martes, 29 de enero de 2019

COLOMBIA TIEMPO DE CORRALEJA - VIÑETA 288

Viñeta 288

Colombia tiempo de corraleja
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, enero 29 de 2019

A mediados del siglo XIX, un emprendedor curita montañero, Pío Miranda, párroco de Ayapel, obtuvo del Concejo Provincial de Cartagena privilegio para la “apertura” y usufructo de un camino de herradura sobre la vieja trocha que conectaba las ganaderas y ardientes “Sabanas de Bolivar”, en la costa atlántica colombiana, con el interior de la escarpada y entonces mediterránea Antioquia. El acaudalado minero José Vásquez fue su socio en la empresa, que además obtuvo miles de hectáreas baldías y derechos de peaje.

Las gordas reses costeñas, pagando cada una cuatro reales, acometían el empinado, largo y tortuoso “Camino Padrero”, para llegar flacas y ser vendidas en tierra paisa, donde luego, recuperadas y revalorizadas, producían buenas ganancias.

Junto con la economía, el toro, animal icónico desde la temprana colonia en aquella región caribeña, se repotenció, ahondando su marca en la mitología, la leyenda, el lenguaje, la tradición, la música, la danza, el sombrero (vueltiao), el folclore, las fiestas, la literatura, el arte, la cultura en general. Celebración y síntesis de todo aquello es la corraleja, patrimonio cultural de la nación.

Escritores como García Márquez, compositores populares como Pedro Laza y pintores realistas como Gatencio le han rendido tributo. Enero es su mes propio. Y en este que termina, por toda la vieja comarca bolivariana, que ahora ocupan los jóvenes departamentos de Córdoba y Sucre, han vuelto a correr los toros en la tarde, a la tumultuosa usanza pregoyesca, y en la noche, sobre la misma tierra, las bandas, el fandango y la rueda del cumbión a prolongar la fiesta.

Sampués, Magangué, Chinú, Ciénaga de Oro, Planeta Rica, San Juan Nepomuceno, Nechí, Arjona, Cereté, Carrillo, Tenerife… dan por estos días, en sus plazas hechizas, muchas más corralejas que corridas formales da todo el territorio nacional durante un año y así mismo lidian muchos más toros y convocan mucho más público. Se puede afirmar con certeza que la mayor actividad taurina colombiana es esta.

Pero también que comparte con las otras tauromaquias, hostilidades y enemigos. Grupos culturizados (que no cultos), urbanitas melindrosos, políticos avispados, “civilizadores” de ocasión… las condenan y desde su autoasignada “superioridad moral” exigen, con más desprecio e injuria que razones, la prohibición inmediata.

martes, 22 de enero de 2019

EL TORO AMERICANO - VIÑETA 287

Viñeta 287

El toro americano
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, enero 22 de 2019

Corraleja. Oleo. Gabriel David Atencio Ruiz (Gatencio). 
En América, “nuevo continente”, han crecido las más grandes bestias terrestres y los más gigantescos árboles. En sus mares y ríos, los más largos y caudalosos del planeta, navegan los mayores animales acuáticos. El profundo y extenso manto fértil, y la variedad de altitudes y microclimas propician la exuberancia. Para no ir más abajo, donde la riqueza mineral es incalculable.

Paradójicamente, aquí, el toro de lidia, como la mayoría de los humanos que son pobres y no pocos mucho en medio de tal abundancia natural, tampoco la refleja en el ruedo. Pese a ella y a las periódicas importaciones genéticas no alcanza medirse con sus parientes europeos en dimensiones, armas, poder ni furor. Acaso el feraz hábitat en vez de potenciarlo como a todo el resto de la biología vernácula, le minimiza y desbrava. O quizá el factor humano. O ambos. Quién sabe. Hay teorías.

Pero no son las únicas adversidades afrontadas por este inmigrante durante su medio milenio de adaptación, (recordemos que la ganadería más antigua del mundo es “Atenco”, mexicana, fundada en 1.528 por Juan Gutiérrez Altamirano primo del bizarro Hernán Cortés).

Desde entonces, el recién llegado se desparramó y su culto, a despecho del desmedro, le garantizó supervivencia. Se daban festejos taurinos en sur, centro y norteamérica. Donde por casi cuatrocientos años de dominio hispano-portugués se fraguó una nueva identidad. Latinoamérica.

Identidad que como el trapío y la casta se han ido diluyendo. Históricamente, la influencia de potencias competidoras, las guerras de independencia, el fin del imperio español, la creación de estados-naciones, la política  y los abigarrados tsunamis migratorios, arrastraron cosmovisiones que fueron ahogando tradiciones en muchos lugares. Entre ellas la del toro, confinándolo a donde las corridas aún permitieran su conservación.

