejándole la calle hasta que quiera irse. Más de tres meses encerrados y nada, sigue ahí, campeando.  

Cómo estará Pamplona hoy, sola, quieta, nostálgica... Repasando fotos, videos, evocaciones, cantos, chupinazos, encierros, gozo... Quizá con ese vacío que siempre al otro día del “pobre de mí” creaba el inexorable retorno a la cordura(?) cotidiana, por esas mismas calles donde durante una semana fluyó sin dique la felicidad.

Icono, rezo, corrales, cohete, manada, cámaras, multitud, susto, griterío, cuesta de Santo Domingo, Plaza del ayuntamiento, Mercaderes, Estafeta, Telefónica, Hemingway, el ruedo, toriles. Calor, plaza de bote en bote, paseíllo, estruendo, himnos tribales, Paquito, El rey, Eurovisión, La chica yeyé, el Riau riau, el toreo, la faena, el pasodoble, la vuelta clamorosa, el presidente del Sol recalcitrante a medio frac, el tendido pantagruélico, el arrastre, las charangas, el vino, la liberación, la noche con el día, la dicha…

Cómo estará Pamplona hoy sin poder cantar su “alegría sin par, porque llegaron las fiestas de la gloriosa ciudad, que son en el mundo entero una fiesta sin igual…” Estará triste y en derrota como todos, porque hoy Pamplona somos todos.

martes, 30 de junio de 2020

MADRID ESPERANDO A GODOT - VIÑETA 361

Viñeta 361

Madrid esperando a Godot
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali junio 30 de 2020
Cartel Teatro Real de Madrid, noviembre 21 de 2019 a enero 5 de 2020
En los toros, Madrid es el canon. Vieja frase de cajón sí, pero que no ha perdido vigencia ni siquiera en estos meses aciagos, transcurridos desde cuando se instaló el modo pausa frente a la pandemia. 

Día tras día, todos, en todas partes, inmóviles y expectantes mirando hacia Las Ventas. O mejor, hacia la empresa de Las Ventas. Como evocando los personajes beckettianos:

VLADIMIR --Entonces, ¿qué hacemos?
ESTRAGON --No hagamos nada. Es lo más prudente.
VLADIMIR --Esperemos a ver qué nos dice.
ESTRAGON --¿Quién?
VLADIMIR –Godot.

…Y Godot no llega, y el diálogo deriva por el mar del absurdo y la inacción. Las frases caídas del púlpito catedralicio a los titulares de la prensa taurina se van amontonando una tras otra en una secuencia que parece parodiar el ya inmortal y loco intercambio entre Gogo (Estragón) y Didi (Vladimir)…

(Escena, junto al árbol en el patio de las oficinas…)
GOGO (con orgullo, adelantándose) —Como empresario turístico, invertir en los toros ha sido mi gran acierto. Lo dije hace dos años.
DIDI —Pero ahora las restricciones antivirus minimizan entradas y dinero hasta lo imposible (se toma la cabeza con las dos manos y la gira repetidamente).
GOGO —(reflexiona) Imposible, claro. (de pronto, iluminado y mirando al público) —Mejor pasemos el año en blanco.
DIDI —Sí. De acuerdo, mejor eso que perder plata o alterar el espectáculo. (levanta las manos al cielo).
GOGO (abriendo el periódico sorprendido) —¡Oye! Aquí anuncian que ya permiten ocupar tres cuartos de la plaza. ¿Qué vamos a decir?
DIDI (alarmado) —¿Cóomo? (calla y medita) —¡Digamos que es verano!
GOGO —¿Y? (confundido levantando los hombros)
DIDI (complaciente) —Pues en verano viene muy poca gente. Si acaso turistas, la mitad asiáticos.
GOGO —(complacido) !Oh! Claro. Así no se justifica dar corridas, ni ahora ni nunca.
DIDI —Pero cuando venga Godot y nos diga, nuestro regreso será grande. (señalándose el pecho)
GOGO —Seguro.

