martes, 26 de abril de 2016

"OH BELLACOS VILLANOS" - VIÑETA 151

Viñeta 151
“Oh bellacos villanos”
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 26 de abril 2016

Algunos políticos parroquiales de Alcalá rabiaron en enero, cuando supieron que se preparaba para abril una corrida homenaje al más ilustre nativo de la villa, Miguel de Cervantes Saavedra, cuatrocientos años después de su muerte.

--La memoria de uno de los más grandes genios de la literatura no es compatible con la tortura –bufaron juntos en el ayuntamiento, los del PSOE, “Somos” e IU.

No vencieron. El festejo se anunció para el 23. Toros de Victorino Martín; El Cid, Escribano y El Chechu”. Un día después de la efemeride, claro,  Cervates murió el 22, y no en Alcalá, en Madrid, donde también ameritaba honores con toros.

Sí, porque su afición fue más allá de las múltiples referencia a ellos en su obra. --!Para mí no hay toros que valgan, aunque sean los más bravos que cría Jarama en sus riberas! desafiaba Don Alonso Quijano lanza en ristre.

Además, según José María Cossío, cervantista y enciclopedista hondo, en el cruce de celosas puyas poéticas; Góngora sin querer, consignó al Manco de Lepanto como uno de los primeros cronistas taurinos.

“Mandáronse a escribir estas hazañas a Don Quijote, Sancho y su jumento”

Dijo, resentido tal vez de que se le pidiera (a él y no a él), relatar la corrida celebrada en Valladolid, el 8 de abril de 1605, con motivo del nacimiento de Domingo Víctor de la Cruz, quien luego, nominado Felipe IV “Rey Planeta”, regiría España por 44 años, fuera aficionado, diera grandes corridas reales en la Plaza Mayor de Madrid, y autorizara por primera vez el cobro de las entradas.

Cervantes, quien vivía por entonces en aquella ciudad (Valladolid) y tres meses antes acababa de publicar la primera parte de su libro inmortal, contestaría la burla con un supuesto elogio de sarcasmo no menor: “Aquel que tiene de escribir la llave.

Transcurridos once años, el Príncipe de los Ingenios murió en su casa de Madrid, esquinera con las calles León y Francos (hoy Cervantes). Y al final, el sábado pasado, el clima (no los  cabilderos), impidió la “corrida cervantina”.

Fuerza mayor. Se acepta. Pero que los odiadores insultando, quisieran prohibir el homenaje, no. Seguramente si Don Quijote viviera repetiría --¡Oh bellacos villanos, mal mirados, descompuestos, ignorantes, infacundos, deslenguados, atrevidos, murmuradores y maldicientes!

martes, 19 de abril de 2016

ELOGIO DEL ANTITORO - VIÑETA 150

Viñeta 150
Elogio del antitoro
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 19 de abril 2016


A todos los enemigo de la fiesta se les rotula como antitaurinos (contrarios a los taurinos). Es una generalización, fácil, inexacta e injusta como todas. No hay derecho a ignorar otro amplio sector que con iguales o mayores méritos pide título propio; los antitoro (contrarios al toro).

Porque sí atacar a los taurinos, agredirlos, insultarlos, calumniarlos da rango, no hay duda que hacerlo con el toro, que dicen es el rey, el eje y la base del toreo, debería darlo más alto.

Tendría que ser así, pues hacen más por la causa. Tiran al corazón. Sin el toro el toreo es imposible. Si el toro es toro, el toreo es toreo. Si el toro es medio toro el toreo es medio toreo. Si el toro no es toro el toreo no es toreo. Así de sencillo.

No voy a especular sobre las razones genéticas, culturales, económicas, que mutan una persona normal en antitaurina o en antitoro. Simplemente han tomado partido y ya está. Cada cual tiene derecho a sus fobias, filias e intereses. Me remito a la obligación moral de reconocer a cada uno su importancia.

Y el fervor, claro. Hay que oírlos, verlos y leerlos (a los antitoro, digo). Cómo se afanan estos olvidados en minimizar al animal sagrado, cómo reniegan de sus hechuras, de su majestad e imponencia. No se ahorran agravio: grandulón, zambombo, mostrenco, destartalado, zancudo, feo, dinosaurio, mastodonte, fueradetipo...

Y no hablemos de cómo se duelen del poder, soberbia e instinto de lucha por la vida que le han sacralizado: alimaña, peligroso, bruto, violento, resabiado, bestia, marrajo, asesino, malaleche, pregonao...