Hoy otro fenómeno, "globalización", centrado en valores, modos y modas ajenos, amenaza también esos reductos. Exigiendo "por piedad" el aniquilamiento absoluto del que acorralado continúa peleando su existencia contra el medio, los enemigos y… hasta los amigos.

CON RECONDO EN MANIZALES - VIÑETA 286

Viñeta 286

Con Recondo en Manizales
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, Enero 15 de 2019

Ponce en Manizales I 12 2019. Foto: Camilo Díaz
José María Recondo Rementería, torero y apoderado, vasco por más señas, murió hace ya doce años, cumplidos el pasado día de navidad. Había tomado alternativa de Antonio Bienvenida en Zaragoza por 1956, con atanasios, Chicuelo II fue testigo. Imagínense, ad portas de una de las décadas más brillantes de la historia torera. Cuanta dificultad para sobresalir. Pero sobresalió.

Aunque más como tertuliano que como torero. Hombre vivaz, ingenioso, con gran sentido del humor, productor de frases afortunadas e inspirador de otras que aun circulan por ahí en escritos y conversaciones. Decía que era millonario en anécdotas. Fue, después de Antonio Márquez, uno de los apodados “Belmonte rubio”. Se lo endilgaron con ánimo promocional aduciendo que con sus maneras lo evocaba.

Él mismo se complacía en recordar que a sus comienzos, le fueron con esa tesis al verdadero Belmonte, diciéndole que tenía que ir a verlo para corroborarlo. Por fin el maestro accedió. Lo vio en silencio, y al salir, los que lo habían llevado intrigados le preguntaron:  --Bueno ¿Y? –Don Juan les respondió muy serio –Pero ¿Tan mal toreo yo?

Ya retirado vino a Colombia en los setenta, dirigiendo a Miguel Márquez primero y luego Antonio José Galán. Era una delicia oírlo.

En el magnífico libro de Antonio Burgos “Curro Romero la esencia”, el biografiado aduciendo que su toreo tan andaluz e inconstante también había sido sentido en plazas del norte español, más dadas a lo tremendo, recuerda:
“Y toreros que había en San Sebastián, como José María Recondo, que me vio y estaban discutiendo sobre mi toreó, y soltó: --Señores, lo que ha hecho Curro con ese toro no es capaz de hacerlo ninguno… ¡sin toro!”

Bueno, hace tres días en la soleada plaza de Manizales viendo a Ponce y El Juli con los cornicortos de Gutiérrez, maravillar y poner boca abajo la llena Monumental, imaginaba yo lo contrario, qué tal esto con el toro… de Madrid, o tan siquiera de Bogotá o Cali, por ejemplo. Si fuese capaz de embestir así, claro.

MANIZALES BASTIÓN TAURINO DE COLOMBIA - VIÑETA 285

Viñeta 285

Manizales bastión taurino de Colombia
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Manizales, enero 5 de 2019

Paseíllo en la Monumental. Foto: Camilo Díaz
Afición única, feria única, ciudad única, plaza única. Manizales, al filo de la cordillera central, es hoy el más firme baluarte de la fiesta en Colombia. Su leal guarnición, en la cual militan todos los sectores sociales, culturales y económicos ha mantenido la Monumental invicta en sus 68 gloriosos años.

Desde aquel domingo 23 de diciembre de 1951, cuando el caraqueño Antonio Bienvenida, y los sevillanos, Manolo González y Alfredo Jiménez partieron ruedo para lidiar la corrida inaugural de Mondoñedo. Mientras al mismo tiempo, ese día, moría sin vejez, en la lejana Buenos Aires, Enrique Santos Discépolo, el poeta más hondo de la otra obsesión manizaleña; el tango.

Un toro, el de Gutiérrez, que no se parece a ninguno. Quizá encaste propio ya. Una idiosincrasia, la de la tierra. Una convicción, fiesta es fiesta. Un credo, el arte por el arte. Un grito, el ¡Ay Manizales del alma! Desafían comparaciones, críticas, incomprensiones y modas. Es la identidad, que por otros lados palidece.

Cuando la mayoría de las plazas del país han cerrado y las que resisten han reducido sus temporadas. Estos no ceden. Ni un paso. Mantienen sus siete festejos íntegros, esta vez de domingo a sábado. Justificados, además, por el carácter filantrópico de la empresa y su integración con el Hospital Infantil, que proclaman que aquí la tauromaquia va más allá de lo lúdico, lo ritual y lo utilitario.    