(Entra un muchacho y murmura tímidamente) —Traigo un mensaje del señor Godot.
DIDI (contrariado) —¿Cuál mensaje?
MUCHACHO (mirándose los pies) —Que no vendrá hoy. Vendrá mañana.
GOGO y DIDI (al tiempo, resignados) —No imorta, esperaremos
MUCHACHO (condolido) Perdón, no es mi culpa. (se va cabizbajo)

GOGO —Lo mismo que ayer. (Se sube los pantalones)
Pero volveremos mañana. (decidido)
DIDI —¿Y si tampoco viene?
GOGO —Volveremos pasado mañana...
DIDI (alisándose la melena entrecana) —Entonces ¿Qué? ¿Nos vamos?
GOGO —Vamos.
(No se mueven)

CAE TELÓN DEL PRIMER ACTO (Segundo acto en septiembre)

martes, 23 de junio de 2020

HAZME CASO - VIÑETA 360


Viñeta 360

Hazme caso
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali junio 23 de 2020


Adriano 135 D.C. Museo Arqueológico de Sevilla.
Foto: Wikipedia.org
Dar consejos no cuesta nada y uno siempre queda bien.
—Yo traspaso los que me dan. Es para lo único que sirven —decía Oscar Wilde.

Espontáneos, pedidos, universales, locales, personales, grupales, temáticos, especializados, improvisados, premeditados, prácticos, teóricos, lógicos, ilógicos; bien, dudosa o malamente intencionados (cómo saberlo), pero todos expresados con la superioridad y certeza inherentes al papel de aconsejador.

En esta conmoción mundial que malvivimos ahora; confinamiento, incertidumbre, medio millón de muertos, nueve millones de contagiados, paro y amenazas de que “lo peor está por llegar”, (según las autoridades monetarias internacionales: Banco Mundial, FMI, BCE, BID, BAsD), lo que no nos ha faltado son consejos.

Cada quien, como Wilde, parece presto a desembarazarse de los suyos, poniéndolos a circular, cargando a otros con ellos. Cualquier vía es buena, voz, papel, redes, blogs, portales y hasta las paredes. Quédate, no te quedes. Trabaja, no trabajes. Toma, no tomes. Preocúpate, no te preocupes. Abre, no abras…

Los taurinos, por ejemplo, privados de corridas, hemos multiplicado el reciclaje de los mismos tres o cuatro de siempre. A veces literalmente, a veces con alguna variación de estilo. Qué unidad, qué adaptación, qué modernización, qué comercialización. Pues en síntesis los problemas de la fiesta, que son graves y endémicos, tampoco son muchos: persecución, desunión, mistificación, retracción. Sabidos, resabidos, aconsejados y reaconsejados por generaciones.

Sin qué hasta hoy ninguna moda, crisis, peste, censura, que las ha enfrentado hartas, lograra borrar de la faz de la tierra el ancestral culto. Quizá otra vez el negocio que alimenta sufra, caiga y luego levante, como lo ha hecho siempre, desde que a Don Felipe IV le dio por inventarlo, cobrando las entradas. Pérdidas y ganancias, bonanzas y recesiones, metabolismo del mercado, de la economía toda…

Pero afición, significado, instinto, valores no dependen de aquello, son más antiguos y siempre han sobrevivido esas vicisitudes. Hace casi dos mil años, Adriano, el verosímil emperador (español-romano) develado por Margarita Yourcenar, viejo ya, escribió al joven Marco Aurelio, su querido nieto adoptivo, evocando la caza y el circo:

El justo combate de la inteligencia humana con la sagacidad de las fieras parecía extrañamente leal, comparado con las eternas emboscadas de los hombres.

Reflexión que el toreo ha mantenido vigente, no un consejo. Por cierto, en las 236 páginas (Ed. Sudamericana 1955) de su rotunda carta, él no se permite dar ninguno a quien había proyectado heredero del imperio. Solo le presenta honestamente los hechos. Para qué más.