Y cómo resienten que no se deje, no se humille, no colabore, no ayude… que no se no se entregue como juguete y cómplice tonto de su propia burla y muerte.

Indudablemente, mucho más que los antitaurinos, los antitoro sirven a la solución final, su extinción, por el camino de “moderarlo”, disminuirlo, empequeñecerlo, hacerlo enano, inmaduro, pocacosa; y además inerme, dócil, amaestrado. Despojarlo de todo lo que le ha ganado grandeza, reverencia, simbolismo, significación histórica, y en consecuencia convertir su culto, la lidia, en una parodia indefensible y terminal.

No tiene perdón desconocer a estos apóstoles así vistan el hábito de los taurinos.

martes, 12 de abril de 2016

ESTACIÓN SEVILLA - VIÑETA 149

Viñeta 149
Estación Sevilla
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 12 de abril 2016

A distancia pero con minuciosidad sigo los acontecimientos en “La Maestranza”, una de las primeras grandes estaciones de la temporada mundial, que ha entrado en ella con mucho vapor y carga pesada.

Desde acá, viendo pasar el tren me pregunto si todos deberíamos olvidar ya el conflicto de dos años con los del vagón VIP. Su veto, las ominosas condiciones impuestas, el armisticio (rendición), las secuelas, y en aras de no reactivarlo, contemporizar y callar.

Quizá sería lo más prudente, sin embargo esta pregunta de la voz interior llama otras...

¿Obviamos el hecho de que 12 de los 14 encierros para corridas de a pié son de sangre Domecq?

¿Tragamos el malestar expresado por afición y crónica respecto al trapío y casta del ganado, que algunos califican como desastre?

¿Es dato leve que a Morante, contando “resurrección”, se le anuncie cuatro tardes, como a Curro en tiempos de su pontificado y ferias mucho más largas?

¿Omitimos el relegamiento a cartel menor (preferia) del primer espada de América Joselito Adame?

¿Ignoramos el incierto y amistoso alzamiento de los nuevos?

¿Pasamos por alto que prensa y medios en general conceden cada vez menos atención a la antes insoslayable feria?

¿Desestimamos la creciente distancia entre público general, (casi todo), y la feneciente afición?

¿Saltamos por encima de que en las más de las corridas, las 12.000 localidades hayan estado solo a media acupación?

¿Desdeñamos el costo de las entradas?

¿Nos privamos de pensar si esta feria, “la más cara de la historia”, según el empresario Ramón Valencia, montada a gusto y capricho de las figuras, está justificando su precio?

El cuestionario se alarga tristemente. Sí, una pregunta trae la otra y quizá para todas haya respuesta. Pero la más apremiante, es la que todos los pasajeros al comenzar un viaje nos hacemos: ¿Por este camino llegaremos a buen fin?

martes, 5 de abril de 2016

NO COLOMBIANOS - VIÑETA 148

Viñeta 148
No Colombianos
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 5 de abril 2016

Evacuadas la ferias de Valdemorillo, Olivenza, Castellón, Arles, Fallas, iniciada la de Sevilla y cerrados, a cal y canto (advirtió uno), los carteles de Pentecostés en Nimes, Comunidad y San Isidro en Madrid, amén de muchas corridas sueltas, vemos ya negociada casi la mitad de la temporada 2016 en Europa. La vemos y no nos vemos. Los colombianos, digo.

Hoy, ningúno de nuestros matadores de toros pinta en los carteles del viejo mundo. Choca, porque tras las apariciones, episódicas pero dignas, de “Joselillo” y Pepe Cáceres en los cincuenta, Óscar Cruz, “El Cali”, Jorge Herrera y algunos otros de menos nombradía en décadas sucesivas, y recientemente César Rincón y Luís Bolívar, nos acostumbramos a vernos en las principales ferias. El último por cierto, hasta el año anterior toreó en Las Ventas por San Isidro y Pamplona por San Fermín, toros de Ibán y Miura respectivamente.

Veníamos acostumbrados, no sólo porque nuestros pocos espadas admitidos justificaban en serio su presencia, sino porque nuestro país hace parte de la geografía, la historia y la economía taurinas. Acá recibimos desde siempre torería extranjera y la tratamos y pagamos bien. Más que bien incluso. No nos duele. Nunca la reciprocidad fue requisito. Cuando se ha dado espontánea, como en los casos mencionados, la hemos celebrado y agradecido. Porque un torero nuestro avalado allá fortalece la fiesta en este lado. Está demostrado.