Desde siempre, gentes de diferentes latitudes copan por estos días la capacidad de albergue, público y privado. El comercio se dispara. La celebración es total y “toda la feria es un río” que arrastra su avalancha festiva, cosmopolita, arrancada de distintas regiones y países vertiéndola en una semana sin penas, cuyo fragor parece recitar mezclados los versos de Discépolo y los de su himno torero:

Manizales rumorosa, bajo tu cielo de rosa canta el viento su alegría… Vení, poné la mesa y escondé ese lagrimón.

jueves, 3 de enero de 2019

COLOMBIA POR LO ESENCIAL - VIÑETA 284

Viñeta 284

Colombia por lo esencial
*Lo Kitsch en el toreo XXI*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 25 de 2018


Juan Carlos Gómez y Juan Bernardo Caicedo. Fotos J.A. Díaz 
Mañana comienza la temporada colombiana con los números más bajos del siglo y muchas décadas más. Doce corridas de toros, dos novilladas, dos festivales y pare de contar.

Dieciséis festejos en plazas de primera; Cali seis. Manizales siete (única que no recula). Bogotá tres. Hace veinte años las mismas daban 35. Sin sumar las entonces activas: Medellín, Cartagena, Palmira, Popayán, Armenia, Ibagué, Duitama, Sogamoso, Cúcuta, Pereira y otras muchas menores, con las cuales la cifra sobrepasaba los 150 espectáculos taurinos.

Para tan veloz repliegue no hizo falta ninguna prohibición. Imposible, además, pues la tauromaquia es una expresión artística tradicional del pueblo colombiano, protegida por la constitución, la ley (916 de 2004) y las autoridades civiles y policiales, que honran su juramento.

La procesión va es por dentro, y sin desconocer los muchos factores ambientales hostiles, como aficionado y médico viejo creo que hay que centrarse con el paciente y no buscar la fiebre en las sábanas.

Aquí, la fiesta está cómo está por un desajuste interno grave de su metabolismo, su nutrición y su sistema inmunológico. Sus atractivos fundamentales (toro y toreo) languidecen a ojos vistas. La ingesta (entradas) encarece y decrece. La circulación (público) se limita. El flujo mayor (pueblo) se infarta en la taquilla. Las defensas (afición, tradición, arraigo cultural, apoyo político) se debilitan. La belleza se marchita y la salud desmejora con amenaza terminal.

No es alarmismo. Esta sintomatología la conocen todos, y la resienten a diario, de una manera u otra; empresarios, ganaderos, toreros, periodistas, aficionados… ¿Pero hasta dónde cada uno de ellos está dispuesto a donar sangre para restablecer la homeostasis? Hé ahí la cuestión.

Mientras tanto, las plazas capitaneadas por los tenaces Juan Bernardo Caicedo y Juan Carlos Gómez, resisten tratando de suplir cantidad con calidad. Entendiendo seguramente que, como dijo Antonio Bienvenida (creo), arte es todo lo que queda cuando se quita todo lo que sobra.

Minimalismo, renombraría luego el filósofo Wolheim a esa vieja teoría de sacrificar lo superfluo para conservar lo esencial, que no pocos entienden al contrario.

Esta pequeña temporada grande colombiana, que ha sacrificado ya muchísimo, sale a ganar su apuesta por lo esencial. Debe hacerlo para no morir. Lo necesitamos y lo deseamos de todo corazón, hoy, día de los deseos felices.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

FISIOTAUROLOGÍA - LO KITSCH EN EL TOREO XX - VIÑETA 283

Viñeta 283

Fisiotaurología
*Lo Kitsch en el toreo XX*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 18 de 2018

Molinete invertido. Pintura Diego Ramos
Igual que otras actividades, el toreo es en mucho una conjunción de automatismos. Toro, torero y espectador, reaccionan en la suerte, involuntaria, subconsciente y espontáneamente. No se lo piensan. No hay tiempo. Embestir, encarar, jalear, son respuestas, reflejas.

Es biológico, evolutivo, estamos hechos así, humanos y toros. ¿Frente a frente? ¡Peligro! La fisiología nos alista de inmediato para una de dos opciones; huir o combatir. Viene con los genes, la descarga de adrenalina dispara el sistema. El estado de alerta orgánica general. Cerebro, sentidos, piel, vísceras, pulmones, corazón. Más oxígeno y sangre a los músculos para la acción y menos a la superficie para minimizar pérdidas. Cuando es intenso todo queda supeditado. El juicio también. No es electivo.

—¿Qué será esto? Me preguntaba cuando volvía en mí y veía la gente— contó Curro Romero hace unos días.

La vida es la lucha por la vida. Y la tauromaquia, rito cultural-histórico, alegoriza esa fatalidad universal; ser, estar, bregar, morir… pero en clave humana, con un código ético-estético. El toro (la naturaleza) defiende su territorio, el hombre trata de ganarlo y el coro (público) vigila el juego.  

La huida, la impostura, la complicidad, son mansedumbre, cobardía, fealdad. La corrida es drama real, darwiniano, romántico… nietzcheano si se quiere, (que no hitleriano, como alegan lecturas equívocas del Zaratustra de Sils María).

Una representación ceremonial, una catarsis de como todavía podemos justificar nuestra existencia, nuestro lugar, nuestro derecho natural. Recordando que sí, que somos animales y como tales competimos a muerte con las otras especies. Pero, aunque estemos condenados a ello, también somos capaces de hacerlo dignamente, sin traición, ventaja, ni alevosía. Incluso con belleza, dando la oportunidad, cara a cara, y honrando al otro (la naturaleza).

Estos automatismos taurinos no son genéticos, claro, son culturales, viejas liturgias. Herencia de tiempos más ecológicos, ajenos a la cultura narcisista, globalizada y borracha de tecnología destructiva que hoy quiere sepultarlos. Y reemplazarlos por los del matar masivo, consumista, impune, con indefensión, sorpresa y superioridad grotesca. Por los del depredar así toda la biología, el planeta y sus alrededores.

Bueno, es el nuevo concepto de lo humano demasiado inhumano, para cuya “racionalidad” el culto del toreo resulta intolerable, anacrónico, bárbaro y debería desaparecer ¡Ya!

miércoles, 12 de diciembre de 2018

MEDELLÍN ESQUELA MORTUORIA - LO KITSCH EN EL TOREO XIX - VIÑETA 282

Viñeta 282

Medellín esquela mortuoria
*Lo Kitsch en el toreo XIX*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 11 de 2018
  

Medellín “Centro de Espectáculos Macarena”. Paseíllo 14 de febrero de 2015. Foto: J. A. Díaz
Como la muerte de Santiago Nasar, la de las corridas en Medellín estaba cantada. Lo sabían todos, pero nadie la pudo impedir. La venta del “Centro de espectáculos Macarena”, (que no plaza de toros desde hace quince años), y el aborto tardío de la temporada inminente, no fueron la causa, solo el estertor final.

Ahora me resulta imposible no volver al sábado 22 de febrero del 2003. César Rincón, Manuel Caballero y Pepe Manrique acababan de lidiar, sin pena ni gloría, toros de Las Ventas. Yo iba para la corrida del otro día en Bogotá y junto a la Puerta de San Juan, di con premura dos adioses muy tristes. Primero, a esa plaza de mi juventud pues pronto comenzaría su demolición, y luego al viejo aficionado Reinaldo Wolff, habitual en ella desde su inauguración. Fiel, estuvo de la primera a la última. Pagando siempre.

Mañana me hospitalizan —dijo. Nos abrazamos con la certeza de que no nos volveríamos a ver. Y así fue, murieron ambos de una. En medio del alborozo insultante con que muchos cantamañanas “taurinos” promocionaban oficiosamente la destrucción de la querida, la histórica Macarena y su reemplazo por el esnobista, disfuncional y lúgubre recinto; donde a media luz, aislada entre indiferentes autopistas de alta velocidad, agonizó la fiesta tres lustros.

Vida artificial, años agregados, aguantados por el terco empeño del empresario Santiago Tobón y la lealtad de los pocos de siempre, hijos, nietos y sobrinos de Reinaldo entre ellos. Los demás abandonaron un espectáculo exclusivista, que al final se atrincheró a precios muy altos en la parte más baja del tendido. Negándose a popularizar el costo de las entrada y readmitir al pueblo.

La hostilidad de los antitaurinos a todo nivel sumó. Desde los agresores callejeros hasta los políticos regionales que transfiguraron el templo y apretaron el cerco. Pasando por los puristas iracundos, quienes a cambio de cerrar filas en defensa, reforzaban el asedio desacreditando (muchas veces con razones) el rito e invitando al ausentismo.

Complicación de males, a la cual esta paciente afición sostenida solo por su fe (más qué cultura taurina) ya no podía resistir. Hasta la fecha de cancelación solo había comprado trescientos abonos...

Para qué buscar culpables ahora. Para qué, sí al señalarlos en vez de repudio ganarían parabienes y quizás algunos treinta monedas… sin que tuviesen la decencia de ahorcarse después.