Ahora en tiempos duros tampoco la exigiremos, pese a la certeza de que tres o cuatro de nuestros espadas; Bolívar, Perlaza, Guerrita, Vargas, Ramsés, Pardo, Rivera, Libardo, Ritter… para mencionar algunos, podrían competir en cualquier ruedo y rentar para los contratantes.

Pero tampoco  está vez invocaremos equidad ni tratados. Aunque quizá sí algo de inteligencia. La fiesta en Colombia se bate al borde del abismo. Vencida su primera plaza, Bogotá; Cali minimizada, trabajando a pérdida, mal vendiendo sus terrenos para sobreaguar y pensando subastarse, Medellín en zozobra, y solo Manizales flotando agarrada de su eficaz autogestión.
Han escogido los empresarios europeos el peor momento para ignorarnos. O el mejor, dirán los antitaurinos. Pues nunca hizo más falta el reconocimiento y la correspondencia ya que no la solidaridad. Deberían entender que si este frente olvidado cae, la derrota y el perjuicio será de todos comenzando por ellos mismos. Es de sentido común.

jueves, 31 de marzo de 2016

LA VIEJA VERDAD - VIÑETA 147

Viñeta 147

La vieja verdad
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 29 de marzo 2016

Entre las muchas preocupaciones de un productor taurino (como dicen ahora), vender las entradas es quizá la mayor. De ahí pende todo. Sin taquilla fluyente la fiesta es inconcebible. No hay tal que el toro es el rey. Ahora el rey es el dinero.

La corrida, rito-espectáculo, se ha hecho un asunto comercial, una empresa, la dirige un empresario y debe ser rentable o no ser. Hay que meter en ella los que pagan todo; montaje, ganaderías, toreros, promoción, impuestos, la propia plaza, profesionales y negocios conexos. Captar espectadores. No digamos aficionados que también cotizan pero son especie minoritaria, poco apreciada y en vía de extinción. Como tantos bizarros encastes. Como el honor mismo.

¿Y quién atrae la clientela? Igual que en todo mercado, la marca, la materia prima del marketing, el nombre del artista. Lo demás es lo de menos, está demostrado, pues a despecho del animal y las otras ventajas que imponen Fulanito “inventor de toros”, Menganito “enfermero milagroso” y Zutanito “especialista sublime del toro bobo” pueden colgar el cartel de “No hay billetes”, dejar a la parroquia con tres cuartas de narices, y repetir. Lo saben. Lo sabemos.

Claro, no solo pasa en lo taurino. Pasa en todo. La imagen suplanta la realidad. La idea el objeto. Lo que nos dicen a lo que vemos. La publicidad es la vara mágica que trastoca.

Posmodernismo llaman los doctos esta era de impostura. Hay que ver los mamarrachos que se venden por fortunas en las galerías de arte. Las idolatrías masivas a políticos impresentables. O las millonadas astronómicas que recaudan por doquier cuatro esperpentos tutankamónicos aullando y gesticulando disfrazados de niños rebeldes.

Es lógico. Este mundo virtual, prefabricado, psicodélico, encuentra intolerable la autenticidad de la corrida, y presiona sobre sus anacrónicos valores y códigos --¡Vamos! Entreguémoslos a cambio de la bolsa-- dicen muchos, y parecen ganar. Sin embargo, aun de tarde en tarde, un torero y un toro se salen de la fila y vuelven a reivindicar en el ruedo la vieja y esencial verdad. La que más allá del dinero ha mantenido el culto.

CALI CUENTA LA PLATA - VIÑETA 146

Viñeta 146

Cali cuenta la plata
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 22 de marzo 2016
Cañaveralejo 28 de diciembre pasado. El lleno que la empresa no vio. Foto: Camilo Díaz
El Consejo de Estado colombiano recordó en sentencia de octubre 2014 que la plaza de toros Cañaveralejo es “monumento nacional”, y por tanto corresponde al Ministerio de cultura su “manejo y protección”.

En julio de 2015, la ministra, por coincidencia caleña, Mariana Garcés, entendió que la mejor manera de proteger la plaza-monumento, era permitir la venta de 35.680 metros cuadrados de sus terrenos, y autorizar de paso construcciones en ellos de hasta 23,6 metros de altura, con el argumento de que es propiedad privada y el dueño puede disponer.

Este, la Sociedad Plaza de Toros de Cali S.A., que en realidad es entidad mixta (privada y oficial), de particulares  64% y Estado 36% (Municipio y Departamento), había sustentado la transacción en su necesidad de dinero para sanear las finanzas y convertir el coso en un escenario multiuso más rentable. Opinión compartida por sectores aficionados y prensa taurina local.

Los defensores de la integridad territorial y arquitectónica del bien fuimos derrotados en toda la línea. Ya es un hecho irreversible. Para qué llorar sobre la leche derramada. El predio se partió, el comprador “Mall Plaza Colombia S.A.S., iniciará en él sus desarrollos y el vendedor contó su plata, en asamblea de socios el jueves pasado.

No voy a repetir en esta breve columna el extenso informe de gestión presentado por la junta. Solo mencionaré una cifra netamente taurina; 700 millones de pesos (unos 200.000 euros). Pérdida de la temporada 2015, la cual corresponde, según el presidente, al desfase producido por el cataclísmico encarecimiento del dólar ocurrido entre la contratación y el pago de honorarios a los ocho toreros extranjeros participantes en la feria. Ni más ni menos. 

En principio, los ingresos estaban presupuestados para cubrir los costos, y de acuerdo a la concurrencia, generar más o menos ganancias. Pero no, al fin las figuras no congregaron todo lo que suponía su caché (según el informe, ver foto) y lo que perdió la empresa viajó en los esportones.




Pero tranquilos, por ahora, la venta parcial del “patrimonio nacional” da para cubrir eso y más, aunque de seguir así no se avisora larga supervivencia en estos lares para ese otro valioso patrimonio amenazado; la fiesta.

¿REVOLUCIÓN? - VIÑETA 145

Viñeta 145
¿Revolución?
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 15 de marzo 2016

¿Qué insinúan recientes acontecimientos como la gran movilización en Valencia y el alzamiento de la nueva camada torera? ¿Una revolución? ¿La destrucción de viejas taras? ¿El cambio de caducas estructuras? ¿Un salto al futuro?

Ya hubo dos o tres triunfantes en la fiesta. La de Romero, Pepe-Hillo y Costillares a fines del siglo XVIII, de la que nació el toreo moderno. La de Belmonte a comienzos del XX que lo convirtió en arte dramático, y quizás (me perdonarán), la del “Cordobés” en los sesenta que lo universalizó, como pregonara Gerardo Diego.

El Cordobés
es el toreo al revés…
en inglés,
en danés,
en pequinés,
Y en volapuk
y sin mover los pies.

¿Vendrá otra? ¿Deben temblar los grandes… y los pequeños, que son los que siempre ponen el cuero? ¿Su manifiesto anuncia  respeto para todos; el toro imponente, fiero, auténtico, intacto, el toreo puro, el artistas heroico, la verdad prístina, las masas alborozadas desbordando las taquillas? ¿Promete que la fiesta será el paraíso, y en Madrid los del “siete” y los del “dos” corearán al unísono felices?

¿Ahora sí? ¿Será cierto? ¿Cuánto costará? ¿Sangre, sudor y lágrimas… y dinero? ¿Los valdrá? ¿O todo quedará, por un lado en un memorial de agravios y por otro en una operación cosmética más, mera sustitución de caras? ¿Acaso una optimización del marketing? ¿O menos de pronto? ¿Un ajuste de cuotas con los insurgentes a trueque de no alborotar?

¿Quién lo adivina? Los grandes problemas de la fiesta exigen grandes remedios. So pena de no sobrevivir. Quizá otra revolución, regeneradora claro. El problema es que con ellas pasa como con los terremotos, se sabe cuando empiezan pero no cómo acaban.

Porque las revoluciones, tan románticas, inevitables, utópicas y trágicas, caen las más de las veces derrotadas, incluso en las manos aviesas de sus propios engendros que terminan unciéndolas de nuevo a la noria.

Sobran los ejemplos. Para qué citar nombres, podrían herir susceptibilidades. Mejor las alegorías literarias; las treinta perdidas del coronel Aureliano Buendía o la del “Otoño del patriarca” por ejemplo... Son para reír y llorar. Sin embargo no hay que desesperar, lo que viene pasando parece al menos un nuevo amanecer.